Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 4. Los primeros pasos

Sin darme cuenta Fabrizio y yo nos estábamos besando. Hablamos de tantas cosas que no me importó nada, yo aún llevaba unos prejuicios en mi cabeza sobre el asunto de que no estaba bien acostarse con un sacerdote. Pero ahí estaba yo pecando, disfrutando el dulce sabor de sus labios y sintiendo mucho deseo por llegar mucho más profundo. Me aparté de él y abrí mis ojos. Veía que Fabrizio hacía lo mismo.

—¿Por qué te apartas de mí? —me preguntó él.

Tenía el sabor de sus labios sobre mi boca, yo disfrutaba el exquisito néctar sabor de sus labios. Me había quedado una muy rica sensación en mis labios.

—Creo que es suficiente —le respondí y me acordé de Eva que estaba allí sentada en una silla—. Además Eva está sentada a mi lado.

Él sonrio.

—Pero ya aprobé los labios de ella —me respondió él.

—Por supuesto que lo probaste, pero ella podría excitarse. ¿No lo crees?

—No creo que deba de importa —fue lo que me respondió él sin importar nada de nada.

—Si que eres frío Fabrizio, como un hielo. Importante en lo absoluto como se sentiría mi amiga me parece algo muy cruel —comenté sin creer lo que él había dicho.

—Fabrizio es así de frío Aurora —me comentó Eva—. No te sorprendas.

—A la cama —exigí y puse mi mirada sobre Fabrizio que me miraba contento.

Él se levantó de la silla, con su mano intentó movilizarme, yo me levanté del lugar. Fabrizio me sostenía y me llevó en silencio hacia una habitación. Colocó seguro y me guío hacia la cama donde nos sentamos. Volvimos a unir nuestros labios en un beso eterno que nos llevó a acostarnos.

###

Cuatros días después...

En la catedral de la ciudad había una misa importante un domingo. Yo odiaba las misas, mientras que a Eva le agradaba. Ella quería que yo fuera porque Fabrizio iba a estar allí. Sin tener ganas me dirigí hacia el lugar con ella. Estuvimos en la misa de la seis y culminó a las ocho de la noche. Cuando se terminó Eva me tomó deo brazo y me llevaba con ella.

—¿Para dónde me llevas? —le pregunté yo a ella. 

—Cállate, Aurora.

Rodé los ojos, salimos por una puerta y cruzamos hacia un patio. Después entramos por una puerta en la parte trasera de la catedral.

—Eva —me quejé de inmediato.

Odie ese silencio sepulcral y más sin yo saber para donde era que ella me llevaba.

—Aurora, cállate —pronunció ella en un tono bajo.

Imaginé que era un lugar prohibido para entrar. Guardé silencio hasta que nos topamos con Fabrizio.

—Así que este era el misterio —dije cuando vi al sacerdote con su sotana—. Yo estoy cansada. ¿Saben lo que eso significa?

—¡Pesada y odiosa! —exclamó Eva.

Rodé los ojos. Volvió a repetirme lo mismo que solía repetirme aveces.

—Eva, tú si te quejas —le llamé la atención.

—¡Esperen! —gritó Fabrizio y ambas le prestamos atención—. Por favor, no discutan —nos pidió él mirándonos a ambas.

—Somos amigas Fabrizio y de cariño que lo hacemos —le expliqué yo a él.

Él colocó su mirada en mí.

—Esa actitud de ustedes no me gusta. Les voy a pedir el favor de moderar sus comportamientos y lenguaje. No quiero escuchar discuciones de ustedes —nos exigió él.

—De acuerdo —le dije yo.

—De acuerdo —repitió Eva.

Aparté mi mirada del sacerdote y la puse sobre todo el lugar, mirando los alrededores, era un lugar acogedor, confortable, habían lujos, e incluso se podía ver todo el oro en las paredes.

—Es hermoso —articulé de repente—. Este lugar debe de tener un valor incalculable definitivamente. Pero me urge una pregunta —retorné en colocar mi mirada sobre él para hacer la pregunta—. ¿Me imagino de que algunos sacerdotes sabrán de que estamos aquí?

—Ellos están informados, no te preocupes Aurora —me contestó él dejándome aliviada.

—Aurora preocupándose como siempre —comentó Eva.

Me incliné para mirarla, avanzó sus pasos hacia una mesa y tomó una manzana. Aparté mi mirada de ella y la puse sobre Fabrizio.

—¿Entonces nos acostaremos aquí? ¿Haremos el amor? —cuestioné yo.

—Así es —me respondió él.

—¿Y no será muy arriesgado? Yo aquí pensando... ¿Y si nos ve alguna monja? ¿O alguien? ¿Algún trabajador o un visitante? —realicé varias interrogantes al respecto.

—No te preocupes Aurora. Deja de preocuparte tanto. No te estés preocupando que si nos llegan ver si o no —me respondió Fabrizio tratando de convercerme.

—¡Pero Aurora! ¡Qué exagerada eres! ¡Por Dios! —exclamó Eva.

Volví a girarme para mirar a Eva.

—Soy precavida y lo sabes —intenté aclararle a ella.

—Eres muy exagerada Aurora —volvió a repetirme.

—Trataré de calmarme de no imaginarme tantas cosas —pronuncié.

—Eso espero —dijo Eva.

Entonces volví a poner mi mirada sobre Fabrizio.

—De seguro dirás de que estoy loca —le dije a él avergonzada.

—Nunca he pensado eso. Solo que puedes llegar a ser histérica y a exagerar en algunas ocasiones —comentó él sinceramente.

—¿No pudiste decir algo más bonito? Pero que... Ya olvídalo es tu opinión —me expresé.

—Como digas —dijo él.

—¿Entonces vinimos a discutir? ¿A hablar disparates? —cuestionó Eva.

Me giré hacia Eva otra vez.

—Es que mi querida amiga, puedo percibir de que urges de calor. Quieres acción —le dije a Eva.

—Por supuesto de que yo quiero acción y ustedes hablando disparate —pronunció Eva.

—Ya dije de que no voy a hacer nada —volví a aclarar.

Eva rodó los ojos.

—Aburrida.

—¿En dónde me puedo quedar? —pregunté yo.

Obviamente no me iba a quedar a mirarlos a ellos en acción.

—En aquella puerta —Fabrizio me señaló hacia una puerta que yo no me había percatado y miré hacia esa dirección—. Ahí podrás entrar. Es una habitación, inclusive una cocina y un baño. Podrás hacer lo que quieras allí, hay alimento en la nevera y en las depensas. Puedes cocinar lo que quieras ahí.

—Oh, con de todo. Encantada —sonreí y rápidamente me movilicé hacia aquel lugar donde entré y me sentí muy feliz.

El lugar era muy agradable, hermoso, confortable y con mucho lujo.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.