Capítulo 3
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Quería que mi mamá viniera a ver mi actuación, pero su empleador no le dio permiso y tuve que ir sola al festival. Todos los participantes estaban acompañados por sus padres, pero mis padres no estaban entre el público. Me estaba poniendo demasiado sentimental para bailar. Pero sí, fue un punto a favor. Mi forma de bailar necesitaba expresar mis sentimientos.
Sentí que se me entumecía la muñeca porque mamá me ató el hilo demasiado fuerte. Me lo quité, pero entonces recordé su palabra e intenté atármelo, pero no pude, así que lo até sin apretarlo en la pierna.
Me llamaron para actuar y bailé al ritmo lento de la danza contemporánea, dándole emoción a mi forma de bailar. La danza era mi paraíso, mi vida, mi único amor. La amaba tanto que la prefería a cualquier otra cosa. La danza estaba en mi sangre. Mostraba mi dolor y era mi cura. Era mi tranquilidad. Era mi vida.
Después de mi actuación, corrí al backstage y me senté en mi silla. Me di cuenta de que me faltaba el cordón sagrado en la pierna.
¡¡Mierda!!
Mamá estaría molesta.
Corrí de vuelta al escenario a buscar mi hilo, pero no estaba por ningún lado. Me llené de preocupaciones al instante. ¡Mierda! ¿Y si pierdo la competencia? Mamá se enfadaría. El presentador me empujó por el escenario y caí en la sección del público. Mis ojos seguían buscando el hilo de colores vibrantes, pero no lo encontraba. Entonces alguien me dio una palmadita en la espalda.
Me giré para mirar a la persona que estaba detrás de mí. Sonreí al ver a un chico casi de mi edad. Se veía guapo, con sus ojos color avellana y su gran cabello castaño y esponjoso. Se veía realmente guapo. Sonrió al mirarme, lo que me hizo sentir un profundo dolor en el corazón. ¡ Maldición! ¡Esta sensación es nueva!
- Hola – sonrió.
—Hola — le devolví la sonrisa con tristeza escaneando el suelo.
- ¿Qué pasó? - Preguntó al notarme.
—Nada ... Solo perdí algo . —Me froté la frente y él sonrió. De repente, su sonrisa me provocó un mareo. Era una sensación absurda... tan nueva.
—No pasa nada, ya lo encontrarás. Por cierto, te ves guapa. —Dijo y me ofreció su chocolate. Me encantaban los chocolates. Lo tomé sonrojada y le di las gracias. Me dedicó una sonrisa de oreja a oreja.
—Bailas tan bien. Es un placer verte bailar. —Sus ojos brillaron y me sonrojé ante el cumplido—
. Gracias .
- Por cierto soy Cristopher Martines: Extendió la mano para estrecharme la suya y yo, vacilante, la estreché. Su mano era muy suave y sentí una extraña sensación que se extendía hacia el lado izquierdo de mi pecho.
—Soy ...— Me interrumpió la voz de una señora.
Ambos giramos la cabeza para mirarla.
—Cristopher ... ¿qué haces aquí? Tenemos que irnos. —Le tomó la mano y se lo llevó. Él se alejó sin romper el contacto visual y me dijo adiós con la mano.
No quería que se fuera. Nunca tuve amigos. Fue la primera persona que se me acercó y, por lo tanto, era muy especial para mí. Mi corazón latía con fuerza cuando desapareció de mi vista.
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- Hola, amigos. Como todos saben, celebramos este festival anual todos los años y la gente de toda la ciudad participa en los eventos culturales. Así que ahora me gustaría llamar al Sr. Ricky Martines al escenario. - Dijo el anfitrión atrayendo mi atención.
Un joven con traje negro de tres piezas subió al escenario. Se parecía al chico que conocí hacía unos minutos... ¡Rayos! ¿Cómo se llamaba...? Estaba tan absorto admirándolo que no presté mucha atención a lo que decía.
, así que aprovecho para anunciar a la ganadora del festival de baile. Le doy la palabra a la señorita Fernnda. Dante en el escenario categoría menores de trece años - Anunció haciéndome muy feliz.
ERA MI NOMBRE.
¡Madre mía! ¿Gané en mi categoría?
¡Santo sí!
Corrí rápidamente al escenario y recibí mi premio: dos mil dólares. Me alegré de haberle ayudado a mi mamá. Se pondría muy contenta cuando viera mi certificado y el premio. Era la primera vez que ganaba un concurso. Estaba en las nubes.
Poco después de la ceremonia de entrega de premios, volví corriendo a casa jadeando como un perro. Me arrastré dentro de casa esperando a que mi madre volviera de la empresa.
