#2 La nueva empresa
Al otro día, el calvario de siempre . Decidir que ropa ponerme para salir a la calle. Para cualquier ser humano corriente, esto es algo habitual. Para mí, una tortura.
Prácticamente, ninguna ropa que tenía me gustaba ni me quedaba bien. Todos los enormes trapos me calzaban como un cubre autos barato. Me miraba al espejo y me detestaba:
-Eres horrible, horriblemente gorda y desagradable.
Mi autoestima estaba sepultada.
Pero ya me había comprometido en ir a la bendita empresa y no podía volver atrás. Si había algo que tenía, era responsabilidad. Deprimida, ansiosa, con ganas de pegarme un tiro...pero siempre cumplía con las clases de la universidad....y Esto de tener un trabajo al fin, era una de esas responsabilidades a las que no podía fallar.
A sabiendas que me mirarían muchas personas quizás para opinar sobre mi físico, parecía que solita, yo misma me empujaba a qué las putas críticas me perforaran aún más la autoestima.
Tuve que respirar profundo y ahogar mis gritos con una almohada . Esa frustración profunda me invadía una vez más.
Pero en el fondo, la pequeña luz de esperanza me hacía querer estar mejor en este día. Después de todo, parecía ser una mujer amable aquella secretaria del CEO.
Realmente le creí su discurso de estar desesperada. ¿Será que por primera vez en mi vida, alguien necesitaria de mis capacidades y no se fijaría en mi aspecto?
Aún así, hice un esfuerzo enorme por verme lo mejor que podia.
-¡¡Mama!! ¿podrías coser esta pollera negra que quiero usarla en mi primer día de trabajo?
-Si, dame ...¡que no tengo nada mejor que hacer que coser esa enorme carpa de circo!
Gritó mi mamá desde la cocina.
Resoplando, le lleve la pollera.
-¿Crees que aún te entre este trapo? desde hace unos meses que no lo usas y ya habrás subido unos 10 kilos más.
Las palabras despectivas de mi madre eran como puñales, pero yo ya estaba prácticamente Acostumbrada a ese dolor.
-Mamá....tan solo cose la pollera por favor ...
Mamá me quitó la pollera de la mano y se puso a coser. Casi con bronca, Pero no me decía que no.
Yo me fui al baño.
Mire mi enredado y rizado cabello.
Me pregunté que podría hacer para que no pareciera un nido de caranchos.
Así que lo remoje y le puse una crema de peinar que había comprado hace mucho, en un buen momento en el que no me sentía una escoria.
Peiné mis rizos y el pelo quedó bastante armado. Al menos no parecía que me habían arrancado las mechas a golpes.
¿Debía maquillarme? Quizás un poco...
Tome una base suave de maquillaje de mi madre y me puse sobre el rostro, para luego difuminar la muy bien. Un suave gloss y tan solo una máscara de pestañas.
Me ví bastante bien, al menos no me daba náuseas el verme al espejo.
Cuando salí del baño, mi mamá tenía la pollera lista.
Me miró sorprendida, al parecer mi aspecto había cambiado un poco.
-¿qué te hiciste ?
-Solo me peine y arregle un poco ..
-Pareces un maldito payaso
-Gracias mamá, yo también te quiero.
Subí rápido a mi cuarto, me puse la pollera.
Mi mamá se había equivocado: aún me entraba.
Abrí rápido el vestidor. Otra complicacion: que ponerme en la parte de arriba. Habia una camisa blanca que no usaba hace mucho. La tomé y rápidamente abroché sus botones frontales. Tome un bolso pequeño, algunas tonterías para poner en su interior y sali rápidamente. No me di cuenta que la hora corría a toda prisa.
Tomé el taxi en la esquina, ya iba tarde. Si no hubiera sido por el tiempo, hubiera tomado el autobús para ahorrar el dinero.
No quería llegar tarde en mi primer día, sino la secretaria hablaría mal de mi al nuevo jefe y me despedirían en tiempo récord.
No tardé mucho en llegar a la empresa. Era un edificio muy llamativo, imponente a decir verdad.
Rápido corri a la entrada y en la mesa de recepción un hombre de bigote prominente me recibió.
-¿En que puedo ayudarte?
-He venido a mi primer día laboral. Me espera la señorita Mariel Guzmán, la secretaria del CEO.
El hombre me miró de arriba a abajo. Ciertamente estaba un poco sorprendido.
Seguramente era la primera vez que la empresa contrataba una mujer gorda y desagradable como yo....
-Aguarda un instante.
El señor llamó a un interno en el teléfono de escritorio.
-Señorita Mariel. Aquí está presente la señorita....?
-Alma Heaven
Dije completando su pedido con una mirada expectante.
-Claro que si, señorita Mariel. Enseguida.
El señor colgó la llamada.
-Alma , puedes subir. Piso 8. Te espera Mariel. Buen día.
Sudando me di la vuelta.
Algo no estaba bien. Ese hombre no se había burlado de mi.
¿ Qué clase de broma era esta?
Subiendo en el ascensor me miré al espejo que me reflejaba.
-Dios ... mamá tiene razón. Eres un asco Alma.
Me entraron las ganas más profundas de llorar.
Hubiera dado lo que sea por mi almohada Anti gritos ...o a mi gatito Beto que sabía calmarme con sus amasadas .
Pero ni la almohada ni Beto estaban ahí.
Solo estaba yo, con mi puto odio sobre mi misma.
De repente la puerta del ascensor se abrió.
Frente a mi, radiante, estaba Mariel.
Una mujer súper hegemónica.
Realmente era una dama sacada de una revista de modelaje. Eso me intimidó demasiado.
Ella me sonreía de oreja a oreja.
Trate de esbozar mi mejor rostro. Pero seguramente me vería como un maldita bruja gorda.
-Hola Alma.. Bienvenida.
Esperé un instante para saludar. Estaba esperando esa mirada de arriba a abajo para evaluar mi aspecto. Pero no pasó.
-Hola...Mariel. Un gusto.
-¡El gusto es mío! por Dios ven...
Me hizo pasar a una sala de reuniones que estaba bastante próxima al ascensor.
-¡Al fin llegas! Dios...estoy sobrepasada.
Mira. Me encantaría hacer una presentación formal de la empresa. Llevarte a recorrer. Pero...¿te molesta si simplemente empezamos a trabajar ahora mismo?
Estoy desbordada.
-Cla...pues claro que sí. Digo. ¡No me molesta!
-¡¡Excelente Alma!!
Mariel salió disparada de la sala. Solo quedé yo con mi silencio y mi sensación de sorpresa.
"Realmente debe estar desesperada...ni siquiera tuvo tiempo de criticarme " Pensé para mis adentros.