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Trabajo a tiempo parcial:

Patrick:

El huésped de Villa Philipides ha convencido a mi Señor de dejarle salir una vez por semana. Desafortunadamente me ha tocado realizar el papel de niñera.

Llevamos una hora yendo y viniendo por todo el puto pueblo. Cuando le expliqué que mi señor esperaba que ella regresara a la Villa cargada de compras que incluirían ropas excesivamente caras, se ofendió. En lugar de eso me ha obligado a regresar a la pequeña librería. Pretende gastar los diecinueve mil y tantos euros en libros.

Estoy sorprendido. Otra mujer, cualquiera otra ya habría vaciado la única boutique del pueblo, pero ella no. Sospecho que, además de su increíble parecido con la Hechicera y de que además ella misma es una especie de bruja, éste…comportamiento y forma de pensar diferentes es lo que ejerce tanta atracción sobre mi Señor.

Nada de lo que he visto estas semanas tiene sentido. La chica no es, ni por asomo hermosa y sin embargo mi Señor parece incapaz de quitarle los ojos o las manos de encima. Estar cerca de ambos cada noche durante la cena me pone incómodo y extrañamente excitado. Se respira tal nivel de deseo y tan alta la tensión sexual entre ellos que incluso yo ardo a veces.

—¡Yolie!

Me giro para ver quién es. Ah, la sobrina de Yulia…

Llega junto a la bruja y se abrazan como si fueran amigas de toda la vida. La promiscua y la bruja…menudo par.

—¿Qué haces por aquí? - le echa una mirada rápida a las bolsas que sostengo. - Andas de compras, ya veo. ¿Estás despilfarrándole los millones a tu sugar daddy?

—Si. ¿Se nota?

Ríen como locas. Yolie se seca las lágrimas que le ha provocado reír a carcajadas y entrelazando los brazos se aleja de la librería llevándose a …su amiga.

—En realidad, estaba pensando en comprar una buena cantidad de libros, pero llevármelos de regreso a Cuba sería un problema. ¿Y tú a dónde vas?

—¿Yo? - pregunta la otra chica sorprendida. – Bueno, voy de regreso al orfanato, trabajo allí a tiempo parcial. Soy una de las cuidadoras.

—¿Orfanato? ¿Hay un orfanato aquí en la Isla? - pregunta Yolie.

—Si. No es muy común. Pero de vez en cuando algún pobre inocente pierde a sus padres o es abandonado. Por el momento la institución cuenta con quince niños y niñas entre las edades de uno a dieciséis años.

—Hmmm, que interesante…

—Si quieres puedes acompañarme.

—Me encantaría.

Bueno, orfanato de Santa Eduviges allá vamos.

Kira:

El hombre parece una puta estatua. Es guapísimo, obviamente, incluso las niñas más pequeñas le contemplan con curiosidad, pero no atreven a acercársele. Los niños son otra cosa. Llevan veinte minutos imitando la pose militar de … Patrick. Hasta su nombre hace que se me derritan las tangas.

Ahora los chicos han hecho una apuesta y van a darle todas sus canicas al que de ellos lo importune tanto que lo haga cambiar de postura.

—¿Es siempre así? – me volteo para mirar a Yolie. Lleva diez minutos intentando darle su natilla a Esteban.

—¿Quién? - pregunta distraídamente.

—Tu guardaespaldas. - respondo.

—¿Patrick? - pregunta, secando el mentón embarrado de chocolate del niño. Niego con la cabeza. No tiene ninguna habilidad, pasará mucho trabajo si algún día es madre.

—Si, ese…Patrick.

Yolie me mira y arruga la frente.

—Es siempre… ¿cómo? - pregunta confundida.

Miro por la ventana. Los niños intentan hacerle cosquillas, tironear de su ropa y hasta colgarse de sus brazos.

—Así de serio, de frío y distante. - suspiro. ¡Theos, que hombre! De sólo verle se me calienta la entrepierna.

—Si. Creo que sí. No sé, no le conozco de hace mucho.

Adopto una expresión maliciosa.

—Ah, pero estoy segura que a Kyrios Alexandros sí que le conoces muy bien. ¿Hmm? En sentido bíblico, sobre todo.

Ha terminado con Esteban y éste ha salido huyendo. Le hago cosquillas a Yolie y ríe como gallina culeca.

—Ya, para. Para o me orino. - protesta.

Reímos juntas.

Se acomoda el cabello, que se le ha salido de la goma y suspira.

—Mi…estadía en Villa Philipides es complicada. Hay muchas …cosas entre Alex y yo que simplemente no encajan.

Nos interrumpe un llanto. Miro por la ventana y efectivamente, Melissa, de tres años se ha caído del primer escalón del gallinero. Salgo apresuradamente en dirección de la pequeña, pero se me adelantan.

Patrick la levanta del suelo, le examina la rodilla, no parece sangra a sido solo el susto de la caída. La toma en sus brazos y la consuela, dándole palmaditas suaves en la espalda y susurrándole cosas cariñosas a la niña.

—Tóra, tóra, irémise. Eímai edó. (Ya, ya, tranquila. Estoy aquí)

La trae hacia mí y me la entrega, la pequeña solloza un par de veces y se calma acurrucada contra mi cuello.

Los niños protestan que la caída de Melissa no cuenta, que de ninguna manera van a darle todas sus canicas a una niña. Patrick sonríe divertido y doy un paso atrás.

¡Oh, por las tangas de Afrodita! Un hombre frío y distante es perfecto para una aventura sin compromiso, pero uno que aparente serlo y en realidad tenga un corazón hecho de miel…es extremadamente peligroso.

Patrick:

La bruja es… impredecible. Luego de varias horas de compartir con los pequeños del orfanato me hizo buscar un cajero automático, extraer el dinero y realizar la donación en efectivo del dinero que mi señor había destinado para sus gastos en compras hoy.

Debo decir que más que sorprendido estoy admirado. Sin lugar a dudas esto no lo haría ninguna de las ex amantes de mi Señor, ni siquiera mi Señor, quien tan benévolo y misericordioso se muestra a veces.

Es posible, que no haya hecho tal acto de bondad impulsada por verdaderas intenciones altruistas, sino por un deseo de contradecir a mi Señor, pero no importa. Con ésta obra de caridad, se ha ganado mis respetos.

La otra muchacha es un poco más problemática… estuvo todo el tiempo poderosamente excitada. El aroma de su deseo era fuerte y evidente, al principio creí que la humedad entre sus piernas se debía a su interacción con la bruja.

Pensé que tal vez, la morena ejercía ese efecto en todos los que entraban en contacto con ella o que la otra chica era de esas mujeres que se sienten atraídas por personas de su mismo sexo. Pero no.

Comprobé que me dirigía miradas cargadas de curiosidad y anhelo cuando creía que yo no estaba mirando. Esto es…esperable. Soy bastante bien parecido después de todo, y la muchacha tiene fama de libertina.

Tuve su celular por tres horas y no cesaban de llamarla hombres. Bueno, realmente no me importa.

Hemos regresado a la Villa y me dirijo al despacho en busca de mi Señor. Imagino que montará en cólera cuando le cuente lo que la bruja hizo con su dinero.

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