Librería
Español

La Felicidad (COMPLETA)

148.0K · Completado
yalinarr
145
Capítulos
6.0K
Leídos
9.0
Calificaciones

Sinopsis

Historia Completa —¿Quién fue el que se atrevió a tocarte? —su pregunta me hace gracia, no se para qué lo hace, si sabe bien la respuesta. —Tu hermano y yo lo mataremos. —eso si me molesta, no deben meterse en mi vida privada, pero no lo entienden. —Además del innombrable. —hago una mueca por lo último que dijo, mis terminales nerviosas se tensan al pensar en ese idiota. —En primer lugar no es asunto tuyo, —lo fulmino con la mirada mientras él me reta con la suya. —En segundo tuve dos novios, ¿Qué creíste que no teníamos sexo? —si antes estaba furioso, ahora más. —Y en tercero no le dirás nada a mi hermano. —lo señalo con mi dedo acusador, Gabriel esquiva mi mirada, pero por su bien espero que no lo haga.1 —Parece que las amenazas no sirvieron de nada, —murmura, sin embargo lo llegue a escuchar. —¡Hijos de sus madres! —le da un golpe a la mesada que nos hace saltar a loas dos en el lugar, Gabriel enojado es un peligro andante, pero lo que más llama mi atención fue lo último que dijo. —¿De qué hablas? —interrogo con curiosidad y al mismo tiempo molesta por sus actitudes posesivas. —Nada, ya esta. —se levanta camina hasta donde estoy sentada, me da un beso en la mejilla y otro a Lucía. —Adiós, chicas me avisan que van a hacer, a donde van, quiero todos los datos. —Gabriel cree que sigue en el ejército que puede ordenar y nosotras acatar. —Si señor. —respondemos las dos haciendo un saludo militar, larga una carcajada y se desaparece tan rápido que no me da tiempo a procesar nada. —¿Y a este que bicho le picó? —pregunto con curiosidad, Lucía me mira por un segundo y niega con la cabeza. —Se dio cuenta de lo que perdió, cosas de la vida. —se encoge de hombros con desinterés, se levantó de su asiento e hizo lo mismo para sacar al ruso de mi campo de visión, dejándome con más preguntas que respuestas. Recogí mis tazas de la mañana, fui a la habitación a buscar mi computadora portátil para ver si había una advertencia y me sorprendí cuando abrí mi correo electrónico en respuesta a una de las solicitudes en unos 17 días. En el pasado, pensé que ya estaban allí. Secretaria o esa es la respuesta. Mensaje: “Señorita Enriques, nos complace anunciar que ha sido contratada por varios candidatos para el cargo de Secretaria Ejecutiva de Pérez. Nos preguntamos si está listo para viajar porque tiene su sede en la capital de Grecia. Fundó Santiago Pérez, director general de Pérez, sin más. ” Inmediatamente, respondí a la noticia de que mañana llegaría a la hora y lugar acordados. Por unos segundos pensé en la decisión que había tomado y que nos íbamos a Grecia, era un gran cambio que necesitaba de inmediato; Sin embargo, pensé que a mi familia le clamarían al cielo, pero era por el bien de todos, debía estar lo más lejos posible de esta tierra, superé mis pensamientos. Salgo de mi cuarto para ir al de Lucía, ingreso sin golpear, la veo tirada en su cama como una morsa con un pote de helado a su lado se sienta de golpe al verme entrar de esta forma, me mira interrogante. —Nos vamos a Grecia. —comento con una sonrisa y ella me la devuelve como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

DulceAventuraDramaUna noche de pasiónAmistadEmpresarioFelicidadSEXOSeductor

1

Santiago

- ¡Revisa tus recursos humanos-le dije, mirando el caos en la mesa de madera.

-Idiota-gritó con el ego por los suelos, dando un paso y dando un portazo.

-Necesito otra secretaria-me grité, un día enloqueciendo.

Tomé el teléfono que estaba sobre la mesa para llamar a la gente, espero que sepan encontrar a alguien que esté listo para la tarea, no fue una tarea fácil porque yo era muy exigente, pero solo teníamos que venir, toma un buen café y haz tu trabajo, ¿Es mucho pedir?.

—Rubén —digo cuando toman la llamada, mientras trato de limpiar este desastre.

-¿Señor? Preguntó en la otra línea, susurró, puse los ojos en blanco por lo exagerado que era el hombre, no lo habría despedido si no hubiera encontrado una secretaria competente.

-Dale a la señorita Díaz su cheque y pon un nuevo anuncio-. Me ordenaron cambiar mi teléfono de bolsillo y continuar limpiando, mi sirvienta barata¡maldita sea!!

