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CAPÍTULO 3. ANILLO DE COMPROMISO

Emir acarició su espalda mientras ella enredaba sus dedos en sus cabellos.

En un impulso Emir cayó de rodillas ante Genevieve.

— Genevieve, eres la mujer de mi vida, y por eso hoy, esta noche quiero proponerte que seas mi esposa, cásate conmigo.

Sacó el anillo de la caja y lo colocó en el dedo de Genevieve.

Ella lo miró fijamente, quiso negarse, pero no lo hizo, no aún, tenía que lograr lo que deseaba tanto, entonces no le importó jugar a los novios.

— Acepto Emir, acepto ser tu esposa.

Emir se puso de pie, la cogió por la cintura y dió vueltas con ella.

— Me haces el hombre más feliz del mundo.

— Y tú a mí. — Respondió mirando a sus ojos.

— Mañana te llevaré a presentar a mis padres, mi hermana te va a adorarte.

— Espero caerles bien.

— Claro que si, eres encantadora mente hermosa.

Siguieron el resto de la noche entre conversas y risas hasta que llegó la hora de salir y marcharse.

Subieron al auto, Emir manejó llevando en su mano la de Genevieve, mientras ella en sus pensamientos, tenía a Donatello.

—  ¿Me escuchaste?

— ¡Ah! No, no te escuché, disculpa, estaba pensando en mis padres.

— Tranquila, después de hablar con los míos y hacer oficial nuestro compromiso, mandaré por ellos. ¿Te parece?

Genevieve lo miró haciendo un gesto de sonrisa y alegría que estaba muy lejos de sentir.

— Entonces los llamaré para que estén pendientes.

Llegaron al edificio, salieron del auto tomaron el ascensor y subieron al piso.

En el camino al departamento, Emir la atrajo a su pecho y empezó a besarla apasionadamente.

— Hazme tuya aquí. — Susurró entre los labios de Emir al momento de quitarle la chaqueta con desespero.

Emir desgarró su vestido dejándola completamente desnuda, apretó sus pechos, Genevieve abrió la camisa mientras Emir devoraba su boca.

Mientras Emir se adentraba en ella, nuevamente el recuerdo de Donatello llegó a su mente.

— ¡Aaah! Te amo, eres mío, solo mio, tómame, hazme tuya.—  Genevieve, susurraba entre gemidos y con los ojos cerrados, creyendo se poseída por Donatello

— Eres mía, y también te amo mi amor.

Las embestidas eran fuertes y profundas, tanto que en ese vaivén descargaban todo el deseo que sentían el uno por el otro en ese momento.

— ¡Aaaagh! Por favor, sigue no pares.

Emir devoraba sus pechos mientras ella acariciaba su espalda, y él se adentraba mucho más en ella.

— Ya no aguanto más, por favor. — Pedía Genevieve a punto de sentir desbordarse en u placentero orgasmo seguida por Emir que se vaciaba nuevamente en ella.

Muy despacio bajó su pierna mientras salía de ella, de trataban de recuperarse, medio arreglarse y salir del ascensor que ya estaba en el piso.

Emir la tomó en brazos y la llevó dentro del departamento, subieron a la habitación y se entregaron nuevamente al placer que sentían.

Los días pasaron convirtiéndose en semanas, y lo último que supo de los investigadores que tenía en España, era que el amor de su vida estaba con otra de viaje, tiró contra la pared su celular.

— ¡Aaaaaah! Maldita sea, por qué se tiene que ir con esa perra, lo odio, la odio. Me las pagarán muy caro, ya lo verán, voy a vengarme. —  Exclamó muy enojada.

Caminó de un lado a otro, como un león enjaulado, la fecha de la boda se acercaba y había logrado persuadirlo para que no insistiera con la presencia de sus padres.

— Lavinia, no se qué hacer, no quiero casarme con Emir, no lo amo, nunca lo voy hacer.

— Pero Cómo permitiste que las cosas lleguen a este punto, en  una semana será tu boda y estás en éstas dudas todavía, Emir no se lo merece.

Genevieve la fulminó con la mirada.

— ¿Estás de mi lado, o en mi contra? Por qué para ser, mi amiga, dejas mucho que desear.

La miró acercándose a ella, sin quitarle la mirada de encima.

