CAPITULO 4 (parte 2)
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La llamada entrante de Taylor interrumpió la canción que se reproducía en el estéreo cuando salía del estacionamiento del gimnasio. Atendí con el manos libres.
—¡Brooo! — gritó sin déjame hablar—, 7ma séptima avenida, número 409cuatrocientos nueve, Departamento piso 54cincuenta y cuatro.
—¿Necesitas que te busque? —pregunté con duda.
—Necesito que traigas tu culo hasta aquí ¡ya!. Código verde — gritó.
—No sé qué código es ese — reí.
—Es el color de pantis de la chica que tengo para ti. Y antes de que lo pienses, solo lo sé porque me pidió que te lo dijera con tal de que vinieses. ¡Tienes diez minutos para llegar!.
Miré mi reloj por un momento y sopesé su invitación mientras el semáforo estaba en rojo. No tenía más nada que hacer y ya era momento de que acabara con esta sequía por la que estaba pasando. Además de PsicoMelissa, no me había enrollado con nadie más desde el semestre pasado y si quería que Melissa entendiese que no existía nada entre nosotros, era mejor que comenzara a poner pantis de por medio. Unas verdes, no sonaban nada mal.
—Voy en camino —confirmé y terminé la llamada para hacer un movimiento un tanto brusco en el semáforo.
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Cuando entré al departamentopiso el fuerte sonido de los parlantes me aturdió por un momento. Varias parejas bailaban, unas más provocadoras que otras, algunas cuantas estaban en la cocina sirviendo las bebidas. De inmediato me ofrecieron un vaso rojo y olí el contenido antes de llevarlo a mi boca. Ron. Lo dejé en la primera mesa que conseguíencontré y seguí buscando por el lugar a Taylor cuando una mano pequeña me tomócogió del brazo. Era una muchacha bastante menuda, pero delgada y atlética con sus brazos bien definidos sin perder su feminidad. Tenía el cabello recogido en una coleta y sus ojos marrones enrojecidos por el alcohol. La vi mover los labios pero no lograba escuchar lo que decía. Me acerqué hasta su oído percibiendo su olor a sudor y alcohol.
—No te escucho — comencé por lo obvio.
Su aliento friofrío por la bebida que sostenía en su mano libre, golpeó mi cuello
— ¿Eres Ryan, el amigo de Taylor?.
—SiSí, ¿tú eres Pantis verdes?.
Ella sonrió sin una pizca de vergüenza. Me tomócogió de la mano y sin consultar ni preguntarme me llevó a lo largo del departamentopiso hasta la salida de emergencia. Me gustan las mujeres decididas.
Pasó con gracilidad por la ventana y se recostó de la baranda con sus codos. Bajo la luz de la noche no se veía tan tomada como me pareció segundos antes, y mucho más bella también. Me dedicó una pequeña mirada a través de sus pestañas rizadas y llenas de maquillaje, mientras yo hacía el mismo recorrido que ella por la ventana.
—Ciérrala un poco — ordenó y obedecí.
—Quiero poder hablar contigo sin quedarme sin voz y sin dejarte sordo.
—No quiero que te quedes muda, por lo menos no así — coincidí acercándome a su lado—. tienesTienes una linda voz.
Ella soltó una carcajada seca pero no se sintió ofendida por mi indirecta. Bien.
—¿Y Taylor?.
—Se fue hace con mi amiga hacia alguna de las habitaciones.
—¿Vives aquí? —pregunté y dídi un trago a mi bebida.
—SiSí, con mi amiga. Nos pareció buena idea hacer una fiesta de inicio de clases, solo que no consideramos lo rápido que se esparce la voz — sonaba un poco molesta por la cantidad de personas que estaban presentes.
—¿Qué tal si te ayudo a limpiar mañana?.
—¿Regresarías mañana solo a limpiar?.
—¿Quién dijo que me iría hoy?.
Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro, pero fue la mirada libidinosa que me dio, lo que me animó a continuar. Acaricié su brazo con delicadeza mientras la miraba de arriba abajo y terminaba el recorrido en su boca. Lamí mis labios sin dejar de verla.
Siempre que hacía ese movimiento obtenía la misma respuesta y ella no sería la excepción: Pantis Verdes se lamió sus labios invitándome en silencio a besarla.
Me acerqué como quien pide permiso, haciéndole ver que la respetaba, cosa que no era falsa. Le di un pequeño beso y pasé mi lengua por su labio inferior con sutileza. Sentí cuando su respiración se aceleró y eso me robó una sonrisa. Estaba un poco ansiosa por mi beso y eso me ponía de excelente humor.
Sus panties verdes ya deben estar muy húmedashúmedos.
—Si te quedas hoy, ¿te irás mañana? — preguntó aúnaun saboreando el beso con sus ojos cerrados.
—SiSí — respondí con sinceridad. No la engañaría.
La única forma de que pasara la noche con alguna chica es porque pretendiese repetir en la mañana, de lo contrario me marchaba una vez terminábamos y se lo avisaba antes de que fuese tarde. Nunca le crearía falsas expectativas, no era lo mío.
La vi comenzar a dudar, por lo que me apresuré a besarla una vez más, darle un pequeño incentivo para que tomase una decisión. Uní mi boca a la suya con fuerza y pedí entrar, en cuanto sus labios se separaron mi lengua comenzó a recorrer su interior. Me moví para quedar frente a ella, presionándola a mi cuerpo. El palpitar de su corazón lo sentía en mi pecho. Le di un momento para que respirase mientras acariciaba su cuello con mi nariz.
Había sido un buen beso, uno que disfruté tanto como ella.
—Está bien — concedió con voz entrecortada—, pero más te vale que me ayudes a limpiar de verdad.
Sonreí en su clavícula y la mordisqueé en ese mismo lugar haciendo que su piel se erizara.
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—Vaya, tú sí que luces te ves fatal — exclamó Megan en cuanto me vio. Le lancé las llaves del autococheautomóvil y abrí la puerta del copiloto para desplomarme en su interior. La estuve esperando recostado del autococheautomóvil, no tenía fuerzas ni siquiera para subir los escalones hasta su habitación. Estaba agotado y borracho de sueño. Mis lentes de sol no eran suficientes para cubrirme de los mortales rayos solares.
—No puedo creer que hayas conducido así — me reprochó.
—No fue fácil créeme — le dije haciendo una mueca por el ruido que taladraba mis tímpanos sin clemencia.
Conduje con la música a todo volumen tratando de mantenerme despierto. Esa parte no se la dije, me gritaría muy merecidamente.
—¿Por lo menos la lo pasaste bien? — preguntó mientras me abrochaba el cinturón de seguridad, ni eso podía hacer.
—Deja que me veas como camino y sabrás.
—¡Ryan! — dijo entre risas—. comoComo se nota que hay alcohol aún por tus venas.
—No tomé ni un solo trago aunque te puedo asegurar que esa chica me drenó todo lo que había en mí — no pude evitar sonreír mientras recordaba a Señorita Pantis Verdes y su resistencia admirable a mis embestidas.
Sus gemidos me dejaron sordo, pero yo la dejé sin voz.
No me quedé a limpiar pero en mi defensa fue su culpa. Me mantuvo despierto toda la noche y gran parte de la madrugada. Para cuando salí de su casa ya no alcanzaba a llegar al gimnasio y no es que hubiese sido capaz de hacer ejercicios en este estado, pero quizás un rato en ellael sauna no me hubiese matado.
