CAPITULO 4 (parte 1)
Pantis Verdes
Ver a mi hermana cabreada era lo más divertido que podía ver. Tenía su ceño fruncido, los puños apretados debajo de sus brazos cruzados, respiraba agitada y le lanzaba una mirada de odio a su nuevo tutor.
Él El pobre debería estar muerto ya, si no fuese porque pasaba de ella de forma admirable.
Este tipo debía tener algún súper poder o algo así, porque mi hermana era atractiva y sexy, no más que yo por supuesto, y lo que llevaba puesto hizo babear a más de un idiota mientras veníamos para hasta acáaquí, lo sé porque los anoté en mi pequeña lista mental de amenazarlos en el primer momento que tuviese.
Mientras el nerd hablaba, aproveché para detallarlo. No era el típico nerd, aunque había que ser muy minucioso como yo para notar los detalles que lo sacaban de esa casilla. SiSí, usaba una pajarita, pero era Banana Republic al igual que su camisa blanca, sus jeans eran Pull & Bear y de la nueva colección, sus lentes de pasta negra y gruesa eran RayBan y el reloj Converse. Un nerd no se viste así, no por ser costoso el atuendo que lucía en completo, sino porque todo parecía escogido a mucho detalle. Él podía parecer nerd, pero me daba más la impresión de que era su estilo. Mi hermana sabe vestirse bien, pero se le da fatal reconocer las marcas, lo cual me convierte para ella en la versión heterosexual del típico amigo gay que toda mujer debe tener.
—Ya tengo otros alumnos en tutoría privada — decía el nuevo presidente—, así que tendré que hablar primero con ellos para mover sus horarios antes de decirte los días y las horas en que nos reuniremos. Además debo comprobar la disponibilidad de los salones. Así que como veras, no, no puedo decirte en este momento cuando comenzamos. — su tono era suave, incluso aburrido de tener que explicarle tanto.
—Estoy segura de que si hablo con tus otros alumnos podremos llegar a un acuerdo —mi hermana intentó una vez más que su coquetería se filtrara con ese tipo—, me debes un favor.
—Yo no te debo ningún favor. Y si te refieres a la hoja de horarios que me diste, ya la tenía, estaba allí por otras razones. SiSi quieres te la regresodevuelvo.
¡La va a matar!
Vi como mi hermana apretó los puños con fuerza haciendo sus nudillos blancos. Tuve que hacer mi mejor esfuerzo en no reírme.
—Bien, entonces te deberé yo a ti un favor, uno muy… grande — su picardía era un orgullo Asper.
—No hace falta — respondió sacando su celularmóvil del bolsillo, ignorando por completo el doble sentido de las palabras de mi hermana—. Dame tu número por favor
—¿Me invitarás a salir? — y con suavidad se acercó a él.
—No estoy interesado, pero gracias. Es para avisarte el día, el lugar y la hora de las tutorías.
¡Re.bo.ta.da!
Una carcajada escapó de mí. Megs se volteó abanicando su cabellera dorada y me dio una mirada asesina. Recompuso su semblante y se volvió a girar.
—Entonces no — le respondió.
El ego también era una característica Asper, y este nerd acababa de lastimárselo.
—¿Y cómo te contactaréte avisaré?.
Megan comenzó a tomar sus cosas y me hizo una seña para irnos, me paré inmediatamente, obedeciéndola. Estaba de mal humor y no quería ser con quien se descargase.
—Búscame, Hottie.
Salimos del salón y antes de poder decirle algo, su tutor pasó por nuestro lado y sin detenerse dijo por encima del hombro.
—Tú eres la desesperada, tú búscame tú.
Se perdió por las escaleras tan rápido que Megan no pudo alcanzarlo. Estaba furiosa y yo solo trataba de no reírme, no quería ser objeto de la ira que le consumía la mirada.
.
.
—¡Hey! El autococheautomóvil no tiene la culpa que a Don Importante le resbalen tus coqueterías — la reprendí por la fuerza con la que lanzó la puerta.
