Capítulo 3. Fuego durante el comienzo
Yo estaba en la cocina, cuando vi a Fabrizio entrar y se acomodaba las dos pelotas que tenía entre las piernas. Lo mira con cara de lascivia, fue tan evidente que él se rio y sentí vergüenza. Bajé la cabeza apenada y me movilicé hacia el refrigerador a buscar otra lata de coca cola.
—Pero no haz terminado de beberte la lata que tienes aquí en esta meseta —pronunció Fabrizio.
Cerré la puerta de la nevera y me detuve sin apartar mi mirada de él.
—Quiero otra lata de coca cola. Soy adicta a esta gaseosa —le respondí rápidamente.
Emprendí mis pasos hacia la meseta y tomé la lata que estaba allí, avancé mis pasos hacia el comedor donde me volví a sentar y coloqué las dos latas de gaseosa sobre la mesa.
—En exceso puede ser dañino —rompió Fabrizio el silencio.
—Sí, lo sé. Pero no me llevo de no tomarlo por algunas razones —intenté explicarle.
Yo miraba hacia otra dirección, no lo estaba mirando fijamente. Ese hombre había entrado en la cocina en boxer y me estaba urgiendo algunas cosas. Por lo tanto evité mirarlo para no empeorar las cosas más de la cuenta.
—¿Qué haz estado haciendo Aurora?
Me estaba tomando el refresco y después de tragar por unos segundos coloqué la lata sobre la mesa.
—Yo estuve viendo TV. Convercé un poco y más tarde, vine aquí. Quería comer algo. Preparé una sopa simple y ahora estas dos latas de coca cola —le respondí a él sin mirarlo.
—Bien. ¿Te sientes cómoda?
—Me siento bien.
—¿Cómo van los estudios?
—Yo no seleccioné asignaturas en este semestre.
—¿Y eso por qué?
—Dejadez. Eva y yo permanecimos en Alemania por varios meses y dejamos pasar la fecha de selección de asignaturas lamentablemente, pero decidimos tomar este tiempo para estar más tiempo juntas, e incluso no podríamos ir a Australia de viaje.
Decidí mirar a Fabrizio, él estaba realmente sexy, guapo... Muy apetecible. Se veía muy serio obviamente como él solía ser.
—La vida es una y hay que disfrutarla, ¿no? —se expresó él.
Pero en seguida me urgió varias interrogantes. ¿Por qué él había decidido ser sacerdote si él aún solía acostarse con mujeres?
—¿Y por qué usted no disfruta su vida y se quita esa sotana? Me parece hipocresía de su parte, porque usted verdaderamente es un hombre —argumenté yo sin importar lo que él pensara o si se enojara conmigo.
—Me agrada tu sinceridad Aurora —fue lo único que me dijo.
Hubo un silencio entre ambos, en un rato corto entró Eva a la cocina con un albornoz puesto. Miró a Fabrizio y luego me miró a mí.
—¿Algún problema? —preguntó Eva.
—Ningún problema —le respondí yo—. Solo que me gustaría que Fabrizio dejara de ser sacerdote y que viviera como un hombre normal. Eso de seguro él lo quería, quizás no encuentra la forma como salirse de ese mundo que se ha metido.
Eva me miraba extrañada.
—¿Qué estás diciendo Aurora? —me preguntó Eva.
—Lo que escuchaste Eva —le di una corta respuesta a su interrogante.
—¿Quieres que Fabrizio sea tu hombre? —me cuestionó ella.
Rodé los ojos.
—Obvio que no. ¿Es que no entiendes Eva? Hay cosas que no puedes ver. Quizás él no quiere romper lazos con la iglesia por costumbre. Mejor no hablemos de ese asunto — intenté explicarle a ella, pero el momento era tan agradable que no quería dañarlo por una simple disputa.
—Aurora —pronunció Eva.
—¿Qué haremos? —cuestionó Fabrizio.
—Te falta quitarle el pantalón a mi amiga Aurora —le respondió Eva.
—Y hablando de eso... Creo que olvidé algo —dijo Fabrizio y movilizó sus pasos—. Vengo en seguida.
Él se movilizó dejándonos solas y coloqué mi mirada sobre Eva.
—Definitivamente Fabrizio se ve muy sexy y con ese boxer puesto... —hice una pausa y me expresé deleitada completamente, no pude evitar sonreír.
—Y según tú, yo soy una pecadora, una retorcida, dices que estoy loca, pero estás aquí buscando lo mismo que yo —pronunció Eva.
—Me contaminaste Eva, ya soy igual que tú, una pecadora.
—Siempre lo haz sido, Aurora.
—¿Desde cuándo te estás acostando con Fabrizio? —le pregunté.
—Desde hace un tiempo.
—No me lo habías dicho Eva. Me ocultaste ese gran secreto siendo tu mejor amiga —le reclamé a ella ya que no me había dicho nada al respecto.
—No te lo dije Aurora antes porque me ibas a reprender como lo haz hecho desde el principio.
—Acertaste Eva, pero creo que dejaré de juzgarte, estamos en la misma posición.
—Eso espero Aurora y veo que estás ardiendo por Fabrizio.
—Eva... Hablemos algo... —pausé por unos segundos—. ¿Nos vamos de viaje pronto?
—¿Eso quieres?
Asentí.
Hubo un silencio corto entre nosotras.
—Hablemos ese asunto luego —me respondió ella rompiendo el silencio.
Eva se movilizó, y se sentó a mi lado. Por un buen rato nos quedamos conversando sobre algunos temas. Llegó Fabrizio hacia nosotras en boxer y se sentó a mi lado, quedé en medio de él y en medio de Eva.
—¿Qué procede Fabrizio? —le pregunté a él.
—¿Quieres besarme? —me preguntó él.
Me giré hacia él, se veía lindo. Tenía una hermosa sonrisa la cual no pude resistir.
—Te ves lindo, porqué no besarte —le respondí a él.
—Sé que me quieres besar. Sé que me deseas arduamente —pronunció él y me dio un poco de miedo—. Por siacaso, no te enamores de mí. Que yo no quiero saber nada con respecto al amor.
—¿Temes que yo me enamore de ti o que tú te enamores de mí? —me preguntó él.
Por unos segundos no dije ninguna palabra. Pensé mi respuesta. Me quedé tranquila en mi lugar mirando su hermoso rostro y pensando que yo iba a responderle.
—Sinceramente yo temo las dos cosas. Por el momento no me interesa ninguna de las dos —le respondí después de yo haber pensado mi respuesta.
—Tú eres muy cobarde Aurora —dijo él.
—No soy cobarde, soy inteligente que es muy diferente.
Le sonreí y veía que él hacía lo mismo. Ese hombre era muy guapo y sexy.
