Capítulo N° 6 Las Amantes
Nahim aparece en el cuarto con la bandeja y la coloca sobre la mesita de noche y se le acerca a Dorian. Ella luce hermosa allí dormida y él la contempla y se acerca más aun, para acariciarle la mejilla y darle un beso en los labios con delicadeza, pero con pasión reprimida.
Ella despierta abriendo sus lindos ojos azules como el mar profundo, y se encuentra con una dulce sonrisa de su esposo, que le toma su mano y se la lleva a los labios para besarla.
—¡Hola mi amor! Mira, te traje comida porque no hemos desayunado y ya es demasiado tarde, levántate para que pruebes algo rico que preparé para ti, y sé que te va a gustar, anda acompáñame. ¿Sí?
Dorian moría de hambre, así que se levanta y se sienta al borde de la cama y se dispone a comer. Y claro que sí le gusta lo que ha preparado Nahim, está muy rico, pero no le dirá nada, ni las gracias porque no tiene deseos de hablar con él.
Al terminar de comer, Nahim recoge la bandeja y viéndola a ella le indica que no se demora, que ya viene para que hablen. Y así lo hizo, dejó la bandeja en el lavaplatos y se regresó a la alcoba. Dorian estaba intentando ver algo en la televisión y la apaga, para no pasar por descortés.
Nahim se le acerca poco a poco y ella se incorpora quedando sentada a un lado de la cama y él aprovecha para ubicarse muy cerca de ella, tratando de robarle un beso pero ella lo esquiva y le dice:
—¡No! No quiero que me beses, no quiero que me toques y mucho menos, que me hagas el amor.
—¡Perdóname, por favor! —y se arrodilla para que ella tenga piedad y lo perdone, porque ahora sí que está asustado y arrepentido de lo que le hizo, y se siente furioso con él mismo, pero ya no puede volver atrás. Le toca ingeniárselas para lograr su perdón.
—Levántate, Nahim. Con eso no vas a lograr nada, me escuchas, ¡nada! —se levanta, sale del cuarto y se dirige hacia el jardín, donde se encuentran las flores perfumadas. Allí se derrumba a llorar; está luchando contra ese amor y deseo de ser suya.
Son las once y media de la mañana, aproximadamente. Tocan la puerta de la oficina de Juan Luis Arismendi y él ordena unos documentos que está revisando y los coloca en unas carpetas sobre su escritorio y pide a la persona que pase. Acto seguido entra un personaje con cara de investigador privado, el mismo que estuvo recogiendo evidencias del comportamiento de Nahim frente a la iglesia, justo antes de casarse.
Juan Luis se levanta de su asiento y se dan un apretón de manos, mientras se saludan y le pide que se siente.
—Gracias, Lorenzo por acudir a mi llamado.
—Aquí estoy, usted me dirá para qué soy bueno.
—Necesito que me ayudes a encontrar a una joven, de la que solo tengo su nombre, no sé dónde vive, no tengo foto de ella; pero lo que sí sé, es que acaba de graduarse de periodista, que le gusta caminar, trotar y ejercitarse. ¡Y que es una preciosura de mujer!
—Okey, de acuerdo, deme su nombre y ¿le puedo hacer una pregunta? ¿Por qué la busca, es algún familiar, su novia, una amiga o enemiga?
—¡No! Podría decirte que es una amiga, pero en realidad, ni yo mismo lo sé; es que la quiero un montón y se desapareció, no he vuelto a verla. Ya van como diez días que no se de ella y estoy a punto de volverme loco, porque no tengo ni la menor idea de lo que pueda haberle sucedido. Su nombre es Dorian, no sé su apellido.
—¡Aja! Pero dígame donde la conoció, si sabe que lugares frecuenta, si conoce alguien que tenga tratos con ella y algún otro detalle que pueda ayudar a dar con su paradero.
—Solo sé que trotaba y se ejercitaba en la placita ubicada en el “Nidal”, aquí cerca al sur. Allí acostumbro yo a hacer lo mismo porque es un lugar muy tranquilo y con mucha naturaleza. La conocí y empecé a tratarla durante unos seis meses, y de repente desaparece y no sé nada de ella.
—¿Discutieron?
—¡No! Nunca, ella es tan adorable que pienso que jamás ha tenido contratiempo con alguien. ¡Búscala y tráela a mí!
