Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 1. El comienzo

Había llegado el día en que iba volver a ver a Fabrizio, mi amiga Eva me había dicho de que iba a pasar por mí. La esperé por un largo rato, me había dicho de que tenía un retraso. Al parecer había tenido una urgencia de repente. Como en eso de las once de la mañana recibí una llamada entrante.

—Aquí estoy Eva esperándote.

—Ya voy. Es que tuve un retraso. Llevo comida hecha para ti.

—Que bueno Eva. Te espero.

—Aurora estoy en medio de um tráfico, casi estoy llegando.

—Bien, te dejo.

Colgué el móvil y la esperé. Eva tardó como cuarenta minutos para llegar. Me trajo una bolsa con algo para comer.

—Eva —sonreía y le arranqué de la mano la bolsa.

—¡Aurora! —me reclamó ella.

Yo tenía mi visión puesta en la bolsa e iba mirando lo que había adentro.

—Perfecto —avancé mis pasos y cerré la puerta—. Siéntate Eva. ¿Qué haces ahí parada?

Yo avancé mis pasos hacia uno de los muebles, me senté en uno de ellos y veía a Eva acercarse a mí. Se sentó a mi lado mientras yo me comía lo que había en la bolsa. Por último tomé la lata de refresco y me levanté para llevar todo al zafacón. Retorné a la sala donde había dejado a Eva y estaba tecleando su móvil en seguida de me acordé del sacerdote.

—Y... —hice una pausa breve mientras me seguía aproximando—. ¿Tú estás conversando con Fabrizio?

—No. Él no es de usar mucho las redes sociales. Quizás por el sacerdocio, supongo —me respondió ella.

—Es de esperarse mi amiga. Es un sacerdote. ¿Y si ese hombre se enamora de ti? Aunque creo que si eso ocurriera sería algo fantástico —me expresé sinceramente.

Vi que ella colocoba su mirada en mí seriamente.

—Aurora, tú aveces haces unos tipos de comentarios que me dan ganas de tirarte por las ventanas —dijo ella, yo me eché a reír.

Llegué a colocarme al lado de ella.

—Creo que debemos de irnos Eva. Me parece que ya es suficiente. Fabrizio debe de estar desesperado —comenté con el fin de irnos al encuentro con Fabrizio.

Me detuve.

—¿No será que tienes ganas de probar los labios de Fabrizio? — me preguntó ella.

Sonrió descaradamente. La veía movilizarse del mueble y quedó frente a mí.

—Perversa.

—¿Y tú una santa Aurora? —me preguntó ella con el fin de atacarme.

—No se sabe cual de las dos va a quedar más loca sinceramente.

—Con ese hombre cualquier mujer queda loca —dijo Eva.

Fabrizio era guapo, era muy cierto. Pero era un sacerdote. Lo cual había que limitarse y no ilusionarse demasiado, aunque yo no era que estaba ilusionada.

—Es hora de irnos Eva —me desvíe para buscar las llaves de mi apartamento.

—Sí, Aurora ya vámonos. Tú estás como desesperada.

—¡No lo estoy! —grité de inmediato—. Yo no estoy desesperada. Solo que no me gusta dejar a alguien mucho rato esperándome.

Logré tomar mis llaves del apartamento, mientras que Eva no pronunciaba ni una sola palabra. Me giré para ver su rostro y ella me miraba. Entonces avancé mis pasos hacia la pierta, Eva se percató de mi acción y salió del apartamento primero que yo. Seguí caminando hacia la puerta, logré cerrarla, y alcancé ver a Eva que iba rumbo al ascensor. Nos montamos en el ascensor y bajamos en él, llegamos al parqueo donde nos montamos en mi auto y nos fuimos hacia el punto de encuentro. Era en una villa, desde la entrada me encantó ese lugar, estuve estacionada mirando el hermoso lugar.

—Que lindo —pronuncié.

—Es hermoso —dijo Eva.

—¿Y qué hacemos aquí? A demontarnos.

—Y no estás desesperada según tú —se expresó Eva.

Me giré para mirarla y responderle.

—Ya te he hablado sobre eso Eva. No confundas las cosas nena —le aclaré a Eva.

Aparté mi mirada de ella inmediatamente.

—Mi amiga Aurora la santa.

Emití poder decir algo porque ella sabía muy bien cual era mi actitud,  solo que ella se hacía la tonta y eso me incomodaba en lo absoluto. Me bajé del auto, cerré la puerta inmediatamente, luego Eva hizo lo mismo y me sonrió ampliamente.

—Te quiero mucho Aurora —me dijo ella.

—Y yo tambien te quiero mucho.

Emprendí mis pasos y me quedé en el pavimento. Eva se aproximó a la puerta de hierro y tocó el timbre de inmediato. Fabrizio llegó a nosotras con una amplia sonrisa. Tenía una camiseta blanca puesta y un pantalón de tela. Se veía muy guapo.

—Pensé que no iban a venir —dijo él obviamente nos habíamos tardado.

—Se lo dije a Eva —pronuncié yo.

Fabrizio abrió la puerta y emprendimos el paso hacia el jardín.

—Tuve cosas que hacer. No me reclamen —se defendió Eva.

—Llegamos tarde Eva —dije yo.

—Ah, interesante. Pero no debemos de preocuparnos por la tardanza. ¿O piensan discutir por eso? —se expresó Fabrizio.

—¿Discutir? ¿Nosotras? —le cuestionó Eva a él.

Nos quedamos mirándonos mientras Fabrizio cerraba la puerta. No había palabras solo el silencio de los tres y el sonido de la puerta cerrarse. Vi a Fabrizio que nos pasó entre en el medio de ambas. Eva aún me miraba.

—Tú estás como extraña Eva. ¿No lo crees? O estoy equivocada. Ven, vamos a entrar —pronuncié yo inmediatamente.

Me movilicé del lugar y seguí a Fabrizio, supuse de que Eva me seguía. Llegamos a entrar adentro de la villa, estaba muy bonita y acomododada. Sentí curiosidad por saber sobre el asunto.

—¿Y este lugar es de tu propiedad Fabrizio? —decidí preguntarle.

—Es una propiedad familiar —me respondió él.

—Maravilloso. Me imagino los comentarios de tu familia porque te acuestas con mujeres —emití yo de repente.

De hecho no lo miré, evité su mirada, sentí como un poco de temor. Eva se colocó a mi lado, no pude ver su cara ni nada por el estilo.

—Realmente, no sé decirte que ellos opinan. Mi familia no sabe que me acuesto con mujeres. No te preocupes por eso —fue lo que dijo él me respondió dejándome sorprendida.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.