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Solo él supo tocarme

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Viviene
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Sinopsis

Una historia de cicatrices, deseo y redención Fernnda creció entre gritos, golpes y silencios. Su infancia fue una coreografía rota, marcada por el miedo, la humillación y un padre que nunca supo amar. Cuando el mundo se convirtió en un lugar peligroso incluso dentro de su propio hogar, solo su madre y la danza le ofrecieron un respiro... hasta que todo colapsó. Años después, Fernnda ha aprendido a sobrevivir, pero no a vivir. Ha levantado muros invisibles, ha escondido su piel bajo capas de control, y ha prometido no volver a confiar. Hasta que lo conoce a él. Él no fuerza, no presiona. Solo observa. Solo escucha. Solo... la toca de verdad. No con las manos, sino con miradas, con respeto, con deseo sincero. Poco a poco, le enseña que no todos los hombres hieren, que el amor también puede sanar y que la pasión no tiene por qué doler. Pero ¿puede el amor borrar cicatrices tan profundas? ¿Está Fernnda lista para derrumbar su último muro y dejarse amar?

DramaDulceRománticoUna noche de pasiónAmor-OdioPosesivo

Capítulo 1

Enamórate de una historia de amor romántica, dulce y candente de Cristopher. Martines y Fernnda Dante .

Me quedé mirando su hermoso marco colgado en la pared de la sala. Se veía tan hermosa, llena de vida y calidez. Sonreí al sentir que me enamoraba de ella por enésima vez en mi vida.

- ¿ Cómo la conociste? - Me giré para mirar a la linda morena que miraba la foto de Fernnda .

Sonreí. No sabía qué decir, qué decirle. Todo era tan hermoso. Ella era hermosa y nuestro encuentro estaba destinado por Dios. Nuestra historia era hermosa, pero también dolorosa.

—¿Cómo se casaron? —preguntó de nuevo, mirando fijamente mi anillo de bodas, que llevaba años usando. ¡Qué suerte! Mi Eri Perri era mi esposa. Era mi todo. La amaba y ella también.

—¿De verdad quieres escuchar nuestra historia? —pregunté , porque sabía que la morena no tenía el don de escuchar romance. Para alguien que estaba enamorado de los aviones y que ignoraba el romance por completo, iba a ser difícil. Aunque llevaba un mes insistiéndome para que conociera mi historia de amor y yo la había estado evitando.

—Quiero saber. Quiero saber de esta afortunada mujer, tu esposa. Es hermosa y creo que tu historia de amor también lo sería. —Sonrió y me ofreció una taza de café.

—¡De acuerdo! Entonces escucha lo que sé... —dije recordando el pasado de Fernnda .

Fernnda Dante

—Maldita zorra. ¿No me molestaste tanto que también le enseñaste tus modales de puta a mi hija? —Oí a papá gritándole a mamá. Su voz era tan fría que me hizo temblar de miedo.

Bajé lentamente de la cama y me dirigí al pasillo a pasos rápidos , de donde provenía el ruido. No era nada nuevo para mí. Papá siempre nos gritaba. Nunca estuve cerca de él. Tenía miedo de su comportamiento, de su actitud, de él.

—Ron , por favor, déjame. —suplicó mamá al verlo jalarle el hermoso cabello rubio. La arrastró hasta el pasillo con una botella de whisky en la mano.

Mis piernas temblaban de miedo mientras él empujaba a mamá al suelo y le daba una fuerte bofetada en la cara, dejándole moretones.

-Fernnda ...- Gritó llamándome.

Tenía miedo de salir delante de él. Si salía, nos golpearía a los dos y arrastraría a mamá a su habitación para castigarla.

—Fue a casa de su amiga. —Mintió de nuevo para salvarme al encontrarme escondido tras las cortinas. Me indicó que volviera a mi habitación. Me quedé allí con el garrote en la mano, listo para golpear a mi papá, pero mamá lo apartó. No entendía por qué aguantaba tanto. Papá me miró, pero por suerte no me vio, y se abalanzó sobre mamá otra vez.

- ¿ Cuánto ganaste hoy? - gruñó.

Mamá se arrastró por el suelo intentando huir, pero él le jaló la pierna y la arrastró hacia sí. Mi papá era un hombre malvado. Nunca nos quiso. Solo era un borracho que venía a casa solo para robarle dinero.

Mamá trabajaba en una compañía de mujeres donde capacitaba a mujeres en danza contemporánea. Decía que su interés por la danza le venía de su abuela, que era muy buena bailarina, y que yo era su descendiente, y que la amaba aún más. Pero, por desgracia, a mi papá nunca le gustó que bailáramos.

—Dile a esa pequeña zorra tuya que llegue pronto a casa, si no, ya sabes dónde acabarían los dos — Dijo arrebatándole la poca cantidad que mi mamá había ganado.

-Ron por favor tengo que pagar la colegiatura de Fernnda- Mamá le agarró la pierna sin dejarlo moverse.

—¿De verdad necesita ir a la escuela? Tengo otros planes para ella. Dejarla. —Ladró y pateó a mamá en el pecho. Siempre fue tan cruel con nosotros.