Nahim se levanta de donde Dorian lo dejó arrodillado, y decide salir de casa. Toma las llaves del coche que están sobre el tocador y se dirige hacia el garaje, se monta en el auto y se va a toda velocidad, sin despedirse, toma la vía hacia el centro en busca de la tasca de los padres de Sofía.
Se siente despreciado, y aturdido sin saber cómo manejar la situación, va en busca de Sofía. Llega y estaciona para entrar a la tasca y lo primeo que ve es a Sofía. Ella corre a su encuentro y lo abraza colgándose de su cuello y se besan apasionadamente.
—¡Mi amor, viniste! ¿Qué sucedió? ¿Tanta falta te hago que dejaste abandonada a tu esposita a tres días de casados?
—¡Ya cállate, por favor! Te necesito y punto. ¡Vamos a mi departamento!
—¡Si, si, está bien, vámonos!
Llegan al departamento desesperados rasgándose las ropas, mientras se besan y se acarician. Nahim la levanta para llevarla a la cama, pero antes cierra la puerta de la entrada con el pie; la deja en la cama y termina de desvestirse y se lanza sobre ella, hambriento de sexo.
Toma unas trenzas atadas a ambos extremos de la cabecera y le sujeta las muñecas, y continua con caricias y besos, lame sus pezones, mientras tanto Sofía se retuerce de placer. Continua besándola en su recorrido hacia el ”monte de venus”. Al llegar a ese punto, le abre las piernas violentamente y de igual manera la penetra y descarga su frustración en ella.
Dorian se levanta de su meditación y va a la cocina, necesita alimentarse, se siente débil por tantas emociones vividas en los últimos días. Se pregunta dónde estará Nahim, tiene mucho tiempo que salió y no ha regresado.
Prepara comida para dos y se acuerda de Deby, busca la bolsa de alimento para caninos y le llena su taza y va a llevársela, mientras come lo mima pasándole las manos en su pelaje y le habla como si fuera un bebe. Le cambia el agua y se regresa a comer sola, porque ya no puede esperar por Nahim.
Termina de comer, lava los platos y se va hacia sus aposentos a descansar. Toma una ducha con agua caliente, se coloca un camisón y se acuesta.
Nahim regresa a Sofía con sus padres en la tasca. Ella está enojada porque él fue demasiado rudo, más que en ocasiones anteriores, y así se lo hace saber:
—Fuiste muy rudo conmigo, yo no te he hecho nada; en todo caso, debes desquitarte con tu mujer. —se baja del coche sin despedirse.
Nahim toma el teléfono y llama a otra de las chicas de su agencia. — Hola, Irene ¿Cómo estás? Quiero verte, ¿dónde te busco para que vamos a mi departamento?
—Lo siento Nahim, ya no puedo estar contigo. Tengo novio, lo quiero mucho y lo respeto. Es tu cuñado Camilo.
Nahim tranca la llamada y lleno de ira golpea fuertemente el volante del coche. —Ese maldito, como se atreve a meterse con mis chicas. Pero esta me la paga. ¡Ya se me ocurrirá cómo!
Continua su marcha mientras contacta con otra de las modelos. —Buenas tardes, Mariana. Soy Nahim ¿Te acuerdas de mí? — Le pregunta de manera sarcástica. — Mira, ya sé que no nos vemos desde hace algún tiempo, pero no he dejado de pensar en ti. ¿Será que te busco para que recordemos esos bellos momentos?
—¡Oh! Nahim, mi amor platónico de siempre. Por supuesto, ven a buscarme, donde siempre, ven pronto que ardo de deseo.
Nahim se apresura a llegar al lugar donde acostumbraba a recogerla, se besan, se abrazan con emoción, porque tienen los recuerdos de aquellos momentos vividos, adheridos a la piel. Se dirigen a su departamento y entran como tromba, cierran la puerta y él empieza a desvestirla lentamente, a la vez que la besa, la acaricia en el cuello y va bajando lentamente rozándola con sus labios y ella inclina la cabeza hacia atrás en señal de que lo está gozando.
Se la lleva a la cama, y allí le sujeta las muñecas y los tobillos con trenzas, para inmovilizarla y hacerle el amor a su manera. La posee como animal, sin delicadeza, bruscamente. Pero a ella le encanta, y prueba de ello, es el jadeo, los suspiros, y el “dame más, mucho más”, que se le escucha pronunciar.
