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Capítulo 12 - Ella me desconcierta - mduno

Bajé a desayunar después de la faena que tuve anoche con Brenda, me tocó callarla con un cero de más en su paga y hasta ahí le llegó su histeria por el encontrón con Verónica. Lo bueno fue que al ponerse «digna», pude dominarla, fue una gran sumisa.

Se dejó tratar con más fuerza y le metí de cuanto juguete me antojé. Eso fue maravilloso para mi pervertida necesidad. Luego le dije a Cebolla que la sacara, no quiero ver su vagina un día más y nunca más, su escena no se la pasaré por alto.

Debía decirle a Rata que no la dejen entrar a ninguna de las haciendas y a Guillermo que no la llame para ninguno de mis eventos. Ana puso el desayuno, mi mano derecha esperaba como siempre con el itinerario del día.

Me senté, mordí una manzana verde, eran unos deliciosos huevos rancheros, dejó una cesta de pan y una taza de chocolate, comenzó a servir diez platos, a los minutos se sentó Cebolla del lado izquierdo.

—El trabajo quedó en un taxi rumbo al aeropuerto. —afirmé.

En el derecho se encontraba Rata, luego pasaron al comedor, Mojón, el Negro, Churrusco, Cereza, Culebra, Rasca Culo, Cuchilla y Podrido, a todos nos sirvió lo mismo en el desayuno.

—Patrón.

Habló Rata, desde hace unos días me analiza don ojo de águila. Él sabe que estaba haciendo cosas fuera de lo normal y ni yo sé por qué las he hecho.

» ¿Usted cree qué es confiable?

Dejó las cartas traducidas de ayer en la mesa, se ha quién se refiere. Lo miré por unos minutos, luego a los muchachos, como si entendieran, cada uno se concentró en su plato.

—No pertenece a nuestro gremio, ni es prepago. Además, no nos delató en la reunión de Juan. Pero si quieres, le pagamos y así le cerramos el pico.

—Patrón, la vieja ya conoce algunas rutas, eso no es bueno. —Tenía razón, era un peligro.

—Hablaré con ella. Ahora desayunemos.

El saber que tenía una razón para volverle hablar, me agradó. Después del desayuno se levantaron de la mesa a realizar sus labores. Leí un par de artículos interesantes del periódico, tomé otra manzana, ya era momento de regresar y debía cambiarme.

Simón se quedó un rato más entretenido en su computador. Al ingresar a la sala, venía Verónica y desde que la conozco se me tensaron las entrañas por dentro, sonrió de una forma tan inocente.

—¿Qué haces aquí?

Levantó sus perfectas cejas, metió las manos en los bolsillos de su ancho pantalón. Se vestía con ropa suelta y cubierta, las veces que la he visto en fiestas no muestra más piel de la necesaria, siempre viste cubierta. Dejaba entrever que posee curvas.

—Hola, ¡buenos días!, ¿cómo amaneciste? Yo estoy bien, ¡gracias!

Suspiré profundo, sé que fui descortés y no tengo por qué disculparme, ¡Jamás lo he hecho! Me limité a verla, crucé de brazos en señal de «habla pronto, no tengo tiempo.» Noté su nerviosismo, suspiró.

» No es buen momento, ¿cierto? No quiero molestar, yo nada más vine a invitarte al concierto de Marc Anthony, es mañana en el estadio... —no era mi intención, pero me reí, su rostro se tornó roja y miró al piso.

—Verónica, ¡¿sabes la tontería que dices?!

El rojo en su rostro se intensificó, por un instante pensé que se ahogaría. Lo siento por ella, fue una tonta al invitarme a mí a eso. Veo que esta mujer se montó en una película bien grande.

—Se dice: no puedo, gracias por la invitación, por ahora tengo ocupaciones inaplazables, mejor lo dejamos para otra ocasión. ¡Tu actitud no es la manera correcta, Roland!

Sentí rabia, mordí una vez más la manzana que tenía en la mano, para aparentar indiferencia. Ella me ponía nervioso, no sabía qué hacer ante la situación desplegada entre nosotros.

Yo lo único que buscaba era meterla en mi puta cama e introducirle mi verga las veces que me diera la gana, por esos tres orificios que tiene para brindarme placer. No me interesaba de ninguna otra manera y, aun así, ¿por qué no me gustó ver esa mirada hacia mí?

