Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 5. Tratar de agilizar algunos asuntos

Me quedé en aquel cuarto hacia donde Fabrizio me habría señalado. Coloqué seguro al entrar y me quedé mirando cualquier detalle. El lugar tenía una cocina, al frente una pequeña sala y dividida por un muro, después del muro había una habitación. Observé todo el lugar, había de todo allí, pero no había oro incrustrados en las paredes. Pensé en ver TV, pero decidí preparar algo para comer. Caminé hacia la cocina, abrí las despensas, había alimentos, luego me desplacé hacia la nevera y había muchas cosas adentro. Vacilé sobre que preparar, así que decidí preparar una rica pasta donde inmediatamente me puse a prepararla, cuando estuvo lista, me senté frente al TV y mirando una serie comí la pasta que yo había preparado. Frente a la TV permanecí hasta que se había terminado la serie, después apagué la TV, y me fui directamente hacia la cama donde me acosté allí, y me quedé dormida. Eva me había movilizado para que yo me levantara del lugar. Yo no tenía ganas de movilizarme.

—¡Aurora!

Obviamente no tenía ganas para nada y tuve que responderle aunque yo no quería en lo absoluto.

—Eva, déjame dormir —me quejé.

—¡¿Qué te deje dormir?! ¿Acaso no recuerdas que estamos en una catedral? —intentó recordarme ella.

Pero en verdad ella tenía razón, tenía toda la razón.

—Dame algunos minutos —le pedí finalmente.

—Muévete Aurora.

Recordé que Donald quería conversar con nosotras. Cuando me pude mover, me senté en la cama para colocarme los calzados, después me levanté y llegué hacia el baño donde me lavé la cara y retorné de nuevo. Veía a Eva sentada con su móvil.

—Pensé que te habías ido Eva.

—¿Cómo me voy a ir sin ti? —apartó la mirada del móvil y la puso sobre mí.

—Obvio —seguí avanzando mis pasos y llegué hacia la sala grande donde estaba Fabrizio sentado en un sillón ojeado la biblia—. ¿No será la biblia?

Me quedé mirándolo fijamente, él colocó si mirada sobre mí y se quedó mirándome pensativo hasta que me respondió.

—Aurora... —pausó por unos breves segundos—. Verdaderamente... Te estoy entendiendo verdaderamente. Aunque puedo reconocer de que tú sueles confundirme en muchas ocasiones. Y en cuanto a tu pregunta, yo no estoy leyendo la biblia.

Al parecer él había entendido el fin de mi pregunta. Él me estaba conociendo y sabía perfectamente a que yo me estaba refiriendo. Sonreí ampliamente y veía que él estaba justamente haciendo lo mismo.

—Entonces. Me haz entendido. Me parece perfecto para evitar confusiones. No quiero que te enojes conmigo y mucho menos de que seas mi enemigo —le dejé bien en claro.

—Por supuesto Aurora. Y créeme de que no vamos a tener problemas desde ahora en adelante. Lo único que quiero es que tú y Eva no discutan delante de mí. Yo no soporto las discusiones —pronunció él y lo entendí perfectamente.

—No te prometo mucho, pero lo intentaré. Aunque puede que en un día no se evite discutir. ¿No lo crees?

Él suspiró profundamente.

—Podría ser.

Hubo un silencio corto entre ambos. Sentí a alguien moviéndose a mi espalda, obviamente era Eva que había salido de aquella habitación.

—Entonces... ¿Nos vamos Aurora?

—Nos vamos —le respondí, dejé de mirar al sacerdote y coloqué mi mirada sobre la puerta de salida, emprendí mis pasos para salir—. Hasta luego padrecito —me despedí de Fabrizio.

—Hasta pronto, Aurora —me contestó él.

—¿Te puedo escribir? —le preguntó Eva.

—Yo te llamo —le respondió el padre.

—Miedoso —le dijo Eva.

—Hasta pronto Eva —se despidió el sacerdote de Eva.

—Hasta pronto miedoso —le respondió Eva a él.

Seguí caminando mi trayecto en silencio, pude ver a Eva a mi lado. Proseguimos nuestros pasos y llegamos a casa de Donald, quien se encontraba en el ático de la casa. Nos movilizamos hacia allá y este se encontraba con su computadora.

—¿Qué haces ahí sentado Donald? —le preguntó Eva.

—Nada, aquí muy tranquilo esperando a ustedes —pronunció él cerrando su lap top.

—Perfecto —pronuncié.

Seguí avanzando mis pasos y me senté al lado de él, mientras que Lena se sentó en una silla al frente de él.

—¿Para qué nos citaste Donald? —le preguntó mi amiga.

—Quiero saber Eva, ¿que haz podido investigar sobre el tipo aquel? ¿O solo te haz dedicado a acostarte con el padrecito? —le interrogó Donald y no pude evitar reír.

—Que descarado eres —le reprochó Eva.

—¿Descarado Eva? Dame información. Por lo visto no tienes ninguna información.

Yo solo me quedé observando y escuchando.

—Es que... Necesito espacio, tiempo... Además, ¿tú crees que es fácil? Para yo obtener información dónde estaría el susodicho aquel tendría que ganarme la confianza de Fabrizio, si es que él quiera darme esa información. Aunque estoy pensando en otra persona —le respondió Eva nuy claramente.

Me puse a pensar de que quizás ella no quería involucrar a Fabrizio en todo esto y teníamos que encontrar a aquel sujeto que nos hizo la vida imposible.

—¿Entonces él está encubierto de padre? Ese cretino nos acusó de llevar una carga pesada de droga, no siendo nuestra. Siendo de él. ¿Estaría él ultilizando la iglesia católica para cubrir sus faltas? ¿Para cubrir de que es un narcotraficante? —realicé varias inerrogantes sobre el asunto y todo tenía su lógica.

—¿Pero de qué se esconde? Me pregunto yo —se expresó Eva.

—Algo hizo, ya que Willy es muy preponente y orgulloso —aseguró Donald.

—En algún problema se metió él. Somos sospechosos aún hasta que se descubra lo contrario y mientras tanto vamos a undirlo —dije yo con sed de venganza.

—Él querrá acusarnos y me dijeron que tiene unas pruebas falsas para involucrarnos a nosotros y no lo podemos permitir —se expresó Donald.

—Creo que tendré que acostarme con más sacerdote —comentó Eva.

—Definitivamente Eva, yo creo de que nosotros debemos de agilizar las cosas y tomar las cosas más en serio. Tenemos que buscar más información y rápido —pronuncié y me acordé de Fabrizio, él me había caído bien y tuve miedo de que pudiera ocurrir algo por nosotros o que se alejara de nosotros.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.