Capítulo 16: El secreto de su superior
Hacía muy buen tiempo hoy. El sol cálido se desparramaba suavemente sobre la oficina a través de la ventana, creando un ambiente muy cómodo. Mateo, sosteniendo una taza de té en la mano, se apoyaba elegantemente contra el alféizar mientras miraba en silencio con afecto y algo de preocupación a Catalina, quien estaba atendiendo su frente herida.
Cuando él se encontró con ella por primera vez en la feria de trabajos, se quedó atraído por sus ojos claros y lindos, pero en ese momento, Isaac todavía era su novio.
Más tarde, Isaac le puso los cuernos enrollándose con María Tamayo y todos de la oficina, incluido Mateo, sintieron mucha lástima e injusticia por Catalina. Pero aparte de eso, como jefe del departamento, no pudo hacer nada más para ella. No quería ni se atrevía a confesar sus sentimientos por ella cuando estaba más angustiada, porque tal acto inoportuno posiblemente le causaría más dolor y molestias a Catalina y también afectaría la relación entre ella y él mismo en el trabajo.
El tiempo es la mejor cura para las heridas. Ahora parecía que Catalina ya se había recuperado de la angustia de ser traicionada por Isaac y Mateo también estaba aún más seguro de sus propios sentimientos por ella, por eso pensaba que ya era la hora de hacer algo.
La frente de Catalina se volvió un poco hinchada por haber chocado pesadamente contra la puerta y ella sentía mucho dolor. Aunque había dicho repetidamente que estaba bien, Mateo sabía que no era así al verla a fruncir el ceño en su silla.
El asistente Orlando se sentía muy culpable por haber dejado a Catalina herida, por lo que se disculpó varias veces con ella y le compró ungüento medicinal para la hinchazón y tiritas e incluso prometió preparar el almuerzo para ella durante una semana como compensa.
—Orlando, eres demasiado descuidado, ¿eh? ¿Cómo Caty puede encontrar novio si le queda una cicatriz en la frente? —Florencia dijo bromeando a un lado.
Orlando respondió descaradamente:
—Si es así, ¡pues seré responsable de Caty!
Todos en la oficina se rieron al oír su respuesta.
Florencia le refutó:
—¿Qué? ¿Quieres ser el novio de nuestra Caty guapa? ¡Estás soñando a despierto!
Catalina se puso bien la pomada y la curita en la herida y dijo:
—Florencia, no bromees más. Estoy bien y la herida no es nada grave. Orlando no hace falta que te sientes culpable.
Orlando aprovechó esta ocasión y dijo seriamente:
—Caty, para expresar mis disculpas, te acompañaré de vuelta a casa hoy, ¿vale?
Al ver que este habló con un tono tan serio, Catalina se quedó un poco avergonzada y buscó casualmente una excusa diciendo:
—Gracias, pero después de salir de trabajo, Florencia y yo iremos de compras.
Como su amiga, Florencia entendió al instante que ir de compras solo era un pretexto para rechazar a Orlando, asintió varias veces con la cabeza y dijo:
—Sí, sí, he quedado con Caty hoy.
Orlando solo pudo abandonar la idea y se fue a ocuparse en el trabajo.
***
El escándalo de la Empresa Unidos produjo gran sensación en toda la Ciudad Tando y todas las partes prestaba mucha atención a este incidente. La tragedia en el ejercicio militar se debió a la mala calidad de los equipamientos militares que suministraba la Empresa Unidos al ejército, lo cual implicaba que había una grave corrupción interna de los oficiales de rango alto en el ejército.
Emanuel, como el director del regimiento, sin duda alguna, era el principal sospechoso de la investigación.
En el aparcamiento, Mateo llamó a Emanuel mientras conducía lentamente:
—Manu, ¿está todo bien? No hemos podido ponernos en contacto contigo durante tres días enteros. Todos estamos muy preocupados por ti.
—Estoy todo bien. La investigación casi ha terminado. Iván Beldad se ha entregado a la policía —dijo Emanuel con un tono bastante pesado.
—¿El subdirector Beldad? Por Dios, realmente no esperaba que fuera tan atrevido que se confabuló con el exterior y obtuvo ganancias personales de suministros militares.
—Sí, tampoco yo esperaba que la culpable fuera él. Ha estado en el ejército durante 20 años y siempre nos ha dado una impresión bastante buena.
—Me alivio mientras estés bien. Hoy casi establecemos la cooperación con la Empresa Unidos, afortunadamente no se firmó el contrato al final.
Tan pronto como Mateo salió conduciendo del estacionamiento subterráneo, vio a Catalina caminando en la acera, por eso se apresuró a decir a su amigo:
—Manu, ahora tengo algo que hacer y tengo que colgar ya. Podemos salir a beber una copa cuando estás libre.
—Bueno.
