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HARRY
—¡Señor! —Jared me toma del brazo y me hace cruzar el puente, hacia la carretera. No puedo creer que estuve a punto de morir, aunque ese era mi pensado desde un inicio, sin embargo no pensaba con claridad. Los pensamientos malos se quisieron apoderar de mi y vencerme.
—Jared —musité su nombre, estaba borracho, eso era obvio.
—Venga conmigo —me ayudó a caminar hacia el coche, sentándome en los asientos traseros. En mi mente solo estaba Isabella y en lo que pudiera estar haciendo esta noche con Noah.
ISABELLA
—¿Isa? —Noah llega hasta donde mi y me sostiene, había sentido una especie de mareo. La verdad es que no me sentía bien, tenía preocupación en mi pecho. Me sentía mal. Tenía una necesidad de ver a Harry de inmediato.
—Me siento un poco mareada —le dije, poniéndome de pie. Quería llegar a casa y recostarme un poco.
—Ven conmigo —Noah me cargó entre sus brazos—Discúlpame, te he tomado por sorpresa —musitó. Sé que se refería a lo del matrimonio, pero no era por eso por lo que me había puesto así, sino que era otra cosa. Noah se miraba un poco triste, pero no era el momento de hablar de eso.
—No es eso —respondí— Solo no me siento bien —me sentía soñolienta.
—Vamos a casa.
•
Al llegar a casa Noah me recuesta en la cama, tenía ganas de tomar el celular y llamar a Martha para preguntarle por Harry, solo así estaré tranquila. Pero no podía con Noah aquí.
—¿Necesitas algo? —me pregunta, se mira preocupado.
—Quisiera un té—respondí. Afuera empezaba a llover muy fuerte, incluso habían rayos muy fuertes. Daba miedo.
—Está bien —me dio un beso en la frente— Vuelvo en seguida —Noah salió de la habitación. Aproveché para tomar mi celular con manos temblorosas y llamar a Martha, respondió segundos después. No entendía qué me pasaba. Esto que sentía dentro de mi.
—Hola, ¿Isa? —respondió.
—Martha, ¿donde estas?
—En... estoy en casa del señor Lee.
Lo sabía
—¿Y... él...? —carraspeé—... ¿está ahí?
—Sí, Jared lo acaba de traer. Está muy borracho, está dormido justo ahora.
Respiré tranquila.
—¿Está bien?
—Sí, solo se nota triste pero ya sabemos por qué.
Asentí, sintiendo algo en mi pecho.
Al menos estaba bien y eso era lo único que me importaba. De pronto me empecé a sentir bien, más aliviada. Harry estaba bien.
Mi amor estaba bien.
Qué locuras se me vienen a la cabeza a veces.
—Gracias, Martha.
—Por cierto, aprovechando que me llamas... el puesto en Café y Letras está disponible para ti. Mi jefa me dijo que podías empezar mañana. Felicidades.
—¿Y tú? —quise saber, aunque la respuesta era más que obvia.
—El señor Lee necesita de alguien aquí—murmuró un poco apenada. Es mejor por ella, su pago será más. Al menos Harry no estará solo y eso me consuela. Aunque no sé por qué me sigo preocupando por el.
—Gracias, ¿tu jefa sabe que llegaré por las tardes?
—Sí, tranquila.
—Está bien, hablamos luego.
—Adiós.
Noah llegó segundos después con dos tazas de té. Le sonreí, me gustaba que estuviera alguien conmigo en estos momentos.
—Aquí está el té, le puse un poco de miel —me dio la taza. La tomé. Recordé la vez que le hice un té a Harry y le agregué miel. Son tantas cosas. Respiré profundo y encendí la televisión. Necesitaba distraer mi mente. Noah se acostó a mi lado, hacía muchísimo frío por estar en invierno. En la televisión pasaban algún programa de caricaturas.
—¿Sabes? Estuve pensando en que podías tomar clases de yoga —me dijo. Lo miré de inmediato.
