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—Ahora no se qué me hará. —me dije más para mi misma.
¡La fiesta! No puedo ir allí, estaré en su territorio y le será más fácil despedazarme.
—Ross —lo miré— No puedo acompañarte a la fiesta, lo siento.
Este me miró pero no dijo nada.
—No hay problema, te lo iba a decir, Danna me mandó un mensaje diciendo que quería ir conmigo a la fiesta. Así que... Salió bien, ¿no?
Respiré tranquila, así no me sentiré culpable.
—Está bien.
Al llegar a casa me despedí de Ross diciendo que nos miraríamos mañana en la escuela, mi mamá no estaría en casa toda la noche porque su trabajo se lo impide. Es abogada y está en un caso fuera de la ciudad. Vendrá hasta el fin de semana, confía demasiado en mi como para dejarme sola. En realidad los vecinos me cuidan.
Mi casa es de dos plantas, algo grande y no tan lujosa. Está en completo silencio, tal y como me gusta. Me dirigí a mi habitación quitándome mi bolso. Estaba algo nerviosa, jamás de los jamáses había pegado a alguien. Y fue a Tyler Spellman. Es surreal. Si me lo hubieran dicho antes no lo creería.
Me senté en mi escritorio y saqué una hoja de papel, escribiría otra carta:
No tan querido Tyler (Gargamel)
Hoy te pegué. Sí, lo hice y no me arrepiento, siento que me desquité por las tantas cosas que has dicho de mi sin darte cuenta, te merecías eso y más. El odio que siento por ti se agranda más y más con cada día que pasa. No te das cuenta del daño que le haces a las personas con una simple frase o palabra. Solo importas tú en tu pobre vida. Si las chicas supieran la verdadera persona que eres no estarían tan encantadas contigo, ni siquiera eres tan guapo. Me pareces alguien normal.
Atentamente,
Soy yo, la perdedora de la clase de español (Michelle)
Era la primera vez que escribía mi nombre, nadie las leería así que no tenía porqué esconderlo. Era mi forma de desahogarme, con mis cartas. Cogí mi celular en el momento en que un mensaje me llegó:
Desconocido:
Esto no ha terminado, Michelle.
Fruncí el ceño al leer eso, mi corazón se aceleró, llenándose de angustia. Ese mensaje solo podría ser de alguien, de Tyler. Él ahora sabía mi nombre, el ahora me conocía. Y se vengaría. Pero, no creo que me haga algo grave, ¿o si? Eso no puede ser, soy una chica, los hombres no le pueden hacer nada a una chica. Aunque siendo Tyler no me sorprendería.
Tyler no sabe dónde vivo, estoy a salvo. Lo estoy, ¿verdad?
Tecleé una respuesta para él:
Número equivocado.
¿En serio, Michelle? ¿Número equivocado? Pero ¿como consiguió mi número? ¿Acaso Ross se lo dio? Era el único que lo tenía.
Mi celular sonó, me había respondido. Con las manos temblorosas lo leí.
Muy graciosa ;)
Creo que no funcionó. Es mejor si no le respondo, es mucho mejor. Me levanté de la silla, intentando quitar el nerviosismo de mi cuerpo, me quité el pantalón, decidida a ponerme mi pijama. Luego la camisa quedando solo en mi ropa interior. Haría un té y me acostaría a dormir. Estaba anocheciendo. Mi teléfono celular volvió a sonar, lo leí:
Sigue, no te detengas.
Abrí mi boca del asombro, inmediatamente miré a todos lados de mi habitación. ¿Acaso me estaba viendo? ¿Por la ventana? Desestimé eso al escuchar unas risas provenientes de mi armario, y luego la puerta se abrió, dejando ver a un Tyler muerto de la risa.
Me cubrí de inmediato con la sábana.
—¡¿Qué carajos haces aquí?! —chillé.—¿Como entraste? ¿Como llegaste antes que yo?
Este chico era brujo seguro. Hasta donde recuerdo lo había dejado en la escuela.
Me estoy asustando ahora.
—Hay, Michelle, Michelle, no sabes de lo que soy capaz —dejó de reír para sentarse en mi cama con aires despreocupados.
—Largo de mi casa —espeté entre dientes. Ya no le iba a tener miedo, no señor.
—Hmmm como que no se me da la gana —respondió, dejando caer su espalda en el respaldar de mi cama.
—Tyler, lárgate, no sé porqué haces esto —en realidad creo que sabía la respuesta. Por lo que le hice hoy, duh.
—Lo que hiciste hoy, niña, no tiene perdón. —murmuró, mirándome de pies a cabeza.
Me acomodé mejor la toalla. Odio que me digan niña.
—Te lo merecías, idiota —contraataqué.
Enarcó una ceja divertido.
Se puso de pie y se dirigió hasta mi.
—Eres mujer, Michelle, o... —me miró los pechos—... Eso parece. Por lo cual las mujeres no se resisten a mi así que... Tarde o temprano caerás.
Sonrió coqueto.
Me reí.
—En tus sueños, Gargamel, ahora lárgate de mi casa —señalé la puerta.
—¿Cómo me has llamado? —preguntó incrédulo.
—Qué te importa. —acomodé más la toalla—. Ahora lárgate ¡Chuuu!
Se rió.
—Me voy porque tengo una fiesta que planear. —con su dedo índice rozó mi mejilla, me aparté de inmediato mientras él ocultaba una risita y salía de mi habitación.
Creo que mañana será un día muy largo.
***
A la mañana siguiente me había levantado con más pereza de lo normal. Ross me había traído a la preparatoria como siempre. Estábamos bajándonos del auto, los demás estudiantes ya estaban allí, me había agarrado un poco la tarde pero bueno, anoche casi no dormí bien. Soñé que alguien robaba mis cartas y Tyler las leía, eso sería terminar de cavar mi tumba. De por sí ya me tiene en la mira.
—Nos vemos en clase, ¿si? Tengo que hacer algo —me dijo Ross. Asentí empezando a caminar a la entrada. Pude ver el coche de Tyler llegar. Apresuré el paso. Al llegar a los pasillos de la preparatoria todos me miraban extrañados mientras sostenían unos papeles en sus manos. No quitaban la vista de mi. ¿Acaso Tyler hizo algo ya? No me sorprendería.
Al llegar a mi casillero no pude evitar notar que habían papeles pegados en la puerta. Me acerqué sigilosa a ellos. El corazón me empezó a latir más rápido al leer uno frente a mi. Era mi letra, eran mis cartas. Cogí una con las manos temblorosas. ¡Por Dios! ¡Mis cartas estaban imprimidas y regadas por toda la escuela! Noté a mis alrededores, cientos de papeles pegados en la pared. Cientos de copias en donde salía que Tyler podría tener una enfermedad, en donde salía que hablaba mal de las chicas, en donde salía que se acostaba con la maestra de español, en donde salía que tenía sexo en la biblioteca constantemente y que la bibliotecaria era su cómplice. ¡Dios! Pude sentir como mis mejillas ardieron, como mi pulso se aceleró.
Observé la entrada, mirando así a Tyler con hojas en sus manos, leyéndolas. Su mirada se elevó, encontrándose con la mía. Solo sabía una cosa: había arruinado su reputación, y sabía de sobra que él haría todo lo posible para arruinar la mía.
