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Hagamos un trato (COMPLETO)

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Sel Gaytán
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Sinopsis

Combina a un exnovio idiota, una fiesta en donde no conoces a nadie, no sabes dónde está tu amiga, algunas copas de más y a un chico guapo muy simpático... el resultado no puede ser nada bueno. Pero a pesar de que la vida de Mackenzie se complicará cuando descubre que quedó embarazada de ese chico, ese único chico con el que habló, e hizo otras cosas, toda la noche, ella le ofrecerá un trato que muchos jóvenes quisieran tener en situaciones como ésta. ¿Todo será como antes? ¿O peor?... Quizás mejor.

RománticoDramabxgChico Malofirst lovelove-triangleEmbarazada

Prólogo

—Hola, soy Mackenzie Matthews y soy chocoadicta.

—Hola Mackenzie —dijeron todos al unísono. Volví a tomar asiento con dificultad y vi a los demás presentarse. Observé el lugar con detenimiento una vez más y no me gustaba, todos estaban platicando sus experiencias con el chocolate y yo ni siquiera les prestaba atención.

—Bueno Mackenzie, ¿tú que nos quieres contar? —dijo el encargado que desde que llegué no lo he visto ni una vez dejar de sonreír, me pregunto si no le dolerán sus mejillas.

Me levanté lentamente y miré a todos, ellos me miraban expectantes, de repente la habitación se empezó a hacer más pequeña, el aire comenzaba a faltarme y sentía que si no me comía un chocolate podría morir en este instante.

Miré hacia abajo tratando de sentarme para tomar aire y vi que mi estómago crecía por segundo, la habitación no se hacía pequeña, yo me estaba haciendo gigante, bueno yo no... sólo mi estómago. Empecé a asfixiar a las demás personas con mi estómago gigante, los estaba matando y yo no podía hacer nada para detener que mi estómago siguiera creciendo, ellos tenían una cara de espantados y algunos alcanzaban a gritar que dejara de comer chocolate.

Y en un pequeño instante me di cuenta que mi estómago se estaba deformando, me pateaban en el estómago, pero era desde adentro. Podía notar los pequeños piecitos y manitas en mi muy grande y abultado vientre. Esto no me podía estar pasando.

En eso desperté.

Mi respiración era agitada y estaba sudando, hasta mi mamá estaba a un lado mío.

—¿Estás bien? —preguntó acariciándome el cabello.

—Aja, sólo fue una pesadilla.

—De acuerdo, date prisa o llegarás tarde a clases.

Mamá salió de mi habitación y me volví a recostar en la cama, de nuevo ese sueño, ya eran tres noches seguidas que soñaba lo mismo. Pero hoy descubriría sin duda alguna si lo que soñaba se haría realidad, bueno sólo la parte de saber si estaba embarazada, eso de ir a una sesión de chocoadictos anónimos nunca serviría porque ni siquiera me gustaba el chocolate.

Tuve que bañarme de prisa y salir volando a la universidad, no podía permitirme el lujo de faltar, este era mi último año y no me fue muy bien en los últimos exámenes.

—Hola, nena —dijo Annie al entrar al salón. Teníamos la primera clase juntas.

—Que tal.

—¿Y esa cara?

—Otra vez soñé lo mismo.

—¿Tú estómago gigante? —asentí—. Pues hoy lo descubriremos, nena. ¿Qué harás si resulta que estás embarazada?

—Ni idea, tengo que pensarlo. Pero una cosa si es segura, lo tendré.

Llegó el señor don-amargado y la clase empezó, ese maestro me odiaba, se los juro. Yo siempre trataba de hacer mis trabajos y él aun así me regañaba; también cuando la estúpida de Madison hablaba, él me regañaba a mí y me pedía que saliera de clase. Madison es enemiga a muerte de Annie y mía y no porque nosotras lo quisiéramos.

