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Capítulo 4

Carolina

- Cuando esté con mis amigos abajo, no quiero que bajéis con los niños, porque sus gritos y risas estorbarán -nos miró a los tres sentados en el suelo de la habitación- Y no les enseñéis a mis hijos lo que es la gente pobre, no quiero que se sienten en el suelo, levantaos -hizo un gesto- Vamos, levantaos con ellos.

- Está bien, señora Thamara, no voy a jugar más así con ellos, lo siento - pero me gustaría saltarle al cuello a esa bruja.

- Menos mal, o ya sabes dónde vas - miró los juguetes de la habitación - ¿Te falta algún juguete para ellos? - Quería decir que te falta la atención de tu madre, pero me callé - Algo nuevo han sacado que no he visto, iré a la peluquería y luego al centro comercial a comprarlo.

- No me lo imagino, aquí hay muchos juguetes -y señalé el dormitorio.

- No quiero quedarme fuera de las noticias y que los hijos de mis amigos ganen antes que los míos, al fin y al cabo, papá trabaja para ellos y yo tengo todo lo mejor, ¿no Thomas -se llevó la mano para jugar con el niño y éste se acurrucó en mi regazo- Bueno, me voy y no sé a qué hora volveré, cuídalos bien, al fin y al cabo, te pagan por esto -y salió de la habitación haciendo sonar sus tacones y ese momento fue la única vez desde que empecé a trabajar que expresó algo hacia sus hijos.

Había pasado una semana en mi nuevo trabajo, Luna ya jugaba conmigo y se sentía a gusto y Thomas era el bebé más feliz que había visto nunca, a veces pienso que si la señora Thamara me despide cuánto echaré de menos a los dos. Hablando de la madre de los bebés, casi nunca la veo, siempre está en algún evento, una reunión social con sus amigos o en una fiesta, pero nunca con sus hijos. Rara vez viene a la habitación a verlos.

Tu Fernando, el tío de los niños, vive aquí en la casa y los dos mantienen algún tipo de intimidad que todos desconocen o ante la que todos cierran los ojos y fingen no ver. La tía Ivone dice que alguna vez ha visto algo de afecto entre los dos, pero que no me entrometa. El Sr. Pedro trabaja todo el día y sólo llega a casa por la noche y corre a ver a los niños.

- Tía Carol, me gustas mucho, ¿sabes? -me dice Luna.

- Yo también te quiero, cariño.

- Tía Carol, no te vas a quedar aquí con nosotros mucho tiempo, ¿sabes?

- ¿Por qué ha dicho algo tu madre? - Abrí los ojos de par en par- ¿Me va a echar? ¿Va a echarme?

- No - sonríe, cómo una niña de este tamaño puede tener tanta inteligencia - Será por otra cosa, pero que sepas que los dos te queremos, Thomas y yo, y que estaremos bien.

- Jesús Luna, deja de decir esas cosas, me estás asustando niña - le hago cosquillas - Voy a hacer todo lo posible para quedarme aquí contigo un tiempo - de hecho, también necesito pagar las cuentas.

Lo que ha dicho me desconcierta, porque no me pueden despedir, no ahora que he perdido mi casa y el poco dinero que conseguí con la venta de las casas de mi padre lo he guardado para poder mantenerme y comprarme una casita más adelante. ¿Ha oído algo de que me han despedido?

El padre de los niños llegó por la noche antes de cenar y subió a verlos, la señora Thamara aún no había llegado de la peluquería o de donde fuera, confieso que me estoy agotando, sé que el sueldo es estupendo, pero estoy muy cansada. Amo a los niños, pero me estoy agotando.

- Carolina, nos vamos de viaje y me gustaría llevar a los niños con nosotros.

- Está bien, Pedro, sólo avísame el día que quieres empacar sus cosas.

- ¿Tienes pasaporte? - me pregunta.

- No tengo, nunca he estado en el extranjero -le digo la verdad.

- Mi amor, crees que la gente pobre sale del país, claro que no tendrá pasaporte - la bruja aparece en la puerta de la habitación de los niños con el pelo peinado y un maquillaje perfecto.

- Estás preciosa, cariño -intenta besarla, pero ella lo aparta, diciendo que se le estropeará el maquillaje y él se enfada- Mucha gente de clase media está visitando otros países, cariño -me mira- Carolina, le diré a mi secretaria que te organice todo, haz las maletas y prepáralo todo.

- Cariño, voy a salir a cenar con mis amigas - dice la señora Thamara y a él no parece gustarle, pero ella no le hace caso - No sé cuándo volveré, sólo he venido a cambiarme - se acerca a él y roza sus labios con los de él y se marcha rápidamente sin que él abra la boca para preguntar.

- Estaré en el despacho, Carolina -y se fue, y oí el ruido de su coche saliendo por la puerta de la mansión, pobre señor Pedro.

Los niños se fueron a dormir, encendí el vigilabebés y bajé a mi habitación. Habían contratado a otra chica para que se quedara con ellos por la noche y así yo pudiera dormir, ya que al día siguiente tenía que trabajar todo el día. Y con este viaje no tendría la semana libre. Pero estoy contenta, podré ver otro lugar del mundo que nunca podría hacer con mi propio dinero.

