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#4 La taza de café

Durante las próximas tres horas, me la pasé cargando facturas en el archivo digital del computador de la sala.

Mariel entraba y salía como un tornado, cargando papeles y acomodando cajas con pilas de informes.

-Mariel, perdona la indiscreción. ¿Pero por qué tanto apuro en cargar toda la documentación?

Mariel me respondió sin dejar de ordenar los documentos.

-El señor Enzo estará reunido en unos días con unos inversores Chinos. La empresa China requiere la documentación digital y cargada en programas exclusivos. Si no logramos cargar toda la documentación antes de la presentación, el negocio se caerá y...

La expresión en el rostro de Mariel era de terror

-Entonces será mejor apurarnos ...

Respondí sin perder más el tiempo.

No sabría decir bien cuánto tiempo pasó. Pero cada maldita hora volaba como un puto jet privado.

Al rato, el teléfono de la sala sonó.

Mariel a toda prisa corrió para atender.

-¿Si..?

Su expresión cambió y se palideció.

-Si señor... enseguida.

Colgó y me miró con compasión..

-El señor Enzo quiere un café. Y quiere que se lo alcances tú, Alma .

Mi cara habrá Sido tal, que sentí la mirada compasiva de Mariel como un manto de calma.

-¿Yo..? Pero...¿Por qué?

-El señor Enzo no da motivos. Simplemente da órdenes. A él jamás debes cuestionarlo, Alma. Tiene un carácter hostil y es capaz de despedirte si tan solo lo miras mal.

Eso me pareció una maldita tontería. Unas horas antes prácticamente lo insulté y el CEO aún no me despedía....o acaso eso quería hacer cuando le lleve el café....

Tome la taza que me pasó Mariel y salí caminando lento por el pasillo, buscando no volcar ni una sola gota.

Instintivamente mis manos temblaban del terror.

"Maldita sea, solo queda perder el único empleo que he conseguido en el mismo día de debut"

Pensé para mis adentros mientras en un instante ya estaba en la puerta de la lujosa oficina del CEO.

Golpeé la puerta de madera maciza que ahora estaba cerrada. Pensé que porque carajos no estuvo así un rato antes, ya que me hubiera ahorrado el encontronazo con el CEO y ya no tendría que temer por mi empleo.

-Pase

Se oyó la voz gruesa varonil del otro lado.

Abrí con mucho cuidado. Al entrar Enzo estaba casi reclinado en su silla de empresario millonario. Tenía los dos pies sobre el escritorio, cruzados uno sobre otro.

La corbata casi corrida , aflojando el nudo que antes le daba un aspecto impoluto.

-Permiso señor...le traigo su café...

Enzo me miró con profundidad, Pero no podría decir bien que significaba esa mirada.

-Dejalo sobre el escritorio. - me dijo en un tono frío pero cortés.

Me acerqué con cautela. Apoyé la taza del otro lado del escritorio, frente al CEO.

-¿Acaso piensas que me estiraré hasta el otro lado del escritorio para tomar un maldito café?

Temblé al oír su tono amenazante.

-Lo siento...- respondí casi al borde de un ataque de llanto .

Tomé la taza y rodeé el escritorio para apoyarla a su lado.

Él bajó los pies del escritorio y se giró para verme, aún sentado.

-Te arreglaste la ropa.

-Si señor...lamento mucho el suceso de hoy ..

-¡Vaya! Que sumisa. No parecías serlo hoy temprano.

-Lo lamento...

-¡Deja de disculparte maldita sea!

-Yo....

Llegué a tiempo a frenarme antes de pedir disculpas nuevamente.

-Aqui está su café. ¿Puedo ayudarlo en algo más?

-¿Cuántos años tienes?

-Tengo 24 años señor.

Enzo se puso de pie. La cercanía era tan escandalosa que el calor me recorrió de la punta de los pies a la cadera. Otra vez la diferencia de altura se hizo muy evidente.

No sé que imagen vería en mi, solo pude ver sus ojos negros profundos atravesandome desde arriba.

Casi podía sentir su respiración sobre mi piel, tenía un perfume amaderado exquisito.

-Nunca tuve una secretaria tan joven. -Dijo sin quitarme los ojos de encima- Espero que Mariel no se haya equivocado en elegirte...

-¡Le aseguro que no señor! Mire puedo darle mi currículum, lo que desee...- dije mientras levantaba nuevamente la taza de café para buscar algo que hacer mientras él me observaba.

-¿Lo que yo desee?¿Estás segura?...

Mi corazón latía a mil por hora mientras trataba de mantener la compostura frente al CEO. Sus ojos penetrantes me hacían sentir como si estuviera bajo un microscopio, y cada pregunta que me hacía me hacía sentir más y más expuesta. Mi mente era un torbellino de pensamientos, y mis manos temblaban ligeramente mientras trataba de sostener la taza de café.

De repente, mi cuerpo parecía tener una vida propia, y mi brazo se movió de manera involuntaria, haciendo que la taza se inclinara peligrosamente. Vi en cámara lenta cómo el café se derramaba sobre los documentos importantes que estaban sobre el escritorio. Mi reacción fue instintiva, pero demasiado lenta. El café se extendió rápidamente, formando un charco oscuro y viscoso que parecía absorber toda la atención de la habitación.

Mi rostro se encendió de vergüenza y mi estómago se contrajo en un nudo de ansiedad. Sentí como si estuviera a punto de desmayarme. El CEO me miró con una mezcla de sorpresa y diversión, y pude sentir sus ojos sobre mí, juzgándome. Mi voz tembló cuando traté de disculparme, pero las palabras se atascaron en mi garganta.

En ese momento, deseé que la tierra se abriera y me tragara. Quería escapar de esa situación, de esa habitación, de mí misma. Pero estaba congelada en el lugar, incapaz de moverme o hablar. Solo podía quedarme allí, sintiendo cómo la ansiedad y la vergüenza me consumían por dentro.

-Vaya....esos documentos eran importantes....

La presión fue tal que exploté en llanto. Parecía una niña chiquita que le había. quitado un dulce.

Enzo quedó mirándome casi sin moverse.

Las lágrimas brotaban como agua de una fuente.

Lo único que pude ver fue las grandes manos de Enzo acercándose a mi rostro para quitar el agua que me enjugaba las mejillas.

Las secó con cautela, casi paternalmente.

Mi maquillaje se corría y yo no podía parar de llorar.

-¿Por qué lloras tanto? - su voz no sonaba a alguien que buscaba consolar.

-Señor...tengo miedo de perder este trabajo...-Dije casi ahogada

El CEO me tomó del mentón.

-¿Dejarte ir? Pero si apenas nos estamos conociendo.
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