Simplemente nos odia porque cuando teníamos como 9 años, su madre le hizo una fiesta e invitó a varias personas, incluidas Annie y yo, total fuimos y estábamos jugando, había varios grupitos, y su mejor amigo en vez de estar jugando con ella, quiso jugar con Annie y conmigo. Desde ese día nos empezó a molestar en la escuela, y como era de esperarse nosotras nunca nos dejamos.

Ahora ella es novia de mi ex novio y siempre que puede me lo echa en cara, ja pobre ilusa, si supiera que hace unos días vi a Blake besándose con otra chica. Tengan por seguro que si esa chica me llega a hartar la última que terminara riendo soy yo.

El que ríe al último, ríe mejor ¿no?

La clase termina, Annie se va para física y yo para inglés, odio esa materia... quizás odie todas. Pero ya sólo queda un año de sufrimiento, sólo uno.

*****

—¿Lista? —preguntó Annie, estábamos en su habitación y la prueba de embarazo que compramos en la farmacia se encontraba en el baño de esta.

—No, pero hay voy —me levanté y caminé yo sola al baño, vi la prueba encima del lavabo, la tomé y cerré los ojos, cualquiera que sea el resultado estará bien. Mi madre me sacó adelante ella sola, el que se supone que es mi padre la abandonó cuando supo que yo venía en camino y hace unos años regresó, sólo quería que mamá lo mantuviera, eso no nos hizo bien ni a mi madre ni a mí.

Abrí los ojos y me digné a ver la prueba... tenía dos rayas... ¿eso qué?

—Oye repíteme lo que significan las rayas —dije saliendo del baño, de los nervios lo había olvidado.

—Una raya es negativo, dos rayas es: ¡bienvenido al mundo pequeño ajolotito! Entonces, ¿qué es?

-¡Bienvenido al mundo pequeño ajolotito!

*****

Llegué a casa un poco desanimada, estaba hecha un lío, pero ¿quién no lo está cuando acaba de enterarse que se embarazó de un chico con el cual apenas ha cruzado algunas palabras desde esa noche?

—Hola, cielo ¿cómo te fue en la escuela? —preguntó mi mamá cuando salió de la cocina, aún no me había visto, estaba ocupada poniendo la mesa.

—Uh bien, las clases aburridas como siempre.

—Ya es tu último año así que respi... —me miró y se quedó callada—. ¿Todo bien con Annie? ¿Tuvieron algún problema?

—Tengo que hablar contigo sobre algo importante mamá —me jaló hacia el sillón y nos sentamos.

—Antes de que hables te diré que yo le dije esas mismas palabras a mis padres una vez, así que te lo haré fácil, ¿te casarás o estás embarazada?

Mis lágrimas brotaron y mi madre me abrazó rápidamente.

—Tranquila, cariño, todo saldrá bien, me tienes a mí y además uno por sí misma puede sacar a su bebé adelante, no necesitas de un hombre a tu lado.

—¿Cómo sabes que estoy embarazada? —dije en medio de tanto lloriqueo.

—Ya me pasó a mí ¿recuerdas? Soy tu madre y sé lo que te pasa, eres muy fácil de leer.

—¿No estás enojada?

—Enojada no, quizás un poco decepcionada. Me hubiera gustado un futuro diferente para ti, pero ¿qué madre no quiere eso? De nada me sirve enojarme y gritarte, cuando ahorita lo que necesitas es apoyo.

—Gracias mamá —la volví a abrazar.

—Ahora dime, ¿quién es el papá?

—¿Te acuerdas de que días después de terminar con Blake me fui a una fiesta con Annie? —ella asintió—. Conocí a un chico y pues ahí pasó, hasta entonces lo he visto en otras fiestas y he cruzado unas cuantas palabras con él nada más.

—¿Le dirás? Ya sabes lo que pasó con ese hombre —se refería a mi papá.

—Creo que merece saberlo, ¿te importa si me saltó la cena hoy?

—Depende...

—¿De qué?

—De a dónde vas.

