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La perdedora de la clase de español

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yubelka1234
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Sinopsis

La chica lo observa a lo lejos sin saber que ese chico arrogante se convertiría en la persona más importante para ella.

Chico MaloArroganteDulceSEXO

1

               ATENTAMENTE YO, LA PERDEDORA

             DE LA CLASE DE ESPAÑOL. 

No querido Tyler:

Estás allí hablando con el grupo de tus amigos tontos sobre chicas, sobre su cuerpo, sobre quien tiene mejores piernas y quiénes no. Hablas de sus pechos y de cuántas te llevaste a la cama la semana pasada. Hablas mal de ellas. Odio cuando hablas así de nosotras,hablas del amor como si nunca lo conocieras y es obvio, alguien arrogante y mujeriego como tú no conoce nada del amor. Solo espero que cuando lo encuentres esa chica te trate igual o peor que como tú las tratas.

No te das cuenta del daño que le haces a las personas con tan solo una palabra.

—La rara de la clase de español no nos deja de mirar —murmuró su amigo. Aparté mi vista de inmediato y me dediqué a simular que estaba escribiendo. Sentí sus miradas en mi.

—Déjala, su vida es tan simple y gris que tiene que escuchar las conversaciones ajenas para divertirse un poco. —le contestó Tyler elevando la voz para que lo escuchara. Y lo hice, muy claro. Observé cómo se levantaron y se alejaron, caminando con aires de grandeza.

Volví a escribir el final de la carta:

Eres tan irritante y grosero. No sabes cuanto te odio, Tyler Spellman, estás con tantas chicas que no dudo que ya tengas una enfermedad incurable. Ojalá la tuvieras. Ni siquiera sé porqué gasto mi tinta escribiéndote esto. No lo mereces.

Con todo el odio del mundo,

    La perdedora de la clase de español.

Arrugué la carta y la metí en mi bolso. Ni siquiera las doblaba, no lo merecía. Caminé decidida a irme a la biblioteca, pero en el camino me encontré a Ross, mi antipático mejor amigo.

—Hey, ¿ya te vas? —me preguntó. Ross y yo hemos sido mejores amigos desde que tengo uso de razón.

—No, iba a la biblioteca —respondí reanudando el paso.

—Me encontré con Danna en el pasillo —susurró—. Creo que esta noche ella y yo... —hizo un círculo con su dedo índice y el gordito, mientras con su dedo índice de la otra mano lo acercaba para meterlo.

Aparté sus manos de inmediato.

—Okay, Ross, ya entendí —reí nerviosa.

Él rió.

—Tenía una semana de nada de nada —me dijo, mientras girábamos en un pasillo—. Gracias Dios del sexo —miró al techo.

Le di un pequeño empujón.

—Bien por ti.

—Oye, algún día conocerás lo glorioso de esto —pasó su brazo al rededor de mi nuca, alborotándome el cabello con la otra.

De por si ya estaba hecho un desastre.

—¡Ross!

—Está bien, está bien —me soltó—. Me encontré a Tyler y los demás en el pasillo. Iban hablando sobre una fiesta esta noche en su casa ¿iremos?

Lo miré mal.

—¿Qué? Já, no voy a esa fiesta ni aunque me paguen. —atravesamos las puertas de la biblioteca.

—Mich, por favor, necesito una compañera —se puso delante de mi, poniendo sus manos en mis hombros.

Hizo puchero.

—Ross, sabes que odio a Tyler Spellman. Es el ser humano más repugnante que conozco. Y ir a su casa es lo último que quiero. Es como ir a la guarida de Gargamel.

Ross rió por el apodo que le puse.

—Mich, necesito que hagas esto por mi. Sé que Danna irá pero no estaremos juntos sino después de la fiesta y ya te habré ido a dejar. —volvió a hacer el puchero.

No me hacía nada de gracia ir a la casa de Tyler alias Gargamel, pero Ross era mi mejor y único amigo. Quizás hacer un esfuerzo por él no estaría nada mal.

—Bien —asentí resoplando.

—¡Sabía que aceptarías! —exclamó, cargándome y dándome vueltas.

—¡Ross, ya!

Detuvimos las risas al escuchar un Shhh por parte de la señorita Barry, encargada de la biblioteca.

—Lo siento —le susurré.

—Bueno, ¿a que hora te vas para llevarte a casa? —me preguntó.

—Dentro de unos minutos, solo prestaré un libro y ya.

—Te espero afuera.

Salió. Me adentré por las estanterías, la biblioteca era grande, habían muchas estanterías, a la que iría sería la del final. Al dar una vuelta me sobresalté al mirar a Gargamel devorando la boca de una chica.

—¡Hay Dios! —exclamé lo suficientemente alto al ver que él tenía sus manos bajo la blusa de la chica. ¡En sus pechos!

La exclamación fue lo suficientemente alto como para que ellos me miraran extraños. Abrí la boca para decir algo pero de ella no salía nada. La chica empezó a arreglarse su cabello y alejarse. Supongo que estaba avergonzada.

