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Capítulo 7

Mi interior reacciona al escucharla hablar del jefe.

Dios, todo lo que tiene que ver con él me asusta. ¡Su nombre da miedo!

—¿Te asusta, verdad? —preguntó. Debió notar mi reacción.

Asiento ligeramente.

- Sí, asusta a todo el mundo. ¡Caray! -

—¿Mmm...? ¿No deberíamos estar hablando de él? O sea... ¿chismes? —pregunté, temiendo que nos oyera.

—No. La habitación está insonorizada. Aquí puedes hablar de lo que quieras. Sobre todo de la gente que no te cae bien.

- ¿ Gente que no te gusta? - pregunté confundido.

No te preocupes. Mañana, cuando empieces a trabajar, habrá gente que no te caiga bien.

No me gusta el jefe. Da miedo.

Él planea matarme en dos meses.

- A mí tampoco me gusta Lorena -

La miro. - ¿ Lorena? -

- La gemela de la señora Carla -

Arqueé un poco la ceja.

de la casa y también guardaespaldas. Su gemela es Lorena. La asistente personal del jefe. Lorena siempre está junto al jefe. Incluso sale con él. Es como si tuviera un pegamento invencible conectado a él desde su cuerpo.

Eso explica por qué la mujer que me trajo aquí me resulta familiar. Se parece a su hermana. Son prácticamente idénticas.

—Lorena es descarada y molesta. Carla es una jefa. Es fuerte y audaz, y nunca sonríe —dijo Valeria, con decepción en la última frase.

—Bueno, luego chismeamos, deberías ducharte y cambiarte de ropa. Llevas dos días en la jaula —dijo mientras se dirigía al armario.

Necesito probar el número de Bruno. Tengo que llamarlo para decirle dónde estoy.

Quizás no tiene idea de lo que está pasando y debe estar buscándome ahora mismo.

Debe estar muy preocupado por mí.

Sí, eso explica por qué no vino aquí a salvarme.

No quiero quedarme aquí. No quiero quedarme con esta gente aterradora.

Valeria parece simpática. Pero otros dan miedo. Sobre todo el jefe.

- Está bien, prueba estos – dijo Valeria acercándose a mí con dos vestidos.

Mantengo a Cielo en la cama mientras me pongo de pie. No le respondo, pero mantengo una cara de preocupación.

- ¿Qué pasa? - Preguntó.

- ¿ Puedo usar tu teléfono por favor? -

- ¿ Teléfono? -

Asiento con la cabeza.

Ella me mira con preocupación.

—Por favor, necesito llamar a mi novio. Creo que me estará buscando. Debe estar preocupado.

No dice ni una palabra, pero se dirige a la mesita de noche junto a su cama y saca un pequeño teléfono. Me lo entrega.

- No se lo digas a nadie -

- Te prometo que no lo haré - aseguré.

Ella asiente.

-Gracias - dije mientras caminaba hacia el armario.

Marqué el número de Bruno. Siempre lo recuerdo de memoria. Me llevo el teléfono a la oreja.

- El número que ha marcado no está disponible en este momento – se escucha una voz de mujer a través del teléfono.

Lo marqué de nuevo y lo mismo.

Lo repetí dos veces y lo mismo.

Siento que se me llenan los ojos de lágrimas.

¿Por qué no pasa su línea?

¡Bruno por favor!

Me vino a la mente Gloria. Miro hacia el armario; Valeria está ocupada con la ropa.

Marqué la línea de Gloria.

Ella cogió el primer anillo.

- ¿ Si, hola? -

- Gloria – susurré.

- ¿ Quién es? -

-Soy Camila-​

— Hola Camila. ¿Qué pasa? —Suena emocionada.

- Gloria yo...me han secuestrado – susurré.

—¿Qué? ¿En serio? ¿Cómo es posible? —

- Yo...No...Yo... -

—¿Piden rescate? ¿Son los rusos de los que me hablaste? ¿Y Bruno? ¿Está pagando el rescate, verdad? —Me llenó de preguntas.

