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Capítulo 11

Harry

¡Maldita sea!

¿Cómo fue que esa niña pudo descubrirme tan rápido?

Estaba tan concentrado en seducirla que no me di cuenta que estaba siendo tan evidente en lo que quería..., a quién engaño, por supuesto que quería ser evidente, quería tenerla y hacer lo que quisiera con ella, joder. Pero no puedo hacerlo, no puedo hacerla mía si corro el riesgo de ir a prisión. Es solo una niña, por Dios.

No puedo creer que tenga quince años, con tan solo mirarla te imaginas que es más grande, no aparenta su edad, por eso es que me interesó, porque parecía alguien mayor de lo que es realmente. Si hubiese sabido desde un principio su edad, hubiera mandado a la mierda todo el interés, pero ahora ya no puedo, lo intenté ayer pero no funcionó; imaginaba que era ella la que estaba debajo de mi anoche, y eso no está bien, me siento enfermo por fantasear con eso.

Con ese cuerpo cualquiera la confundiría con alguien mayor. Sí, sé que algunas mujeres se desarrollan muy pronto, pero no tenía idea de que fuera tan rápido.

Sacudí mi cabeza y solté un resoplido para alejar esa imagen de mi cabeza. Tengo que dejar de pensar en ella de esa forma. Pero no puedo evitarlo teniéndola al lado, no sé si pueda soportar tanto tiempo.

Giré mi vista hacia ella un segundo y luego volví al camino, pero algo hizo que volteara hacia ella una vez más. ¿Qué demonios está haciendo? ¡¿Trata de provocarme?!

Tenía sus brazos cruzados por debajo de su pecho lo que hacía que estos se vieran más grandes y elevados. Ella mantenía su vista hacia sus pies mientras jugaba con su labio inferior y sus dientes, ocasionando que quiera tomarla aquí mismo. ¿Por qué hace eso? Como si fuera tan fácil el lograr contener mis ansias, y ella haciendo eso.

Tengo que dejar de pensar en eso. No puedo tener fantasías con una niña y mucho menos cumplirlas... No por ahora.

Detuve el auto en un semáforo en rojo y tomé esa pequeña espera para relajarme. Cerré los ojos un momento e inhalé y exhalé profundo.

¿Por qué me provoca esto? No quiero ser uno de esos tipos que se acuestan con menores, no quiero que me señalen en las calles y hablen pestes de mí, no quiero ir a la cárcel. Pero si sigo así, voy a terminar olvidándome de las malditas leyes y haré algo que, para la sociedad, es imperdonable.

Miré a Marylise y noté que ella también me miraba, pero no a los ojos, sino a mi mano. Ella tenía el ceño fruncido y una expresión de pasmo y confusión en el rostro.

No pude evitar sonreír al ver su cara. Es tan inocente e ingenua. Quisiera poder quitarle esa... ¡No!

Segundos después, ella pareció notar que la observaba ya que me miró a los ojos un momento y rápidamente desvió la mirada hacia sus pies.

No lo niego, me confundió su acción, pero aún más su expresión. ¿Por qué tiene esa cara? ¿Estará así por lo que le dije?

Quizá no debí de haber sido tan brusco con mis palabras, quizá debí haberlo dicho con más delicadeza, a lo mejor si lo hubiera dicho de esa manera ella no estaría así, ¿o sí?... Pero, si no le decía eso ella iba a descubrir mis intenciones y no quiero que piense eso de mi o que se lo diga a alguien más. No pienso correr el riesgo.

Tal vez no fue la forma en que lo dije, sino las palabras en sí. Pero..., no creo que le haya gustado la idea de que esté interesado en ella, o quizá sí y también desee lo mismo.

No lo sé, pero ahora quiero averiguarlo.

Me dediqué a conducir y evitar mirarla porque sabía que eso me pondría aun más de lo que ya estaba.

Después de unos minutos de absoluto e incómodo silencio, llegamos a mi casa. Salí del auto para abrirle la puerta, pero ella ya había salido de este también. Me quedo allí mirándole mientras camina hacia la casa, hasta que nuestras miradas se cruzan y ella se detiene mirándome con una expresión confundida, así que digo—: Iba a abrirte la puerta.

—Oh, no es necesario— Dice en un musito que apenas soy capaz de escuchar.

—Claro que no porque ya bajaste tu sola— No pretendo que se entienda como reclamo, pero eso es precisamente lo que se escucha.

Ella no dice nada al respecto, tan solo forma una mueca de disculpa en su boca, volviendo a la expresión que tenía en el auto.

Suelto un suspiro y digo—: No importa— Hago un desdén con la mano para restarle importancia al asunto y no empeorar la situación.

Entramos a la casa y le indiqué que podría dejar sus cosas donde quisiera mientras yo iba al baño. En realidad lo del baño solo fue una excusa ya que quería tranquilizarme para no cometer una estupidez.

Abrí el grifo del lavabo y mojé mi cara con el agua en mis manos. Solté un suspiro pesado y me sostuve del lavabo mientras miraba mi reflejo en el espejo.

Solo espero esta vez pensar con la cabeza y no con la de abajo, aunque se me haga algo difícil esa tarea.