—Perdona… pero el hecho de que ayer te llevara a tu casa no fue con la intención de que pensaras que tenemos una relación de conocernos. —Le expliqué también con mis manos, volvió a mirarme de esa manera…— Esas maricadas no me interesan.

Me arrepentí al verla a los ojos, era un libro abierto, esta vieja y sentía incomodidad, lograba hacerme transmitir sus sentimientos. Como esa noche al ver su miedo. ¿Desde cuándo me importaba el estado de ánimo de una vieja? ¿Qué mierda me pasa?

—Habíamos quedado de ser amigos, ayer… —habló en susurro, se mordió el labio interno. ¡Qué mierda!, ¿ahora se pondrá a llorar?, las viejas sí qué lloran a toda hora.

—Tu concepto de amigos al mío es muy distinto, Verónica. —mis palabras eran lo que quería decirle, pero me supieron a ácido, era mejor alejarla. El capricho de comérmela se me pasará con diez mujeres más.

» Aclaremos algo niña, no me interesas para nada más que meterte en mi cama. Si eres materia disponible, sube.

Le señalé las escaleras, si las miradas mataran, ya Rata estaría asesinándola. Se le humedecieron los ojos de nuevo y se dio media vuelta. Ese acto carcomió mis entrañas, no le presté atención a mi cuerpo, por eso decidí rematar la conversación, ¡al estilo glorioso de Roland Sandoval!

» Piénsalo, te puedo hacer disfrutar una hora. ¡Créeme, ganarás dinero! —Se apartó las lágrimas de sus ojos, ¡mierda!, ¿estaba llorando? Se giró.

—¡Don Roland!

Era la primera vez que me llamaba con ese apelativo y viniendo de ella no me gustó. Escucharla llamarme por mi nombre fue agradable viniendo de su boca, como también imagino otra cosa entre esos labios.

Al cruzar nuestras miradas vi en ella tanta… ¿Decepción?, Rata se detuvo en la entrada de la sala y escuchó lo que Verónica comenzó a decir.

» ¡No tengo precio! ¡Qué le quede bien claro en su cabeza! Mi valor es algo a lo que usted se encuentra años luz. Yo valgo amor, protección, caricias, atenciones, que me entreguen el alma y la vida con la esperanza de cuidarlo y protegerlo de formas, ¡qué ni se imagina! —alzó la voz, era una cátedra, su retahíla.

» ¡Yo necesito a una persona que se quede en mi cama para amanecer todos los días! ¡Debo ser única en ese aspecto para el hombre, no merezco nada por debajo a eso, debo ser lo único importante en su vida después del Creador! Y como usted no ofrece eso, ¡jamás se acostará conmigo!, a diferencia suya que es un repartidor de placer, yo soy mujer de un solo hombre.

Intenté no reírme, la verdad lo intenté, pero no pude, eso nadie se lo cree. Apreté la mandíbula para no soltar una carcajada, pero fue imposible. Acepto que no se acueste por dinero, pero ha tenido que acostarse con alguno de sus novios, pasó la otra noche con su actual pareja y fue novia de Juan por casi cuatro años. Era una mentirosa. La carcajada la enojó aún más.

—Sí, tienes razón, yo nunca daré eso.

Volví a morder la manzana una vez más, le ofrecí una mirada sarcástica, hasta me dieron ganas de reírme de nuevo. Lo extraño era la rara sensación en la boca del estómago, traté de disimularlo, pero en los últimos días me pasa con frecuencia. Visitaré al médico para que me recete algún medicamento, debo sufrir de gastritis o alguna vaina, debo tener.

—Mi intención era entablar una amistad, por lo poco analizado en usted, me di cuenta de que le gusta escuchar la música de Marc Anthony y pensé en invitarte, eso era todo.

—Sí que eres…

—¡Cállate!

Resultó mandona la niña, a mí nadie me grita y ha quedado con vida. ¡Qué mierda se cree esta vieja!

» No se preocupe, espero sea la última vez en pedirme que me acueste con usted. No le permitiré una ofenda de nuevo. —¿Estaba retándome?

