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Capítulo 4

El punto de vista de Oliver

Después de estirar me dirigí a mi habitación desde el gimnasio.

Al entrar en mi habitación oí sonar la alarma.

Lo apagué y me fui a duchar.

Soy una persona madrugadora. Odio a la gente que holgazanea por la mañana temprano, especialmente mi hermano, que se arrastra por la casa por la mañana.

Después de arreglarme bajé a desayunar.

Mi madre me dedicó una dulce sonrisa besándome las mejillas.

—Buenos días hijo—, me saludó mi padre.

—Buenos días, papá—, le saludé y tomé asiento.

Echando un vistazo a mi reloj que todavía tengo tiempo me tragué la bebida.

—Ew.. Mamá sabes que odio los chocolates—, la fulminé con la mirada.

Fuera de todo batido de chocolate.

—Eso es para tu hermano querido. Toma—, me alargó la copa. Quería tomarme el pelo.

—Ojalá mi cuñada fuera una gran amante de los bombones—, la voz de mi molesto hermano Austin me hizo fulminarle con la mirada.

—¿Cuándo te vas a casar nena?—, Por eso odio a este chico.

¡No perdería ni un segundo en tirar a su hermano mayor delante de un camión!

—Me voy a la oficina—, levanté las manos y me levanté del asiento.

—Tu madre te ha hecho una pregunta Oliver—, suspiré al oír la voz de mi padre.

Mi padre es alguien a quien no quieres provocar. Es dulce mientras te comportes. Me daría mi espacio. Respetaría mis decisiones. Es un gran hombre. Le admirarías si le escucharas hablar un minuto.

¡Realmente cambiarías tu decisión en cualquier cosa después de escucharle!

Es un hombre con talento. Pero su amor por mi madre es incondicional.

Haría cualquier cosa para hacer feliz a mi madre.

Esta vez también quería esto del matrimonio.

—Papá..... es por eso que no voy a venir aquí. Sabes que no me interesa y no me interesará tampoco. Déjame vivir mi vida por mi cuenta—, le dije enfadándome por la mañana.

Vivo en mi propia mansión. Pero después de la cena familiar de anoche mi madre insistió en que me quedara aquí una noche.

Y la recompensa por mi última noche ya está aquí en la mesa.

Le di una buena bofetada a Austin.

—Bueno, mi trabajo ha terminado aquí—, levantó las manos en señal de rendición y me dedicó una sonrisa burlona.

Su último día viendo el sol sería hoy. ¡Austin estás tan muerto!

—¡Es por tu felicidad querida!—, me suplicó mi madre.

Ahora mi madre lloraría poniéndonos a todos tristes y ¡yo me cargaría la ira de mi padre al final de la sesión!

—Oliver Panos , Búscate una novia en una semana o vas a hacer lo que yo diga—, Ves sé que esto va a pasar.

—Papá... —suspiré.

—Eso es definitivo hijo mío—, declaró mi padre mientras yo permanecía impotente.

—Me voy—, dije saliendo mientras mi padre calmaba a mi madre.

No quiero casarme. Dios... amo mi vida. No estoy listo para ningún tipo de responsabilidades amorosas.

Por supuesto, mi madre y mi padre felizmente casados. Pero aún así... no creo en las relaciones. Tal vez no estoy interesado en añadir más responsabilidades a mis hombros.

Tengo a mi familia para cuidar de mí. Tengo mi empresa de la que ocuparme. ¿Qué más necesitaría?

—Quédate ahí, Austin. Te daré una muerte indolora—, se quedó como una estatua al oír mi gruñido.

—Lo siento hermano—, sonrió descaradamente.

—Guárdate tus disculpas para Jesús, Austin—, le dije con calma.

Parecía confuso al notar mi calma.

—Voy a revelarle a papá tu cultura de rollo de una noche—, sonreí con suficiencia.

Caminando hacia mi coche mientras me agarraba la pierna y la abrazaba fuerte.

—Sabes que papá me repudiaría. Por favor mi guapo sexy amable lindo hermano perdóname una última vez—, me suplicó mientras caminaba ignorándolo.

—Lo siento hermano—, abrí la puerta de mi coche.

—Vete de Austin—, le dije sin inmutarme.

—Hermano... lo siento—, volvió a suplicar.

—Si no me dejas, voy a añadir pruebas al rumor—, con eso se levantó y empezó a lloriquear.

Ignorándole, cogí mi coche y me dirigí a mi despacho.

Según los periódicos, Austin es el playboy de la ciudad.

Mientras que yo pertenezco a arrogante soltero elegible guapo de la ciudad.

Poniendo los ojos en blanco, aparco el coche y me dirijo a mi despacho.

Mi ayudante, la Sra. Davis, se acercó a mí con su gran sonrisa.

Ahora soy el menos interesado en cualquier mujer. No quiero empezar mi vida amorosa ni en toda mi vida.

Soy feliz siendo soltera.

—Sra. Davis, tráigame los archivos de la conferencia de hoy. Finalice mi reunión con el Sr. Marcus—, mi tono profesional la puso rígida.

—¿Eso es todo?—, ronroneó recuperándose.

—Hmm..mi café—, añadí.

—¿Algo más, señor? Aquí va de nuevo.

—Después de darme el café y los expedientes quiero tu cara fuera de mi vista—, tomando asiento me puse a trabajar.

Quería conseguir el trato con el Sr. Marcus. Me centré en los archivos.

—¿Señor? —, susurró y salió de la cabina tras no ver ninguna reacción por mi parte.

Unos minutos después llegó con café.

—Gracias señorita Davis—, le di las gracias y seguí trabajando.

¿Ahora dónde encontraría una novia en una semana?

Dios... ¡esto es tan irritante!

No me interesa encontrar novia.

Esperaré a ver la reacción de mi padre.

No haría nada gracioso.

¿No lo haría bien?

En aquel momento no se me pasó por la cabeza que mi padre me gastara esa broma.

Pero no es una broma.

Dios... ¡Él es serio! ¡¡Es muy serio!!

No sabía que acabaría con un gran problema. ¡¡Especialmente en forma de mujer!!

Llamada Isabel Collins. ¡Mi perdición!

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