Capítulo 3
No quería sentirme como una intrusa, invadiendo su espacio y el de su familia, sin embargo, ya no pude evitar que cancelara mi estadía en el hotel por el resto del fin de semana. Ahora lo que me preocupa es que para cuando llegue el momento en el que tenga que volver a subir al avión que me llevará de vuelta a Nueva York, estaré pensando en mil excusas para quedarme unos días más con mi hermano.
—Me alegra que al final decidieras venir, Valentina — dice Susan, llegando a la estancia con el vestido que usará en la gala colgado al hombro — Te extrañábamos mucho.
Sonrío enternecida por sus palabras y me estiro un poco para tomar su mano una vez que se sienta a mi lado en el sofá.
—A mí me alegra que Robert haya llamado, yo también los he echado mucho de menos —confieso y casi de inmediato sale a la conversación el tema de sus hijos. Me cuenta como les va en el colegio, lo mucho que (según ella) preguntan por mí y aunque no quiera, casi me hace lamentar haber decidido vivir en la gran manzana y no en California.
Un par de golpes en la puerta interrumpen mis pensamientos y el relato de Susan acerca de otros eventos de Marvel a los que ha asistido. Sé de inmediato de quién se trata, razón por la cuál me dirijo a abrir la puerta sin preguntar antes.
No podré tener amigos en Los Ángeles, pero sé perfectamente donde puedo encontrar un buen grupo de estilistas para ocasiones especiales, y luego de explicarle a Susan que lo único que tiene que hacer es quedarse quieta para que la dejen más bella de lo que ya es, los expertos se ponen manos a la obra.
Esta es una experiencia muy nueva para ambas y no me refiero exactamente al hecho de asistir a un evento de este calibre, sino a prepararnos juntas entre risas y anécdotas divertidas.
Yo jamás he sido alguien especialmente social, es cierto que no me cuesta trabajo congeniar con las personas pero al mismo tiempo soy demasiado reservada y por eso agradezco tener a Susan en mi vida. Porque confío en ella, le quiero tanto cómo quiero a mi hermano, con el paso de los años incluso se ha convertido en una especie de hermana mayor para mí a pesar de que no nos vemos tan seguido como me gustaría.
—¿No estás nerviosa? Robert me dijo que eras fan de Marvel hace algunos años.
—¿Eso es lo único que dijo? — pregunto con los ojos cerrados, haciendo un esfuerzo sobrenatural por no gesticular demasiado y arruinar el trabajo de la maquillista.
—Tal vez mencionó algo de una... propuesta de matrimonio — confiesa entre risas y en este preciso momento, lo único que se me viene a la cabeza son las mil formas de matar al bocazas de mi hermano.
—En mi defensa, era una adolescente con las hormonas alborotadas y era la primera vez que veía en persona a Carlos Hemsworth — me excuso rápidamente, provocando su risa y alguna que otra de los estilistas.
Tres horas después, unas cuantas bromas por parte de Susan y de elogiarnos entre nosotras hasta el cansancio, estamos listas.
Para el evento he escogido un vestido con la parte de arriba estilo corsé de pedrería y una falda de tul transparente en tono rosa pálido. No es demasiado y aún así me hace sentir que resalta lo mejor de mí, es perfecto. El cabello lo llevo semirecogido, nada muy elaborado y ligeramente ondulado.
—¿Están listas? — Robert llega a la sala, ataviado con un traje negro, camisa blanca y corbata. Va muy guapo y lo primero que hace una vez que nos mira es sacarse las gafas y recorrer a su esposa de arriba a abajo — Estás hermosa, amor — se acerca a darle un beso a Susan, quien acordándose de mi presencia, se aclara la garganta.
—Gracias, pero todo ha sido obra de tu hermana y su equipo de estilistas.
—Oh por favor, si no hemos hecho la gran cosa — me encojo de hombros — Solo resaltamos lo bella que eres.
—Y tú — esta vez mi hermano se dirige a mí. Suelto una pequeña risa cuando se suelta del agarre de Susan para poder rodearme y así mirar mi vestido desde todos los ángulos — Es bonito, de un largo decoroso, bien — sonríe, ahora mirándome a los ojos — Me gusta, contigo si que han hecho maravillas.
Suelto una carcajada.
—Venga ya, ambos sabemos que de los dos, yo soy la que se ha llevado toda la belleza.
—Si eso quieres creer — murmura mientras caminamos fuera de la casa — El día de hoy solo tengo una petición para ti — alzo una ceja — que no te le declares a otro de mis amigos por favor.
Antes de que se deslice dentro del auto, le doy un golpe de puño cerrado en el hombro que lo hace quejarse y llevarse la mano a la zona adolorida.
Se supone que teníamos un trato, él me guardaría el secreto de la propuesta si yo prometía no volver a hacer algo cómo aquello. Pero ahora que sé que ya se lo ha contado a Susan, y que no deja de recordármelo cada vez que tiene la oportunidad, pienso que no sería tan mala idea ponerme en vergüenza nuevamente si con eso logro hacer que cierre la boca.
El camino al Teatro transcurre entre bromas, creo que incluso en algún punto hartamos a Susan quien para su mala suerte va sentada en medio de los dos. Casi pude escucharla soltar un suspiro de alivio en cuanto el coche comenzó a bajar la velocidad, solo para detenerse un par de minutos después frente a la gran alfombra bicolor que adornaba la entrada del enorme recinto.