—Genial, gracias, muchas gracias —me dijo Tyler aplaudiendo y acercándose peligrosamente a mi.

—Ah... Yo —empecé diciendo. No podía creer que iba a entablar conversación con el chico más popular de aquí, no hablabas con ellos si ellos no querían. Pero yo lo odiaba.

—¿Tú qué? —se cruzó de brazos a esperar mi respuesta.

Joder, quería decirle tantas cosas y no se porqué no sale nada de mi boca.

—¿Eres muda? —inquirió—. ¿Sabes que arruinaste mi posibilidad de poder tener sexo esta noche?

—Ese no es mi problema —dije por fin.

—Oh, sí habla —su tono era de burla. Fruncí mi ceño enojada.

Su cabello rubio y despeinado caía por su frente.

—¿Sabes lo que es lavarse los dientes bien? —me señaló la camisa, bajé mi vista allí y pude notar mis mejillas calentarse al mirar un poco de pasta de dientes seca.Tyler rió. Eso me cabreó aún más. ¡Me había criticado! Lo que hice a continuación fue algo épico para mí, me tomó por sorpresa. Me acerqué a él, elevé mi rodilla y la estampé en sus partes.

Tyler llevó las manos allí ahogando una mueca de dolor.

—¡Mierda...! —espetó.

No me quedé a averiguar lo que pasaría después, empecé a correr saliendo de la biblioteca, por el pasillo hasta llegar al auto de Ross. Él estaba con su teléfono celular.

—¡Arranca! —le dije, cerrando mi puerta.

—¿Qué? Mich... —empezó diciendo.

—Te explico después, solo arranca, Ross.

Este asintió, noté como Gargamel salía de las puertas de la preparatoria, mirando para todos lados. Ross arrancó lo más rápido posible.  Respiré con tranquilidad al estar lejos de la enorme preparatoria Thorland.

—¿Ahora me vas a decir qué pasa, Mich?

Me calmé.

—Le he pegado a Tyler en sus partes.

Escucharlo salir de mi boca no parece creíble ¡le he pegado a Tyler, al chico que odio! Wow, suena como un sueño más bien.

—¿Que hiciste qué...? —Ross me miró por un momento.

—Eso. Ni siquiera sé de donde saqué el valor.

Aún recuerdo su cara plasmada en mi memoria, el dolor que sentía. No pude ocultar una sonrisa, creo que pasará un tiempo para que vuelva a estar con una chica. Pero, alto, es Tyler Spellman, él se vengará, lo sé. ¿Como no lo pensé antes? Nadie los reta, y menos una chica débil como yo. Me aplastaran, lo sé.

—Wow... Eso es... Wow —Ross no sabía que decir.

Lo sé, es no creíble.

—Ahora no se qué me hará. —me dije más para mi misma.

¡La fiesta! No puedo ir allí, estaré en su territorio y le será más fácil despedazarme.

—Ross —lo miré— No puedo acompañarte a la fiesta, lo siento.

Este me miró pero no dijo nada.

—No hay problema, te lo iba a decir, Danna me mandó un mensaje diciendo que quería ir conmigo a la fiesta. Así que... Salió bien, ¿no?

Respiré tranquila, así no me sentiré culpable.

—Está bien.

Al llegar a casa me despedí de Ross diciendo que nos miraríamos mañana en la escuela, mi mamá no estaría en casa toda la noche porque su trabajo se lo impide. Es abogada y está en un caso fuera de la ciudad. Vendrá hasta el fin de semana, confía demasiado en mi como para dejarme sola. En realidad los vecinos me cuidan.

Mi casa es de dos plantas, algo grande y no tan lujosa. Está en completo silencio, tal y como me gusta. Me dirigí a mi habitación quitándome mi bolso. Estaba algo nerviosa, jamás de los jamáses había pegado a alguien. Y fue a Tyler Spellman. Es surreal. Si me lo hubieran dicho antes no lo creería.

Me senté en mi escritorio y saqué una hoja de papel, escribiría otra carta:

No tan querido Tyler (Gargamel)

Hoy te pegué. Sí, lo hice y no me arrepiento, siento que me desquité por las tantas cosas que has dicho de mi sin darte cuenta, te merecías eso y más. El odio que siento por ti se agranda más y más con cada día que pasa. No te das cuenta del daño que le haces a las personas con una simple frase o palabra. Solo importas tú en tu pobre vida. Si las chicas supieran la verdadera persona que eres no estarían tan encantadas contigo, ni siquiera eres tan guapo. Me pareces alguien normal.

Atentamente,

Soy yo, la perdedora de la clase de español (Michelle)

Era la primera vez que escribía mi nombre, nadie las leería así que no tenía porqué esconderlo. Era mi forma de desahogarme, con mis cartas. Cogí mi celular en el momento en que un mensaje me llegó:

Desconocido:

Esto no ha terminado, Michelle.

