Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 10

Estoy mintiendo mucho, yo no soy así, no suelo ocultar o inventar cosas y mucho menos a mis amigos. Tan solo espero que todo esto no se descubra porque no sé cómo terminaran las cosas si eso llegase a pasar.

—Bueno, en ese caso, nos vemos mañana—. Se despidió de mí con un beso en la mejilla dibujando una sonrisa en su boca.

—Nos vemos—. Hablo entrecortada debido a su acción previa. Aun causaba todo esto en mí.

Y fue entonces cuando él siguió su rumbo. Me quedé allí unos segundos, inmóvil, observando la forma en la que Harry me miraba. No necesitaba ser un genio para percatarme que no estaba del todo contento y algo lo molestaba.

Solté un suspiro y me atreví a acercarme al auto mientras él seguía con atención cada uno de mis movimientos. Llegué hasta él colocándome enfrente y esperé a que el hablara o hiciera algo, porque yo no sabía que decir o hacer.

—¿Ya terminaste?—. Pregunta con su voz enronquecida y profunda. Más como una pregunta, se entendió como un reclamo, algo que me confundió.

—¿Eh?—. Pregunto aunque ya había escuchado, solo necesitaba oírlo otra vez para estar más segura del sentido en el que lo dijo.

—¿Ya terminaste de hablar con ese...—. Hizo una pausa. No me pasó desapercibido el tono cáustico con el que dijo "hablar"—, niño?—. Termina su pregunta.

—Es mi amigo—. No quiero que suene a explicación, pero aun así lo hace.

—No te pregunté eso—. Dijo con brusquedad—. Te pregunté si ya terminaste.

Abrí mi boca para hablar, pero de esta solo salió un suspiro tembloroso. Sabía que no debía de haber dicho eso.

Al no recibir respuesta alguna mía, se dispone a abrir la puerta del copiloto antes de ordenar con dureza y determinación—: Sube— Me limito a asentir solo para evadir el asunto y dejarlo atrás.

Entro a su auto y me acomodo en el asiento colocando mi mochila sobre mi regazo. Segundos después el también entra antes de dedicarme una mirada rápida y ordenar en el mismo tono de antes—: Ponte el cinturón— Asentí con la cabeza. No quería que se molestara aún más, así que le obedecí.

Hizo rugir el motor del auto y lo puso en marcha saliendo de allí.

El camino fue tan silencioso, tanto que podía escuchar como mis oídos zumbaban. Tanto que temí que mis pensamientos me volvieran loca.

Quisiera saber por qué está tan molesto, quisiera saber qué es lo que no lo tiene contento. ¿Se molestaría porque estaba hablando con Brent? Bueno, eso sería algo extraño porque no tiene por qué enojarse por ello.

No lo sé, pero la incertidumbre me está matando.

—¿Estas enojado?—. Pregunto de pronto, rompiendo el silencio.

—No—. Masculla.

No estoy muy convencida de que su respuesta haya sido la verdad así que insisto—: ¿Seguro?

—No.

—Si no estás seguro entonces por qué...

—Shh— Me manda a acallar.

Frunzo mi boca y asiento con la cabeza solo porque no tengo nada que decir contra eso.

El silencio volvió, pero esta vez mucho más incómodo que antes. Aun esa pregunta ronda en mi mente y quiero obtener una respuesta, quiero saber si el motivo de su molestia es por mí o es por algo externo.

— ¿Te molesta que hable con él?— Le pregunto, en un musito nervioso.

—No.

— ¿Entonces te pasó algo?— Indago, curiosa.

—Ya deja de preguntarme, ¿quieres?— Me ordena, de forma ruda y en un tono cansino. Yo solo le respondo con una disculpa y me limito a obedecerle, no preguntándole más al respecto.

No lo entiendo. Quiero saber el motivo de su molestia, pero no quiere decirme, quizá sea algo muy personal que no me incumbe y solo lo estoy fastidiando más con mis preguntas. Prefiero quedarme con la duda que seguir molestándolo, tampoco quiero que se enoje más.

Suelto un suspiro largo y me dispongo a observar el camino por la ventanilla del auto para no mirarle a él. Es entonces cuando los pensamientos sobre lo hablado con Dalila invaden mi mente. Con lo que me contó hoy en la mañana solo logró confundirme más, solo logró que la duda se instalara en toda mi mente impidiéndome pensar en otra cosa que no sea en eso. Necesito sacarla de mi cerebro, necesito averiguar qué es lo que pasa porque si no lo hago, no creo que pueda dormir esta noche.

Pero, ¿debería preguntarle a él? ¿debería arriesgarme a preguntarle sobre lo que me dijo Dalila? No lo sé, no sé si debería, menos así como se encuentra. Pero esta duda me está matando, no me deja concentrarme en las clases y no puedo pensar en otra cosa que no sea eso.

Ya no importa, necesito saber qué opina él al respecto, necesito que me conteste, sea lo que sea, ya sea bueno o malo, podrá darme una respuesta.

— ¿Harry?— Su nombre sale de mi boca antes de que pueda detenerlo, y me arrepiento al instante de haberlo pronunciado.

— ¿Qué?— Dice, dándome a entender que me escucha.

No sé si sea buena idea preguntárselo a él, bueno, no sé si todo lo que he hecho y dicho después de haberlo conocido haya sido una buena idea. Solo necesito saberlo, no me importa si esto termina mal.

— ¿Puedo preguntarte algo?— Trato de no sonar ansiosa, pero fracaso en el segundo en que las palabras salen de mi boca.

—Te dije que no más preguntas— Reitera con aspereza en su tono de voz.

—Solo será una— Casi suplico. Suelta un bufido y asiente. No pude evitar ensanchar una sonrisa.

No entiendo por qué sonrío si lo que diré a continuación será tan bochornoso.