—¡Es un imbécil! ¿Viste cómo me trato? Como si yo llevase puesto un saco de papas encima y no estuviese a centímetros de mis chicas — dijo apretándose su busto—. ¿Desesperada? Me llamo desesperada. ¡Idiota cuatro ojos!.
Comencé a conducir apretando con fuerza mis labios. Si soltaba una sola carcajada, podría significar mi muerte.
—¿Y tú? — oh oh—. ¿Se puede saber qué es lo que te causa tanta gracia? — podía sentir su mirada fulminándome.
—Oh vamos Megs — comencé entre risas incontenibles—. ¿Me dirás que no es gracioso?. No llegó a mirarte de forma inapropiada en ningún momento. El tipo tienen un autocontrol soberbio.
—Quizás debas pedirle tutorías en autocontrol, así PsicoMelissa no seguiría pensando que tiene oportunidades contigo.
—Quizás — concedí aún entre risas—, pero creo que su horario de tutorías colapsaría.
Megan me golpeó con fuerza en el brazo.
—¡No te desquites conmigo!.
—Entonces deja de burlarte Ryan Asper, te recuerdo que ese será mi tutor y la posibilidad de no repetir el año y no perder la beca. Esto es serio.
—No pongo en duda la seriedad del asunto, pero no puedo no reírme porque por fin un hombre te ha sacado de tus casillas.
—El karma es una mierda, Ryan, no lo te invoques —me advirtió.
—No ha nacido una mujer que me saque de mis casillas.
—O no la has conocido todavía.
—Así que admites que tu tutor te saca de tus casillas —ladeé mi sonrisa y cuando alcé una de mis cejas me gané un nuevo golpe en el brazo.
.
.
El resto del camino estuvo enfurruñada sin decir una palabra. En cuanto la dejé en la residencia me sacó la lengua al bajarse del autococheautomóvil y aventó con tanta fuerza la puerta que casi la pasa hasta el lado del conductor. Arrugué la cara con el mismo dolor que mi pobre autococheautomóvil tuvo que haber sentido, mientras me dirigía a entrenar.
.
.***
Hoy me tocó el saco de boxeo, así que con ayuda de otro de los chicos envolví mis manos en las telas protectoras y después de calentar con algunos trotes y movimientos, comencé a dar golpes con tanta fuerza que hacía eco en el salón. El saco se tambaleaba de un lado al otro, por lo que varias veces tuve que parar los golpes para frenar su bamboleo, hasta que uno de los chicos se ofreció a sostenerlo por mí.
Dejé fluir en cada golpe la preocupación que sentía por la situación de mi hermana, tomando la determinación de que hablaría con mis nuestros papápadres para pagar las tutorías antes de que ella perdiese el año. Megan no lo aceptaría, así que tendría que hacerlo quisiera ella o no.
Odiaba tener que acudir a ellos, mucho menos por dinero, pero era una situación desesperada que ameritaba la misma solución.
—Creo que ya está bien por hoy —me dijo Chris con su mano en mi hombro—. Terminarás lesionándote. ¿Qué te tiene así?.
—Problemas universitarios y de dinero, los de siempre —comencé a quitarme los vendajes mientras caminaba en su compañía a los vestidores.
Allí me despojé de la ropa sudada y entré a una de las duchas, mientras que Chris hizo lo mismo en una ducha contigua.
—Siempre son los mismos problemas para todos. A mí por lo menos me redujeron a la mitad las horas en el gimnasio y con eso pagaba mis gastos adicionales de la universidad.
—Ufff… hermano… —no sabía que decirle, pero eso me hizo tener una perspectiva distinta de lo que yo estaba viviendo.
—Pero si algo he aprendido y mi mamámadre mamásiempre me ha enseñado, es que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Recuerdo Ry, las oportunidades siempre están allí, es cuestión de reconocerlas y aprovecharlas.
