Capítulo 4: Propuestas
IV
Ella movía su cuerpo en medio de esa pista que habían montado en la playa. Había muchas personas, todas intoxicadas con el ritmo de esos bongós, y el licor que iba y venía de boca en boca. El vestido blanco se traslucía demasiado por la luz de una fogata y las luces que la recorrían.
Él la observaba desde la barra, apretando aquel vaso con el elixir de la locura. Quería ir y destrozarle ese vestido, para hacerla suya, marcándola como un lobo. No podía explicarse ese sentimiento, ese voraz volcán que arrasaba con su consciencia.
La mira de la dama entonces se fijó en ese hombre que había tenido lástima por su situación y la había acompañado en su tragedia; incitante, ardiente. Su cuerpo se serpenteaba para que él la observara solo a ella, como si Doug no lo hiciera ya. Sus propias manos recorriendo su cuerpo, deslizándose por su cintura y luego la cadera, para después tomar el vestido y levantarlo casi hasta lo prohibido.
—¡Ah, Dios mío! —se dijo para sí mismo, tomando un trago.
Rena se mordió los labios, enviando señales confusas a su prometido falso, de si quería que la desnudara y la tomara frente a todos, o si solo estaba ya muy ebria. De seguro lo segundo era lo que en realidad sucedía, pero él quería soñar.
Su paciencia se vio alterada cuando un tipo tomó a Rena por la cintura para unirse a su ritmo y él tuvo que levantarse corriendo para ir a apartarlo de un amable empujón que lo hizo volar. La escena detuvo todo unos segundos, después la música regresó a los presentes a la algarabía.
—Anda, ya nos vamos. Has bebido suficiente…
—¡No! ¡No seas aburrido! —dijo ella acercándose mucho y limpiándole de forma tierna la barbilla—. ¡Ven y baila conmigo!
Lo tomó por una mano, inocente de la clara escena de celos que Doug acababa de tener.
Él se unió un poco a su alegría, la tomó por la cintura y se dejó llevar por sus caderas. Ella se sentía segura a su lado y eso le parecía importante.
Un camarógrafo del hotel les pidió posar, todo sería publicado en redes sociales al día siguiente. Rena tomó del mentón a Doug y pegó su mejilla con la de él, para posar con una adorable sonrisa.
Siguió bailando un poco más, hasta que se detuvo de forma abrupta y miró a Doug como si hubiera olvidado algo importante. Luego salió corriendo en medio de la gente, con su «prometido» tras ella.
—¡Rena! ¡¿Qué pasa?! ¿Por qué…? Wow…
La reacción cambió por completo cuando vio a la chica trasbocar tras unos botes de basura. El punto es que lo hizo tanto, que cuando creyó terminar, estaba pálida, y parecía se iba a desmayar. La dejó sentada en la playa un momento mientras él iba por agua. Por fortuna el buen barman le dio una medicina para esa situación.
—Qué vergüenza… lo siento tanto, no tenías que verme así.
—Bebiste muchísimo, te iba a suceder aquí, o en tu habitación. No tienes que apenarte por eso.
Tomó el vaso y la medicina que él le extendía, luego se tiró un poco en la arena. No tenía idea de la hora, aunque sí sabía que ya pronto todo acabaría. Cuando se sintió mejor se sentó, y sonrió a Doug, casi como si se despidiera.
—Para mañana ya no tengo nada planeado… así que creo que este es nuestro adiós. He subido las fotos que nos tomamos en el karaoke y ahora en la fiesta, nuestras exparejas se van a morir…
Se sonrió un poco, para luego levantarse. Él hizo lo mismo, entendía a qué se estaba refiriendo y se ofreció a acompañarla hasta su edificio.
—Vaya, nos vemos felices, eso los va a matar… —bromeó Douglas, revisando el perfil de la página del hotel.
Rena iba despacio y solo movió su cabeza para estar de acuerdo con él.
—Con eso pagarán un poco lo que nos hicieron —balbuceó ella, algo engreída.
Doug se detuvo en seco, sorprendido él mismo de sus propios pensamientos. No estaba amargado, ni molesto en ese momento, aunque había un vacío en su pecho al saber que ya tenía que separarse de Rena. Fue entonces que su cerebro no hizo conexión con sus labios y de estos salieron sus sentimientos, traducidos en ansiedad y esperanza. La tomó por una mano para detenerla, debía escucharlo.
—¿Y si nos casamos?
—¿De qué hablas, Doug? Te recuerdo que nos plantaron y ya no tenemos con quien hacerlo.
