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1

Santiago

- ¡Revisa tus recursos humanos-le dije, mirando el caos en la mesa de madera.

-Idiota-gritó con el ego por los suelos, dando un paso y dando un portazo.

-Necesito otra secretaria-me grité, un día enloqueciendo.

Tomé el teléfono que estaba sobre la mesa para llamar a la gente, espero que sepan encontrar a alguien que esté listo para la tarea, no fue una tarea fácil porque yo era muy exigente, pero solo teníamos que venir, toma un buen café y haz tu trabajo, ¿Es mucho pedir?.

—Rubén —digo cuando toman la llamada, mientras trato de limpiar este desastre.

-¿Señor? Preguntó en la otra línea, susurró, puse los ojos en blanco por lo exagerado que era el hombre, no lo habría despedido si no hubiera encontrado una secretaria competente.

-Dale a la señorita Díaz su cheque y pon un nuevo anuncio-. Me ordenaron cambiar mi teléfono de bolsillo y continuar limpiando, mi sirvienta barata¡maldita sea!!

—Señor con todo respeto, es la quinta secretaria en un mes y está ni tres horas duro. —su reclamo me molesta y hace gracia, ¿Quién le pidió su opinión?.1

—Te pago para que obedezcas, no para que juzgues mis órdenes. —respondo con los dientes apretados., tratando de calmar mi malhumor.1

—Si señ... —cuelgo la llamada antes de que termine de hablar, me levanto furioso para terminar de limpiar el líquido que derramo la ex secretaria.

Mientras me coqueteaba y me mostraba sus senos operados (no me malinterpreten, la mujer era hermosa, pero baja), me tiró café a un contrato importante que tenía que leer, dibujar y usar la próxima reunión.

Si no fuera mi secretaria, igual tendría una oportunidad conmigo, pero yo no confundiría el sexo con el trabajo, y no parezco enfadarme ni dar nada, ya no forma parte de ello. Mi personal de trabajo.

Fui al baño donde estaba en mi oficina a cambiarme porque se me resbaló el pantalón, a los minutos cuando terminé me fui a trabajar en una silla negra detrás de la mesa que me esperaba. Me senté en él, miré mi celular, lo tomé en mis manos y le escribí un mensaje al único que podía ayudarme.

Mensaje:

Necesito tu ayuda.

Pasaron unos minutos y la respuesta que recibí fue muy bien, estaba muy maduro en el emoticón enojado.

No me identifiqué en todo el caos, mi nombre es Santiago Pérez, (si soy griego) tengo 32 años, soy el director general de empresas en Pérez, tenemos cadenas de hoteles, discotecas, bares, restaurantes. Y así tomé el relevo hace 5 años, cuando mi papá Kevin tuvo un infarto por exceso de trabajo y mi mamá Nashi lo obligó a retirarse, la bayana valía la pena preocuparse y mi papá, fiel a él, se llenó sin decir una palabra.

Mi hermana Valeria tiene 23 años y estudia diseño de interiores. Ella era todavía muy joven en ese momento y tampoco le gustaba el negocio familiar, así que me hice cargo, todo estaba bien, y un mes después Celina, mi secretaria y la de mi padre, decidió retirarse para asegurarse de que su esposo estaba enfermo. No será "Tengo algo que hacer para quedarme, lo siento, es demasiado tarde". Y todo se fue al carajo, como dijo Rubén, 5 secretarias pasaron en un mes, coqueteando duro, sin saber hacer un simple café, se van a quedar sin trabajo o van a llegar tarde. ¿No existe tal cosa como Celina?

Pasaron dos horas y estaba más desesperado si la mujer no aprovechaba su presencia, me volví loco, necesitaba una solución y sin secretaria no sabía existir, solo esperaba que el Pitufo enojado no me matará.

Salí de mi mente cuando escuché la puerta abrirse, mostrando a un elfo muy enojado, de 1.60 metros de altura, cabello rubio, ojos azules, era una imagen salival de mi madre, pero en los ojos de mi padre.

—¿Eres idiota? —grita caminando a mi encuentro. —No puedo venir cada vez que despides a una secretaria —chilla haciendo un drama, ni que la hubiera llamado tantas veces en este tiempo. —¿Y ahora qué fue?, ¿El café frío?, del niño. —se burla de mí, su gran amigo, protector, salvador y lo más importante su hermano.

—Hola, hermanita yo estoy bien Y ¿Tú? —respondo con sarcasmo, me saca la lengua con toda la madures que tiene, ósea nada. —Para tu información se pasó de coqueta y derramó el café arriba de un contrato muy relevante que lo necesito para el almuerzo. —me fulmina con la mirada y la muy condenada me responde.

—¿Tanto lío por eso? —pregunta alzando las manos al cielo. —Hay archivos de todos los contratos, le mandas hacer una copia y listo —dice mientras que pasa por mi lado sin saludarme porque estaba parado esperando un abrazo que nunca llego y se sienta en mi silla para empezar a girar en ella.

—¿Era una inútil lo dije? —pregunto caminando a la silla frente a ella.

—Está bien —responde con cansancio, pongo cara del gato con botas, comienza a negra y ya sé lo que sigue. —Pero... —levanto mi mano haciendo que se calle abruptamente.

—¿Pero qué? —la interrumpo de malhumor, ya que no me gusta que me nieguen nada.

—Será la última, lo digo en serio, tendría que estar estudiando para un examen. —me siento culpable Valeria no debería estar pagando mis arranques de rabia.

—De acuerdo trato de suavizar mi tono, puesto que no es responsable de nada.

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