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Capítulo 6

Oh dulce virgen, envía a Bruno para que venga a rescatarme.

Por favor.

Cielo vino hacia mí. Me miraba con tristeza. Lo cargué, abrazándolo con fuerza. Se me llenaron los ojos de lágrimas mientras sollozaba en silencio.

Todavía estoy en una jaula, encerrado como un perro.

Han pasado dos días y no he comido ni bebido nada.

Está bien. No tengo hambre.

Estoy preocupado por Cielo. Debe estar muerto de hambre. Si nos quedamos aquí un día más sin que coma algo, se pondrá enfermo.

No quiero que se enferme.

Estos hombres son tan malos.

Su jefe es tan aterrador.

No puedo evitar sentir que me va a matar en cualquier momento.

Bruno, por favor, no me dejes aquí. ¡Ven por mí, te lo ruego!

La puerta de entrada se abrió y me estremecí. Me aferré a Cielo al ver a una mujer acercarse a mí. Me resultaba familiar, pero no la recuerdo bien.

- El jefe quiere verte – dijo ella mientras abría la jaula.

Me moví temblando. Oh, no, él quiere matarme.

¡Estoy a punto de morir!

- Salga – ordenó.

- No...Por favor...Por favor - grité aferrándome a mi perro.

Ella entró y me agarró del brazo.

—¡No, por favor no me hagas daño! —grité, pero esta mujer sin emociones me sacó de la jaula y se fue.

Al jefe.

Él me va a matar.

—Por favor, no me lleves con él, te lo ruego —supliqué. Mis lágrimas caen como una cascada ahora mismo.

Ella no responde, pero sigue arrastrándome.

—¡Cielo! —Lo busqué con la mirada. Emitía un sonido triste mientras me seguía.

Pasamos por muchas habitaciones hasta llegar a una oficina. Siento que Cielo se aferra a mis pies mientras miro con los ojos llenos de lágrimas al hombre que me llevó, pero rápidamente bajo la mirada.

La persona a su lado debe ser el jefe. Dios mío, su sola presencia me hace estremecer de miedo. Ni siquiera me atrevo a mirarlo. ¡¿Qué me va a hacer?!

La mujer me arrastró más cerca hacia adelante tomándome con la guardia baja.

- ¿ Cómo te llamas? - preguntó el jefe sorprendiéndome desde adentro.

- C...Camila - tartamudeé sin levantar la vista.

- ¿ Cuántos años tienes? - preguntó.

- Ni...diecinueve -

¿Por qué me pregunta esto? ¿Quiere saber si tengo edad para ser asesinada? ¿O...Planea venderme?

- ¿ Qué sabes hacer con tus manos, Camila? - Preguntó el hombre que me recogió.

Lo miré un poco antes de volver a mirar hacia abajo. - Yo...Yo p...Puedo cocinar -

—¿De verdad? ¿Muy bien? —Suena sorprendido.

Asiento con la cabeza.

- Entonces Lucía puede necesitar un asistente - dijo.

¿Lucía?

—¿Estás bromeando, Santiago? —soltó el jefe, haciéndome estremecer un poco—. ¿ Quieres que la deje prepararnos comida? ¿Estás loco?

- Este... -

—¿Qué pasó con lo de trabajar como empleada doméstica? —interrumpió Santiago.

—Creo que tenemos suficientes sirvientas a mano, señor —dijo la mujer que me sostenía.

—¿Ves? Carla es la jefa de bienestar social, ¿sabes? No hay ninguna empleada doméstica disponible —dijo Santiago.

Hubo un pequeño silencio.

- Vamos hermano, ella solo ayudará a Lucía. - Le dijo Santiago al jefe.

¿Hermano? ¿Son hermanos?

—Tú mejor que nadie sabes que no como otra comida que la que prepara Lucía. ¿Ahora quieres que deje que esta zorra me prepare la comida? ¿Qué demonios va a pasar? —dijo el jefe con dureza.

Me sentí herida al oírle llamarme con la palabra que empieza por B.