—No… hablo de… ¿Y si nos casamos, tú y yo?
Rena no pudo ocultar su enorme sorpresa, casi susto al escuchar eso. Pareció alterarse, y se soltó suavemente de su mano.
—No entiendo…
—Esa sería una venganza, que no olvidarían —dijo, con fin de no alterarla.
—Ah, ahora comprendo… ¡Que crean que nos casamos!, ¡No podrían dormir en mucho tiempo!
Rena se echó a reír, aquel malévolo plan le gustaba. Douglas sonreía, solo que él no deseaba que fuera nada más que una farsa.
—No, Rena… hacerlo en serio. Casarnos… déjame explicarlo, podríamos hacerlo por unos 3 meses, acá con los jueces de la isla. Mañana yo…
—Doug, no… yo creo que estabas deseando tanto tu boda mañana con Meredith que no quieres irte sin nada…
—¿Qué? ¡No! —respondió sorprendido, porque no recordaba a su ex para nada—. Solo digo que podría ser la continuación de una aventura… y podríamos dar una lección a quienes nos hicieron tanto daño. Podríamos incluso hacer un documento, con cláusulas específicas de estos 3 meses…
—¿Cómo un contrato? —preguntó de forma pícara—. ¿Vas a pedirme que no revele tu cuarto de juegos?
Rena de nuevo se carcajeó, solo que Douglas no parecía haber entendido nada. Le explicó lo del cuarto de juegos, los libros, las películas y él seguía con su rostro de ignorancia. Al final solo se rindió.
—¿Qué te parece? Dime que no te intriga un poco saber cómo sería…
—¿Estás loco? Eres obscenamente millonario, si te ven a mi lado, vas a tener a la prensa encima molestándote, y en la TV…
Doug levantó una ceja y la volvió a tomar por la mano en que aún tenía el anillo de compromiso.
—Rena, soy un empresario, no Leonardo DiCaprio. Nada de lo que piensas va a pasar. Solo iremos de la mano a fiestas, haremos que esos idiotas tengan náuseas… y nos habremos vengado. Luego pediremos una disolución… si lo hacemos falsamente, sí se reirían de nosotros, por patéticos.
—¡Oh! Como si no lo fuéramos ya…
Ambos se rieron un poco y se sentaron en una banca, ya en la sección del lobby. Rena parecía confusa, aunque muy pensativa. Ella jamás habría contemplado hacer algo así, descabellado desde cualquier ángulo. No obstante, ella siempre había sido predecible, y por eso su ex prometido la trataba de aburrida. Con el fin de demostrarle que ella no era así, deseó la boda en la isla, y aquel paquete extremo. Giró para verlo muy fijo a los ojos, iba a decir algo en serio.
—Si lo hago, van a pensar que me caso contigo por interés. Y eso no lo vas a poder cambiar. Además, tu familia va a enloquecer.
—¿Lo harías? ¿Te casarías conmigo por interés?
—¡Claro que no! Así que debe quedar muy claro en ese documento tuyo. Que no me quedaré con nada cuando se disuelva el matrimonio.
El pecho de Douglas Akerman se hinchó en una corriente de alegría y orgullo, ya que con lo que la dama respondía estaba aceptando ese loquísimo trato. Él le dio la mano y claro que lo pondría en una de las cláusulas. Propuso entonces ir al bar que aún estaba abierto, y empezar a redactar todo.
Antes de levantarse, sacó su móvil, quería saber si tenía el programa apropiado. No se esperó sentir las manos de Rena tomarlo por las mejillas, para después besarlo de manera intensa, casi desesperada. Él correspondió, no solo porque debía hacerlo, sino porque lo deseaba como un loco. Al fin ella se detuvo y él tuvo que soltarla, cosa que odió, porque su cuerpo entero estaba en júbilo. Se miraron como si hubiesen descubierto en ese momento, lo mucho que se habían buscado.
—No quiero que cuando el juez te diga «puede besar a la novia», parezcamos unos tontos —balbuceó la joven.
—Entonces… practiquemos otro poco…
Esta vez Doug tomó la iniciativa y la besó, con toda la intensidad de su hombría. Ella se aferró a su cuello y de nuevo fue de su parte que se rompió el beso. Él apenas respirando, la tuvo que soltar.
—Me besaste aun sabiendo que acababa de trasbocar… vas a ser un excelente esposo…
Doug hizo cara de asco, sacando la lengua. Ella se levantó dando saltitos, con una sonrisa juguetona, y él la siguió. Lo haría hasta el fin del mundo, si era necesario.
***
Fin capítulo 4
