Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 4

Hudson POV

Estaba tratando de aceptar y adaptarme a todo esto con rapidez, a hacerme a la idea que dentro de unos meses tendré que cuidar de dos bebés. Aunque no sé cómo los cuidaré si no estaré todo el tiempo con Mackenzie. Me consta que ella también se está tratando de adaptar a esto, sin embargo el arranque que tuvo hace media hora con mi mamá me dejó sorprendido.

Se nota que ella no aguantará toda la mierda que mi madre le eche y la verdad me siento orgulloso de ella, sí lo sé es raro que esté orgulloso, pero mi madre se comportó horriblemente con ella y admiro que no le hubiera dicho nada antes. Por otro lado, mi papá se comportó extremadamente bien con ella, y hasta puedo decir que le agradó bastante.

—Hijo, ¿tienes unos minutos? —dijo mi papá entrando a mi habitación.

—Claro.

—Sabes, cuando nos dijiste hace unos días que habías dejado embarazada a una muchacha, lo único que pude pensar fue que eras más idiota de lo que pensaba —me solté riendo viendo cómo mi papá retorcía sus manos, se miraba nervioso—. Pero esa noche que ella te trajo a casa me cayó bien, no cualquier chica que está a punto de dormir deja todo por ir en tu busca y ahora que la conocí me agradó mucho.

—¿A dónde quieres llegar papá?

—Por las miradas que los dos se echaban podría pensar que se gustan, la forma en que la tomaste de la mano cuando nos la presentaste, son cómo un chicle, bueno al menos el tiempo que estuvo aquí no se despegaron... ¿te gusta esa chica?

Me quedé sopesando la pregunta que me había hecho mi papá, es cierto que le tomé la mano cuando se las presenté, pero era porque sabía que Mackenzie estaba muy nerviosa y pensé que eso sería de ayuda. Y no me despegué de ella porque tenía un poco de miedo a lo que le pudiera decir mi mamá si yo no estaba para detenerla.

—No, papá, Mackenzie no me gusta —dije muy seguro.

—Si no te gustara ni un poco no te habrías acostado con ella.

—Estábamos bajo los efectos del alcohol, así que eso influyó.

—¿Entonces estás tratando de decir que si no hubieras estado borracho no te hubieras liado con ella?

—Bueno quizás sí —admití—. Pero sólo porque está muy guapa y además es una agradable persona.

—¿Entonces no la quieres?

—Comienzo a quererla —mi papá sonrió satisfecho—. Pero como una amiga, no me malinterpretes. Sólo es una amiga y obviamente la madre de mis hijos.

—Ay hijo, en ésta vida cometemos muchos errores, pero el peor error que podemos cometer es no querer aceptar lo que nuestro corazón ya sabe —se levantó y abrió la puerta para irse—. Por favor, no dañes a esa muchacha... no creo que se lo merezca.

Mi celular comenzó a vibrar, era un mensaje.

—Llegué a casa —era Mackenzie.

—¿Por qué tardaste tanto? —contesté.

—¿Tomaste el tiempo? ¡Que controlador, Hudson! Llegué a la tienda por donas... tenía antojo —una sonrisa se formó por mi rostro, hasta el momento sólo le había cumplido un antojo, el del pastel.

—¡Que no se vaya a enterar tú mamá que no te cumplí yo el antojo o me temo lo peor!

—No te preocupes, no está en casa así que ni cuenta se dará, bueno hablamos después que tengo una cita.

Me sorprendí al leer lo último... ¿Una cita? ¿Con un chico? Pero claro, ni modo que con quien. Mi pecho se encogió un poco, no me sentía muy cómodo con eso.

—¿Una cita?

—Sí, con el televisor y unas donas con leche —solté el aire que no sabía que estaba reteniendo.

—Vale, te dejo con tu desdichada cita, no quisiera ser las donas en este preciso instante, nos vemos, preciosa, cuídense. Cualquier cosa me marcas.

—Gracias, tú igual.

Dejé el celular en la mesa que tenía al lado de la cama y tomé algo de ropa para meterme a bañar, a decir verdad me sentía agotado. El baño fue muy refrescante; apenas salí del baño escuché que mi celular sonaba de nuevo y me lancé por el pensando que a Mackenzie se le había ofrecido algo, pero era una llamada de un número desconocido.

—¿Hola? —contesté.

—Hola, bebé.

—¿Quién habla?

—¿Ya no te acuerdas de mí, Hudson? Soy Lynette —empecé a recordar hasta que por fin di en el clavo.