—Ron ... Ron... escúchame... por favor, devuelve el dinero por el bien de nuestra hija. La suspenderán si no pago la matrícula a tiempo. —Corrió tras él, sujetándole la chaqueta. Me asomé por la cortina para verlo. A los doce años, fui una desgracia tal que no pude ayudar a mi madre. ¿Y mi padre? Nunca estuvo ahí para nosotros. Lo daba por muerto. Fue una gran decepción.

- Muy bien... ¿quieres dinero? - Se rió diabólicamente mientras bebía el whisky barato que le quedaba, tiró la botella al suelo rompiéndola en muchos pedazos pequeños.

- ¡ Baila! – espetó.

—¿Qué ? —Mi mamá lo miró atónita—. Dije que bailaras, cariño. ¿Puedes bailar en tu compañía y no puedes bailar para el hombre que amas? —La agarró del brazo y la empujó contra el cristal.

-Ahora baila para tu Ron- rió diabólicamente.

Quería ir a salvar a mi mamá de él, pero sabía que no podía. Ni mi mamá lo dejaría jamás ni me dejaría hacerle daño. Para él, solo era una zorrita y le encantaba pegarme en su tiempo libre.

—¿Qué dices? Por favor. Es tu hija —lloró mamá. Para entonces, sus mejillas estaban cubiertas de gruesas lágrimas. Mamá nunca lloraba, pero hoy sentía que lo estaba perdiendo todo.

—Bueno , no bailes —dijo en voz baja, atrayéndola hacia él y abrazándola, metiéndole el pelo detrás de las orejas, haciéndola temblar. Mamá lo abrazó y lloró. Por un momento, sentí que mi papá había recuperado la cordura, pero yo estaba completamente equivocado.

—Sé la zorra que quiero . —La empujó contra la pared y la atacó como un perro hambriento. Mamá parecía disgustada mientras intentaba apartarlo, llorando desconsoladamente. Su mano recorrió descaradamente el cuerpo de mi madre. Me dolió el corazón al ver que era su hija. Era su semilla, pero mamá me amaba. ¿Por qué?

—Ron , por favor, basta... E-Eh... —La detuvieron sus besos hambrientos, que la obligaban a besarla. Protestaba, pero todo lo que intentaba se iba al traste. Él intentaba rasgarle el vestido mientras ella me encontraba observándolos desde lejos. Esa mirada de impotencia en sus ojos me encogió el corazón. Las lágrimas corrían por mis mejillas, pues ni siquiera podía proteger a mi madre de su propio marido. No podía ver a mi madre siendo obligada, y su mirada me bastó para comprender que me rogaba que volviera a mi habitación. Me di la vuelta y corrí a mi habitación.

Podía oír sus gritos, sus fuertes llantos, pero no podía hacer nada para ayudarla. Nunca quiso ayudarse a sí misma. Nunca quiso romper nuestra inútil familia. Lo que no sabía es que nunca fuimos una familia para papá. El hombre que ni siquiera merecía ser llamado papá. Me di vueltas en la cama pensando en nuestra miserable vida. ¿Podríamos escapar alguna vez de esta mala suerte?

Una hora después, mi mamá me llamó para que bajara a almorzar. Con el corazón apesadumbrado, me acerqué a ella y la abracé. Se veía destrozada. Su cabello rubio estaba hecho un desastre, tenía los labios cortados, sus mejillas, más carnosas, se habían vuelto de un azul rojizo. Su hermoso rostro se veía destrozado. Nunca supe por qué aguantaba esta agresión cada vez. Tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

- Mamá... - La acerqué más a mí y lágrimas silenciosas se abrieron paso en mi cara.

- Niña, siéntate y almuerza – Dijo en voz baja secándome las lágrimas.

- ¿Qué te hizo? - Le pregunté revisándole los brazos. - Nada, ves estoy perfectamente bien- Dijo mirando a otro lado.

—Ahora , pórtate bien y siéntate a comer. —Mi mamá me dio un beso en la frente y sentí que estaba en buenas manos, pero ella no.

—Verás , mamá, si gano el festival anual de baile, usaremos el dinero para fugarnos de aquí —dije , haciéndola sonreír.

- No podemos dejar a tu papá – dijo ella.

—¿Pero por qué? Ni siquiera vive con nosotros. ¿Por qué te preocupas tanto por él cuando te hace daño? —pregunté .

-Amor- respondió ella .

—No es amor, mamá. No te desanimes. Él no te ama —dije intentando disipar su confusión.

—Lo sé, pero quiero mucho a tu papá. —Sonrió y me sirvió curry de pescado y arroz integral. Era mi plato favorito, preparado por mi madre. Cocinaba tan bien.

No sabía qué había hecho mal para conseguir un marido como mi supuesto padre. Era nada menos que un cerdo al que había que servir como cerdo.

—Mamá ... ¿por qué no te divorcias de él? —Le di una idea para que la reflexionara. La oí suspirar al levantarse para irse. La vi cojeando hasta su habitación.