—Señor con todo respeto, es la quinta secretaria en un mes y está ni tres horas duro. —su reclamo me molesta y hace gracia, ¿Quién le pidió su opinión?.1

—Te pago para que obedezcas, no para que juzgues mis órdenes. —respondo con los dientes apretados., tratando de calmar mi malhumor.1

—Si señ... —cuelgo la llamada antes de que termine de hablar, me levanto furioso para terminar de limpiar el líquido que derramo la ex secretaria.

Mientras me coqueteaba y me mostraba sus senos operados (no me malinterpreten, la mujer era hermosa, pero baja), me tiró café a un contrato importante que tenía que leer, dibujar y usar la próxima reunión.

Si no fuera mi secretaria, igual tendría una oportunidad conmigo, pero yo no confundiría el sexo con el trabajo, y no parezco enfadarme ni dar nada, ya no forma parte de ello. Mi personal de trabajo.

Fui al baño donde estaba en mi oficina a cambiarme porque se me resbaló el pantalón, a los minutos cuando terminé me fui a trabajar en una silla negra detrás de la mesa que me esperaba. Me senté en él, miré mi celular, lo tomé en mis manos y le escribí un mensaje al único que podía ayudarme.

Mensaje:

Necesito tu ayuda.

Pasaron unos minutos y la respuesta que recibí fue muy bien, estaba muy maduro en el emoticón enojado.

No me identifiqué en todo el caos, mi nombre es Santiago Pérez, (si soy griego) tengo 32 años, soy el director general de empresas en Pérez, tenemos cadenas de hoteles, discotecas, bares, restaurantes. Y así tomé el relevo hace 5 años, cuando mi papá Kevin tuvo un infarto por exceso de trabajo y mi mamá Nashi lo obligó a retirarse, la bayana valía la pena preocuparse y mi papá, fiel a él, se llenó sin decir una palabra.

Mi hermana Valeria tiene 23 años y estudia diseño de interiores. Ella era todavía muy joven en ese momento y tampoco le gustaba el negocio familiar, así que me hice cargo, todo estaba bien, y un mes después Celina, mi secretaria y la de mi padre, decidió retirarse para asegurarse de que su esposo estaba enfermo. No será "Tengo algo que hacer para quedarme, lo siento, es demasiado tarde". Y todo se fue al carajo, como dijo Rubén, 5 secretarias pasaron en un mes, coqueteando duro, sin saber hacer un simple café, se van a quedar sin trabajo o van a llegar tarde. ¿No existe tal cosa como Celina?

Pasaron dos horas y estaba más desesperado si la mujer no aprovechaba su presencia, me volví loco, necesitaba una solución y sin secretaria no sabía existir, solo esperaba que el Pitufo enojado no me matará.

Salí de mi mente cuando escuché la puerta abrirse, mostrando a un elfo muy enojado, de 1.60 metros de altura, cabello rubio, ojos azules, era una imagen salival de mi madre, pero en los ojos de mi padre.

—¿Eres idiota? —grita caminando a mi encuentro. —No puedo venir cada vez que despides a una secretaria —chilla haciendo un drama, ni que la hubiera llamado tantas veces en este tiempo. —¿Y ahora qué fue?, ¿El café frío?, del niño. —se burla de mí, su gran amigo, protector, salvador y lo más importante su hermano.

—Hola, hermanita yo estoy bien Y ¿Tú? —respondo con sarcasmo, me saca la lengua con toda la madures que tiene, ósea nada. —Para tu información se pasó de coqueta y derramó el café arriba de un contrato muy relevante que lo necesito para el almuerzo. —me fulmina con la mirada y la muy condenada me responde.

—¿Tanto lío por eso? —pregunta alzando las manos al cielo. —Hay archivos de todos los contratos, le mandas hacer una copia y listo —dice mientras que pasa por mi lado sin saludarme porque estaba parado esperando un abrazo que nunca llego y se sienta en mi silla para empezar a girar en ella.

—¿Era una inútil lo dije? —pregunto caminando a la silla frente a ella.

—Está bien —responde con cansancio, pongo cara del gato con botas, comienza a negra y ya sé lo que sigue. —Pero... —levanto mi mano haciendo que se calle abruptamente.

—¿Pero qué? —la interrumpo de malhumor, ya que no me gusta que me nieguen nada.

—Será la última, lo digo en serio, tendría que estar estudiando para un examen. —me siento culpable Valeria no debería estar pagando mis arranques de rabia.

—De acuerdo trato de suavizar mi tono, puesto que no es responsable de nada.