Miré por la ventana y la luna era tan bonita, tan redonda y grande, iluminando el cielo azul lleno de estrellas. Parecía un cuadro pintado a mano y parecía hechizarnos con su belleza. Decidí dar un paseo por el jardín, me puse un vestido suelto y cómodo, el viento me azotó el pelo y respiré hondo, oliendo las rosas del jardín.

- Las rosas dejan un aroma y además nos proporcionan un bello paisaje - la voz detrás de mí me sobresaltó.

- Señor Pedro, me ha asustado - me llevé la mano al pecho después del susto que me había llevado.

- Lo siento no era mi intención - suspira - necesitaba tomarme un respiro y miré por la ventana y la luna estaba tan bonita, que decidí venir aquí a verla más de cerca.

- También he visto lo bonita que estaba hoy y he venido a mirarla.

- ¿Está la otra niñera con los niños?

- Sí, pero me he traído el vigilabebés por si lloran y la niña se pone rara.

- Mis hijos se han encariñado contigo -llevaba una botella de vino y una copa que no había visto antes- Les das más atención y cariño que su propia madre.

- Los quiero y los cuido como si fueran míos.

- Ya veo - se molestó - ¿Quieres un vaso de vino?

- No puedo beberme a tu Pedro.

- Tómate un vaso, estás fuera de servicio y yo soy tu jefe, no voy a pelearme contigo.

- Pero a la Sra. Thamara podría no gustarle y realmente necesito mi trabajo.

- La señora Thamara no estará aquí ahora, cuando sale con sus amigas sólo llega de madrugada - esbozó una media sonrisa.

Me sirvió un vaso de vino y bebió un sorbo, y empezamos a hablar de Thamara, de lo frustrado que se sintió cuando se enteró de que estaba embarazada, de que los dos estaban separados y ella apareció embarazada. Parecía que ya había estado bebiendo antes de venir al jardín, porque hablaba sin parar y me contaba toda su historia e incluso sus miedos con cada sorbo que daba a la botella.

Miedos a que ella le dejara y se llevara a los niños, para que él cumpliera todas sus órdenes. Y que tenía mucho dinero y no era feliz, que quería a su mujer, pero ella no le quería a él y sabía que sólo quería el dinero que él tenía. Tras unos sorbos más, confesó que sabía que Thamara tenía un amante, pero que no había averiguado quién era y que ahora mismo sospechaba que estaba con él. Y el pensamiento que le vino a la mente fue el de su hermano Fernando.

El señor Pedro estaba muy borracho, y yo también estaba colocado, no estaba acostumbrado a beber y acabé tomando dos copas de vino y mareándome un poco. Y mi jefe estaba cada vez más cerca de mí.

- Carolina, qué guapa estás - me pasaba los dedos por la cara.

- Imagínate, estoy preciosa - me levanté y para mi sorpresa él también se levantó - Creo que voy a entrar, mañana tengo que madrugar para cuidar a los niños.

- ¿No quieres tomar otra botella de vino conmigo?

- Creo que no, tu Pedro - entonces me acordé de la tía Ivone y de que debía mantener las distancias con mi jefe - Voy a entrar, tu Pedro, perdona.

- Quédate un poco más - me coge de la mano para que no me vaya.

- Seu Pedro - no consigo terminar la frase.

Se acerca a mí y se queda cerca, muy cerca y su mano sujeta mi cara y sus ojos se encuentran con los míos, su respiración se hace pesada, pone su frente contra la mía y si me quedo aquí va a pasar algo que me puede dejar sin trabajo mañana, mi mente grita que mi cuerpo salga de sus brazos, su mente parece que también lucha con él y antes de que pase algo que nos haga daño lo empujo y salgo corriendo hacia mi habitación.

- ¿No miras por dónde vas, niña? - La señora Thamara se queda mirándome después de que la golpeara y casi la derribara - ¿Has visto algún fantasma?

- Estaba fuera y fui a por ella - pensé en qué decir, porque casi nos pilla - Estaba cogiendo algo mío y me da miedo la oscuridad, por eso vine corriendo.

- ¿Miedo a la oscuridad? ¿Cuántos años tienes, niña? - me mira de arriba abajo - Vete a tu cuarto, que es tarde y tienes que madrugar - Empiezo a caminar por la cocina hacia el pasillo de la servidumbre - ¿Has visto a mi marido, Carolina?

- ¿Has visto a mi marido, Carolina?

- ¿Hay otra Carolina aquí?

- No lo he visto, no he visto a nadie - pero me paralizo al oír la pregunta y digo rápidamente - Me voy a mi habitación, buenas noches - y camino lo más rápido que puedo.

Al llegar a mi habitación, cierro la puerta y me apoyo en ella, pensando en lo que casi había hecho en el casi beso y a qué hora había llegado esa mujer que no escuché el ruido de su coche, me pregunto si estaba tan adormecida que no lo escuché. Nunca más me acercaré al señor Pedro, nunca más

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