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CAPÍTULO 4. UN FALSO JUNTOS POR SIEMPRE

Las horas pasaron, todos estaban listo para celebrar la ceremonia, ya era la hora y Emir esperaba a su prometida parado en el altar.

Lavinia y Waleska viendo cómo el desespero se notaba en los familiares de Emir, se acercaron a él.

—  Emir, Genevieve no responde su teléfono, y ya es hora de que esté aquí.

— ¿A que hora fue la última vez que te comunicaste con ella?

— A las ocho de la noche de ayer, en todo el día no me respondió, y creí que era por estar contigo.

— ¿Desde anoche? Eso no puede ser.

Emir sacó su teléfono y marcó el número de Genevieve, timbró más de una vez sin tener respuesta.

— ¿ Que sucede hijo? ¿Por qué Genevieve no está aquí? — Interrogó Yagmour Aksoy, su padre.

— No lo sé padre, será mejor que vaya a ver qué le sucedió, Ekrem sigue esperando sin respuesta de nada, ya me envió mensajes.

Emir salió de la iglesia bajo la atenta mirada y murmullo de todos los invitados.

Subió a su auto y salió directo al departamento en busca de su prometida. Llegó, y salió corriendo del vehículo y tomó el ascensor, contaba los piso, se le hizo un eternidad esa subida.

Las puertas metálicas se abrieron, y salió corriendo a las puertas de su departamento, abrió y el silencio era sepulcral, corrió escaleras arriba, abrió las puertas de la habitación y ahí estaba sobre la cama, el vestido que había mandado a traer de París para dárselo a su novia, que nunca lo sacó de la caja, todo estaba sobre la cama.

— ¿Que hicistes Genevieve? ¿Donde estás? Tú no pudiste hacerme esto Genevieve, tú no pudiste hacerme esto, Genevieve. — Un grito desgarrador salió de la garganta de Emir, entendió que había sido plantado en el altar, y burlado por la mujer que amaba.

Destrozó todo lo que estaba frente a él, hizo mil pedazos el vestido, y le prendió fuego en el baño.

Se sirvió uno, otro, y luego otro, y otro, vaso de vodka,  bebió hasta perder el conocimiento.

— Te burlaste de mi Genevieve,  te burlaste de mi amor, jugaste conmigo, jamás volveré a creer en una mujer, todas son iguales. — Sentenció, con el corazón roto, lleno de rabia y dolor. Jamás volvería a creer en el amor de una mujer.

Los días pasaron, Ezra llegó al departamento, vio las botellas de vodka tiradas en el suelo por todos lados, estaba tirado en un sofá, su rostro era demacrado, y sus ojeras pronunciadas.

— Hermano, ya supera lo, esa mujer no se merece que te estés acabando por ella, por favor Emir.

—  Déjame Ezra, déjame  solo, no quiero ver a nadie.

— No, no te dejaré solo, ya bastante tiempo te di para que estés en tu luto sentimental, ahora levántate y enfrenta al mundo, da la cara y demuestra que tú puedes, demuestra le a esa  perra que la superaste.

— ¿ Que hice mal? ¿Cuál fue mi error?. — Pregunta mirando a Ezra con la tristeza desbordando en sus ojos.

— Amar hermano, creer que fuiste correspondido en tu amor.

Emir la miró fijamente, se puso de pie y sin pronunciar palabras, caminó a su habitación, se fue al baño y bajo la lluvia artificial sus lágrimas se mezclaron con el agua. ¿Y quien dijo que los hombres no lloran? Pues claro que lloran y esas,  eran lágrimas de despecho y dolor, lágrimas de decepción. Pero esas eran las últimas lágrimas que derramará por una mujer, por que jamás volvería a creer en una, y mucho menos entregarle  y demostrarle su amor.

Los días pasaron, y metido en un traje gris a medida, subió a su Lamborghini Gallardo de color negro, y salió rumbo a la oficina, en el trayecto fue metido en sus recuerdos llegó a su parqueadero subió al ascensor público, pues no usaría el privado ese dia, quería que todos vieran al nuevo Emir Aksoy, las puertas metálicas se abrieron, y todo giraron a mirar al hombre de mirada fría, y ceño fruncido caminar sin mirar a nadie por los pasillos, todos hablaban por lo bajo y lo veían en su andar, tomó nueva mente el ascensor privado y subió a su oficina.