—Oh claro, amor, cómo olvidarte, es qué no tenía tu número registrado.

—Lo cambié, cariño y por eso te llamo, para que me tengas registrada.

—Vale yo guardo el número —claro que lo guardaría, esa chica era ardiente.

—¿Qué te parece si mañana salimos, hace mucho que no te veo?

—De acuerdo, me parece perfecto, me muero por verte y por hacer otras cosas —escuché su risita—. Paso por ti a las 8.

—Te estaré esperando, bye —mandó un beso y se terminó la llamada.

Ahora más que nada me sentía entusiasmado por verla, cada vez que nos veíamos hacíamos un caos en el automóvil... esa chica se volvía mi perdición.

Mackenzie POV

Hoy era un buen día, ¡me mudaría de casa!

—¿En serio quieres mudarte? —decía mi mamá haciendo pucheros—. ¿Tan malo es vivir aquí?

—No es eso, ma —la abracé—. Pero hay poco espacio para tus nietos, además es hora que me independice así que —me encogí de hombros. Escuché que a lo lejos mi celular sonaba y salí corriendo por él.

—Hola, nena —dijo la voz cantarina de Annie.

—Hey hola, ¿ya vienes para acá?

—Sí, de hecho te hablaba para decirte que Brad me dijo ayer que podemos usar su camioneta para mover algunas cosas.

—Wow, entonces los espero aquí.

—Okay, nos vemos en un rato —le colgué a mi amiga y apenas cuando iba a dejar el celular en la cama sonó de nuevo.

—¿Qué se te olvido decirme, tarada? —dije riéndome.

—Vaya ya me cambiaste de sexo y toda la cosa —miré la pantalla de mi celular y vi que era el número de Hudson.

—Ups, es que acababa de hablar con Annie, pensé que era ella.

—Oh, ¿cómo amanecieron?

—Con náuseas, pero bien, ¿y tú?

—Muy bien —se oía muy entusiasmado—. ¿Oye quieres que te ayude con la mudanza?

—No gracias, Brad me prestará su camioneta para mover algunas cosas así que supongo que ya conseguí el transporte.

—Bueno si va Brad voy yo, estamos en paquete.

—Umm aquella noche no estaban en paquete eh, no veo por qué tienen que estar en paquete ahora.

—Es que es una regla que inicia desde ahora.

—Bueno entonces será mejor que te vengas a mi casa ya porque ellos ya vienen para acá.

—Nos vemos en un rato, preciosa —colgó y yo ya tenía una sonrisita en la cara, que me diga preciosa provoca un no sé qué que no sé cómo en mi estómago.

Al poco tiempo llegaron Annie y Brad, yo ya tenía la mayoría de mis cosas en cajas, así que empezamos a subir las cajas en mi auto, ahí echaríamos cosas pequeñas; poco después llegó Hudson.

—Se ve un poco vacío—dijo cuando entró en mi habitación.

—Ya echamos varias cosas en mi auto, si lo hubieras visto antes hubieras dicho que estaba muy lleno.

—Ella tiene razón hermano —dijo Brad entrando—. Aunque tiene buen gusto para decorar.

—Gracias —respondí.

Llevamos las cosas al departamento y sólo dimos una vuelta más a mi casa para terminar de llevar mis cosas, no tenía mucho que llevar, prácticamente me llevé sólo lo que tenía en mi habitación.

El departamento no era muy grande; tenía la sala, la cocina en donde además había una barra así que no necesitaría mesa, también tenía dos recámaras de buen tamaño y un baño. Y lo mejor de todo es que había estacionamiento propio del edificio así que no estaría preocupada por mi coche.

Hudson no me quería dejar cargar las cosas pesadas, por lo tanto cargué solo cajas livianas.

—Umm se ve mucho más vacío que tu cuarto —dijo Annie.

—Lo sé, no tengo mucho.

—¿Cómo le harás para guardar la comida que compres y que no se te eché a perder? —preguntó Brad.

—Supongo que no podré comprar comida y guardarla.

—O quizás te pueda comprar un refrigerador —ofreció Hudson.

—No —lo apunté con el dedo—. Si no quiero que me compres ropa mucho menos un refrigerador.

—¿No quisiste que te comprara ropa? —me preguntó un Brad muy sorprendido, asentí—. Wow, ¿no podemos hacer un intercambio de parejas?

Annie le dio un golpe en el brazo y figuró estar enojada, pero todos nos soltamos riendo.

—Mejor compremos comida, muero de hambre, sólo tengo jugo de naranja en mi estómago —dije, mis tripas ya estaban crujiendo como leones.

