Capítulo 3
El punto de vista de Isabel
Después de enfurruñarme en casa durante dos días... me entraron ganas de llorar.
Primer día... ¡No he salido de mi habitación ni para comer!
El segundo día tenía hambre y mi Sra. Estómago no para de gritarme que le dé comida.
Tras sus súplicas pensé en ceder al menos por ella.
Dando pasos de bebé hacia la cocina le robé comida.
Fue una sorpresa como un plato ya estaba lleno de los alimentos que me gustan.
¡Tengo suerte!
Después de llenar mi estómago vacío y quejumbroso, me tumbé en la cama para dormir.
Lo mejor es que no quiero levantarme de la cama. No quiero oír las discusiones matutinas de mi madre.
El tercer día tenía muchas ganas de irme de casa, así que me enfadé delante de mi padre.
¡Extraño a mi Ria! ¡Quiero verla!
Estaba sentado y jugaba con la comida de mi plato.
Oí a mi padre aclararse la garganta.
Ignorándole empecé a hablar.
Esta es tu oportunidad Isabel Collins. ¡Demuestra tus dotes de actriz!
—¿A quién le importas? ¡¡Estás sola en este mundo Isabel!! ¿Qué hacer? ¡No hay nadie que cuide de ti! Todos están ocupados mientras alguien te encierra y enjaula en tu habitación. ¡Mundo egoísta! ¿Qué puedo hacer? ¿No hay nadie que me pregunte si estoy bien o no? ¡Nadie está ahí para liberarme! ¿He hecho algo malo? Todo lo que quiero es perderme por una noche. ¿A quién le importa mi felicidad? Estoy sola en este mundo", me dije a mí misma.
Me enjugué la lágrima que abandonaba mis ojos.
—Isabel...—, gritó mi padre.
—No papá. He cometido un pecado imperdonable. Padre todopoderoso perdóname por mi pecado. Me lo merezco papá—, me sequé las lágrimas que ahora caían.
—Isabel Collins—, volvió a gritar.
—No me detengas papá. ¡Soy un pecador! ¡Me lo merezco! Nadie se preocupa por mí en este mundo egoísta. Estoy solo... tengo mala suerte—, continué secándome las lágrimas.
—Basta. Puedes hacer lo que quieras princesa—, suspiró mi padre.
—Muchas gracias papá. Te quiero. Soy tan afortunada!!!—, le besé la mejilla y le abracé.
—¡Deberías intentar actuar! Mi querida hija—, mi madre soltó una risita y se burló de mí.
—Mamá... no quiero arrebatarle la vida a una actriz con menos talento que yo—, me revolví el pelo orgullosa y corrí a mi habitación.
Después de ducharme y ponerme ropa nueva, salí.
—El olor de la libertad—, grité al aire.
—Yo también te quiero Sr.Sun—, le lancé un beso volador y bailé un poco.
Después de coger mi coche conduje hasta el lugar donde se aloja ahora mi hermana.
Después de una hora llegué al lugar. Ella me esperaba fuera.
Por supuesto que mamá la habría puesto al día. Me conoce demasiado bien.
—Hola mi querida hermana—, la saludé y la abracé con fuerza.
—Me estás matando Bell. Yo también te he echado de menos—, me frotó los hombros.
—Dios.. me alegré de que te alejaras de mí Mia—, me aparté de ella.
—No deberías intentar actuar Bell. Eres pésima actuando—, arrugó la nariz y sacudió la cabeza con incredulidad.
—No pongas en duda mis dotes de actriz. Gracias a mis extraordinarias dotes interpretativas estoy delante de ti—, dije con orgullo.
—Te has metido en un lío—, sonrió satisfecha.
—¿Qué? Claro que no—, negué.
—Me lo ha dicho mamá Bell—, se rió.
—¿Sabes ya que no querías ayudarme? Traidora—, la fulminé con la mirada.
—Entonces no deberías emborracharte e ir causando problemas por las calles. Por el amor de Dios tienes Bell—, suspiró.
Esto ocurre cuando eres el más joven de la casa.
Me encogí de hombros mientras ella me fulminaba con la mirada.
—Basta de mí. ¿Cómo te va? ¿Te trata bien Río? —le pregunté.
Su sonrisa se amplió en cuanto mencioné el nombre de su marido.
Dios... estoy tan feliz y celosa de ella.
—¡Nos va muy bien! ¿Y vosotros? ¿Has encontrado algo...? La detuve antes de que pudiera terminar.
Sé lo que me va a preguntar. No he escrito ni un solo capítulo de mi vida amorosa. ¡No quiero abrir ese libro en toda mi vida!
Estoy totalmente soltero y quiero seguir en ello.
—¿Dónde está mi bebé?—, le pregunté y ella mostró sus manos en el interior.
—¿Dónde está mi angelito?—, grité y oí una risita.
Vi a Ria corriendo a mi lado. ¡¡Dios, qué mona es!!
Ria pronto cumplirá años.
—Tía..Bell—, se puso delante de mí y levantó las manos para levantarla.
—¡Hola mi dulce bebé! ¿Extrañaste a tu hermosa tía?—, le pregunté y le hice cosquillas.
—Te echo de menos Bell—, se rió y me abrazó.
Besé toda su cara mientras sus risitas llenaban el aire.
Ria es exactamente la versión mini de mi hermana.
Sus ojos color miel es lo más destacado.
—Hola Bell—, me saludó Rio.
—¡Hola Rio! Espero que mi hermana no te moleste... —le pregunté mientras se reía.
Es un buen hombre. Ahora tiene años. Pero puedo decir que es un joven padre de familia maduro.
También es empresario. Él está ejecutando su negocio en Chocolates y lo está haciendo mejor.
—Hey..soy una buena chica ya sabes—, gimoteó mi hermana.
—Sí, dulce corazón—, irradiaron los ojos de Río en cuanto Mia entró.
—Me llevo a Ria conmigo—, le anuncié y ella asintió feliz.
Por supuesto que quería un tiempo a solas con su marido.
Mi pobre Ria se quedará sola.
—Bell .. aquí ... —, Extendió una tapa.
—Quiero que pruebes esto y me des una crítica sincera—, me dijo.
—¿Chocolates? —pregunté sonriendo de felicidad.
Mi primer amor. Si dios me pidiera que dejara el mundo por chocolates, ¡¡¡con gusto firmaría el contrato y me quedaría en la puerta del cielo llamando!!!
Mi lengua se arremolinó de felicidad.
—Sí Bell—, me despeinó.
Le abracé.
—Eres un crío—, comentó.
—Estoy... estoy atascada—, la voz de Ria nos hizo saltar.
—Lo siento nena...te olvide despues de ver chocolates—, me burle de ella.
—Hmm—, me fulminó con la mirada.
—¿No quieres bombones, mi niña?—, le pregunté mientras ella sonreía.
—Nada de bombones para ti Ria—, la voz maternal de Mia nos hizo poner los ojos en blanco a Ria y a mí.
Vi que Rio sacudía la cabeza con una sonrisa.
—Adiós a mamá y papá—, le pedí y lo hizo.
Me la llevé conmigo y su neceser, que Mia tenía preparado.
Llevándola a la oficina la dejé en mi camarote.
—Tía...trabajare ahora cariño...si necesitas o quieres algo puedes llamarme—, le dije mientras ella me asentía con la cabeza.
Dándole un beso que ella devolvió corrió hacia alguna parte.
Con una sonrisa me puse a trabajar. ¡No sabía que ese día mi vida de soltera estaba a punto de terminar! ¡Qué mala suerte tengo!
