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Capítulo 2. Durante el comienzo

Fabrizio nos había dicho de que nos quedáramos tranquilos en un mueble, mientras él acomodada la habitación. Eva y yo comenzamos a dialogar.

—Si mis padres se enteran —pronuncié de repente.

—No te preocupes por tus padres Aurora, que ellos han disfrutado muy bien sus vidas —dijo Eva.

Eva solía hacer ese tipo de comentario. No me molestaba en lo absoluto. Conciencia ella no tenía y ahora yo le seguía los pasos.

—Tú eres una descarada Eva y lo sabes.

—Y tú Aurora eres otra descarada como yo.

—¿Cuánto crees que se tarde él? —le pregunté a Eva y me giré para mirarla.

—No lo sé, Aurora. Fabrizio puede ser que haga otras cosas antes de venir. Por eso te sugiero ver TV o usar el móvil —me respondió ella.

Me sorprendió su respuesta.

—¿Qué? ¿Qué suele hacer otras cosas? ¿Qué crees que suele hacer? —cuestioné yo en definitiva.

Eva aún no me miraba, permanecía mirando hacia el frente, mientras que yo no apartaba mi mirada de ella.

—Él... —pausó ella por unos leves segundos—. Le gusta realizar una que otra actividad. O sea que... Puede ser que esté leyendo un libro o orando.

—Entiendo Eva. Fabrizio es extraño, otro hombre estuviera aquí conversando con nosotras en este momento.

—Pero no te he dicho algo —pausó ella y se giró para mirarme—. Puede ser posible de que nos quedemos por unos días. A él le gusta pasar algunos días con una mujer.

—Oh, interesante —pronuncié al escuchar eso—. ¿Y si yo no quiero?

—Él no te va a dejar ir. Las puertas de este lugar están cerradas con claves y precisamente la puerta principal la puede desactivar solo él —me respondió ella dejándome aún más sorprendida.

—¿Qué? ¿Y si nos quedamos atrapadas? —cuestioné de inmediato aún sorprendida.

No me había percatado el nivel de seguridad que había en aquella villa, y entonces me puse a pensar de que muy probablemente la familia de Fabrizio eran personas de mucho dinero.

—Descuida, habrá una forma de salir de aquí —me alentó Eva—. Fabrizio me dijo de que le escribiera o llamara a alguien en específico.

—Entonces hay esperanzas —comenté.

—Pero Aurora no te preocupes por el resultado final. Preocúpate por el presente que es aún más importante.

—Sí, Eva. ¿Qué me dices de la familia de Fabrizio? ¿Las conoces? —intenté cuestionarle.

—Sí, Aurora. Conozco uno que otro familiar de él. E inclusive Fabrizio y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo.

—Interesante Eva. Tú conoces a Fabrizio perfectamente, con razón te acuestas con él. Con razón eres tan arriesgada.

Eva apartó su mirada de mí inmediatamente y se acomodó en el mueble.

—¿Quieres algo para comer Aurora?

—Por el momento no quiero nada, así que descuida.

—¿Y si vemos TV? —sugirió Eva.

—Quizás —le respondí.

—¡Que aburrida eres! —exclamó mi amiga.

—Voy a usar mi móvil mejor —dije.

Movilicé mi mano para agarrar mi móvil que estaba a un lado, giré mi rostro hacia mi aparato electrónico, lo tomé de inmediato y lo manipulé de una vez. Eva no emitió ninguna palabra, entonces pude ver que ella se estaba movilizando, puse mi atención en ella, vi que tomó un control remoto y prendió la TV.

—En fin lo que quería ella —murmuré.

Volvió a ponerse a mi lado, pero no me gustó lo poco que vi en la TV. Por lo tanto puse mi atención en mi móvil. Convercé con algunos amigos. Y más tarde llegó Fabrizio hacia donde estábamos y Eva apagó la TV.

—Hasta que al fin ha llegado el rey de Roma —pronunció Eva.

—¿Rey Eva? —le cuestioné yo.

Terminé de escribir y aparté mi móvil de mí.

—¿Acaso no soy un rey? —preguntó Fabrizio.

—Usted es un sacerdote —le respondí yo a él.

—¿Y eso hace que no lo sea? —me preguntó él.

Dudé responder por unos segundos.

—Lo eres Fabrizio. Tú eres un rey, ya te sientes satisfecho —le respondí al fin.

Veía que me sonreía muy ampliamente. Fabrizio se veía bello y sus ojos verdes resaltaban su hermosura. Ya me estaba yendo lejos, decidí olvidar ese asunto y continuar  el asunto.

—Padre usted es algo extraño. Me parece extraña su actitud y sus comentarios. Pero voy a ignorar esas formas que me inquietan —traté de explicarle aunque no me entendiera o no estuviera de acuerdo conmigo.

—Cuando me conozcas luego vas a entenderme mejor —sonrió él—. Para mí eres agradable, un poco inquieta pero agradable.

—¡¿Un poco inquieta Fabrizio?! —gritó Eva, me giré para mirarla—. Aurora es muy inquietante.

Después yo me giré para mirar al padre.

—Ah, entiendo. Pero no te preocupes Eva que Aurora me cae muy bien —le contestó Fabrizio a Eva.

Entonces me quedé tranquila en mi lugar mirando a Fabrizio y Eva conversando, permanecimos un buen rato hasta que decidieron irse a la habitación. Yo tuve que quedarme sola, mientras ellos se acostaban y llamé a Donald por supuesto mi amigo.

—Aurora, ¿en qué andas?

—Donald aquí estoy en una villa de Fabrizio, ahoramismo Eva está con él en la habitación.

—Entonces Aurora, te gustó el haberte acostado con el hombre. Se nota de lejos, estás allí con ellos. ¿Y por qué no hacen un trío?

—Donald nunca he hecho un trío, y no creo que a ese hombre tan serio le guste.

—¿Serio? —se rio él—. No me hagas reír. Si el fuera un hombre serio no estuviera con ustedes ahí en esa villa.

—Tienes razón cretino.

—¿Ves que no me equivoco?

—Bien, Donald. Te sigo contando por mensaje.

—De hecho Aurora. Te escribí un mensaje y no me haz respondido.

—No me había dado cuenta.

Colgué inmediatamente. Entonces tranquilamente estiré mi cuerpo sobre la cama. Me sentí totalmente plena donde estaba. Yo tenía el control remoto del aire cerca, y elevé la temperatura a un nivel que me sentía mucho mejor.

—Perfecto.

Tomé el control remoto de la TV y coloqué una serie de un canal de televisión. Obviamente quité el canal que Eva tenía. Coloqué una serie de humor que era muy entretenido.

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