Salí del baño y fui directo a la sala en donde había dejado a Marylise. Cuando entro me encuentro con que ella sigue en el mismo lugar, no se ha movido, y eso me desconcierta, por lo que pregunto—: ¿Está todo bien?— Ella duda unos segundos pero al final asiente con la cabeza—. Ya te dije que puedes dejar tus cosas donde tú quieras— Repito —¿O traerás tu mochila sobre tus hombros todo el rato que estés aquí?— Hablo con elocuencia. Su boca se frunce ligeramente y niega con la cabeza, pero ni siquiera hace el intento por moverse. Creo que lo que le dije la afecto más de lo que creía.

Sí, ayer estaba nerviosa, eso lo podía notar cualquiera, y lo estaba mucho más por las cosas tan sugerentes que le dije; pero ahora lo está mucho más e incluso me atrevo a apostar que también algo afligida, y aun no entiendo por qué.

Al paso de unos segundos sin recibir alguna acción de su parte, bufo y me acerco a ella estirando mi mano en su dirección. Ella me mira confundida a lo que digo—: Dame tu mochila— Ella lo duda un momento, pero finalmente me la entrega. La tomo y la dejo sobre la mesa—. Puedes quitarte la chaqueta si quieres.

Ella se quita la chaqueta y la deja sobre su antebrazo manteniendo su vista baja. Me quedo allí unos segundos esperando a que me la de o la arroje a algún lugar en la habitación, pero no hace nada, solo se queda allí. Espero unos segundos más y no hace nada, es desesperante que no haga nada y solo se quede allí, en silencio.

Me acerco más ella y tomo la chaqueta. Por una fracción de segundo mis manos tocan su brazo y puedo notar como su piel se eriza ante mi contacto. Demonios, es demasiado sensible.

Su reacción me intriga, así que lo hago una vez más pero ahora mi toque se extiende hasta el borde de su camisa y vuelvo hasta su muñeca. Puedo notar como su respiración se acelera un poco, todo su cuerpo se tensa y la piel de su brazo se eriza aún más.

Después de unos segundos ella me mira, en sus ojos y su expresión puedo ver que hay confusión y nerviosismo. Remojo mis labios con mi lengua y noto como ella desvía su mirada hacia estos y traga duro.

Sonrío de medio lado y mejor me alejo de ella para que no se tense aún más de lo que ya está. Me dirijo hacia la mesa y dejo su chaqueta sobre su mochila.

—Bueno, vamos a empezar de una vez— Sugiero para relajar un poco la situación.

Le oigo murmurar un asentimiento y camina hacia la mesa. Retiro la silla para que pueda sentarse y ella musita un "Gracias" con un ligero temblor en su voz, a lo que yo solo sonrió ligeramente y asiento. Me siento a su lado y saco mis cosas de mi mochila.

—¿Qué te enseñaré hoy?— Tartamudea al hablar debido a que aún estaba nerviosa.

—Lo que tú quieras— Murmuro con voz sugerente, pero me arrepiento al instante de haberlo dicho.

Deja de pensar en ella de esa manera, joder; me digo a mí mismo.

Ella abre su boca para decir algo, pero de esta solo salen farfulleos sin sentido alguno. Así que me las ingenio para inventar—: Bueno, tengo que estudiar algo de este libro— Me apresuro a Se lo extiendo y ella lo toma para después comenzar a hojearlo—. Las páginas 152 en adelante creo, no lo sé.

Ella busca la página y comienza a revisar el libro. No puedo evitar sonreír al ver su ceño fruncido en concentración mientras hojea un libro para poder ayudarme a contestar un examen que no tendré. Quizá sus asesorías me sirvan de algo, aunque lo dudo.

—Pero son muchos temas— Habla con desconcierto—. ¿No te dijeron cuales temas exactamente?— Pregunta a lo que yo niego. Apenas y pude inventar el número de la página, no creo que sea capaz de nombrar los temas de un libro que nunca leído. —Bien, entonces..., tendré que enseñarte todo.

¿Por qué tengo una mente tan sucia? Ella no lo dice en ese sentido. ¿O sí?... No, no lo creo. Es demasiado inocente como para pensar en eso.

—Empezaremos con el primer tema— Dice, sacándome de mis cavilaciones—, que mayormente contiene problemas de integración, ¿Sabes cómo hacer una?— Inquiere.

—Con trabajo se sumar y restar, y tú quieres que sepa cómo hacer esa cosa—Digo con diversión en mi tono de voz.

Noto como ella reprime su sonrisa.

— ¿Y derivar?— Pregunta, entrecerrando sus ojos. Niego con la cabeza en respuesta, ésta vez sin mentir ya que no tengo ni idea—. Para integrar tienes que saber derivar, así que tienes que aprender eso primero.

—Para eso te pago— Le digo en broma, a lo que ella me regala una pequeña sonrisa, casi invisible.

Ella me mira a los ojos y su risa se esfuma por completo, desvía su mirada al libro y dice—: Bien, entonces te enseñaré cómo se hace.

No puedo evitar malpensar ante lo que dijo así que enmudezco una risa y digo—: Enséñame todo lo que sabes, pequeña.

Ella me mira por el rabillo del ojo y noto como su boca se curva en una ligera sonrisa. ¿Está sonriendo? ¿Entendió lo que dije? Demonios, espero que no porque no quiero más problemas con eso.

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