- ¿ Mamá? - La seguí.

—Mamá —Se giró para mirarme con lágrimas en los ojos. Ninguna hija querría ver a su madre en ese estado. Corrí hacia ella y la abracé. Me acarició el pelo y me dio un beso en la frente .

—¿Dije algo malo? ¿Te lastimé? —le pregunté, apretándole la mano. Sonrió débilmente y negó con la cabeza.

—¿Cómo pudiste hacerme daño? Eres lo más preciado que tendré. Ron me regaló una niñita preciosa. —Sonrió .

—¿Por qué quieres tanto a papá? ¿Por qué no puedes amarme a mí en vez de a él? —pregunté . Sabía que estaba mal pedirla después de lo que fuera que ella estaba haciendo para criarme, pero quería tenerla solo para mí. Que ella amara a alguien que no la amaba era algo que me molestaba. Siempre veía a mi mamá llorar por alguien que nunca vivió con nosotros, que nunca jugó con su hija; en resumen, era una vergüenza en nombre de padre.

—Mmm ... ¿Quién te dijo que no te quiero? Te quiero muchísimo. Eres solo mía y nadie puede arrebatártela. —Me abrazó fuerte.

—¿Y papá? ¿Por qué no lo dejas? Te digo, mamá, que te divorcies de él —dije con amargura, haciéndola parecer mamá.

La miré mientras miraba fijamente la pared frontal con un vacío en los ojos. Conocía tan bien a mi madre. Sabía que se estaba derrumbando por dentro.

- No puedo – dijo después de una larga pausa.

- ¿Por qué no puedes? - pregunté separándome de su cálido abrazo.

—Porque … —Su voz se fue apagando y se secó las lágrimas que se formaron en las esquinas de sus ojos.

- ¿ Por qué? - pregunté sacudiendo los dedos.

- Porque... él nunca se casó conmigo. - Dijo con una sonrisa falsa en sus labios haciéndome jadear en shock.

Aún era pequeño para comprender todo esto. Con solo doce años de experiencia, no era algo que me esperaba.

—Pero mamá y papá siempre están casados, ¿verdad? Las parejas tienen hijos después de la boda, ¿verdad? —pregunté , pero ella solo sonrió.

- Lo entenderás algún día. - Dijo ella. - Es realmente difícil cuando amas a alguien que está casado con otra mujer . - Dijo acariciando suavemente mi cabello y poniéndome a dormir.

Fernnda Dante

—Fernnda ... —gritó mamá, haciéndome saltar en la cama. Podía oír la voz áspera y fuerte de mi papá de fondo. ¿Qué hacía aquí?

No otra vez.

Me froté los ojos y salí a la pequeña sala, donde mis ojos se posaron en un demonio de ojos azules: mi papá. Me miró y sonrió. Volví a mirar a mi mamá y ella me devolvió la sonrisa.

—¡¡Qué carajo!! —murmuré mirando a todos lados.

¿El sol salió por el oeste hoy?

—Fernnda ... mi amor. Ven aquí. —Extendió los brazos, haciéndome saltar los ojos. ¡Guau! ¿Cómo es posible un cambio tan drástico?

Mi mamá me acercó a él. Por suerte, hoy parecía muy amable, no como siempre, y ni siquiera olía mal. Se veía guapo, con una linda sonrisa. Lo miré a la cara cuando me sentó en su regazo y me besó la cara.

—Mi pequeña niña — Sonrió alborotando mi cabello suelto.

¡Dios! Cambia de color como un quimileón.

—Fernnda ... ves que papá te trajo unos vestidos —dijo mamá con una amplia sonrisa. Su felicidad se notaba en su rostro. ¿Acaso este hombre intentaba cambiar? ¡Caramba! Era muy complicado. Nunca me compraba nada desde que adquirí esta capacidad de recordar las cosas. Siempre llegaba borracho a casa y le arrebataba el dinero a mamá. Era extraño que me trajera algo.

—Mi niña parecerá un ángel —dijo dándome una palmadita en la mejilla y me entregó una bolsa de yute. Ni siquiera miré dentro y corrí al lado de mamá para abrazarla.

Estaba seguro de que algo raro le rondaba la cabeza. Un hombre al que le encantaba golpearme con palos me picoteaba las mejillas y me compraba. De repente, recuperó el sentido. No lo podía digerir.

- Entra.. - Mi mamá percibió mi incomodidad y me mandó de regreso a mi habitación.

Subí corriendo las escaleras y me encerré, lejos de su aura negativa. Siempre era un desastre. Abrí la bolsa y saqué todos los vestidos que me había regalado.

Uno...Dos...Tres...Cuatro...Cinco...Seis...

—¡Dios mío! ¡Me ha dado tantos! —Me tapé la boca.

¡En fin! ¡A quién le importa! Quizás intentaba compensar sus errores. Revisé todos los vestidos y sí, eran preciosos. No sabía si perdonarlo por su comportamiento, pero una cosa estaba muy clara: me quedaría con estos preciosos vestidos.