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Imbécil 2

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J.a.a
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Sinopsis

"Nunca pensé que haría algo tan loco y absurdo, enamorarme de mi maestro. Y lo peor de todo es que es un completo imbécil". Lo que se suponía que eran solo unas lecciones privadas con el profesor pendejo, se convirtió en algo mucho más y eso no parece ser bueno para ninguno de los involucrados. -¿Eres mi escolta?- Lo miré, ignorando al grupo de amigos. - Tú eres mi. - replicó, girando su rostro hacia mí y sonriendo de lado, mostrando levemente los dientes. — Entonces puedes ser mi cita, ya que mi amiga me abandonó y salió con un chico. digo, viéndolo mirar al grupo de chicos al otro lado de la piscina.

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1

- ¿Lo que estaba haciendo?

-Cosas de la escuela. - responde, cerrando la carpeta y dejándola encima de un cuaderno.

-¿Hay algo aburrido para nosotros la próxima semana?- Me atrevo a preguntar, para prepararme, si realmente pasa algo.

- Tal vez. dijo, levantando un poco la cabeza, haciendo contacto visual conmigo. Por tu cara, puedo decir que no hay nada malo entre nosotros.

En el interior, un gran peso deja mi cuerpo.

- Tengo sed. ¿Tienes agua helada?

- En la nevera. Indicó el frigorífico.

- ¿Puedo pegar? asiente, todavía empacando sus cosas de trabajo. Pienso en lo aburrido que debe ser meterse con las cosas de la escuela.

Abro la heladera, tomo la botella de agua fría y pregunto dónde hay un vaso, pero él aparece en la cocina y lo toma del gabinete superior para mí y me lo entrega. Te agradezco, viendo que te vas a quedar ahí conmigo, mirándome beber el agua. Víctor no dice nada y me pone nervioso, porque parece que me admira y piensa en algo al mismo tiempo.

-¿No vas a tomar café?- - digo, cuando me doy cuenta de que no está haciendo café y no hay señales de que lo vaya a hacer.

- Ya tomé.

Sigue mirándome y empieza a molestarme y me pregunto qué quiere, porque parece que quiere algo. Termino de beber el agua, tomando mi último sorbo.

-¿Por qué me miras así?- - Decido preguntar, luego de cerrar la botella de agua y ponerla dentro de la heladera, donde estaba antes.

-Porque quiero besarte-. - soltó, de una manera nada inusual, que mi corazón se aceleró contra mi pecho y juro que sentí mi cuerpo estremecerse.

Lo miro fijamente, sin saber qué decir exactamente, sin siquiera imaginarme esa posibilidad, que quisiera besarme. Pensé en otra cosa menos eso. Me tomó tan por sorpresa y tan desprevenida que no sé cómo reaccionar. Abriendo la boca para decir algo, termino diciendo lo que me dice la cabeza.

- Entonces me besa. Digo simplemente, tomándolo a él también por sorpresa.

Víctor se acerca a mí, con algo de prisa y pega nuestras bocas, acercando mi cuerpo al suyo, manteniéndonos pegados el uno al otro. Apoyo mi mano en su nuca, disfrutando de este momento, de cuerpos pegados y bocas juntas, que hace mucho que no tengo. Tengo que confesar que me estoy rindiendo a sus besos y cuando aprieta mi cintura durante el beso, me derrumbo por completo. Agarra el cabello en la parte posterior de mi cuello con fuerza, lo que me hace seguir mejor su ritmo. Separo nuestras bocas un poco, recordando algo.

-Perdón por ese día en la heladería. Dije, recuperando el aliento. -No quería que eso sucediera. Brayan, el...

- Olvídalo. dijo de una manera mandona. -No me importaba lo que dijera. - Cerrándome de nuevo con la boca, volvió a besarme, cosa que no soy tonta por negarme.

La mano que estaba en mi cintura y la que agarró mi cabello, bajan hasta mi muslo y me levantan, colocándome encima de la mesada de la cocina, luego abren mis piernas y se acomodan entre ellas, dejando una de las manos que levantan. levantándome, descansando sobre mi muslo expuesto. Lo abracé, devolviendo el beso y los movimientos de nuestras lenguas, haciendo que mi cuerpo comenzara a sentir la necesidad de más.