— ¡Espera! ¿Acaso tú? No, no me digas que te has enamorado de mi prometido.

Lavinia se carcajeo al escucharla decir prometido.

— ¿Prometido? Pero si tú, no lo amas. ¿De que prometido hablas?

— Eres una perra, igual que esa que me está quitando a mi amor. — Exclamó Genevieve con mucho coraje

— Genevieve, Emir te ama, no le hagas daño, no se lo merece.

— No te metas, y cuidadito con decir algo.

Los días siguientes, Genevieve al no sentirse bien, fue a la farmacia, y compró las pruebas de embarazo, ahora estaba ahí haciendo la cuarta para descartar cualquier duda.

— Positivas, todas positiva, es hora de volver mi amor, si no me quieres en tu vida por las buenas, pues será a mi modo.

Envolvió las pruebas en un paquete y la tiró a la basura, salió del baño cogió su teléfono y realizó las llamadas.

— Si, un vuelo directo a Andalucía España.

— No hay vuelos directos para hoy señorita. — Respondieron al otro lado del teléfono. — Pero tenemos uno que hace escala en Madrid., y sale esta noche.

— Perfecto, lo tomaré gracias.

Colgó la llamada, miró su reloj que marcaba la una de la tarde, tomó sus cosas, pidió el ascensor y llegó al parqueadero, subió al auto y salió en dirección a la oficina de Emir.

Cuando llegó sin mirar, ni saludar entró de una a la oficina, dejo su bolso sufre el sofá y caminó en dirección a donde estaba Emir.

Lo giró y se sentó a horcajadas sobre sus piernas y empezó a besarlo con desespero.

—  Mi mujer está muy ansiosa.

— Calla, no digas nada,  solo hazme el amor ahora.

Emir Respondió a cada una de sus caricias, mientras ella se despojaba de sus vestidos quedando solo en ropa interior, mientras besaba y devoraba la boca de Emir, logró abrir su pantalón liberando su enorme erección.

Entre tanto el bebía d sus pechos, ella de apoco se fue empalando en el.

Ella tiró su cabeza hacia atrás sintiendo se llena de él, Emir apretaba y succionaba sus pechos, mientras Genevieve lo cabalgaba, Emir cogió sus caderas y la ayudó a su ritmo.

— ¡Aaaagh! Si, me encantas Emir, mucho, ¡Mmmm!

El agarró su nuca y devoró su boca nuevamente, sus movimientos se aceleraron, y juntos llegaron al clímax más excitante.

Genevieve posó su cabeza en el pecho de Emir, escuchando sus latidos acelerados y sus respiraciones agitadas.

Emir la cargó en los brazos y la llevó a la habitación que tenía ahí, la llevó al baño, se limpiaron y salieron.

— Ya estoy esperando ansioso nuestra boda.

—  Y yo. — Respondió mirando a otro lado

— Te llevaré a casa.

— No, no mi amor, nos vemos mañana, tú me estarás esperando para unir nuestras vidas para siempre.

Genevieve dio el más apasionantes de los besos, esa era su despedida, tenía lo que quería y se marcharía para no volver jamás.

— Estaré ansioso esperando por ti. — Respondió Emir sin imaginar que esa sería una despedida de parte de su prometida.

Genevieve salió del edificio, pidió un Uber, y fue directo al aeropuerto para tomar el vuelo que la llevaría de regreso a Madrid.

Emir la vio salir de la oficina y siguió el resto de la tarde en su trabajo

Las horas pasaron, la noche llegó, Genevieve llegó a Madrid y de ahí nuevamente abordó un avión que la llevó a Andalucía.

Llegó y fue directo a la mansión Rinaldi donde esperaría la llegada de Donatello y Kiara.

Muy temprano el día de la boda, Emir y todos en su familia empezaron con los preparativos.

— Hermanito, hoy es tu gran día, unirás ti vida a la mujer que amas, y quiero sobrinos pronto. — Le dijo Ezra, su hermana.

—  Lo sé mi hermanita, y no sabes lo feliz que me siento, voy a llamarla.

— No señor, deje a su prometida  tranquila, para que se ponga muy hermosa para ser su esposa. — Habló Ezra quitando se celular.

— Está bien, tu ganas, ustedes siempre ganan. — Expresó abrazando la y sonriendo

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