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capitulo 4

Arrastro el cuerpo de Valery dentro de su apartamento completamente acomodado lo cual noto la castaña en segundos ¿entonces por qué carajo hacia tanto escándalo? Ella se preguntó.

Sin ver por dónde iba, Héctor la tenía tomada por la cintura mientras la encaminaba hasta lo que parecía ser su habitación mientras que sus nervios se aceleraban al máximo.

Él la besa de una forma que ella se derritió completamente, no solo fue un roce de labios, sino un beso real con todas las de la ley.

Invadió su boca con su muy experimentada lengua y sin más remedio Valery se rindió ante el deseo de que experimentara con su cuerpo inexplicables posiciones, era tan excitante y sensual la forma en que la poseía.

Y con todo el tiempo de celibato que cargaba encima, pues bueno, la carne era débil y mira que débil era…

Héctor la llevo hasta la cama recostándola sobre la misma mientras que él cae sobre ella. Pudo sentir en su vientre su dura y firme erección de su vecino, no tardó mucho en apreciar sus manos sobre su piel, deslizándose suavemente como si fueran un par de plumas.

Sus manos eran tan suaves, el tacto era delicioso que provocaba que los vellos de su cuerpo se erizaran. De a poco fue subiéndole la franela de tirantes, dejando al descubierto sus voluptuosos senos.

Los tomo, acaricio, beso, y hasta se atrevió a morderlos, podía sentir leves chupetes que fueron transmitidos con sumo cuidado provocándole gemidos placenteros a ella que había olvidado ya.

—¡Haaa! —jadea con los labios abiertos y los ojos cerrados.

Por instinto Valery se arqueo para darle más acceso a él a la suavidad de sus pechos. Con manos expertas, Héctor le bajo el pequeño short que llevaba puesto, y desde luego debajo de este no había nada.

—¡Duermes muy ligero de ropa! Eso me gusta.

—Bueno…

—Shhh —la hace callar mientras se despoja de las pocas prendas de su ropa.

Valery se encontraba sumergida en un mundo que había creído olvidar, tanto tiempo sin tener sexo que ahora que estaba a punto de terminar con ese celibato autoimpuesto comenzaba a tener miedo.

No podía hablar, de su garganta salían suaves gemidos anticipando lo que se avecinaba mientras que observa a Héctor quitarse la ropa para luego acomodarse entre sus muslos levemente humedecidos con los fluidos de su intimidad.

—¿Estás bien? —él le sonríe mientras que se acomoda entre sus muslos, ella pilla aquella mirada peligrosa que la obliga a ponerse más nerviosa que antes.

—¡Claro! —miente lo mejor que puede.

—Es que estas pálida.

Valery no le responde, se limita a mirarlo fijamente observa sus prominentes músculos.

—En ese caso, continuemos.

En cuanto sintió la erección de Héctor en la cavidad húmeda de su cuerpo, la chica exigió más sin entender porque aquella reacción, lo cierto era que estaba completamente desesperada por sentirlo en su interior.

Suplico con sus manos que se adentrara más en ella. Se estaba volviendo completamente loca si no la penetraba en esos instantes. Mientras que ella sufría por más contacto, él jugaba con ella alimentando sus fieros deseos de ser tomada. Y lo estaba consiguiendo, sabia como enloquecerla.

—Por favor —Pedía la chica con los ojos cerrados, las manos aferradas a la carne de él y su cuerpo vibrando del deseo.

Él la observaba con una sonrisa traviesa llena de satisfacción, esa mujer estaba tan caliente como lo estaba él por ella. Era una mujer interesante, de eso no tenía dudas.

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