La dificultad para respirar comienza a llegar, haciéndonos separar, pero no nos alejamos por completo. Todavía lo estaba abrazando, tenía su frente pegada a la mía y nos quedamos juntos en silencio, controlándonos, recuperando más el aliento.

— ¿Por qué te perdiste la última clase en la escuela? Pregunto, sin contener mi curiosidad.

-Tuve problemas con mi familia. Se separó, poniendo su rostro frente al mío.

- ¿Está todo bien?

- Sí. Son solo problemas familiares, como todos los demás. él dice. - No necesita preocuparse.

- Todo bien entonces. Me besó de nuevo, pero solo fueron picotazos.

-Comencemos nuestra lección-. Ya llegamos tarde. dice, alejándose de mí y saliendo de entre mis piernas. Me bajé del mostrador, siguiéndolo.

....

Cierro la mochila, después de guardar todo mi material, en cuanto damos por cerrada la clase. Noto que Víctor está atento a cada cosa que hago, cada movimiento y cuando dejo la mochila en el piso, para recogerla apenas me vaya, veo que tiene la misma cara que antes, en la cocina, cuando me pidió que me besara. Pero ahora, parece que quiere más.

- ¿Que pasó? Pregunto, supuestamente sabiendo su respuesta.

-Quiero besarte otra vez.- - dijo, sin vergüenza, mirándome a los ojos.

- Entonces me besa. — Le doy permiso, moviendo ligeramente los hombros, sin entender el motivo de su deseo, pidiéndome permiso primero. -No tienes que mirarme así.

Abre una sonrisa en la esquina y me jala por la nuca, contra sus labios y me acerco, teniendo ese momento de estar muy cerca de él, de tener su boca pegada a la mía.

-¿Por qué no me besas más?- Pregunto contra sus labios, recuperando un poco de aliento. -Antes me empujabas y me besabas, ahora me pides permiso.

-No quiero que te sientas usado y luego descartado por mí. respondió, tomando mis labios hacia atrás. -Me sentí mal cuando me dijiste eso. - un beso suave. -No quiero que pienses cosas malas de mí-. Me besó de nuevo. Agarro la parte de atrás de su cuello, pensando que él es diferente conmigo ahora, después de nuestro trato.

El beso se vuelve tan intenso que la primera vez, que termina acostándome en el sofá, colocándose encima de mí, dejando caer las almohadas al piso. Su lengua persigue la mía y me agarra un poco más de buena gana, haciendo que mi subconsciente dé una señal de vida propia, comandando mis acciones, que ni siquiera proceso al hacer.

Se puso encima de mí por completo, y por acción de mi subconsciente, abrí las piernas, para acomodarlo entre ellas, mejorando nuestra posición en el sofá. Su cuerpo se ajustaba al mío como yo quería y tiré suavemente de su cabello en la nuca, sintiendo que mi cuerpo aumentaba en intensidad y necesidad por él. Solo pensaba en una cosa: tener sexo con él. Aquí. En ese sofá. Solo lo pensé. Sentí que quería más que un beso.

No me juzgues, pero después de nuestra noche, en la que tengo vagos recuerdos, solo creo que realmente quiero que se repita, pero esta vez, quiero estar sobrio, sin una gota de alcohol en mi cuerpo, así que que al día siguiente pueda recordar todo y cada sentimiento que tuve, tener a este hombre encima mío, haciéndome lo que quiera. Víctor ha cambiado ahora y quiero tener esa experiencia con él, que creo que está dentro de nuestro acuerdo. Tengo la sensación de que no me arrepentiré si eso realmente sucede. Como dijo, no quiere que me sienta usada y descartada, así que no me hará eso.

Y tengo muchas esperanzas de estar seguro de eso.

