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3

- ¿Qué quieres comer?

-¿Que hay en el menu?- Respondí juguetonamente, siguiéndolo a la cocina para averiguar qué me iba a ofrecer de comer.

- ¿Bocadillo? — propone.

- Puede ser. — Siento mi estómago rugir, solo de escuchar lo que me ofreciste de comida. - Me muero de hambre.

-¿Merienda en qué?- Creo que tengo una hamburguesa. Fue al refrigerador, abriendo el congelador.

- No como carne. Se vuelve y me mira, cerrando el congelador. - Soy vegetariano.

-Ah...- susurró las palabras en el aire, sin dejar respuesta.

— ¿Tienes una ensalada? Me encanta la merienda natural. Digo, dispuesta a ayudarlo a hacer su almuerzo, viendo que no me molestaba que pensara que comía carne.

- Él tiene. Abrió la nevera. -¿Tienes una preferencia de ensalada?-

-Lo que sea que tengas está bien. Me gusta todo. asintió, buscando algo para poner en mi almuerzo.

-¿Desde cuándo eres vegetariano?- — quiso saber, con las verduras en las manos, dónde las pone en el fregadero, para empezar a hacer la merienda.

- Dejame hacerlo. - Me alisto, robándote el pan de las manos. — Me hice vegetariano hace tres años. Por elección, antes de preguntar. - Adelanto la respuesta. -Nunca he sido fanático de la carne-.

— Admiro la valentía de las personas que optan por sacar la carne de su rutina. dijo, teniendo la idea de preparar algo más para comer.

— Nunca me lo perdí, así que decidí quitármelo para siempre. — Corté las rodajas de tomate, colocándolas encima del pan.

-Nunca pensé que fueras vegetariano-.

- Yo se. Nadie se imagina nunca. Le doy una sonrisa, pero luego vuelvo a mi trabajo.

No pasó mucho tiempo para que termináramos en su balcón, con una pequeña mesa puesta para el desayuno. Nos dejamos llevar, creo, con mi almuerzo y resultó que a Víctor se le ocurrió la idea de desayunar en la mesa del balcón, en un lugar tranquilo con vistas a admirar. Estamos uno frente al otro, tomando nuestro café de la tarde que hemos hecho, por extraño que parezca, con un tema aún sin respuesta.

— ¿Tienes otros hermanos además de Taina? —pregunto, bebiendo mi jugo de uva.

- No. Somos solo nosotros dos.

- Eres mayor. - digo, encontrando eso, así que tengo mi respuesta cien por ciento confirmada.

- Sí. Tres años.

- Ella es bonita. La envidiaba cuando pensaba que era su novia.

-¿Quién dijo que era mi novia en la escuela?-

— Ah... no lo sé exactamente. Escuché de los estudiantes. - Miento, ni siquiera estoy seguro de si sabían que Víctor tenía una posible novia.

— Odio cuando hablan de mi vida sin saberlo. Resopló, dejando su taza de café sobre la mesa, exhalando irritación.

— Eres popular entre los estudiantes. Todo el mundo habla de ti.

— ¿Qué dicen de mí?

- No voy a decir. Doy una sonrisa astuta. -Vas a bajar mi calificación por eso-. No quiero reprobar tu materia.

-No voy a bajar tu calificación por esto. le aseguró, pero aun así no iba a decirlo.

-Es confidencial entre nosotros los estudiantes, profesor. Sonrío juguetonamente, bebiendo mi jugo para disimular lo que ya he visto.

— Apenas salga de la escuela te voy a buscar y voy a hacer que me cuentes todo lo que dijeron de mí en la escuela. - dijo, como si fuera una promesa y te juro que sentí mariposas en el estómago por eso, por la forma en que me miró.

-No sé si recordaré cuando deje la escuela, profesor.

- Ir. Sé que lo hará.

-¿Cuánto tiempo has vivido solo?- - Cambio de tema, teniendo su mirada dura y provocativa sobre mí, dejándome estabilizado.

-Serán tres años.

-Debe ser malo estar aquí sola todo el día.

- No es. Me gusta la paz y estar solo.

-Entonces, ¿por qué me pediste que me quedara si te gusta estar solo?- Pregunté, sintiéndome un poco incómodo por esto.

