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Me enamoré del socio de mi papá

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Tana.c.m
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Sinopsis

Jamás imaginé que el hombre que me hacía temblar con una mirada sería el socio de mi padre. Carlos Ontivero es el tipo de hombre que no acepta un “no” por respuesta. Frío, dominante y con un pasado que huele a peligro. Yo solo era la hija del jefe… hasta que me convertí en su tentación. Y cuando el deseo se vuelve un secreto compartido, ya no hay vuelta atrás.

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Capítulo 1

—Cariño , ¿estás lista? —gritó mi mamá, mientras yo preparaba mi maleta.

- ¡ Un segundo mamá! – le respondí.

Hoy nos mudamos a California. Estaba a punto de llorar. Dejo aquí a mi mejor amiga Maya; somos amigas desde pequeñas. La voy a extrañar. Ojalá la hubiéramos podido traer con nosotros. Es como una segunda hermana para mí.

Me miro al espejo. A menudo le oigo decir que mataría por tener un cuerpo como el mío. Tengo el pelo largo y castaño que me llega a la cintura, piel bronceada y un busto grande que los hombres siempre aprecian. Cintura estrecha, una naricita bonita, labios carnosos y jugosos, ojos color zafiro y pestañas negras y largas. Mido aproximadamente 1/2 de estatura. Me gusta mucho mi altura; me parece genial.

Cuando era más pequeña, las chicas de mi escuela me hacían bullying. Porque los chicos me prestaban mucha atención a mí en lugar de a ellas. Sin embargo, mi madre me decía que era hermosa, pase lo que pase, y que no debería hacerles caso, que solo me tenían envidia. Cuando lo pienso, se me llenan los ojos de lágrimas, pero me las limpio rápidamente.

Decidí ponerme algo cómodo para el vuelo: una camiseta blanca corta y pantalones deportivos grises. Siempre llevo un collar que me regaló mi madre y un reloj dorado muy caro. Para el calzado, elegí zapatillas blancas. Me miré al espejo por última vez y ya estaba lista para salir.

—Está bien, lo lograste, Karla— , me dije a mí mismo.

Antes de salir de mi habitación, la miré por última vez. «Voy a extrañar este lugar», pensé. Al salir, fui a ver a mi hermanita Luisa para ver si estaba lista. Solo tiene seis años, pero es un amor y una niña inteligente. Cuando mi madre estaba embarazada de ella, recuerdo la emoción que sentía al conocerla. Parece que fue ayer.

—¿Luisa , estás lista? —Al entrar a su habitación, la vi llorando en el suelo. Corrí rápidamente a abrazarla. Ella me devolvió el abrazo con todas sus fuerzas.

- ¿ Por qué lloras, princesita? - pregunté, mientras le frotaba suavemente la espalda.

—Tengo m-miedo, Karla. —Tartamudeó . Veo las lágrimas rodar por su rostro.

- ¿Por qué tienes miedo cariño? - Le sequé las lágrimas con delicadeza.

Verla llorar me causa mucho dolor. Luisa es una niña bastante complicada y a veces es difícil comprenderla y controlarla. Sin embargo, es una persona increíblemente importante para mí.

—No quiero ir con papá —murmuró— . Muchos niños no entienden lo que se siente cuando de repente alguien decide abandonarlos, como hizo nuestro querido padre Santiago Cabello. Después de que nos dejó, Luisa se culpó a sí misma, y no entiendo por qué lo haría.

Mi familia ya no es tan perfecta como siempre; mis padres no están juntos. Empezaron a pelearse hace dos años y decidieron que sería mejor separarse.

Adrianna Cabello es mi mamá; es una mujer muy fuerte, encantadora e independiente. Sabe todo sobre mí y siempre me ayuda con mis problemas de adolescencia. Nos prioriza a Luisa y a mí antes que a ella. Creo que encontrará a alguien que le dé el mundo, como se lo merece.

—No te preocupes, estaremos bien. Solo nos quedamos en su casa un tiempo, luego tendremos nuestra hermosa casa. Podrás decorar tu habitación como quieras, ¿de acuerdo? —le digo, besándola en la frente. Después de decir esto, veo en su carita la sonrisa que buscaba.

Ella asintió lentamente con la cabeza.

- Bueno ven no queremos llegar tarde chiquita.- tomo su pequeña mano en la mía y salimos de su habitación.

Al entrar a la sala, veo a mi mamá. Se ve increíble para su edad. Mis padres eran muy jóvenes cuando me tuvieron. Sus rasgos me inspiraron por completo. La gente suele decir que parecemos hermanas, y estoy de acuerdo.