Sentí su gran mano apretarse alrededor de mi cintura, haciéndome soltar un suave gemido contra su boca. Por cuestión de segundos, nuestras bocas se separaron y me quitó la camisa, con mi ayuda, haciéndole darse cuenta de que podía hacer eso. Me entregué a este secreto nuestro y vi que él también estaba preparado. Sus ojos se posaron en mi boca, luego bajaron a mis pechos, que ni siquiera podía ver bien por el sostén, pero vi crecer mucho más el deseo en sus ojos.

Tiré de él por la nuca, para volver a sentir su boca contra la mía y profundizamos el beso al mismo tiempo. Podía sentir su excitación contra mi intimidad y eso hizo que mi cuerpo ardiera aún más. Él era duro. Y fue duro para mí y para mí. Pensar así me vuelve loca, pensando en nuestra primera vez en su cama, queriendo recordar lo que es tenerlo dentro de mí. Su mano volvió a mi cintura, dándome ligeros apretones y levanté mis caderas, necesitando sentir más de él.

-Maldita sea. gimió, deteniéndose por un segundo de besarme.

Bocas pegadas una vez más, su mano se deslizó por el costado de mi cuerpo, yendo hacia mis shorts y ni siquiera rompió el beso, para pedir permiso para profundizar su gesto, pero ni siquiera me importó. lo quería Quería tu toque. Y yo quería demasiado. Arqueo mi cuerpo, sintiendo su toque entrar en mis bragas y levanto mis caderas una vez más, queriendo más de su toque. Él gime, esta vez más fuerte y más ronco, cuando siente lo mojada que estoy.

-Maldita sea, Daniela. Estás muy mojado.

Profundizando sus dedos más profundamente en mis bragas, pudiendo ahora tocar toda mi intimidad. Su dedo, al principio, tocó y apretó mi clítoris, que latía por él y eso me hizo jadear. Fue muy bueno. Sabía muy bien lo que estaba haciendo y cómo se suponía que debía tocarme. Víctor sabía cómo tocar a una mujer, aunque no fuera nada profundo. Me tocó, como si me estuviera acariciando, pero dándome placer al mismo tiempo.

- Me estás dejando loco. - dijo tomando mi rostro con una de sus manos y volteándolo hacia un lado, pegando su rostro a mi cuello.

-Victor…- gemí con picardía, necesitando más el toque de sus dedos.

Envolví mis piernas alrededor de su cintura y levanté mis caderas, haciéndolo gemir contra mi cuello donde me estaba besando. Cuando estaba a punto de hundir sus dedos dentro de mí, un zumbido lo arruinó todo. Víctor y yo nos sobresaltamos y nos congelamos. Nos miramos el uno al otro, paralizados. Mi corazón comenzó a latir con fuerza y todo mi cuerpo se estremeció por los nervios. La campana era de aquí. Había alguien en la puerta de su apartamento. Me miró sin saber cómo reaccionar de inmediato y comencé a desesperarme.

- Ay mi Dios. Dije, sin saber cómo moverme.

El timbre volvió a sonar.

Víctor se levantó, bajándose de mí, logrando finalmente reaccionar y para mi tristeza, su mano se fue de donde estaba. Me miró, ya de pie y me senté en el sofá, notando que llevaba sujetador.

— Ponte tu blusa. - dijo en voz baja y agarré mi camiseta del suelo y me la puse rápidamente.

Me acomodé en el sofá, arreglándome el pelo y la ropa, junto al sofá, que tenía los almohadones tirados en el suelo. Me miró, asegurándose de que todo estaba bien conmigo y la habitación y se dirigió a la puerta, abriéndola. No veo quién es, porque Víctor es más alto que la persona, pero me doy cuenta de que es una mujer, hasta que reconozco quién es por la voz.

—Qué retraso, creo. — dijo Tainá, pasando junto a Víctor, entrando a su departamento y al verme, sonrió, mostrando simpatía, como siempre. -Mira quien esta aquí.- No te he visto por un tiempo. — se acercó a mí, para abrazarme y saludarme. Sonrío con una sonrisa forzada, queriendo ser amable, y le devuelvo el abrazo. - ¿Cómo estás?