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Capítulo4 * Yo la idiota traiciona*

Yo, la mujer idiota traicionada.

-¿Quieres un consejo? preguntó mientras masticaba el pan en su boca.

"No realmente," dije.

Los consejos de Ana siempre fueron terribles. La única vez que acertó fue cuando dijo que me estaba adelantando con esto de Carlos.

"Consíguete un hombre", dijo de todos modos. - Vuelve en especie y demuestra que eres más deseado de lo que él se da cuenta.

Mi amiga acababa de olvidar que, a diferencia de ella, yo no tenía una belleza extravagante y me daba mucha pereza arreglarme. Solo pensar en todo ese maquillaje me dio escalofríos.

-¡Oh! ¡Claro! Voy a encontrar a un hombre soltero dando sopa en la esquina - Me burlé de la situación.

"Si es lindo, házmelo saber", espetó ella.

Rodé los ojos. No puedo creer que estuviéramos teniendo esa conversación.

-Primero tengo que preocuparme por encontrar una nueva fuente de ingresos – dije mientras terminaba mi pan.

-Está bien, por ahora trabajemos – dijo finalmente. - Tienes que demostrarle a Larissa que estás bien.

-¿Y cómo lo hago? pregunté, obviamente con mucho miedo de que ella me respondiera.

-Esa parte me la dejas a mí, amigo mío – hizo esa mirada.

Esa mirada no presagiaba nada bueno. Solía aparecer cuando Ana formulaba una idea que me pondría en un gran lío. Hizo la misma mirada cuando dijo "Vamos a la fiesta de los mayores, será genial". La borrachera que tomó no estaba nada bien y volví con una mujer alta de setenta desmayada en el taxi. Dios sabe cuánto me costó meter ese enorme cuerpo en el ascensor y lo difícil que fue arrastrarlo por el pasillo del quinto piso hasta nuestro apartamento.

-No tienes que poner esa cara – dijo recogiendo su bolso y dirigiéndose a la puerta. - Puedes confiar en mí.

"Eso es exactamente lo que me asusta", dije, siguiendo a la mujer.

-Qué cojones fue eso- alcancé a decir finalmente la frase que me había tragado.

Se encogió de hombros detrás del volante.

-Idea de Ana, dije -se justificó.

Le di un puñetazo en el hombro, pero pareció no tener efecto en esos definidos músculos.

-¿Allá? - fingió tener dolor.

Resopló, derrotado.

"Espero que al menos la parte de la lasaña sea cierta", dijo descontento.

-¿Usted está loca? A lo sumo un arroz con huevo para ti - dijo.

Otro puñetazo en su hombro y ese ciertamente me dolió más que a él. Sin embargo, traté de no mostrar el dolor, para que no me molestara aún más.

-¿Se separaron de ella? preguntó seriamente, sus ojos vidriosos sobre el tráfico.

Me reí sin humor, últimamente ese tipo de risa se estaba volviendo demasiado común.

-Tal vez sí tal vez no. No sé exactamente por qué terminó la relación o cuándo empezó a torcerse la relación - dije.

Me miró, su mirada cargada de compasión.

-¿Lo amaste? - Vi sus ojos curiosos, llenos de preguntas.

-Antes pensaba eso, hoy no se si alguna vez lo ame- dije entre suspiros. - Ya no sé lo que es amar a alguien, ¿sabes?

Mi pregunta había sido retórica, pero él se quedó pensativo y finalmente dijo:

-Creo que es cuando ves a alguien y tu mundo es completamente diferente. Es como si esa persona moviera cada parte de ti con solo una mirada, me está mirando intensamente. - Creo que ahí es cuando una sonrisa de ella es suficiente para que puedas respirar por el resto del día y no verla es el peor desafío.

Parecía entender bien el tema, como si...

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