—A hablar con él, bueno si es que está disponible.

—Siendo así, adelante. Pero ya sabes que si necesitas algo, me llamas y yo voy por ti. Siempre estaré contigo, cariño.

—Gracias ma, te amo.

—Yo también te amo, y también a este pequeño frijol que viene en camino. Dios mío, ¡seré abuela tan joven! —mi mamá logró sacarme la primera sonrisa del día. Sin duda alguna tenía a la mejor madre.

Ella tiene razón, yo no necesito a un hombre a mi lado para sacar adelante a mi bebé.

Después de comer me decidí a llamarlo, me tuve que armar de valor. Además que de nada hubiera sido el esfuerzo de Annie por conseguirme su número.

—¿Hola? —contestó al tercer tono.

—Hola ¿Hudson?

—Sí, soy yo. ¿Quién habla? —tiene muy linda voz...

—Soy Mackenzie, la chica que conociste hace un tiempo en una fiesta... la única rara que leía.

—Ah claro, cómo olvidarte. ¿Cómo estás?

—Umm bien ¿y tú?

—Muy bien ¿qué has hecho?

—Nada, sólo estudiar ¿y tú?

—Estudiar, ir a fiestas y cosas así. ¿Oye y cómo conseguiste mi número?

—Brad se lo pasó a mi amiga y ella a mí.

—Uh supongo que si querías contactarme es por algo, ¿en qué te puedo ayudar?

—¿Podemos vernos ésta noche?

—Claro, dime dónde y a qué horas y ahí estaré.

—Está bien en el Water Gardens ¿a las 8?

—Claro, nos vemos más tarde, nena.

—Bye.

Me puse a tratar de pensar claramente, de poner todo en orden en mi mente antes de cometer una locura, ya tenía suficiente con quedar embarazada. No era lo que quería para mí y por idiota pasó, ahora tengo que ser responsable y aceptar las consecuencias de mis actos. No diré que mi bebé es un error, porque un bebé nunca es un error.

Recordé la noche en que conocí a Hudson y fue un poco tonta, Annie me llevó a la fiesta de su novio Brad, yo no conocía absolutamente a nadie y no tengo ni idea de por qué acepté a ir, el chiste es que encontré un libro y lo empecé a leer.

No soy de las chicas que leen, sin embargo lo hice porque no me estaba divirtiendo mucho, Annie se había perdido con Brad. De repente él llegó y comenzó a hacerme plática, tomamos cerveza y ya se imaginarán lo demás. Y no necesitan decirme que soy una fácil, porque no lo soy, simplemente cometí el error de dejarme llevar por los efectos del alcohol.

Nunca lo hagan en sus casas, o en casa de sus amigos, o en cualquier lugar...

Me fui en taxi al parque donde me encontraría con él, no tenía ánimos de manejar. Cuando llegué me enamoré del parque una vez más, cada vez que iba pasaba lo mismo, era un lugar grandioso; me encanta ver cómo corría el agua, si fuera por mí viviría aquí. A pesar de que nos cambiamos hace unos años aquí, puedo decir que me gusta vivir en Fort Worth.

—¿Mackenzie? —dijo una voz que me puso nerviosa de inmediato, me giré y lo vi.

Simplemente wow.

Iba vestido con pantalón de mezclilla y una playera azul de manga larga, la playera le quedaba lo suficientemente ajustada como para darme cuenta que va al gimnasio. Su cabello es negro azabache y tiene unos ojos grandes color cafés claros muy hipnotizantes. Y su sonrisa... su sonrisa es perfecta; aunque sospecho que de joven tuvo que haber usado un aparato dental porque no es posible tenerla así por obra divina. Se le formaban un par de hoyuelos en cada lado de sus mejillas.

¡Rápido Mackenzie responde!

—Uh sí, hola —me saludó de beso y pude percibir el aroma de su perfume, usaba Ck One. Era mi perfume favorito, por eso lo reconocí.