- Gloria, me secuestraron porque...Porque Bruno le debía dinero a unas personas. -

- ¿ Qué coño? -

-Dijeron que me matarían en dos meses si no les pagaba. -

¡ Mierda! ¿Dónde está? ¿Está haciendo algo al respecto?

Me detuve por un momento.

-¿Camila? -

- Su línea no pasa -

Ella se burló. —Chica, siempre te he advertido sobre él. No te conviene, ¡pero no! No le hiciste caso. Mira. Te ha usado para pagar su maldita deuda. ¡Qué interesante!

- Gloria por favor tu....necesitas ayudarme -

- ¡Cómo no! - Soltó, arqueándome el corazón.

¿ Recuerdas las innumerables veces que te dije que dejaras a ese tipo? ¡Habla de cuando te puso las manos encima, te impidió trabajar y te desvinculó por completo del mundo! ¿Debería seguir?

Las lágrimas rodaron por mis ojos mientras escuchaba sus regaños.

—Chica, me estás sacando de quicio. Bueno, no voy a ayudarte. Necesitas aprender una lección, cariño. Dijiste que lo amabas, ¿verdad? No puedes vivir sin él. No puedes dejarlo. Está bien. Quédate ahí y espera a tu ángel de la guarda, Camila Duarte.

-Gloria....-​

—¡No me vuelvas a llamar, carajo! ¡Lleva tu cruz tú mismo! —Y con eso, colgó.

Esto es todo para mí.

¿Es esto para ti, Camila?

Esto es todo.

Camila

- Adelante -

Entré a su casa a regañadientes. Es un piso pequeño, muy cómodo y acogedor.

-Bienvenidos a mi casa- dijo mientras cerraba la puerta detrás de nosotros.

No podía dejar de admirar la casa sencilla pero bonita. Toda mi vida la he pasado en el orfanato. Con sus pasillos, camas de goma y todo, siempre he soñado con estar en un hogar de verdad. Pero nadie estaba interesado en adoptarme.

Ahora estoy en la casa de este hombre.

La casa de un extraño.

Un extraño que me salvó.

—¿Un centavo por tus pensamientos? —Me sacó de mis pensamientos.

Muevo la cabeza tímidamente.

Él se rió entre dientes. - Gracias -

Frunzo el ceño, confundida.

-La mirada en tu cara demuestra que encuentras mi casa hermosa-

Sonreí un poco.

—Ven. Te mostraré el lugar —dijo, guiándonos. Fuimos a la cocina, al dormitorio, al baño, al balcón y a todo. Es un lugar muy bonito. Me gusta. Me gusta él. Es tan simpático y alto. Y muy guapo también.

Me siento tímido y nervioso a su alrededor.

Estamos en el dormitorio. Él está revisando su armario y yo estoy allí parada, mirándolo.

—Bueno, tengo esta camiseta grande y unos pantalones cortos. —Dijo, mostrándome una camiseta azul grande y unos pantalones cortos verdes. Caminó hacia mí y me los entregó.

- Th.....gracias...., - Intento recordar su nombre.

-Bruno- dijo dándome una sonrisa muy linda.

Mi corazón se agitó.

—Bruno —dije, bajando la mirada. Tengo las mejillas ardiendo.

Me tomó la barbilla y me la levantó para que lo mirara. Sus hermosos ojos azules son como diamantes. Tan bonitos.

Me colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. Me sonrojé mucho.

-Ve y date una ducha para que puedas comer y dormir ¿vale? -

Asiento con la cabeza.

- Está bien, continúa.

Fui al baño. Colgué la ropa en el tendedero antes de quitarme el vestido color melocotón que se había despeinado por la carrera. Me recogí el pelo y me metí en la bañera. Pensé en Julia y Sunny. Seguro que iban de camino a Rusia.

Se me rompió el corazón al pensarlo. No llegué a tiempo. Si no, nos habríamos escapado juntos. Dios, por favor, protégelos y guíalos por mí.

Por favor Dios.

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