En el fondo de mi mente podía imaginarme a ese tal Martines . Mi mente hacía cosas raras, como no escucharme y pensar sin parar en Martines .
¡Diablos! Olvidé su nombre.
¿Nos volveremos a ver? Bueno, si nos encontramos, el maldito Ron de mi madre lo asustará como ahuyentó a todos mis amigos.
Fernnda Dante
—Fernnda ... —Me alarmé al instante al oír la voz de papá. Me giré y lo vi horneando algo en la cocina.
¿Qué hace él aquí?
Miré el reloj de pared y aún eran veinticinco y una, faltaban treinta y cinco minutos para que mamá volviera. Me alarmé al instante al verlo acercarse a grandes zancadas. En un instante, guardé el sobre con mi premio en el bolsillo.
—¿Ha vuelto mi pequeña Eri Peri? —dijo , tirando de mi trenza suavemente, se sentó en el sofá y me sentó en su regazo. Me dio un beso en la frente y me abrazó fuerte.
—¿Dónde estabas? Te estaba esperando desde hace dos horas —me susurró al oído. Me giré para mirarlo y su amplia sonrisa me derritió por dentro. Sentí que intentaba mejorar las cosas. Y si da un paso hacia nosotros, también deberíamos ayudarlo.
—Estuve en el festival anual. Participé en la competencia de baile. —Sonreí con orgullo y, en un instante, su sonrisa desapareció y su expresión cambió.
- ¿ Lavinia te envió a la competencia otra vez? - Preguntó con cara de enojo pero su voz estaba mucho más tranquila.
- No... no... en realidad mamá ni siquiera me lo permitía, pero verás, papá, nuestra escuela incluyó danza como materia a partir de este año y tuve que representar a mi escuela. - Mentí porque sabía que se convertiría en una bestia salvaje una vez que supiera que mamá me entrenó.
—¡Oh ! —Me recostó en el sofá y se levantó. Se dirigió a la cocina y trajo unas rebanadas de pastel de piña en un plato.
—¡Toma ! Te lo preparé. —Dijo , colocando el plato en la mesa. Me encantaban los pasteles de piña. De hecho, me encantaban las piñas. Se me hizo agua la boca al instante y me froté las manos. Se sentó a mi lado y me acarició el pelo rizado.
—Sé que te encanta. Ahora come y dime si cumplo los requisitos para abrir una panadería aquí frente a esta casa . —Sonrió y agarré el plato.
—Gracias , papá. Está delicioso —dije , llenándome la boca con una cucharada.
Se rió mirándome y me deshizo las trenzas. Después, me peinó el pelo rizado y desordenado, y créeme, era un desastre. Grité de dolor todo el tiempo, pero después de quince minutos de forcejeo, logró hacerme un precioso moño trenzado con la ayuda de YouTube.
Luego me pidió que me pusiera algo cómodo. Lo miré. No parecía mal hombre. Quizás mamá tenía razón. Últimamente incluso me trataba bien. Incluso me peinó.
-¿Vamos a algún lado? -le pregunté.
—Sí , mi muñeca . —Sonrió y se puso de rodillas, igual de alto que yo. Me pellizcó la nariz y me pidió que subiera a cambiarme. Subí corriendo y me puse una camiseta blanca holgada y unos shorts vaqueros que mi madre me regaló en mi último cumpleaños. Corrí por toda la casa buscando mis zapatillas y encontré a mi padre sosteniéndolas.
Corrí hacia él y me hizo ponerme los zapatos. Estaba tan emocionado. Me sentí tan feliz como los demás niños; mi papá también estaba conmigo hoy y era dulce como la miel. Pero sabía que también podía ser amargado como Bittergaurd. Pero ahora estaba seguro de que estaba intentando cambiar. Y necesitaba ayudarlo a superar esto.
—¿Adónde vamos? —pregunté con voz alegre mientras me recogía y salía a grandes zancadas de donde había aparcado el coche. Abrió la puerta y me metió en su coche. Me alegré muchísimo al instante, pues era la primera vez que me sentaba en el coche de mi padre y fue un momento de mucho orgullo para mí. Me dio una palmadita en la cabeza y arrancó el coche. Miré por la ventana y vi que íbamos hacia el mercado.
Después de unos minutos estábamos en un pequeño mercado donde había algunas tiendas y vendedores de helados.
—¿Te apetece un helado? —Sonrió y asentí con la cabeza a la velocidad de la luz. Se rió y me apretó la mano fuerte como si fuera a salir corriendo si me dejaba. De repente, su móvil sonó fuerte y contestó la llamada apresuradamente. Parecía bastante tenso mirando la pantalla, pero luego sonrió y se lo llevó a la oreja.
