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3 - 1

ISABELLA

—En esta ocasión vamos a hacer parejas, tenemos un trabajo... quizás es como una exposición. Cada uno tendrá que investigar acerca de su compañero de trabajo. Conocerse mejor, saber cuáles son sus gustos, lo que hace en su tiempo libre. Cosas así. Se trata de saber interpretar el lenguaje corporal. Después de platicar con su compañero ambos harán un resumen de lo que fue platicar con el. Quizás describan su forma de ser o de actuar. —nos explicó la profesora. En la pizarra empezó a anotar el trabajo dicho. Tomé una hoja y anoté con letra de imprenta. —Aquí tengo varios números, pasaré por sus lugares para que saquen un papel. Hay dos papeles con el mismo número y a quienes le salgan igual harán pareja.

La profesora empezó a pasar por nuestros lugares, cuando llegó a mi metí mi mano a la bolsa y saqué un papelito.

—Este trabajo es para el viernes, no quiero fallos. Pueden abrir su papel.

Abrí mi papel, tenía el número cinco.

—Muéstrenme sus números. —le enseñamos el papel—Isabella tiene el cinco, ¿quien más tiene el cinco?

Un chico se levantó de su silla tomando sus cosas y dirigiéndose a mi.

—Tengo el cinco.

Le sonreí mientras me hacía a un lado para que se sentara.

Los demás se fueron haciendo en pareja.

—Soy Alberto, por cierto —me sonrió.

—Isabella.

—No creo que terminemos este trabajo en los quince minutos que quedan de clase —comentó— ¿vives cerca o estás en las habitaciones?

—Pues en realidad trabajo un poco lejos de aquí —dudé un poco— No sabría cómo hacer para reunirnos.

—¿A donde trabajas? Puedo llegar en tus tiempos libres, por mi no hay problema —sugirió— La verdad no puedo darme el lujo de dejar clases, tengo una media beca y no quiero perderla.

—Te entiendo, también la tengo —pensé— Quizás podamos quedar en algún café. Yo trabajo con Harry Lee, pero casi no tengo tiempo libre, del trabajo vengo aquí y viceversa.

Achicó los ojos.

—¿Tu hora de salida?

—Terminamos el turno a las siete de la noche.

—Por mi no hay problema —musitó— Necesitamos hacer un buen trabajo, el mejor quizás.

Alberto se miraba que era bastante aplicando y preocupado por sus clases, cosa que yo he estado dejando un poco de lado y no podía seguir así. Debería de dejar de pensar en estupideces y concentrarme en las cosas importantes. Mi sueño es graduarme en psicología. Alberto parecía bastante animado también, me gustaba su actitud, era sereno, parecía que tomaba las cosas con calma pero con dedicación. No muchas personas se ven así. Pero si te fijas bien, la mayoría de los estudiantes de psicología eran así.

—Está bien, ¿hoy a las siete entonces? —me quise asegurar.

—Está bien. Mientras pasa la hora deberíamos de empezarlo —Alberto sacó una hoja en blanco y escribió el nombre del trabajo, la materia y mi nombre. Como todo un psicólogo anotando a su primer paciente. Así me sentía yo.

—¿Cuál es tu nombre completo?

—Isabella Juliette Fox —respondí.

—Juliette es un bonito nombre. Así se llama mi madre.

—Qué genial.

Hice lo mismo que el, tomé una hoja y empecé a anotar la materia, el nombre del trabajo y su nombre. Me gustaba esta clase, era tan pacifica y tan bonita.

—Me llamo Alberto Pierson —me dijo antes de que le preguntara.

—Gracias —lo anoté.

Alberto y yo pasamos los quince minutos haciéndonos preguntas y anotando en nuestros papeles. El tiempo que pasé con el me di cuenta de que es seguro de sí mismo, no titubea al hablar y tampoco se inmuta cuando le hacen una pregunta, ya sea yo o la profesora. Incluso aunque no sepa la respuesta no se pone nervioso sino que admite que no la sabe de una vez. Claro, no siempre tienes que saber todo. Era sincero, eso me gustaba. La verdad Alberto me cayó bien desde ya.

Cuando terminó la clase los demás salieron.

—Entonces llegaré por tu trabajo hoy —guardó sus cosas.

—Está bien —guardé las mías— Hasta entonces.

—Nos vemos, Juliette.

Alberto salió del aula, me quedé viéndolo salir porque me pareció extraño que me llamara Juliette, en realidad nadie nunca me llamaba así. Solo Isa o Isabella. Y se sintió bien.

Terminé de guardar mis cosas y salí.

Cuando Jared vino a traerme me subí al auto y esperé hasta llegar a la mansión.

Cuando llegamos, el auto de Harry aún no estaba, cosa que agradecí. Salí y me dirigí a mi habitación, dejé los papeles encima de la mesa para que no se dañaran o arrugaran y me desvestí, mi uniforme estaba limpio y planchado. Creo que Martha me había hecho el favor, me pareció lindo el gesto. Me puse el uniforme y amarré mi pelo en una cola alta. Al salir busqué las cosas de limpiar y busqué los baños de la planta baja.

Limpié los baños, los muebles, la sala, las escaleras. Estaba por llegar al segundo piso cuando me encontré a Helena al final de las escaleras. Ella seguía en pijama y no tenía buena cara. Me miraba como si me quisiera matar.

—Hasta que apareces —se cruzó de brazos— Necesito que limpies mi habitación —se dio la vuelta y se adentró al cuarto.

Respiré profundo y la seguí. Su habitación estaba hecha un desastre, había mucha ropa en el suelo, zapatos tirados, alguna lámpara rota. Había mucho trabajo que hacer. Helena estaba sentada frente a su espejo, tenía varias joyas encima de la mesa.

—Voy a salir así que cuando regrese quiero todo en su lugar —me dijo, adentrándose al baño. Rodé los ojos mientras me preguntaba qué había pasado aquí. Igual no es como que me importe; empecé a recoger la ropa sucia y poniéndola en el cesto de la ropa sucia. A los minutos Helena salió del baño lista, me dio una mala mirada para después salir de la habitación.

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