-Porque estoy acostumbrado a tu presencia, porque estás aquí todas las semanas y porque ambos íbamos a estar solos en casa, así que ¿por qué no tener compañía?- dijo, dejándome sin una respuesta que dar. Me encogí de hombros, siendo mi única respuesta.

Cambié de tema.

....

- Necesito bañarme. - digo, distanciándome un poco de él, rompiendo el beso, pero aún manteniéndome cerca de su cuerpo.

-Tómalo.

-No tengo ropa para cambiarme-. — Digo lo obvio, viendo que ni siquiera te diste cuenta cuando me pediste que me quedara.

-Te prestaré uno de los míos-. dijo y me bajé de su regazo, sin tener un ápice de ganas de hacer eso y me levanté.

Fuimos a su habitación, donde lo conocí mejor, desde la primera vez que estuve aquí y vi que estaba muy bien organizado. Parece una persona organizada que odia los líos. Distraído, me llama y me pasa una camiseta negra, muy discreto.

-Es el más pequeño que tengo-.

- Todo bien. Tomo la blusa. — Creo que todavía tengo mi ropa en la mochila, la última vez que fui a dormir a casa de mi amiga. — dije, recordando eso y salí de su habitación, para ir a mi mochila y averiguar si realmente tenía algún atuendo perdido ahí.

Pensé.

- Tengo hambre. Digo, sintiendo mi estómago rugir. Odiaba sentir hambre o que su estómago rugiera, pidiendo comida.

- ¿Qué quieres comer?

- ¿Alguna idea?

-¿Quieres pedir algo?-

- No sé. Tu escoges.

-¿Quieres pedir una pizza?-

- Deseo. Me animo ante la sugerencia, sintiendo que mi hambre aumenta ante la idea de comer una pizza de brócoli.

-¿Pizza de qué?-

— Yo no como carne, así que un brócoli.

- Todo bien. Pediré la pizza. Ve a darte una ducha mientras tanto. — dijo, levantando su celular sobre el mostrador, donde divide la sala de estar de la cocina, y comenzó a usarlo para llamar y pedir nuestra pizza.

— Necesito una toalla. - Recuerdo, poniendo cara de vergüenza, por preguntarle todo.

-Vamos a buscarlo-. Pasó junto a mí, con el teléfono celular todavía en sus manos, y se dirigió de regreso a su habitación.

Víctor me presta una toalla y me dirijo al baño, cierro la puerta y miro toda la organización de su baño. Productos para hombres en todas partes. Jugueteé con algunos para ver cuáles eran, pero decidí que era mejor detenerme antes de que hiciera algo mal. Me quité la ropa y me metí en la ducha, abriendo la ducha, esperando que cayera agua tibia. Salí del baño, viendo a Víctor mirándome al final del pasillo, saliendo de la cocina y no sé por qué, pero me dio vergüenza. Tal vez sea el hecho de que estoy usando su camiseta, escondiendo los pantalones cortos de mi pijama que encontré en mi mochila, pareciendo que no estoy usando nada más.

- Quedó bien. - encontró. Levanté los brazos, mostrando lo grande que me quedaba la camisa, como si fuera un vestido.

- Mejor que nada. Lancé mis brazos a mis costados, caminando de nuevo. -¿Ordenaste la pizza?-

- Yo pregunté. Se sentó en el sofá, revisando algo en su teléfono celular. Saqué el mío, para ver si tenía algo importante, pero no mucho. Solo notificaciones.

-¿Cuánto tiempo tomará llegar allí?- Tengo hambre. Gimoteo, apartando su atención del teléfono, que deja a un lado y se enfoca en mí.

-Alrededor de media hora. - el respondió. Me paré frente a él, con los brazos cruzados, mientras él me miraba, parecía querer algo. - Ven aquí. – me llamó con los dedos y me acerqué, viéndolo tomar mi mano y acercarme más, lo que me hizo sentarme en su regazo, como minutos antes. - Huele bien. - elogió, estirando su rostro en dirección a mi cuello.

- Acabé de salir del baño. - digo lo obvio, sintiendo mis pelos de punta por estar oliendo y besando sutilmente la piel de mi cuello.

- Así mismo.

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