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2

- Bien. ¿Y tu?

- Excelente.

— ¿Qué haces aquí, Taina? — Dijo Víctor, pareciendo no estar contento con la presencia de Taina.

-Vine a hablar contigo sobre mamá. Y visitarte también. — Dijo Taina a mi lado, haciéndome dar cuenta de que era hora de irme.

-Bueno, me iré. Recojo mi mochila del suelo, todavía ajustando mi blusa, con miedo de delatarme de alguna manera.

- ¿Pero ya? – Cuestionó Taina, no le gustaba la idea de que me fuera. — Tómate un café con nosotros, así te quito el aburrimiento de tenerlo aquí. Señaló a Víctor, que miraba a su hermana con irritación.

Puede estar seguro de que no fue aburrido quedarse aquí.

- Otra hora. - declino suavemente, poniendo la mochila en mi espalda. — Todavía tengo que hacer algunas cosas con mi madre. Miento, poniendo una excusa para alejarme para no molestar a su sujeto.

- Ah!, qué pena. Quería compañía femenina aquí, porque a mi hermano no le gusta hablar conmigo, es gruñón. Miró a su hermano, que solo nos observaba en silencio, mirando a Taina de la misma manera que la había visto en la puerta.

-Bueno, la próxima vez-. Realmente necesito ir. Hasta otro día. — Me despido de ella, dirigiéndome a la puerta, donde está Víctor camino a ella. Víctor va hacia la puerta, abriéndola para que me vaya. -Hasta la próxima, profesor-. - digo, después de sentir que se me traba la garganta. Él asiente y así dejo su apartamento para irme.

Qué día tan desafortunado acabo de tener. ¡Maldita sea!

-Voy a tener que quedarme en el hospital todo el día de hoy, ¿de acuerdo?- Solo llegaré por la mañana.

- Está bien, mamá. — Me bajo del ascensor. - Mantén la calma.

- OK entonces. Llamé solo para avisarte. Necesito ir ahora. Tchau mi amor. Te amo.

- Yo también te amo, mamá.

Cuelgo la llamada, viendo que no hubo ni un minuto de conversación y me detengo frente al departamento de mi profesor, tocando el timbre. Escucho que se abre la cerradura y luego la puerta, revelando al chico guapo detrás de ella. Mi corazón se acelera, pero no entiendo por qué.

- Ey. Saludo, arriesgando una sonrisa amistosa. No sonríe, solo tira de sus labios ligeramente hacia un lado y me deja entrar. -¿Llegué tarde?-

- No. Cerró la puerta con llave y luego se volvió hacia mí, que estaba quitándose la mochila.

- Que bien. No pude encontrar mi teléfono celular, así que perdí un poco la noción del tiempo. — Expliqué mi posible retraso, dejando mi mochila en el sofá, viéndolo ir a la cocina, así que decidí seguirlo.

-No importaría si llegaras tarde-. No tengo nada que hacer hoy. — dijo, parándose frente a la cafetera, preparándose su café, como siempre hacía.

-Voy a estar aburrido de mi mente cuando me vaya de aquí-. Le comenté, sacando el tema, como lo hicimos de nuevo. Era mucho mejor hablar con él cuando no había mal humor entre nosotros.

- ¿Por qué? Volvió su rostro hacia mí.

— Pensé que mi madre estaría en casa por la tarde, pero estará en el trabajo todo el día y no volverá hasta el amanecer. — Sonrío con tristeza, sintiendo que mi felicidad se desvanece un poco más, después de que mi madre me llamara.

- ¿Trabaja con qué?

— Es enfermera y vive de guardia. Casi no se detiene en casa, así que paso más tiempo solo que con ella. parece pensar, apartando su mirada de la mía por un momento.

-Yo sé cómo es esto. Mi madre también trabajaba.

— Yo creo que si ella trabaja es para dar lo mejor por mí, pero yo no le exijo nada. No tienes que vivir en el hospital.

-A veces ella piensa que esa es la mejor manera de hacer una buena vida para ti. Se apoyó contra el fregadero, al lado de la cafetera, esperando que el café se preparara. -Los padres hacen eso.

- Tal vez. Pero cuando vaya a la universidad, no la veré.

-¿A qué universidad piensas ir?-

- Arquitectura.

- Una buena eleccion.