—¿En dónde? —quise saber, la verdad es que me gustaría. Pero no sabía si me daría tiempo porque ahora con el trabajo por la tarde y la universidad por la mañana será un poco más difícil. —Olvidé decirte que trabajaré en Café y letras. Martha me lo dijo hace rato.
—Eso es genial —sonrió—Cerca de la universidad hay un lugar que se llama Yoga y meditación, me pareció buena idea que fueras ahí. Has estado muy estresada últimamente. Eso te ayudará.
Quizás tenía un poco de razón.
—Los horarios son flexibles, podrías ir una hora diario o día de por medio. A cómo te consientas mejor.
Tomé un sorbo de mi té, estaba tibio y sabía rico. Sin duda esto me relajaría.
—Tendría que acomodar mis horarios —musité—A la librería iré a las tres y salgo a las nueve. Por la mañana... las clases empezarán a las nueve así que quizás vaya tipo ocho, ¿no crees?
—¿Lo ves? Te ajustas bien y empezarás el día relajada. Te acompañaría pero mis clases son a las ocho —hizo puchero.
—Tranquilo —descansé mi cabeza en su hombro— ¿Qué harás después de clases? —quise saber.
—No lo sé, te dije que buscaría un trabajo y tengo varias opciones. Mañana mismo empezaré. Si todo sale bien en estos días también empiezo a trabajar.
—Estoy segura de que todo saldrá bien —me reincorporé y seguí tomando de mi té. En ese momento se vino un enorme rayo que me hizo saltar del susto. Me escondí en el cuello de Noah por el miedo. Él solo me sobó la cabeza cuando pasó el estruendo. —Qué horrible —salí de mi escondite. Pero en ese momento la propuesta de matrimonio volvió a mi mente. Ya me sentía mejor y teníamos esa platica pendiente. —Noah, sobre lo que me propusiste...
—Tranquila, no te estreses por ahora. Piénsalo bien y me respondes luego —sonrió con calma. Le sonreí de vuelta, al menos no me sentía presionada en ese aspecto. Me tomé todo el té y me acurruqué junto a Noah, mañana sería un mejor día. Aunque tenía la clase de ética a primera hora.
•
HARRY
Mi cabeza dolía. Afuera seguía lloviendo, había pasado así toda la noche. Me puse de pie, mirando el reloj de mesa: eran las siete en punto. Al menos tenía tiempo para asearme antes de irme a la universidad. Le daría clases a primera hora a Isabella, verla me hará sentir bien. Me dirigí a la ducha y me bañé con agua helada, eso era lo que me merecía para poder despertarme. No recordaba bien qué hice anoche ni cómo llegué aquí. Lo que sí era seguro es la borrachera que me puse. No vuelvo a tomar.
Minutos después apago la ducha y salgo del baño con la toalla puesta. Necesito vestirme y desayunar, tengo que llegar un poco más temprano. Busqué mi ropa y me la puse inmediatamente, todo impecable. Me peiné un poco para no parecer vagabundo, tomé mi celular, el maletín y salí a la cocina. Olía bien, hace meses que no sentía un olor a comida agradable. Supuse que era Martha porque ayer me había encargado de decirle a Jared que la buscara para que volviera. Al llegar a la cocina lo comprobé.
—Buenos días, señor Lee —me dice en cuanto me ve— El desayuno está liso —miré la mesa y sí, todo estaba puesto ya.
—Buenos días, Martha, me alegra tenerte de nuevo aquí —me senté en la isla. Había jugo de naranja, tortitas de carne, pan tostado y mucho más.
—A mi me alegra estar de vuelta —me sonrió—Oh, tómese esta pastilla para la resaca —me la dio así que me la tomé.
—Gracias.
—Ha estado lloviendo toda la noche y creo que así pasará todo el día —murmuró mientras desayunaba.
—Es lo más seguro —tomé jugo. Tenía mucho tiempo que no me alimentaba a como era debido. Era obvio que tendría mucha hambre.
Habían relámpagos y rayos muy fuertes, me acordé de Isabella, a ella le asustaban estas cosas.