Fruncí el ceño al leer eso, mi corazón se aceleró, llenándose de angustia. Ese mensaje solo podría ser de alguien, de Tyler. Él ahora sabía mi nombre, el ahora me conocía. Y se vengaría. Pero, no creo que me haga algo grave, ¿o si? Eso no puede ser, soy una chica, los hombres no le pueden hacer nada a una chica. Aunque siendo Tyler no me sorprendería.

Tyler no sabe dónde vivo, estoy a salvo. Lo estoy, ¿verdad?

Tecleé una respuesta para él:

Número equivocado.

¿En serio, Michelle? ¿Número equivocado? Pero ¿como consiguió mi número? ¿Acaso Ross se lo dio? Era el único que lo tenía.

Mi celular sonó, me había respondido. Con las manos temblorosas lo leí.

Muy graciosa ;)

Creo que no funcionó. Es mejor si no le respondo, es mucho mejor. Me levanté de la silla, intentando quitar el nerviosismo de mi cuerpo, me quité el pantalón, decidida a ponerme mi pijama. Luego la camisa quedando solo en mi ropa interior. Haría un té y me acostaría a dormir. Estaba anocheciendo. Mi teléfono celular volvió a sonar, lo leí:

Sigue, no te detengas.

Abrí mi boca del asombro, inmediatamente miré a todos lados de mi habitación. ¿Acaso me estaba viendo? ¿Por la ventana? Desestimé eso al escuchar unas risas provenientes de mi armario, y luego la puerta se abrió, dejando ver a un Tyler muerto de la risa.

Me cubrí de inmediato con la sábana.

—¡¿Qué carajos haces aquí?! —chillé.—¿Como entraste? ¿Como llegaste antes que yo?

Este chico era brujo seguro. Hasta donde recuerdo lo había dejado en la escuela.

Me estoy asustando ahora.

—Hay, Michelle, Michelle, no sabes de lo que soy capaz —dejó de reír para sentarse en mi cama con aires despreocupados.

—Largo de mi casa —espeté entre dientes. Ya no le iba a tener miedo, no señor.

—Hmmm como que no se me da la gana —respondió, dejando caer su espalda en el respaldar de mi cama.

—Tyler, lárgate, no sé porqué haces esto —en realidad creo que sabía la respuesta. Por lo que le hice hoy, duh.

—Lo que hiciste hoy, niña, no tiene perdón. —murmuró, mirándome de pies a cabeza.

Me acomodé mejor la toalla. Odio que me digan niña.

—Te lo merecías, idiota —contraataqué. 

Enarcó una ceja divertido.

Se puso de pie y se dirigió hasta mi.

—Eres mujer, Michelle, o... —me miró los pechos—... Eso parece. Por lo cual las mujeres no se resisten a mi así que... Tarde o temprano caerás.

Sonrió coqueto.

Me reí.

—En tus sueños, Gargamel, ahora lárgate de mi casa —señalé la puerta.

—¿Cómo me has llamado? —preguntó incrédulo.

—Qué te importa. —acomodé más la toalla—. Ahora lárgate ¡Chuuu!

Se rió.

—Me voy porque tengo una fiesta que planear. —con su dedo índice rozó mi mejilla, me aparté de inmediato mientras él ocultaba una risita y salía de mi habitación.

Creo que mañana será un día muy largo.

***

A la mañana siguiente me había levantado con más pereza de lo normal. Ross me había traído a la preparatoria como siempre. Estábamos bajándonos del auto, los demás estudiantes ya estaban allí, me había agarrado un poco la tarde pero bueno, anoche casi no dormí bien. Soñé que alguien robaba mis cartas y Tyler las leía, eso sería terminar de cavar mi tumba. De por sí ya me tiene en la mira.

—Nos vemos en clase, ¿si? Tengo que hacer algo —me dijo Ross. Asentí empezando a caminar a la entrada. Pude ver el coche de Tyler llegar. Apresuré el paso. Al llegar a los pasillos de la preparatoria todos me miraban extrañados mientras sostenían unos papeles en sus manos. No quitaban la vista de mi. ¿Acaso Tyler hizo algo ya? No me sorprendería.

Al llegar a mi casillero no pude evitar notar que habían papeles pegados en la puerta. Me acerqué sigilosa a ellos. El corazón me empezó a latir más rápido al leer uno frente a mi. Era mi letra, eran mis cartas. Cogí una con las manos temblorosas. ¡Por Dios! ¡Mis cartas estaban imprimidas y regadas por toda la escuela! Noté a mis alrededores, cientos de papeles pegados en la pared. Cientos de copias en donde salía que Tyler podría tener una enfermedad, en donde salía que hablaba mal de las chicas, en donde salía que se acostaba con la maestra de español, en donde salía que tenía sexo en la biblioteca constantemente y que la bibliotecaria era su cómplice. ¡Dios! Pude sentir como mis mejillas ardieron, como mi pulso se aceleró.

Observé la entrada, mirando así a Tyler con hojas en sus manos, leyéndolas. Su mirada se elevó, encontrándose con la mía. Solo sabía una cosa: había arruinado su reputación, y sabía de sobra que él haría todo lo posible para arruinar la mía.