- Sí...estoy en camino.- Dijo .
No pude escuchar a la otra persona en el teléfono, pero lo más probable es que se tratara de algún amigo suyo.
—Sí ... Estoy en el mercado. Iré a verte. —Dijo .
-Lo sé, lo sé... No llegaré tarde. -
- ¿ Quién es papá? - pregunté pero él me hizo un gesto para que me callara.
-Sí ...está conmigo. - dijo.
¿Se refería a mí? Ah, sí, ¿quién más está con él? Soy yo.
—No te preocupes. Nada lo arruinará. —Dijo y colgó.
Me compró dos tarrinas de crema de pistacho y chocolate y me volvió a subir al coche. Nos llevó por un camino tranquilo que conducía a una zona con árboles densos y menos gente. Eran alrededor de las cuatro de la tarde cuando detuvo el coche frente a una cabaña destartalada. Me sonrió, le envió un mensaje a alguien y luego salió hacia la cabaña.
Se giró para mirarme y luego entró en la cabaña. Lo esperé un buen rato. No sabía por qué tardaba tanto. Después de unos minutos, salió con una bolsa en la mano.
—Mi muñeca. Volveré pronto. Hasta entonces, quédate aquí. No te vayas. —Dijo y caminó en dirección contraria.
¡Diablos! ¿Adónde iba dejándome aquí?
- Pero... papá... - Me interrumpió y se rió.
- Espera unos minutos, ¿de acuerdo? - Dijo y se despidió de mí.
Estaba confundido. ¿Qué había en esa bolsa? ¿Por qué me dejó aquí? ¿Adónde iba?
No sabía nada. No tenía otra opción que esperarlo.
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Me desperté de golpe al golpearme la cabeza contra el cristal de la ventana. Me froté los ojos para mirar a papá, que conducía el coche.
¡¡Mierda!!
Me impactó ver al hombre que nos visitó esa mañana. ¿Dónde estaba mi papá? Fue mi primera pregunta. ¿Adónde me llevaba? Le tenía mucho miedo, pero no lo acepté.
—¡Ay , caramelo! ¡Estás completamente despierto! —exclamó el hombre.
—¿Adónde vamos? ¿Adónde me llevas? —le pregunté.
- Te llevaré a casa. - Respondió.
Me sentí aliviado al oírlo. Por fin, después de este largo día, volvería a ver a mamá. Pero bueno... ¿y papá?
—¿Dónde está mi papá? ¿Por qué me llevas a casa? ¿Mamá te habló? —pregunté .
Negó con la cabeza y me sentó en su regazo. Intenté saltar de vuelta al asiento del copiloto, pero me sujetó fuerte, obligándome a sentarme sobre algo duro.
—¡Oye ! Déjame sentarme ahí. Tu regazo está duro. —grité furiosa, y él me miró con enojo. Intenté volver a mi sitio, pero su mano me sujetó con fuerza. Intenté zafarme, pero su mano se deslizó dentro de mis pantalones cortos, haciéndome llorar de la impresión. De repente, me quedé quieta y el miedo me invadió. Me temblaron las piernas al sentir su brutal toque. Un torrente de lágrimas me resbaló por los ojos y, de repente, sacó la mano para cambiar de marcha. Aproveché la oportunidad para volver a mi asiento.
—Candy , ahora siéntate tranquila. —Tiró de mi mano y la puso sobre su duro regazo.
—Yo ... yo... quiero... ir con mamá. ¿Cuánto tiempo tardaré? —pregunté sollozando. Se rió con picardía y me tocó el cuerpo de forma inapropiada. Mamá siempre me decía que estaba mal que un chico intentara tocar a una chica así. Significaba que este hombre tampoco tenía buenas intenciones.
—Por favor... por favor, conduce rápido. Quiero ir con mamá. Llévame con papá. —Lloré a todo pulmón, sollozando con fuerza. Su mano se apartó de mi pecho al instante y me dio una bofetada en la mejilla, entumeciéndome por completo.
Me desmoroné aún más. Fue horrible. Una experiencia horrible. No me sentía nada seguro.
—Ahora deja de llorar. — Dijo e intentó tocarme de nuevo.
- Por favor para...por favor...no.... - supliqué espantando su mano pero él parecía demasiado terco.
—Cariño , ya te he pagado bastante, papá. Ahora eres todo mío. —Se rió y me apretó el pecho con fuerza, haciéndome gritar de dolor.
