Capítulo 2
El punto de vista de Isabel
Gemí con fuerza por el dolor de cabeza.
¿Por qué me siento como si un bull dozer hubiera cabalgado sobre mi cabeza y me la hubiera aplastado?
—Agua...—, grazné mientras mi garganta parecía un pozo seco.
—Aquí... culo perezoso—, la bonita sonrisa de Ryan me hizo sonreír a mí también.
Ryan es nuestro otro mejor amigo. Es el guapo empollón de nuestra pandilla. Su contribución en el trío es limpiar nuestro desorden si es técnico. Él puede ser muy dramático a veces donde usted quiere matarlo y entregarse en la cárcel con orgullo.
—Gracias... ¿Ryan? —, parpadeé varias veces para ver si era real.
—¡¡¡RYAN!!! Dime que no hemos causado ningún problema ¿verdad? Por favor—, le grité.
—Claro que no—, sonreí dando mil gracias al todopoderoso.
Su dulce sonrisa se convirtió en una mirada muerta.
—¡¡Literalmente habéis empezado una GUERRA!!!, me dio una palmada en el brazo.
—¡Ay! Eso duele Ryan—, me quejé.
—Espera... ¿qué has dicho? Oh Dios mío!!!—, Mis manos fueron a mi boca que ahora está abierta de par en par por el shock donde un gran tiburón podría caber en ella.
—¿Dónde está ese otro alborotador?—, Buscó a Layla mientras su voz resonaba en la habitación.
¡¡Espera!! Esta no es mi habitación.
—¿Por qué gritas por la noche, Ryan?—, la molesta voz de Layla enfureció aún más a Ryan.
¿No puede callarse? Cállate chica antes de que te de gasolina para quemarte la boca.
A los pocos segundos la echaron de la cama.
Eso debe doler mucho. ¡Se lo tiene merecido!
—¿Qué tío?, ahora se asustó al ver la reacción de Ryan.
Viniendo a mi lado tomó agua y sació su sed.
¿Realmente qué habíamos hecho para beber agua como un dinosaurio?
—Estáis jodidos—, esa sola palabra basta para dejarnos boquiabiertos. Todavía estoy esperando que diga que es una broma.
—Es de verdad—, suspiró.
—¿Por qué os emborracháis los dos si no tenéis tolerancia al licor?—, Se puso cara de circunstancias.
—¿Qué ha pasado? —, la vocecita de Layla calmó un poco a Ryan.
—Salvo que ambos sacasteis a Stephen de su casa y le tirasteis del pelo, le mordisteis en algunos... no muchos sitios... sacándole una foto y colgándola en las redes sociales... No pasó nada—, terminó.
Mientras los ojos se me salían literalmente de las órbitas.
—Y para tu información, Bell fue idea de Layla publicarlo en su cuenta. Ella te etiquetó también—, Ryan sonrió a Layla mientras ella se agachaba asustada.
—Ah..se me olvidaba—, dijo Ryan pensando en algo.
—No más—, suplicó Layla.
—Los dos le vomitasteis encima a él y a su madre que vino a deteneros a los dos—, terminó la historia.
—HOLY...—, Antes de que pudiera terminar mi teléfono empezó a sonar.
Dios... es el tono de llamada de mi padre.
—Ryan... te lo ruego... por favor, fúgate conmigo a otro planeta—, me subí a su pierna y la agarré con fuerza.
—Saca tu culo de Bell—, empezó a tirarme.
Mientras Layla se acercaba y se agarraba a su otra pierna.
Por favor Ryan... Ayúdanos—, le suplicamos los dos.
—Me ocupé de todo... pero—, suspiró.
—¿Pero?
—Excepto el post—, sonrió satisfecho.
—Imbécil. Eso es lo primero de lo que deberías haberte ocupado—, le di un puñetazo en la nariz.
—Bell—, siseó de dolor.
—Eso no es culpa mía. Ella cambió su contraseña—, señaló su situación.
—¡¡Oh, Dios mío!!!, Layla gimió con fuerza.