- Mamá , estamos listos.- Le digo a mi mamá, todavía sosteniendo la mano de Luisa.

Se gira para vernos. En su rostro se dibuja una pequeña sonrisa. —Están guapísimos los dos —nos guiña un ojo.

- Gracias mamá.- Respondo mirándola, pero no por mucho tiempo, porque escucho una vocecita a mi lado .

—Tú también te ves hermosa, mamá. —Luisa camina hacia mamá, mientras mamá la besa en la parte superior de la cabeza, derritiendo mi corazón profundamente.

¿Cómo no amarla?

- Está bien chicas , vamos al aeropuerto.- dice ella agarrando su maleta, mientras salimos de nuestra casa.

••••••

El viaje al aeropuerto fue tranquilo. Luisa dormía plácidamente sobre mi hombro. Le acaricié la mejilla con suavidad.

Justo ahora, en el aeropuerto, veo un gran jet privado esperándonos. Mi padre decidió que tendríamos un transporte cómodo. Nuestra familia paterna es adinerada; posee un par de empresas en todo el mundo. Aunque la más grande que dirige mi padre está en Los Ángeles.

Cuando nos dejó, él pagaba casi todo. La familia materna no era pobre, sino de clase media. Mi madre era cosmetóloga, pero el dinero que ganaba no le alcanzaba para pagar la gran casa en la que vivíamos, ni para pagar la educación de Luisa y la mía.

Por eso nos mudamos a Los Ángeles. Trabajaré en la empresa de mi padre.

Me ofreció esto y yo dudaba si era buena idea o no. Mi mamá me dijo que era una gran oportunidad para mi futuro. Siempre me da los mejores consejos, así que la escuché. Llegamos a Los Ángeles después de doce horas. Debo decir que estaba bastante cansado. Cuando aterrizamos, nos esperaba un buen coche. Me impresiona que papá lo haya organizado todo.

Al bajar del avión hacía muchísimo calor. El sol me cegaba los ojos, así que saqué del bolso mis gafas de sol Chanel. Decidí también quitarme el cárdigan, dejando al descubierto mi piel bronceada y suave.

La verdad es que nunca he estado en Estados Unidos, lo cual es extraño. De joven, viajaba a menudo con mis padres. Mi padre nos llevaba a lugares exóticos. Cuando pienso en eso, echo mucho de menos aquellos tiempos; éramos como la familia perfecta.

Pero las cosas buenas llegan a su fin ¿no?

Bien.

Ojalá le diera a Luisa la misma atención que me dio a mí cuando era pequeña, ella se lo merecía todo. Todos los niños merecen ese tipo de amor entre padre e hija.

- Karla ya llegamos.- Dice mi mamá interrumpiendo mis pensamientos.

Salgo del coche, me pongo las gafas de sol encima de la cabeza y miro la enorme casa que tengo delante. La verdad es que me quedé bastante impresionada cuando estuve en España. Me imaginé cómo sería la casa, pero no es nada comparada con esto que tengo delante.

Oí el sonido de una puerta abriéndose, me giré y vi a mi padre. La última vez que lo vi fue hace dos años. Nada ha cambiado realmente; sigue siendo guapo, con un traje negro caro que resalta su cuerpo musculoso. Tiene, como yo, el cabello castaño y ojos azules como el océano. Se le ven las pequeñas arrugas en la cara, pero aun así parece joven. Mide unos 100 cm de alto. Recuerdo que solíamos ir al restaurante y todas las mujeres llamaban la atención sobre mi padre, como si fuera una especie de dios griego.

Primero saludó a mi mamá. Se nota una tensión muy incómoda entre ellos. Luego le dio un abrazo a Luisa y la besó en la frente. Después, sus ojos se encontraron con los míos.

- Hola amorcio.- Dice dándome un abrazo, también un beso en la mejilla .

—Hola papá. —respondí con una sonrisa en mi rostro y lo abracé.

- Estás preciosa. - Me frota suavemente la espalda.

—Gracias . —Susurro , y un par de lágrimas caen por mis mejillas. No esperaba que este encuentro fuera tan emotivo; todos los recuerdos vuelven.

Entramos en la casa. Todo parece tan moderno. Típico de la gente adinerada.

Papá le pidió al conductor que llevara nuestro equipaje a nuestras habitaciones y nos invitó a la cocina.

—Tomen asiento, la comida se servirá pronto. —Papá señala la mesa. Nos sentamos.