—¿No has almorzado? —preguntó Hudson acercándose a mí.

—No.

—Estás malpasando a mis hijos —comenzó a sobarme la barriga.

—Nuestros —contesté viendo sus ojos.

—Ok, ok, nuestros hijos —me sonrió y de nuevo mi respiración se dificultaba—. Ahorita regresamos con comida —me dio un beso en la frente y se fue junto con Brad.

—Ustedes comienzan a provocarme diabetes —dijo Annie simulando arcadas.

—Exagerada —sonreí como gato Cheshire—. Mejor ayúdame a desempacar.

Pusimos algo de música y empezamos a sacar las cosas de las cajas. De repente inició una canción que nos encantaba y comenzamos a bailar, me sentía muy feliz. Cerré los ojos dejándome llevar por la música y sentí unas manos en mis caderas, giré un poco la cabeza hacia atrás para ver a un Hudson con una sonrisa arrogante; continué bailando, pero ahora movía más mis caderas.

Sentía que Hudson también bailaba, aún no quitaba sus manos de mis caderas y percibía que se acercaba cada vez más a mí. La canción terminó y dejé de bailar, mi respiración se encontraba agitada, pero era más que nada por sentir a Hudson tan cerca.

Me rodeó la cintura con sus brazos y empezó a tocar mi estómago ligeramente, recargó su cabeza en mi hombro, para después sentir sus labios en mi cuello, me había dado un beso. Tuve que reprimir un suspiro.

—Ya tenemos la comida —susurró en mi oído y yo incapaz de hablar asentí en respuesta.

—Chicos, no quiero arruinar el momento, pero búsquense una habitación —dijo Brad.

—Estás loco —dije a la vez que me alejaba de Hudson, mi cara ardía y me fui directo a la comida, eran burritos.

Nos tuvimos que sentar en el piso ya que no había sillas ni nada, con mi primer salario tendría que comprar al menos dos sillas para la barra.

—¿Y qué harás más tarde, amor? —le preguntó Annie a Brad.

—Nada, ¿quieres ir a ver una película?

—Claro.

—¿Y tú qué harás? —le preguntó ahora a Hudson.

—Saldré —dijo al mismo tiempo que le daba una mordida a su burrito.

—¿A dónde?

—¿Por qué tanto interés? —dijo en lugar de responder, se miraba que quería evitar el tema.

—¿Por qué evades la pregunta de mi chica, hermano? —preguntó Brad sonriendo lobunamente.

—Saldré a bailar con una amiga, ¿ok? —se hizo el silencio y todos voltearon a verme.

—¿Qué? —pregunté sonriendo, traté de disimular mi tristeza.

—Uh nada —dijo Annie.

—Chicos, Hudson es libre de hacer y salir con quien quiera, sólo somos amigos —sentí que mi garganta se quemaba mientras pronunciaba la palabra "amigos"—. Bueno, además es el padre de mis hijos, pero nada más —le sonreí a Hudson y él trató de devolverme la sonrisa, pero sólo quedó en eso, un amago de sonrisa.

Pero, ¿qué le pasaba?

La que se sentía como una mierda aquí era yo, él iba a salir con una "amiga" y yo me quedaría encerrada en mi nuevo departamento.

Tiempo después todos se fueron, mi recámara ya estaba lista para usarse, pero noté algo que antes no había visto, no tenía cortinas.

—Maldición —dije, tomé mi cartera y decidí salir a comprar cortinas, aún no era de noche, pero no tardaba en oscurecer, tenía que darme prisa.

Compré las cortinas que me hacían falta, desechables, papas fritas, jugos y además 3 donas y un litro de leche, el cual me tendría que acabar yo sola porque se echaría a perder; hoy ahogaría así mis penas. Cuando llegué al departamento un poco de la felicidad que sentía al inicio del día regresó a mí, por fin vivía sola.

La televisión la había puesto en la sala, fui por una almohada de mi habitación, ese sería mi asiento por varios días. Prendí la televisión y me senté en mi comodísimo asiento con mis donas y mi litro de leche, había unas películas muy buenas en la televisión… y no estaba siendo sarcástica.

Pensé en llamarle a alguien que me hiciera compañía, pero recordé que Annie saldría son su novio Brad, Hudson con una "amiga" y yo... pues yo tenía donas.

¡Necesito un novio! ¡Urgente!

Apenas le iba a dar la primera mordida a mí dona cuando tocaron el timbre. Abrí la puerta y no esperaba ver lo que había afuera.