¿Qué hice?

—Dije que ayudara. De acuerdo, Lucía cocinará tu comida ella misma. Camila ayudará a cocinar a los demás. ¿Qué te parece? —preguntó Santiago.

Me pregunto por qué está haciendo esto.

¿Porque me esta ayudando?

¿Podría ser que sea una buena persona?

- Permíteme esto y haré cualquier cosa que me pidas a partir de ahora – dijo para mi sorpresa.

El jefe se burló.

- Camila o como carajo te llames -

Me estremezco en el momento en que oigo mi nombre salir de la boca del jefe.

Dios, suena aterrador.

-Tu nombre corresponde con la garantía que eres.- Se burló de mí.

De ahora en adelante trabajarás en la cocina. Si cometes un error, te volveré a encerrar.

¿Qué...qué?

Todavía no lo miro pero su presencia me da mucho miedo.

- Trabajarás para nosotros hasta que ese enfermo bastardo de tu novio me pague lo que me debe. - Dijo con frialdad.

¿Por qué Bruno le debería dinero a un hombre así?

- Tienes dos meses de garantía - Dijo dejándome helado.

Dos meses para qué.....

- En dos meses y si tu novio no paga, te mato – espetó.

Se me cayó el corazón.

- Este...- llamó Santiago.

—Rezad para que venga antes de que se cumplan esos dos meses —dijo ignorando a Santiago.

¿Dos meses? ¡Oh, no!

No.

-Dale una habitación-

Siento que la mujer hace una ligera reverencia antes de arrastrarme fuera de la habitación.

Las palabras cantaron en mi cabeza.

¡Dos meses!

Dos meses para trabajar aquí hasta que Bruno pague.

Por lo que parece, debe deberles mucho dinero. Y no creo que Bruno lo tenga.

¡Eso significa que sólo me quedan dos meses de vida!

¡Dos meses!

Oh Dios, ayúdame.

Quiero a Bruno.

¡Envíamelo como lo hiciste antes, por favor!

¡No me ignores Dios por favor!

Llegamos a una puerta donde la mujer llamó. Se abrió y apareció una criada que parecía de mi edad.

-Señora - dijo haciéndose a un lado para dejarnos entrar.

La mujer me arrastró adentro. Me soltó y miré la habitación. Es una habitación sencilla, con dos camas y dos sofás. No es ni tan grande ni tan pequeña.

- Ella es tu compañera de cuarto a partir de ahora – le dijo la mujer a la criada reclamando mi atención.

—Sí, señora —dijo la criada sonriéndome.

No sonrío, sino que miro hacia abajo.

—Camila, acomódate —la mujer me llamó por mi nombre—. Mañana por la mañana empezarás a trabajar. Valeria te ayudará con algo de ropa para cambiarte.

Miro a la criada, la mujer llamada Valeria. Ella asiente antes de despedirse y salir de la habitación.

Recogí a Cielo antes de sentarme en la cama.

- ¿ Cómo se llama? - preguntó Valeria mientras se sentaba en la cama de enfrente.

- Cielo - dije tímidamente, mirando hacia abajo.

Ella sonrió, acariciando la cabeza de Cielo.

- Él es lindo -

- Gracias -

Soltó un suspiro. —Ay, qué bien tener una compañera de piso. Esta habitación ha estado sola desde entonces. Y tienes un perro. Eso es una ventaja —dijo riendo.

Sonrío un poco.

-Camila, ¿verdad? -

Asiento con la cabeza.

- Bonito nombre – dijo ella.

Ella parece agradable.

Soy Valeria. Una de las criadas. Trabajo en la sala y a veces en la entrada. Como el día que nos viste cuando te trajeron...

En mi cabeza se reprodujeron los recuerdos de cómo Santiago y sus hombres me capturaron.

- Lo siento si te hicieron daño -

La miro.

, fue el segundo jefe, Santiago, quien te trajo aquí. Es una persona amable y bondadosa.

Creo que sí.

de su hermano, el jefe principal y dueño de este castillo. Este.

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