Los gritos y flashes atraviesan las ventanillas y los nervios vuelven a burbujear en mi estómago. He pasado por esto miles de veces, pero esta es la primera vez que me dejo ver con mi hermano luego de tanto tiempo y la emoción me está pasando factura.
—Tranquilízate — Robert estira una mano para poder colocarla sobre mi rodilla.
Su tacto me calma, pero la sensación y el hormigueo que me recorre no desaparece.
—Estoy tranquila — miento.
—Seguro — sonríe burlón — ¿Te pido un favor? Suelta el asiento o vas a hacerle hoyos de la fuerza con la que le estás clavando las uñas.
Frunzo el ceño y por acto reflejo bajo la mirada. Efectivamente. Me he aferrado al asiento como si mi vida dependiera de ello.
—Lo siento — digo apenada, tomando ahora la cartera del mismo color de mi falda.
—No voy a abrir hasta que esté seguro de que no te desmayarás a mitad de camino — bromea, dejando quieta la mano sobre la manilla de la puerta.
Susan le golpea suavemente en el pecho.
—Déjala en paz.
—¿Qué? Nunca está de más asegurarme.
—Oh, cállate — me las arreglo para estirar el brazo por detrás de mi cuñada para darle un golpe en la nuca.
Se queja pero no alarga más el momento y abre la puerta. Los descompasados y enardecidos gritos se vuelven eufóricos cuando mi hermano sale completamente del auto, saluda brevemente y luego se inclina para tenderla una mano a Susan y después a mí. Sonrío ampliamente mientras él se coloca en medio de las dos, nos abraza por la cintura y posa para todos los camarógrafos que están vueltos locos.
Los fans corean su nombre, alzan carteles y figuras de acción y mi emoción va en aumento. Me siento flotar sobre la enorme alfombra, incluso creo que las mejillas me duelen de tanto sonreír. No quiero perderme detalle de nada.
Conforme avanzamos escucho también mi nombre entre voces atropelladas y gritos de los fans, eso me hace saltar el corazón. Susan me sonríe emocionada en tanto Robert bufa a cada paso que da.
—Creo que tendré que traerte más a menudo a estos eventos para que no hagan tanto alboroto al verte, se supone que el foco de atención debo ser yo.
—Hermanito, por favor — alzo un poco la voz para hacerme oír entre todo el escándalo — Los dos sabemos que tus fans me aman más a mí — le guiño un ojo y el suelta una carcajada escandalosa provocando que Susan lo mire raro.
Casi hemos llegado al final de la alfombra cuando me encuentro con un escenario completamente distinto, que me deja aún más enamorada de la franquicia.
Observo todo a mi alrededor como si fuera una niña pequeña, le pregunto a Robert por todo y jalo a Susan conmigo cada vez que quiero tomarme una foto con alguna celebridad. Intento guardar la compostura y comportarme para no verme como una fan loca, a algunos los conozco de otros eventos o por haberlos vestido para galas parecidas a esta, sin embargo, pierdo toda esa "tranquilidad" y casi me da por subirme a las paredes cuando veo a Stan Lee.
—Robert, es Stan Lee — murmuro, la lengua se me traba de tanta emoción pero se que me ha entendido — Robert, es Stan Lee — repito, tirando de la manga de su saco para que mire en la misma dirección que yo — ¡Es Stan Lee! — exclamo por lo bajo, casi gritándole en el oído.
—¡Te he oído, Valentina! — se aparta de mí entre risas — Ya lo conoces, ¿Por qué no vas a pedirle una foto mientras yo voy por este lado?
Me muerdo el labio inferior, nerviosa.
—¿Crees que me recuerde?
—Por Dios, mujer tienes toda mi cara — bromea, exasperado — Lo único que nos diferencia es que tu tienes cabello largo y llevas vestido, así que sí. Yo creo que te recuerda, de mínimo de reconocerá cuando te vea.
—Uff, pero que pesado — inspiro profundo y asiento, queriendo convencerme a mí misma que no me voy a acobardar — Bueno, aquí voy. Deséame suerte.
Mi hermano pone los ojos en blanco y después de lanzarle una mirada de muerte, Susan me sonríe.
—Suerte, cariño.
Le sonrío de vuelta y me separo de ellos luego de que mi hermano me guiñara un ojo. Camino sintiendo las piernas como gelatina, atravieso el gentío ganándome algunas miradas pero yo solo me enfoco en una persona. Los flashes vuelan aquí y allá y conforme voy acercándome el arrepentimiento comienza a apoderarse de mí.
Cuando estoy a un par de pasos niego con la cabeza e intento darme la vuelta para volver por donde llegué pero su voz me lo impide ¿Y es que cómo no reconocer cuando esta leyenda te habla? Su tono es suave, extremadamente amable e incluso esconde un poco de diversión cuando dice:
—Ah, jovencita Valentina — a la mención de mí nombre sonrío a más no poder, mostrando todos mis dientes e ignorando las ganas de llorar de la emoción.
Las personas y fotógrafos que le rodeaban me abren paso cuando descubren que es a mí a quien se dirige. Yo me acerco despacio y una vez que llego donde él, me abraza como si fuésemos amigos de toda la vida. Apenas reacciono para devolverle el gesto al mismo tiempo que intento no morir aquí mismo.
—Hace mucho tiempo que no te veía, niña — me toma las manos, sonriente — Mírate nada más, los años no te pasan factura.
