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Ajuste

1 - 2

—Vamos, Noah, respira profundo y sólo tira del gatillo tan fácil como te lo estoy explicando— Ricky, uno de los mejores hombres de mi jefe, me estaba entrenando para el siguiente trabajo— Dame esa arma, te enseñaré como se hace— disparó al maniquí que teníamos a unos diez metros, le había dado justo en la frente y sonreía con euforia— ¿viste que sencillo lo hice? ahora hazlo tu, chico—me dio el arma en mis manos, estaba completamente nervioso, nunca en mi vida había tenido una arma y menos para lo que estaba destinado, apunté a la cabeza del maniquí, pero desafortunadamente los nervios me estaban ganando tanto así que cuando disparé ni siquiera le di al cuerpo sino a la pared.

—Vaya, vaya...—otro sujeto había llegado—creo que las cosas con el muchacho van un poco atrasadas y lo peor de todo es que nuestro jefe ya le dio un pequeño adelanto, estamos mal, Ricky,— negó con la cabeza— creí que este chico sería bastante útil para nosotros, pero veo que...—mostró un poco el arma que traía en la bolsa del pantalón—nos podríamos deshacer de él, ¿ no lo crees?— tragué grueso cuando escuché esas palabras creo que estaba en peligro.

—Opino lo mismo, compañero— le dijo Ricky sonriendo.

—¡Un momento!—levanté mis manos— por favor déjame que haga un tiro más— le supliqué— te prometo que el próximo acertaré, sólo eso, dame una simple oportunidad— mi voz sonó quebradiza, se podía escuchar fácilmente que estaba muerto de nervios.

—No, lo siento mucho, pero en este trabajo no hay dos oportunidades así que lo siento, amigo,— sacó su arma, la cargó y la colocó en mi frente, por poco y me hago en mis pantalones del miedo que pude sentir— hasta nunca, chico,—tiró del gatillo y en ese preciso momento cerré mis ojos y arrugué mi cara —Ambos empezaron a reír una y otra vez llevando sus manos a su abdomen, no entendía lo que estaba pasando tan sólo escuché un pequeño clip al momento que tiró del gatillo pero ni una bala me había atravesado

—¿De qué se ríen?—les pregunté desconcertado, a la vez empecé a reír sin ninguna gracia.

—De ti —dijo Ricky sacándose las lágrimas de su mejilla—acaso, ¿no ves la cara que acabas de poner cuando mi compañero te puso su arma en la frente? si tan sólo la hubieras visto, parecía que estabas viendo un fantasma, Noah—palmeó mi hombro—¿Cómo se te ocurre que te vamos a matar solo porque has fallado un disparo? Tranquilo, las cosas son poco a poco, lo más importante es que te metiste a este negocio y eso es lo que no tienen las demás personas, esa valentía de haber aceptado entrar a nuestra organización, así que vamos, vuelve a hacer otro intento— respiré más profundo, tomé el arma, la coloqué al frente y la tomé con mucha firmeza, achiqué mis ojos de manera que tenía un mejor enfoque, tiré del gatillo y sonreí cuando miré que la bala había atravesado la frente de ese maniquí.

—¡Bravo, bravo!—el otro sujeto empezó a aplaudir—teníamos que hacer esto para que entraras en miedo y tomaras las cosas con más seriedad, Noah, así se trabaja acá, pero con el tiempo te irás dando cuenta muy bien como son las cosas, pero lo importante es que de ahora en adelante, dinero es lo que te sobrará chico—se acercó a mí y me dio una medalla—esta medalla siempre me traía mucha suerte cuando quizás yo tenía más o menos tu edad, creo que ahora te servirá más a ti que estarás en Acción todo el tiempo, el jefe estará encantado contigo— Ricky y él se retiraron y yo sólo quedé contemplando el gran disparo que había hecho. Miré el reloj y noté que estaba bastante retrasado con mi primera clase, quizás ni siquiera me daría tiempo de llegar, pero al menos tendría que entrar a la siguiente clase, una de las cosas que no me estaba gustando es que de cierta forma estaba desatendiendo mis estudios, no era justo para mis padres, ellos en su casa están confiando en su hijo que estaba tratando de superarse y yo estaba siendo el chico más mentiroso de esta vida, porque no sólo le estaba mintiendo a mis padres sino también a Isabella.

HARRY

Ya era más de mediodía, yo me había estacionado un poco cerca del café que me había dicho Martha, en donde trabajaba Isabella, quizás parecía un acosador, pero necesitaba estar cerca de ella todo este tiempo, aunque no tuviera esperanzas a que ella quisiera hablar conmigo, se miraba tan hermosa de cualquier forma vestida, creo que me estaba volviendo un loco o quizás un obsesionado, Mírenla, con su delantal negro y con esa ropa que la hace ver tan sexy, lo más seguro es que todos esos malditos deben de estar de morbosos, afortunadamente traía ropa que no llamaría la atención, me coloqué una chaqueta de cuero negro, unos vaqueros rasgados, unos zapatos deportivos, lentes oscuros con forma de óvalos y una gorra con una peluca añadida, más bien parecía un indigente, creo que esta forma Isabella no se daría cuenta que era yo. Cerré la puerta y salí, dentro del lugar había música ambiente, un estante de libros, ahora sé por qué quería trabajar acá, algunos tipos tomando café con su celular en mano.

—¿Desea ordenar algo?— ella se acercó a mí con una libreta en mano, creo que si escuchaba mi voz se daría cuenta, así que sólo señalé lo que quería pedir, ella lo anotó y se retiró, creo que mi plan está funcionando a la perfección.

Estaba pendiente a todo lo que pasaba a mi alrededor especialmente con los hombres, las malas miradas, los malos gestos, nada podría pasar desapercibido si yo estaba presente, en ese aspecto creo que Isabella era un poco inocente, pero para eso me tenía a mí, para defenderla de todos estos sujetos enfermos.

—Acá tiene, señor,—colocó un capuchino y unas galletas de avena— buen provecho—me sonrió amablemente y se retiró. Qué bien se sentía que ella me atendiera como antes. Las cosas que uno hace cuando se está enamorado.

El tiempo transcurría y nada relevante estaba sucediendo, Al menos por esa parte está un poco tranquilo; le hice seña con mi mano para que me trajera la cuenta.

—¿Desea ordenar algo más?— me preguntó, pero noté que ella estaba un poco atareada.

—No, señorita, sólo me gustaría que me trajera la cuenta por favor—ella se dio la vuelta y se dirigió a la caja, tomó una carpeta y me la entregó, en el recibo salía el valor de diez dólares por lo cual me llevé la mano al bolsillo y tenía dos billetes de cien dólares, lo dejé dentro de la carpeta y la volví a llamar— muchas gracias todo estuvo muy delicioso— me levanté pero ella de inmediato me tomó de la chaqueta—¿pasa algo?—levanté en mis manos en forma de paz.

—Así es, señor, lo qué pasa que en el recibo decían diez dólares, pero usted me está dando doscientos dólares, creo que se equivocó— me estaba regresando uno de los billetes y estaba cambiando el otro, pero antes que se marchara la tomé del brazo, carraspeé un poco para que no se me notara la voz.

—No te preocupes, sólo es propina para ti, sé que te toca atender muchas personas a la vez y no es nada fácil sólo tómalo—insistí, pero ella se negó.

—Por supuesto que no, el dinero cuesta y no soy de las personas que le gusta el dinero fácil— ella se dio la vuelta y había pasado algo que hizo explotar mis sentidos, pues un tipo pasó a su lado, disimuladamente rozó sus manos en el trasero de Isa, nadie lo había notado, pero yo si.

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