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Capítulo cinco

MATT

Mi primera semana de clases pasó normal, entre exámenes, tareas y arreglos para la apuesta. Me encuentro en mi última clase, y le agradezco a dios que hoy es viernes.

El timbre suena, haciendo que todos nos levantemos de un salto y salgamos de esa jaula llamado salón, me encamino a la salida para buscar a mi hermano, a Ben y a Jev. Salgo y los busco con la mirada, cuando choco con una persona, por instinto estiro los brazos y la agarro.

Es una chica.

La ayudo a levantarse y cuando levanta la mirada me doy cuenta de quién es.

Emma Miller

La chica elegida para la apuesta, esta es mi oportunidad para empezar.

—Discúlpame, no te vi.— digo mientras la ayudo a volver a su lugar.

—Tranquilo, yo también venía distraída.— me dice.

—Mucho gusto, me llamo Matt.— le digo extendiendo mi mano.

—Mucho gusto Matt, soy Emma.— estrecha mi mano.

Noto como observa mi rostro, creo que caerá fácil, esta apuesta la tengo ganada.

—Bueno Matt, me voy. ¡Nos vemos luego! Fue un gusto conocerte.— se despide.

—Claro Emm. ¿No hay problema con que te diga así, verdad?— le pregunto sonriendo.

—No, de hecho mis amigos me llaman así.— me devuelve la sonrisa.

—Bueno... ¡Hasta luego Emm!— digo dándome la vuelta.

Al voltearme, veo a los chicos a lo lejos y camino hacia ellos, al llegar los saludo.

—Hey chicos, ¿cómo están?— les digo mientras saco el teléfono y veo la hora.

2:30pm.

—No tan bien como tú, ya vimos que vas adelantado en la apuesta.— dice Jev con una ceja enarcada.

—Al parecer elegí bien, la chica no me parece tan dura como la tuya Jev.— le digo riéndome y él pone una mueca de fastidio.

—Bueno, basta de peleas chicos, vámonos.— dice Brad comenzando a caminar.

—Oigan, ¿y Drew?— pregunta Ben a mitad de camino.

—Drew no quiere estar con nosotros, ahora tiene nuevos amigos.— dice Jev encogiéndose de hombros.

Por alguna razón, y sé que es por la apuesta, Drew se separó de nosotros, lo de la apuesta no le parece algo bueno, pero él tiene que entender que solo lo hacemos por diversión y nada más. Debería divertirse un poco, en su vida siempre hace todo bien.

Al llegar a casa nos ponemos a jugar play, dando tiempo a que comience el partido de fútbol, buscamos sodas y golosinas. Estas reuniones se estaban haciendo una tradición, siempre buscábamos un tiempo libre para hacerlas.

Al comenzar el partido nos arreglamos todos en la sala, al poco rato llegan mamá y papá.

—Hola mamá, hola papá.— les decimos Brad y yo al mismo tiempo sin quitar la vista del televisor.

—Hola chicos, ¿Cómo es...— no la dejamos terminar.

—¡¡Gol!!— gritamos todos, incluso papá.

Interrumpimos a mamá, quien nos está viendo con cara de querer asesinarnos.

—Perdón mami, es que estamos emocionados por el juego.— le digo poniendo mi mejor cara de perrito.

Ella me miro por unos segundos y siguió su camino hasta la cocina, como toda orgullosa, por otro lado papá se sentó con nosotros a ver el juego.

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Al terminar el partido, los chicos se fueron. Entro a la cocina y veo a mamá preparando la cena y sé que sigue molesta porque ni siquiera voltea a verme.

—Hola mamá.— le digo a ver si se voltea, pero no lo hace.

—Hola.— dice sin más y sigue preparando la cena.

—Mamá, perdón por lo de hace rato, es que estábamos emocionados. Era el primer gol.— le digo con alegría y ella voltea a verme.

—Si ya sé como se ponen con los partidos, se olvidan de mí que siempre estoy pendiente de ustedes tres.— dice fingiendo que llora.

—Ay mamá, que dramática. Fue solo una interrupción, nada más.— dice Brad entrando a la cocina.

—Claro, dramática. A veces me pregunto porque dios no me mando una hija.— dice murmurando y mirando al techo.

Nosotros reímos y en eso entra papá a la cocina.

—No importa cariño.— dice papá acercándose a ella— ¿Podemos tenerla todavía, no?

—Ay por Dios, ni se les ocurra. No queremos más hermanos.— digo yo sentándome en un taburete.

—Por Dios papá no repitas eso, con nosotros dos les basta y les sobra.— dice Brad riéndose.

—Bueno, puede pasar. Aún su madre y yo somos activos en las noches.— dice papá con cara pícara.

—¡¡Jeff!!— lo regaña mamá.

—Ok, ok, aunque seas nuestro padre, recuerda que hablas de mi mamá y no me gusta cuando dices eso.— dice Brad con su cara sería. Esta fingiendo.

—Si papá, nada de hablar de esas cosas, mataríamos por la felicidad de nuestra madre.— le digo yo llevándole la corriente a Brad.

Papá, quien se estaba riendo, dejo de reír y miro a mamá buscando ayuda. Él sabe que por más que sea nuestro padre, si le hace algo a mamá, está en serios problemas.

—Ok, ya chicos, era bromeando.— dijo un poco nervioso y tratando de aligerar el ambiente.

Brad, mamá y yo empezamos a reír, mientras papá nos veía con el ceño fruncido.

—Tenías que ver tu cara papá.— le digo aún riéndome.

—Oh por dios chicos, eso estuvo muy bueno, a la próxima hay que grabarlo.— dijo mamá aun riéndose.

—Bien, bien. Muy graciosos todos, vamos a cenar.— dijo saliendo de la cocina y sentándose en el comedor molesto.

—Oye papá, pero iba enserio, le haces daño a mamá y te tendrás que esconder muy bien.— dice Brad gritando desde la cocina mientras se ríe.

—Ay que bellos mis niños, los amo.— dice abrazándonos.

—Nosotros igual mamá.— decimos Brad y yo al unísono— Y a ti también amargado.— le gritamos a papá desde la cocina.

Esto es lo que me encanta de mi familia, a pesar de que escondemos secretos, siempre somos unidos y nadie cambiará eso.

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