—Todos tenemos un precio, tú no eres la excepción. Y tienes una oportunidad para largarte de aquí…

No era necesario terminar con la amenaza. Sus ojos cambiaron y la tristeza en ella jodió más mi extraña manera de comportarle con ella. Le señalé la puerta, era solo una vieja. Alzó la frente, volvimos a cruzar la mirada… La manzana en mi estómago se convirtió en una bomba de ácido.

No pude sostenerle la mirada, di la vuelta y me encontré con la de Rata completamente, desconcertado. Yo nunca le bajaba la mirada a nadie. Con este acto le daba a entender lo que por días viene sospechando. Ella giró sobre sus talones y se retiró. Esperé a que cerrara la puerta… Bueno, ¡tiró la puerta!

—¡Quién se cree esa zorra! —tiré el resto de manzana contra la pared.

—Alguien importante en su vida, aunque no lo acepte. —miré a Simón. Alzó su mano para callarme—. Es la única qué ha logrado que usted a última hora cambie los planes de seguridad, la única qué ha logrado meterlo en una discoteca y fue en dos ocasiones, la única con la que lo he visto bailar sin ser una profesora… —Lo acribillé con verlo, le indiqué con la mirada «no te pases de la raya.»

—Quería demostrarte que anda con tipos.

—¡No cuenta su mejor amigo marica! —caminé hasta donde él y me puse en frente.

—El tipo con el que durmió, ¿es marica? —La acides disminuyó un poco.

—Y los otros cuatro son compañeros de estudio, rara vez salen.

No me mentiría, era mi jefe de seguridad y amigo. Si lo dice era porque ya lo había investigado a fondo. Rata era el único quien se atrevía a enfrentarse a mí. Fue quién me enseñó a pelear, también era mi hermano, mi pana y aun así mantenía su rango de inferioridad, él y el resto de mi cercano equipo. Todos respetan mi autoridad.

—¿Qué apostamos? Te comprobaré mi teoría, ella no es una puta, pero si debe de tener a alguien con quien desquitarse la soledad vaginal.

—Le apuesto la cabaña de Coveñas a que irá con su amigo marica o su amiga Lorena.

—Si te gano —sonreí—. Me pagas diez millones de dólares.

—¡¿Quiere arruinarme?! —Se cruzó de brazos, meditó un segundo—. Trato hecho, de paso me da los tres meses por las vacaciones vencidas y me envía una mujer diferente cada semana.

—Estás muy seguro, te quedarás sin ahorros, Simón. —Le dije riéndome.

—Usted se quedará sin la cabaña que construyó para meditar. Compraré las boletas y me aseguraré de quedar en un lugar asequible.

—¿Cómo sabrás donde se ubicará?

—¿Cuándo no hago bien mi trabajo, Patrón?

Rata se dirigió al estudio donde tiene sus equipos de inteligencia. Era mi segundo al mando, un gran amigo y en ocasiones toma el papel de hermano. Solo a él le confió mi vida, bueno a él, a Cebolla y al buen equipo de seguridad que tengo, ellos son los mejores, hemos entrenado para ser lo que somos en este momento.

En efecto, consiguió las mejores entradas. Nos ubicamos en un lugar privilegiado, con dinero se consigue todo, era el activo para conseguir los objetivos. Según Rata, Verónica tenía boletas VIP.

No la había visto hasta que pasaron varias canciones del anfitrión del concierto y al hacerlo cantaba a pulmón herido «A quien quiero mentirle.» Irónica canción. Se me revolvieron las entrañas al darme cuenta de que perdí la cabaña nueva, ella se encontraba sola, ni siquiera con Raúl. Absolutamente sola. ¿Era tonta?, Simón la había visto al seguir la trayectoria de mi vista.

El reflejo de las luces resaltaba el color castaño claro de su cabello, vestía demasiado sencilla, ocultando los rasgos de una linda figura y como dijo hace unos días, curvas naturales. ¿Cómo puede una persona asistir a un concierto sin compañía? ¿Por qué ella me sorprende siempre? ¿Qué era lo que quiero probar? En el fondo sentí tranquilidad y al mismo tiempo felicidad al verla sola. ¿Por qué me inquietas tanto Verónica Vásquez?

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