Así fue su día a dia, las semanas pasaron se convirtieron en meses.

Tres meses después y la estaba mirando el informe que los nuevos proyectos de joyería juvenil,que tendrían para la nueva colección de temporada.

— ¡Zeynep! — Gritó y su asistente personal de un solo se levantó, era quien sufría los desplantes y mal humor de su jefe.

— Dígame señor .

— Quiero los diseños para mañana, ve al departamento de marketing que tengan todo listo para el nuevo lanzamiento de temporada.

— Enseguida señor. Pero

— ¿Pero que? Zeynep, ¿acaso no pueden hacerlo? O tendré que buscar nuevos diseñadores y nueva asistente.

— ¡Si señor! digo no señor, digo voy rápido señor. Zeynep salió casi corriendo de la oficina de presidencia y fue al departamento de diseños.

Emir tiró el bolígrafo que tenía en sus manos y cayó justo en una foto de él y Genevieve, donde decía "Juntos por siempre " en pequeñas letras.

La cogió, la miró por mucho tiempo, y luego la guardó en una caja.

— ¡Zeynep!

— Dígame señor.

— Busca una agencia de investigación, la mejor que existe, y luego me comunicas con ellos.

— Enseguida señor.

Zeynep salió a realizar la orden que su jefe pidió.

— Muy bien señores, esta es la mujer que buscarán, puede estar en Rusia.

Emir entregó todo lo que pudiera ayudar a la investigación para saber dónde estaba Genevieve, los investigadores recibieron la información y se marcharon.

— En cuando tenga noticias se le informará, señor Aksoy.

Emir los miró sin pronunciar palabras. necesitaba encontrarla para pedir una explicación.

"¿A quien quieres engañar? "

"Reconoce que te mueres por saber de ella"

Su conciencia era implacable, y se odiaba y maldecía mentalmente por no superar aún a esa mujer.

Ahora estaba ahí buscándola para saber el por qué de tanta humillación, queria saber por qué no estaba casado con el, un vaso de whisky se estrelló contra la pared.

— ¡Maldición!

Cogió su gabardina y salió de la oficina como alma que lleva el diablo.

Así era su día a día, entre el trabajo, bares y mujeres que empezaron a desfilar por su vida.

Llegó al bar, fue a la barra pidió un vaso con whisky, y lo bebió de una, pidió la botella y fue a la sala VIP.

Una rubia mujer con un encaje de seda cubriendo parte de su rostro, lo esperaba casi desnuda, era así como pidió que siempre lo espere, la miró fijamente, y se acercó a ella, la agarró de los largos cabellos y la giró, la colocó en una posición donde dejaba su trasero en alto donde empezó a dar azotes tan fuertes que se marcaban.

— ¡Aaaagh! — Se quejó ella.

— Silencio, no puedes quejarte, ni mucho menos hablarme tienes prohibido mirarme a los ojos. ¿Entendiste perra? — Ella asintió con un movimiento de cabeza.

— Dime, ¿Te gusta lo que te hago? Estoy dejando tu culo muy rojo. ¡Responde!

— Si, si me encanta, soy tuya, hazme lo que tú desees.

— ¿Mía y de cuántos más. Genevieve? ¡Responde perra!

— Solo tuya, solo tuya.

Unos azotes más, él se bajó la cremallera de su pantalón colocó un condón y de una sola estocada la penetró.

— Eres mi perra, solo mía.

— ¡Aaaagh! — Un grito salió de la garganta de esa rubia parecida a Genevieve, entraba y salía de ella con fuerza y brusquedad, mientras la azotaba

— No aguanto más, voy a correrme. —Exclamó la mujer.

— No lo tienes permitido. — Ordenó el con los dientes apretados y penetrándola fuertemente.

Salió de ella, la giró, y la tiró a la cama dejando la de frente, agarró sus pechos, y apretó sus pezones tan fuertes que la mujer gimió del dolor placentero que sentía, los llevó a su boca, los succionó tan fuerte y los mordió.

— Emir, no aguanto.— Dijo ella entre gemidos de placer y dolor.

— Tienes prohibido decir mi nombre, perra, no tienes derechos.

La penetró más fuerte hasta que el su corrió, salió de ella retiró su condón, se arregló y salió sin decir palabras.

Ella lo miró irse, sintiendo todo el deseo del mundo por recibir aunque sea un roce de esos labios en su cuerpo.

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