—¿Ya llevabas mucho esperando? —preguntó.

—Umm no sé la verdad, aquí el tiempo se me pasa volando.

—¿Quieres caminar?

—Claro.

Empezamos a caminar alrededor, ni uno ni otro se dignaba a hablar, esto comenzaba a ponerse incómodo. Y sería más incómodo cuando le soltara la bomba.

—Sabes, me dio gusto que me hablaras, eres una chica muy agradable.

—Gracias, tú igual —vi que casi no había gente a nuestro alrededor y visualicé una banca a unos metros.

—Entonces, ¿por qué me citaste aquí?

—¿Quieres sentarte antes? —él asintió y nos dirigimos a la banca—. Mira esto no será nada fácil de decir, estuve todo el día tratando de formar una frase que no te haga alucinar, pero no la encontré.

—Mackenzie ve directo al grano, total no me dirás que estás embarazada ¿no? —se soltó riendo, pero yo no me reí para nada. Él notó que no reí y su sonrisa se borró—. ¿Estás embarazada?

—Aja, me enteré hoy.

—¿Y yo que tengo que ver en esto? —dijo levantándose, terminé parándome también.

—¿Cómo que qué tienes que ver? Eres el padre.

—¿Yo?

—No el vecino, pues sí claro que tú, ¿que acaso olvidaste lo que sucedió hace un mes y medio?

—¿Y yo cómo sé que es mío? ¿Y si es de tu novio?

—Hudson no tengo novio, dos semanas antes de que te conociera terminamos y además con él nunca tuve relaciones.

—¿Eras virgen cuando lo hicimos? —elevó la voz sorprendido.

—Te agradecería que no lo gritaras a los cuatro vientos y no, no era virgen, idiota.

—¿Y cómo me puedes asegurar que ese paquete es mío?

—En primera, no es un paquete, ¡es un bebé! En segunda, cometimos la estupidez de no usar protección y en tercera eres el único con el que he tenido relaciones en meses.

—¿Qué tal si me lo quieres encasquetar a mí? ¿Es de otro y no se quiso hacer cargo, verdad?

—¿Eres imbécil o te le caíste de la cuna a tú mamá cuando eras bebé? —no podía creer que ese chico simpático que había conocido fuera un total patán—. Te puedo asegurar que es tuyo, iré al doctor en estos días para que me diga cuantas semanas tengo y comprobar que sí es tuyo.

—¿Y si tuviste sexo con otro en los mismos días?

—¡Óyeme no soy una zorra! Cometí la idiotez de dejarme llevar por los efectos del alcohol esa noche, pero nada más. Mientras voy con el doctor y comprobamos que quedé embarazada por las mismas fechas en las que tuvimos relaciones, te quiero proponer un trato.

—¿Un trato? —preguntó dudoso.

—Aja, tienes dos opciones conmigo, la primera es que te harás cargo del bebé; eso sí, nada de casarse porque sé que no quieres y no me amas y no quiero nada de eso. Me darás para la manutención y lo podrás ver, le darás tu apellido y todo eso.

—¿Y la segunda opción?

—Desapareces de su vida, no te haces cargo de él. Eso sí, tendremos que firmar un papel en el que diga que si te atreves a acercarte un solo metro a él —señalé mi estómago—. Te quedarás sin un peso, todos tus bienes serán para el bebé. No tendrás ningún derecho sobre él, será como si nunca hubiera pasado.

—¿Estás hablando en serio? —musitó sorprendido.

—Muy en serio, no te necesito a mi lado para tener a mi hijo.

—¿Cuánto tiempo tengo para pensar?

—Dos semanas, consúltalo con la almohada, con tu mejor amigo, con tu madre, con quien sea, pero sea cual sea la decisión que elijas tienes que cumplirla. ¿Trato? —extendí la mano.

—Trato —me estrechó la mano y después de eso me fui, dejando a un muy confundido Hudson en la banca.