Capítulo 5
—Tú y yo sabemos que mis instintos siempre son acertados. Esa chica es inocente y quizá no sepa nada de lo que hace su novio. Déjala trabajar para nosotros.
Me miró por un momento antes de presionar el botón de llamada.
- Carla, ven a mi oficina -
- Sí, jefe – dijo una voz femenina a través del teléfono.
- Sólo espero que tus malditos instintos no jodan a Santiago -
Asiento con la cabeza, no.
Él apartó la mirada de mí.
No tardó mucho en oírse un golpe en la puerta.
-Entra - dijo Alejandro.
—Llamaste al jefe —dijo Carla, una de las guardias y jefa de bienestar social. Lleva su habitual uniforme de cuero negro y mantiene una expresión seria y seria.
- Trae a esa perra aquí -
-Sí, señor - dijo ella y salió de la oficina.
- ¿ Has hablado con Iris hoy? - me preguntó.
—No. ¿No dijo que volvería hoy? —pregunté.
Él se burló. - No has hablado con tu hermana y estás aquí preocupándote por un extraño. -
Dejo escapar un suspiro. - La llamaré más tarde, ¿de acuerdo? -
- Sí, claro. -
La puerta se abrió y escuché pequeños sollozos que me hicieron girar.
¿Desde entonces sigue llorando?
Su cabello está un poco desordenado y le cubre la cara. Su perro está aferrado a ella y Carla la agarra del brazo.
Ella me miró a los ojos pero rápidamente bajó la mirada.
Ella debe estar muy asustada.
Ella prácticamente está temblando.
Alejandro le hizo una señal a Carla con los dedos para que la acercara, lo cual ella hizo.
-¿Cómo te llamas? -preguntó Alejandro.
Ella no levanta la vista. - C...Camila - tartamudeó.
- ¿ Cuántos años tienes? - preguntó.
- Ni...diecinueve -
-Diecinueve -murmuró burlonamente.
Lo miré. Él me miró con una ceja levantada. Volví a mirar a Camila.
- ¿ Qué sabes hacer con tus manos Camila? - pregunté.
Ella levantó la vista un poco antes de volver a mirar hacia abajo. - Yo...Yo p...Puedo cocinar -
Vaya. —¿En serio? ¿Muy bien?
Ella asiente.
- Entonces Lucía puede necesitar un asistente – dije.
—¿Estás bromeando, Santiago? ¿Quieres que la deje prepararnos comida? ¿Estás loco?
Solté un suspiro. - Este... -
-¿Qué pasó con lo de trabajar como empleada doméstica? -
—Creo que tenemos suficientes sirvientas a mano, señor —dijo Carla.
¿ Ves? Carla es la jefa de bienestar social, ¿sabes? No hay ninguna vacante de criada.
Alejandro apretó la mandíbula y me miró fijamente.
- Vamos hermano, ella sólo ayudará a Lucía.-
Tú mejor que nadie sabe que no como otra comida que la que prepara Lucía. ¿Ahora quieres que deje que esta zorra me prepare la comida? ¿Qué demonios va a pasar?
Suspiré. —Dije que ayudara. De acuerdo, Lucía cocinará tu comida ella misma. Camila ayudará a cocinar a los demás. ¿Qué te parece?
Alejandro me miró fijamente durante un rato.
- Permíteme esto y haré cualquier cosa que me pidas a partir de ahora – aseguré.
Él se burló. Volvió a mirar a Camila.
- Camila o como carajo te llames -
Camila se estremeció un poco al oír a Alejandro llamarla por su nombre.
- Tu nombre corresponde con la garantía que eres.-
En realidad, lo hace.
De ahora en adelante trabajarás en la cocina. Si cometes un error, te volveré a encerrar.
Ella no lo mira, tiene la cabeza gacha. Él la asusta.
- Trabajarás para nosotros hasta que ese enfermo bastardo de tu novio me pague lo que me debe. -
-Gracias- le murmuré.
Él se burló un poco. - Tienes dos meses de garantía - le dijo.
¿Espera qué?
- En dos meses y si tu novio no paga, te mato –dijo sin emociones.
- Este... -
- Así que reza para que venga antes de que se cumplan esos dos meses. - Me interrumpió.
Miro a Camila. Parece estupefacta al oír que la matarán en dos meses.
-Dale una habitación- le dijo Alejandro a Carla antes de mirar su computadora portátil.
Carla se llevó a Camila.
- Este que....-
- He hecho lo que me pediste – me interrumpió.
- Pero.... -
- Dos meses y esa cabrona no paga, se muere. -
Di un suspiro.
- ¿ Me oyes? -
Sí.
Te escuché.
Camila
Lo recuerdo como si fuera ayer.
Flashback********************
Corría tan rápido como podía. Nunca pensé que pudiera correr así. Pero supongo que en la vida, las piernas pueden llevarte más allá de tus expectativas.
Todo lo que podía oír era:
- ¡ Agarrala! -
Voces de los guardias de seguridad por todas partes. No sé cuántos me perseguían porque no me atreví a mirar atrás.
Seguí corriendo.
Mi corazón latía a mil por hora. La idea de que me atraparan me daba escalofríos.
Corrí hasta llegar a la calle y aparecí frente a un coche azul que se acercaba, lo que hizo que el conductor se detuviera impulsivamente y se quedara a pocos centímetros de mí. Casi me atropella.
Estaba más que aterrorizado.
Me quedé allí, perdido en el vacío. Vi mi vida pasar ante mis ojos. Ni siquiera podía mover los pies. Entonces sentí que alguien me tocaba el hombro, sacándome de mi trance.
Lo miro. Es alto y guapo. Sus ojos azules son tan bonitos que me quitaron la preocupación por un instante. Tiene las manos sobre mis hombros y me mira con preocupación.
- ¿Estás bien? - Su voz, tan tentadora.
Me quedé mirándolo fijamente.
Él frunció el ceño. - ¿No puedes hablar? -
No respondo. Suspiró, mirando a su alrededor.
- ¿ Qué haces aquí sola? - preguntó.
- Sálvame...por favor - susurré apenas, mis ojos llorosos mirando los suyos.
Arqueó la ceja confundido.
—¡Ahí está! —escuché que decía en voz alta uno de los hombres.
Me escondí rápidamente detrás del hombre alto y loco mientras los hombres se acercaban. Él los observaba fijamente mientras me empujaba hacia atrás con la mano.
Los hombres se acercaron y él los golpeó. Eran cinco, pero este hombre los golpeó a todos.
Me quedé más que sorprendido.
Se volvió hacia mí.
Me moví del lugar donde estaba parado.
-Está bien –dijo al notar mi susto.
- Estás a salvo ahora -
Miro hacia abajo abrazándome a mí mismo.
- Mi nombre es Bruno -
Lo miro lentamente.
Me dio una cálida sonrisa. - Bruno Jeremy -
Su sonrisa me derritió el corazón. Al instante me sentí segura a su lado.
- ¿No vas a contarme el tuyo? - Preguntó.
Dudé por un momento. - Camila -
Me sonrió de nuevo. - Es un nombre hermoso para una chica hermosa como tú. -
Miro hacia abajo y siento que mi corazón se agita.
-Vamos - dijo ofreciéndome la mano.
Puse mi mano sobre la suya y me condujo al coche. Me abrió la puerta y entré. Se sentó al conductor y nos fuimos.
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Nunca pensé que volvería a enfrentar esto.
Nunca supe que no tendría tanta suerte como en aquel entonces.
Pensé que estaría a salvo con Bruno para siempre.
Pensé que nunca me enfrentaría a este tipo de cosas.