Nahim convence a Mariana para que se quede con él hasta la mañana siguiente. En todo ese tiempo no durmieron, no tenían sueño; se dedicaron a amarse como nunca antes; perdieron la cuenta de cuantas veces tuvieron sexo. Desayunaron como dos enamorados. ¡Como recién casados!
Se preparan para salir del departamento, pero Mariana detiene a Nahim y le dice: —Tenemos que hablar, esto que acaba de suceder no pudo, ni puede volver a pasar. Yo tengo pareja; yo era feliz contigo, con lo poco que compartías conmigo, pero desapareciste y jamás te volví a ver hasta el día de ayer.
— Lo siento, mira, no volverá a pasar, yo te prometo que..
— ¡No, Nahim! La que lo siente soy yo, porque ya tengo mi vida hecha al lado de un hombre que me ama de verdad y se desvive por darme gusto en todo. Bueno, solo le falta un pequeño detalle, y es que no es tan perverso como tú en la cama; pero mejor así, porque lo tuyo es enfermizo.
— Pero ¡No puedes hacerme esto! La pasamos súper bien, yo sé que te gustó todo lo que hicimos. No te pido que lo dejes, pero no te alejes de mí. ¿Quién es él?
— Su nombre es Lino Azuaje, pero eso es lo que menos importa, yo he aprendido a quererlo y tengo que respetarlo, porque no se merece lo que acabo de hacerle. Debo luchar contra esos deseos enfermizos de acostarme contigo. Ahí la dejamos. ¡Ah! Y no te molestes en llevarme, tomaré un taxi.
Nahim se deja caer derrumbado en el sofá, trató de disimular ante Mariana, cuando le reveló el nombre de su pareja: “Lino Azuaje”, “Lino Azuaje”. Ese nombre le retumbaba en su mente atormentándolo.
— ¡Mariana es pareja de mi socio y amigo Lino! ¡Me he chingado a la mujer de mi amigo! Esto se cuenta y no se cree. Primero mi cuñadito me quita a Irene, y ahora Lino me quita a Mariana. Porque vamos a estar claros, ¡ellas eran mías!
Dorian no pudo dormir en toda la noche, preocupada por no saber nada de Nahim; con ojeras y nerviosa se levanta de la cama y va al sanitario, se cepilla los dientes y se mete a la bañera con agua caliente y sales para relajarse mientras piensa: —¿Dónde estás Nahim? ¿Dónde pasaste la noche? —Se resalta más abrumada aún— ¡Y si le pasó algo y por eso no ha regresado a casa! ¡Dios mío! Que no le haya pasado nada, ya quiero que regrese, ¡Por favor!
En la hacienda “Los Carvajal”, todo parece tranquilo, se escuchan los pajaritos cantando en los alrededores, mariposas y chupaflores posándose de flor en flor en el jardín, un sol radiante y una fresca brisa que azota las mejillas de Alicia, mientras riega las plantas. De repente siente una punzada en el pecho, se detiene con cara de angustia, suelta la regadera y se lleva una mano al pecho y la otra a la boca. En ese momento aparece Gustavo por la puerta trasera del rancho y la observa.
—¡Camilo, hijo, corre que tu madre tiene algo!
Camilo se encuentra sentado desayunando en la cocina y al escuchar a su padre, se levanta presuroso y se desplaza hacia el jardín. Allí está su papá auxiliándola, su madre luce pálida y al borde del desmayo. Corre y la toma en sus brazos entrando por la cocina, se dirige hacia el cuarto de sus padres y la acuesta en la cama.
Gustavo aparece con el alcohol en las manos para revivirla. Esperan que se recupere. Entonces rompe el silencio con un llanto, y Camilo y su padre se prestan solícitos a brindarle cariño y tratan de calmarla para que cuente lo que le sucede.
— ¡Mi hija, mi hija, mi hija! —Súper angustiada, no le importa el dolor del pecho. A ella le duele el alma. —¡A Dorian le pasa algo, lo sé, lo siento! Y no traten de tranquilizarme, ustedes son testigos de que esto me pasa cuando ella está enferma o en problemas. —Continúa llorando inconsolable.