- Sí. Por eso te pedí clases particulares, porque mis notas son muy bajas en tu materia y no quiero correr el riesgo de no aprobar por mi nota.

— No todo el mundo es bueno en todas las materias. Muchos estudiantes apestan en química.

-Es por eso que lo estoy intentando. Mi profesor de química se enojará conmigo si no paso su clase. Intenté bromear y logré sacarle una pequeña sonrisa. La cafetera emite un pitido, indicando que el café está listo.

-Entonces vamos a clase, Srta. Carretero. dijo, uniéndose a la diversión, taza de café en mano, pasando junto a mí y saliendo de la cocina.

Lo sigo, con una sonrisa en mi rostro.

....

Me acomodé la mochila en la espalda, luego de guardar todo el material y vi a Víctor mirándome, pareciendo estar pensando en algo. Me acerqué a él, deteniéndome frente a él, con la esperanza de despertarme en mis pensamientos, de abrirme la puerta para que me fuera. Pareciendo tocarse a sí mismo, fue hacia la puerta, abriéndola después de desbloquearla. Mi teléfono celular sonó en mi bolsillo y mi curiosidad se apoderó de mí cuando lo levanté para ver qué era. El mensaje de Carol.

-Hmm...- Levanté la cabeza, apartando mi atención del teléfono. - Voy yendo. Hasta otro día. Entré por la puerta, saliendo, desbloqueando mi teléfono celular para ver lo que Carol había enviado.

En el pasillo del piso, escuché a mi maestra decir mi nombre.

- Daniela. Levanté la cabeza de nuevo y giré la cabeza hacia atrás para ver qué quería de mí. - Vuelva aqui. Arqueo una ceja, sin entender por qué quiere que regrese, pero accedo, mirando a ambos lados, todavía perdido con su pedido.

- ¿Que pasó? Pregunté, confundido.

Me tomó del brazo, empujándome hacia el apartamento y me sentí aún más confundido por eso. Víctor cerró la puerta sin decir una palabra y cuando lo miré, su mano fue a mi nuca, tirando de mí y presionando nuestros labios. Respondo a su beso, sintiendo que mis piernas se relajan, pero él me abraza con fuerza y me acerca tanto que me aferro a él, queriendo algo más que un simple beso. Mi cuerpo es aplastado por el suyo cuando estoy inmovilizada contra la puerta y termino dejando escapar un gemido bajo, sintiendo su mano en mi muslo. Se sentía tan bien sentir su gran mano en mi muslo, que consideré la idea de nunca más usar pantalones para nuestra clase.

Sin aliento, nos quita la boca con suaves besos, ahuecando mi cara con la otra mano, la otra todavía en mi muslo. Abro los ojos, recuperando el aliento y recomponiéndome, hasta que finalmente se me escapa una sonrisa, quitándole una pequeña. Abrazo su cuello, acercándolo de nuevo y beso su boca, con un largo beso.

- Quedate aqui. dijo, alejándose de mí, a centímetros de distancia. Abro los ojos como platos, sin esperar esto.

- ¿Ey? Me alejé un poco.

-Quédate en casa conmigo-. No voy a hacer nada en todo el día y tú tampoco. dijo, pareciendo querer que me quedara aquí. Está inventando argumentos para que me quede.

-P-pero... yo...-

- Quédate aquí. Por favor. susurró las dos últimas palabras, besando lentamente la comisura de mi boca, queriendo que mi respuesta fuera sí, que me quedara con él.

-¿Me estás diciendo que me quede contigo toda la tarde o que pase la noche?- Pregunté, aún sin saber qué respuesta darle. Cerré los ojos, sintiendo sus suaves besos en mi cuello.

-Lo que elijas.

- Ha bien. Me quedo contigo. - su rostro abandonó la curva de mi cuello y me sonrió, besándome de nuevo. Sonreí entre besos, correspondiendo, teniendo su cuerpo cerca del mío de nuevo.

Nos separamos, después de robarnos más besos, hasta que nos separamos definitivamente, para recuperarnos un poco. Me quité la mochila de la espalda y la dejé en un rincón, donde no estorbara nada.

-¿Tienes algo para comer?- Pregunto, sintiéndome tímido por preguntar después de aceptar quedarme aquí con él. - No almorcé.

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