Dios escuchó mis plegarías...

Había un apuesto chico con un pay de queso en las manos, tenía unos ojos verdes muy lindos, una sonrisa espectacular, su cabello era café y tenía un arete en la oreja izquierda. También estaba una chica de aproximadamente unos 16 años a su lado.

—Hola, bienvenida al edificio—dijo la chica—. MI nombre es Katie y soy tu vecina, junto con mi hermano Jase que al parecer se quedó mudo al verte.

—Hola, mucho gusto, soy Mackenzie —le sonreí a la chica y miré al guapo chico que no hablaba.

—Pe-perdón —tartamudeo—. Hola y bienvenida —dijo sonriendo.

—Gracias.

—Te trajimos esto, perdón por traerlo hasta estas horas, pero mi hermana quería hacerlo con sus propias manos —puso los ojos en blanco riéndose—. Esperamos que te guste.

—Uh muchas gracias, no se hubieran molestado —tomé el pay—. ¿Quieren pasar a probarlo?

—Claro —dijo Katie.

—Bueno antes de que pasen, les quiero advertir que no tengo nada en que sentarse, más que almohadas y cobijas, y sólo tengo platos y vasos desechables.

—No hay problema —aseguró Jase.

—Creo que yo iré a traer un cuchillo de casa para partir el pay —dijo Katie yendo al departamento de enseguida.

—Umm pasa —le dije al chico, que me sonrió y entró. Tenía una muy linda sonrisa.

—Wow, sí que te acabas de mudar.

—Lo sé.

—Y si no es mucha indiscreción, ¿por qué te mudaste aquí?

—Porque la casa de mi madre es muy chica y como estoy embarazada no habrá mucho espacio para mis angelitos —dejó de sonreír.

—¿Esperas dos bebés?

—Si —noté que su hermana se estaba tardando bastante por un simple cuchillo.

—Entonces, ¿tu novio también vivirá aquí? —agachó la mirada.

—No tengo novio —alzó la cara velozmente—. El padre de los bebés se hará cargo de ellos y todo, pero nada más.

—¿No se quiere casar contigo? —se miraba muy sorprendido y más animado que cuando le dije lo de mi embarazo.

—No, además que yo no le pedí que se casara conmigo. No quiero un matrimonio sin amor.

—Vaya que tonto —lo miré divertida— Digo, es tonto que no quiera casarse con una chica como tú, guapa, con unos preciosos ojos y sonrisa y que además se ve que eres genial.

—Gracias... también se ve que eres un chico genial —tocaron la puerta—. Pasa.

—No encontraba el cuchillo especial de pay's —dijo Katie, sabía que eso era una mentira, esa chica nos quiso dejar a solas.

Traje otra almohada y una cobija, serví el pay y les di un vaso de leche. Empezamos a platicar, hicimos las preguntas típicas como: ¿De dónde eres? ¿Cuántos años tienes? ¿Estudias? ¿Trabajas?, etc. También comimos las donas que había comprado y vimos una película. Eran unos chicos estupendos, Katie era muy graciosa y Jase tenía una risa muy especial, contagiosa. De esas risas de las que te enamoras con sólo oírlas.

En ese tiempo aprendí que Katie tiene 17 años, va al instituto del cual está por graduarse y que le encanta cocinar, leer y bailar. De Jase aprendí que tiene 22 años, está a cargo de Katie ya que su madre murió hace unos años, trabaja como chef en un restaurante, por eso Katie ama cocinar; además es soltero y casi no sale.

—Vaya, ya es muy tarde —dijo Jase viendo su reloj, era la 1 de la madrugada—. Nosotros nos vamos para que duermas.

—Gracias por todo chicos, cualquier cosa que necesiten ya saben dónde encontrarme.

—Pues mi hermana necesita una amiga, es una amargada que no sale y lee a todas horas —dijo abrazándola.

—Siendo así, mi hermano necesita una novia, es un soltero empedernido —dijo haciéndome señas con las cejas, me sonrojé a más no poder.

—Hey, calla —dijo Jase dándole un codazo en las costillas. Nos soltamos riendo, mi estómago comenzaba a dolerme de tanto reír.

—Bueno, nos vemos después —dije.

—Claro, hasta luego, que descanses —dijo Jase guiñándome un ojo.

Aunque mi día no fue del todo perfecto estuvo bastante bien, mis dos vecinos me alegraron la noche... sin embargo, aún quería saber que estaba ahorita Hudson, seguro que estaba haciendo algo que no me agradaría ni un poco.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.