—Oh dios mío... Pídele al dios que te salve de mí—, con eso me abalancé sobre ella.
Le tiré del pelo.
—¿No puedes dejar de usar esa cuenta inútil tuya en momentos inútiles?—, le mordí el hombro con fuerza.
—Deberías haberme detenido—, me pellizcó el muslo con fuerza.
Maldije con dolor.
—Chicos, parad. Borré el post usando mi influencia—, nos hizo parar mientras soltábamos una risita.
—Pero... —volvió a suspirar.
—¡Al diablo con tu trasero Ryan!! Me voy—, grité molesta.
—No pasó nada, aparte de que a tu padre le gustó el post—, me tiró la bomba atómica en la cabeza haciéndome dar vueltas.
—Esto no está pasando... de todas las personas... mi... papá... —, grité.
—escapé—, las palabras de Layla después de Ryan me dieron ganas de enterrarla en su tumba.
—Cuenta tu tiempo Layla Smith...iré a por ti—, la amenacé.
Mi teléfono volvió a sonar.
Cogí mis cosas y conduje hasta mi casa.
Layla escapó mientras yo estoy jodido.
Al diablo con mi suerte.
Me imagino la reacción de mi padre cuando le gustó el post.
'Isabel Collins... párate ahí... ¿Cómo te atreves... a molestar a la gente y llevarlo a las redes sociales después de emborracharte?'
"¿Te emborrachaste?". Mi madre exageraba.
Al llegar a casa me quedé dentro del coche y respiré hondo.
—Puedes hacerlo... Eres Isabel Collins... Eres la mujer más fuerte que conozco... Ahora baja y discúlpate. Nota: No te pongas a discutir. Puedes hacerlo—, después de darme una charla de ánimo estaba a punto de abrir la puerta del coche.
—¡¡Ahhhh!! No puedo hacerlo...—, dejé caer mi cabeza sobre la dirección. Después de golpearme la cabeza con la dirección varias veces y tirarme de los pelos como una loca...me dirigí a mi casa en silencio.
Cogiendo mis tacones con la mano me escondí detrás de la columna esperando a que mi madre pasara a la cocina desde el pasillo.
—Esto es una locura—, me maldije en silencio.
Caminando silenciosa pero rápidamente... estaba a punto de subir la primera escalera hasta que oí a mi padre que me hizo quedarme inmóvil.
—Isabel Collins.. quédate ahí... ¿Cómo te atreves.. a molestar a la gente y llevarlo a las redes sociales después de emborracharte?—, gritó donde yo quería que me tragara el suelo y decir adiós al mundo.
—¿Te emborrachaste?—, exageró mi madre uniéndose a él.
—Yo...—, empecé a formar alguna frase.. pero mi cerebro parecía haber olvidado todas las palabras que aprendí en la guardería.
—Estás castigado dos días—, su castigo me dejó boquiabierto.
—Papá, ¿hablas en serio? —pregunté incrédulo.
—Sí—, dijo mi padre con voz severa, no hay lugar para discusiones.
Pero como soy yo mismo, abrí la boca.
—Papá, soy Isabel Collins CEO DE I&C INDUSTRIES Además tengo años... Puedo hacer lo que quiera—, adiós a mi paz.
Mi hermosa boca no puede callarse al ver la crueldad del mundo.
—Una semana—, me fulminó con la mirada.
—Papá...
—Dos semanas—, eso me hizo callar del todo.
Le di la espalda y me dirigí a mi habitación en silencio.
Sonó mi teléfono.
—¿Está todo bien? —, la vocecita de Layla me enfureció.
Puedo sentir la felicidad en su voz.
—LAYLA SMITH ESTÁS MUERTA HOY—, grité frustrada y tiré el teléfono en la cama.
—TRES SEMANAS—, llegó la voz de mi padre oyéndome desde abajo.
Di un respingo y me revolví en la cama molesta, pero no abrí la boca.
No quería añadir otra semana.
Tiré de la sábana con irritación y me tumbé en la cama maldiciendo mi suerte.
Ya no toco el alcohol.