Me trago todas mis inseguridades y vacilaciones, e inquiero—: ¿Contestarás con la verdad?

—Eso depende—. Dice sereno, un gran contraste a su voz anterior.

— ¿De qué?—. Pregunto con desconcierto.

—Dijiste que solo una—. Reclama.

—Por favor...— Pido en un musito.

—Está bien—. Resopla. —Depende de que quiera o no—. Habla con altivez.

—Entonces, ¿cómo sabré si dices la verdad o no?

—Con esa ya van tres—. Habla con hastío. Me dedica una mirada rápida y yo le observo suplicante. Pareciera como si se hubiese congelado un momento al verme, algo que, no puedo dudar que me desconcertó un poco. Suelta un suspiro y dice, contestando a mi pregunta—: Tendrás que arriesgarte.

Exhalo pausadamente y digo—: Está bien.

Me estoy acobardando al pensar en todas las respuestas que pueda llegar a decirme.

¿Y si dice que si...?, probablemente saldría huyendo del auto, bueno, soy demasiado cobarde para hacer eso.

¿Y si dice que no...?, sinceramente, no sé cómo me sentiría al respecto.

Ninguna de las dos respuestas posibles me termina de gustar, pero prefiero saberlo de su propia boca antes de inventarme mil y una historias con las posibles respuestas a todas las dudas que me he creado desde que lo conozco.

— ¿Cuál es esa dichosa pregunta entonces?— Su voz hace que salga de mis cavilaciones en un segundo.

Abrí mi boca para hablar pero esta solo producía vocablos sin sentido. No podía ordenar mis pensamientos con mi lengua, lo que me hacía parecer un chimpancé tratando de dialogar.

—No tengo todo el día, dilo ya—. Dice con desgana. Lo intenté una vez más, pero fracasé. Es solo que no sé cómo decirlo de la mejor manera posible—. ¿Vas a hablar o no?— Indaga con hastío, pero no me siento lista para decirlo—. ¡Habla ya!— Me ordena, con voz fuerte.

— ¿Estás interesado en mí?— Solté de golpe, hablé tan rápido que no estoy segura que me haya entendido.

Silencio.

El silencio no es bueno, y menos en una situación así.

Noto como su mandíbula se aprieta y algo de saliva pasa por su garganta. Tenía la vista fija en la carretera, ni siquiera me miró un segundo. No sé si me entendió, pero no me atrevo a preguntar de nuevo, es demasiado vergonzoso, ahora me arrepiento totalmente de haberlo preguntado.

El auto se detiene en un semáforo en rojo y él sigue sin mirarme o decir algo. Sus manos están aferradas al volante y su ceño se frunce ligeramente observando más allá del camino. Solo una vez he visto esa expresión en su rostro, y fue justo anoche cuando le confesé mi edad. Está tan sumido en sus pensamientos, quisiera saber qué es lo que pasa por su mente en este momento.

— ¿H-Harry?—. Pronuncio su nombre y pareciera como si hubiese roto una barrera entre sus profundos pensamientos y la realidad en el momento en que lo hice, ya que soltó un suspiro pausado y me miró.

— ¿A qué te refieres con eso?— Preguntó aún con su ceño fruncido. No me pasó desapercibido el ligero temblor que inundó sus palabras. Abrí mi boca para contestar, pero la cerré segundos después al darme cuenta que no sabía que decir contra eso. —¿A que si estoy interesado en ti como..., mujer?—. Me miró de arriba abajo con detenimiento al decir lo último, lo cual hizo que algo me recorriera el cuerpo, aparte de su mirada.

No sé qué decir ante eso. No pensé que preguntaría algo. Pensé que solo diría que sí o que no, no que me preguntaría cosas que no sé cómo contestar.

—Porque si es así...— Continuó observando el camino, aunque el auto esté quieto—, es ridículo que lo pienses.

Una nueva oleada de humillación y vergüenza me golpea directo en el rostro, así que desvío la mirada de la suya para evitar sentirme más incómoda de lo que me encuentro.

Que estúpida fui, no debí haberle preguntado. Me siento mareada, mi vientre duele, mi pecho me quema y el nudo en mi garganta apenas y me permite respirar bien.

El silencio vuelve con más fuerza que nunca y eso hace que los sentimientos previos se intensifiquen.

El auto comenzó a moverse y yo solo deseaba que el tiempo caminara a un ritmo antinatural para que esto se terminara y poder estar en casa.

—No voy a negarlo, eres muy atractiva...—, Miré por el rabillo del ojo y noté que me miró por un segundo. —Mucho para tu corta edad—. Dijo en un musito para luego soltar un suspiro. Algo pesado se instaló en la boca de mi estómago mientras mis manos se movían temblorosas sobre mi mochila. —Pero no eres mi tipo—. Confesó. —Y aunque lo fueras...— Continuó—, no me interesaría en una niña tan pequeña de ¿cuántos años? ¿doce?—. Preguntó algo a lo que sabía que no buscaba respuestas.

— Quince— Corrijo, en voz baja, casi inaudible.

— Es lo mismo— Contesta, restándole importancia a la cifra—. Aún eres una niña, no soy tan estúpido para interesarme en ti.

Me limito a asentir con la cabeza solo porque no sé qué más hacer o decir ante sus palabras. Me siento tan torpe y minúscula, y eso me incomoda a niveles que ni siquiera yo soy capaz de entender.

No sé cómo sentirme al respecto, no sé si sentirme humillada, decepcionada o estúpida por haber pensado que preguntárselo era una buena idea. Hubiese preferido mil veces quedarme con la duda que recibir estas cantidades tan grandes de vergüenza.

No sé por qué, pero algo dentro de mí, muy al fondo, deseaba que esa respuesta fuese un sí.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.