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Cómplice descubierto

Federico intenta sacar el dedo de Fernando, pero Fernando pone toda su fuerza en su dedo.

De repente se escucha la sirena de las patrullas y Federico se sobresalta.

—¡Pero qué!—espeta Federico

Federico se levanta y deja las pinzas en la bandeja, se acerca a la puerta y sale del cuarto.

—Estuvo cerca—dice Fernando mientras suspira aliviado

Arriba, el abogado le explica al oficial que es una falsa alarma y la señora despierta aturdida del golpe en la cabeza.

—Lo que digo es cierto, oficiales—asevera el abogado

—Si lo que dice es cierto, entonces, ¿Por qué esa mujer está tirada en el suelo inconsciente?—indaga el oficial con tono serio

—Porque ella se golpeó en la cabeza por accidente señor oficial—miente el abogado

—Eso lo quiero escuchar de la boca de la señora.

El oficial aparta al abogado y entra a la cabaña, se acerca a Ana.

Ana

—Señora, ¿Se encuentra bien?—inquiere el oficial, me ayuda a levantarme del suelo.

—Eso creo, todo se mueve—dije, siento como la cabeza me da vueltas y me duele mucho.

—Venga—me lleva a la habitación—acuéstese—dice el oficial

—Esta bien—me acuesto en la cama.

El oficial se acerca—Dígame, ¿Usted se provocó ese golpe sola?—indaga el oficial con sospecha

—No señor oficial, alguien me golpeó en la cabeza—asevero

—¿Y sabe quién?.

—No señor, la única que lo sabe es la niña que estaba aquí conmigo—menciono

—¿Una niña?, nadie mencionó a una niña señora—dice el oficial con tono confundido

—Una niña estaba aquí conmigo y se llama yasmin—informo

—Entiendo señora, espere aquí—sale de la habitación y se acerca al abogado—la señora me dijo que una niña estaba aquí con ella, así que quiero saber donde está—dice el oficial firme

—No sé de que habla señor, esa señora estaba sola, de seguro está delirando—miente el abogado

—Señor, si usted me está mintiendo, pasará muchos años en la cárcel—advierte el oficial

—Le juro que no miento señor oficial—asevera

—Bien, todos revisen la cabaña—ordena el oficial

Todos los oficiales asienten y empiezan a revisar la cabaña.

Uno de los oficiales entra a la habitación y ve la puerta, la abre y un hombre lo jala desde adentro, el hombre cierra la puerta y tira al oficial por las escaleras.

Todos los oficiales escuchan y entran al cuarto, abren la puerta y ven al oficial al final de las escaleras inconsciente.

Se acercan a él y los demás empiezan a examinar el sótano.

Uno de los oficiales encuentra otra puerta y da aviso a todos, todos se acercan y abren la puerta, no hay nada, solo una cámara y una bandeja con materiales de tortura, y dos sillas.

Todos entran y observan cada esquina del lugar, y uno de los oficiales encuentra una puerta que está sellada.

La abren y es otra salida de la cabaña.

El oficial baja al sótano y entra al cuarto, se acerca a la otra salida.

—¡Escapo!—espeta el oficial

—¡Búsquenlo en cada rincón de este bosque y rápido!—ordena el oficial

Todos asienten y salen, se adentran en el bosque, sacan sus linternas y se separan para encontrar a la persona que escapó.

El oficial se aleja de la segunda salida y se acerca a la puerta para salir del cuarto, se acerca a las escaleras, sube y se acerca a mí.

Se me quita un poco lo aturdida y me levanto de golpe.

—¿Dónde está mi hijo y yasmin?—inquiero con tono preocupado

—Creí que solo había una persona desaparecida señora—dice el oficial

—¿Cómo que desaparecida?—la preocupación empieza a crecer más con lo que el oficial dice.

—La niña que usted dijo, no está por ningún lado de la cabaña y tampoco hay rastros de su hijo—informa el oficial

—No puede ser…. Deben encontrarlos oficial, ¡Por favor!—suplico

—Los encontraremos señora, pero debe mantener la calma.

—No puedo si no se nada de los chicos—dije con angustia

—Lo sabrá en poco tiempo, señora, todos mis oficiales salieron a buscarlos—informa

—Esta bien oficial—dije disimulando mi angustia

Yasmin

Federico nos arrastra por el bosque sombrío hasta una cueva y empieza a hacernos cortes en nuestra piel con su navaja, nos la entierra en los brazos y la sangre empieza a brotar, nos golpea en la cara y en nuestro cuerpo hasta que empieza a salirnos sangre por la nariz, nos provoca labios rotos y moretones.

Él se ríe mientras lo hace, nuestros gritos de dolor hacen eco en la cueva.

Estuvo haciendo lo mismo por un rato hasta que decide ya acabar con nuestras vidas, nos apuñala a los dos en el estómago hasta que la sangre se empieza a derramar por el frío suelo.

Se levanta y sale de la cueva, camina tranquilamente alejándose de la cueva.

Los oficiales llegaron en poco tiempo y entraron a la cueva, alumbran con sus linternas hacia nosotros e informan a los demás por el radio.

Los oficiales toman nuestro pulso y se percatan de que seguimos con vida, llaman a la ambulancia y toman muestras de nuestros cuerpos.

Ana

El oficial escucha lo que informan en la radio y él me mira.

—¿Qué sucede oficial?—inquiero

—Encontraron a los dos jóvenes, señora—informa el oficial

—¿En serio?, ¿Y dónde están?—indago con desesperación

—Están en una cueva no muy cerca de aquí, ¿Quiere venir conmigo para que identifique que si sean los jóvenes que usted busca?.

—Sí, vamos.

El oficial y yo salimos de la cabaña.

—¿A dónde van?—inquiere el abogado

—Acompañó a la señora a la escena del crimen para que identifique los cuerpos—responde el oficial con tono serio

—¿Y yo qué?—pregunta el abogado de mala gana

—Usted será llevado a la cárcel—informa el oficial

—Pero, ¿Yo por qué?, yo no hice nada—miente el abogado

—Porque nos mintió y por ser el principal sospechoso del crimen, ¡Llévenselo!—ordena el oficial

Los oficiales se acercan y esposan al abogado, lo obligan a caminar y lo meten a la patrulla.

Los oficiales se suben y arrancan la patrulla, el oficial y yo los vemos alejarse de la cabaña.

—Vámonos señora.

Nos adentramos en el bosque y después de una larga caminata llegamos a la cueva.

Pasamos por debajo de la cinta amarilla y nos acercamos a los cuerpos.

Vemos que los cuerpos están tapados con unas sábanas y yo me acerco un poco, me agacho y levanto la sábana.

—Hijo….—dije con sorpresa

—¿Si es él?—pregunta el oficial

—Sí señor oficial….. Pero, ¿Están muertos?—inquiero con tristeza

—No señora, no están muertos—responde el oficial

Siento un alivio en mi corazón, pero aun así no pude evitar llorar.

Pasan unos minutos y la ambulancia llega, bajan paramédicos con una camilla y se acercan a los cuerpos, los suben a la camilla y a la ambulancia, arranca alejándose rápidamente de la cueva.

Los paramédicos les colocan lo necesario e intentan mantenerlos con vida y también intentan detener el sangrado de sus heridas hasta llegar al hospital.

Los bajan de la ambulancia y los llevan al quirófano.

Al llegar, preparan todo para la operación, cuando ya todo está listo dan comienzo con ello.

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