Capítulo 3
- ¿ Tienes tu identificación escolar? - Me inclino hacia el lado del pasajero, buscando dentro de mi bolso nuevamente. Rápidamente saco mi identificación para mostrársela al guardia de seguridad. - Genial, puedes pasar. - Me devuelve mi identificación. - Gracias. - Asiente con la cabeza y se aleja.
- Ese hombre fue tan grosero, Dios mío. -
- ¿ Quién era? -
- Ese guardia de seguridad, tuve que mostrarle mi credencial del colegio y fue un completo idiota. - Resoplé molesto. - Los estoy llamando ahora mismo .
—Papá —le advertí— . ¿ Puedes relajarte, por favor? Estoy aparcando el coche ahora mismo, así que tengo que irme, ¿de acuerdo? —Estaciono el coche en uno de los espacios vacíos y lo apago—. Bueno . Nos vemos luego, te quiero, cariño. —Le sonrío al teléfono— . Yo también te quiero, papá. —Cuelga la llamada.
Dejé escapar un suspiro de alivio. Guardé el teléfono en mi mochila y apoyé la cabeza en el reposacabezas. Me pasé la mano por la cara; esto estaba pasando. Iba a ir a una nueva escuela.
No tenía miedo cuando estaba en casa ni anoche, ¿por qué estoy paranoico ahora?
Es solo una escuela. Es otra escuela rica y presumida, para chicos ricos y capullos con mala actitud y un montón de dinero. No tiene nada de malo.
Respiro hondo por última vez antes de agarrar mi mochila y salir del coche. Me echo la correa al hombro, cierro la puerta y camino hacia la escuela. —Solo la escuela, Anastasia , no da miedo —murmuro .
Llego a los escalones delanteros que llevan directamente al interior. Desde afuera, y a juzgar por dentro, esta escuela parecía un castillo. Subo corriendo los escalones y empujo las puertas dobles de cristal.
Justo delante de mí había filas y filas de taquillas, con estudiantes de pie junto a ellas o charlando con sus amigos. A mi derecha estaba el mostrador de recepción. Me di la vuelta y me acerqué.
—¡Quiero ver a la directora ahora mismo! —Me acerco y veo a una chica parada allí, hablando... no, más bien gritándole a la recepcionista—. Lo siento, Sra. Anderson, pero tendrá que volver durante el almuerzo. —Se golpea la pierna contra el suelo de mármol como una niña de cinco años—. ¡ ¿Qué?! La necesito ...
—¿Disculpe ? —Empujo a este mocoso—. ¿ Señora...? —Miro a la señora detrás del mostrador—. Querida Sra. Gibson. —Me dedica una cálida sonrisa y yo le devuelvo la suya—. La Sra. Gibson ya le ha dicho que el director no puede verla. También está retrasando a otros. —Señalo detrás de mí, donde hay otros tres estudiantes.
- ¿ Cómo te atreves a hablar con... ? - Se interrumpe cuando oímos otra voz hablar. - Sra. Anderson. - Todos giramos la cabeza hacia la voz, - ¿No crees que será mejor si vienes durante el almuerzo? - La señora le da una sonrisa con los labios apretados, - Lo que sea. - Me empuja, dándome un codazo en el hombro, - Esto no ha terminado, perra . - Me susurra al oído, - No puedo esperar. - Me azota la cara con su pelo rubio.
—Como todos ustedes. —La misma mujer se da la vuelta y se marcha. —Muchas gracias, querida. —Me acerco al mostrador—. No se preocupe. Buenos días, me llamo Anastasia Johnson y soy nueva. —La saludo—. Ah , sí. La estábamos esperando, Sra. Johnson. —Escribe algunas cosas en su ordenador—. Sígame . —Sale de detrás del mostrador.
Asiento con la cabeza mientras la sigo. Es mucho más baja de lo que esperaba. Para hablar con ella, tuve que agachar la cabeza. —Les presento a nuestra directora. —Señala la puerta cerrada, la Sra. Conway—. Adelante , volverá en unos minutos. —Escribe algunas cosas en su iPad antes de darme una palmadita en el hombro y marcharse.
Abro la puerta con un crujido y encuentro la oficina vacía. Me siento en uno de los sofás mullidos frente a su escritorio. —Qué cómodo. —Froto el suave acolchado. Abro mi bolso, saco el teléfono y le envío un mensaje rápido a Ryan.
Ryan
Yo: ¡Hola! Acabo de llegar a la escuela.
Ryan: ¡Genial! ¡Genial! ¿Nos vemos en el estacionamiento?
Yo: Estoy en la oficina del director. Fui a la recepción y me hizo esperar aquí.
Ryan: Ohhhh probablemente te veré allí una vez que llegue el primer período.
Yo: Ella no está aquí y no sé qué hacer.
Ryan: Oh, ella está en el pasillo hablando con alguien y ahora está de camino de regreso.
Yo: ¡Vale, gracias! Nos vemos luego :)
Ryan: Nos vemos luego, nena<
Guardo mi teléfono nuevamente en mi bolso justo a tiempo cuando escucho que se abre la puerta. - Ve y siéntate en el vestíbulo y espérame allí, Sra. Anderson. - Me doy vuelta para ver a la misma chica de la recepción alejándose.
No puedo esperar para darle una lección a esa perra.
- Lamento mucho haberla hecho esperar, Sra. Johnson. - Me levanto para estrecharle la mano. - No se preocupe, Sra. Conway. - Ella me estrecha la mano a cambio y me da una cálida sonrisa. - Por favor, tome asiento. - Me vuelvo a sentar y ella rodea su escritorio, sentándose en la silla.
- ¿Tuviste unas buenas vacaciones de verano? -
—Sí . Me alegro mucho de haberme mudado aquí .
- ¿ Has visitado Nueva York antes? -
—Sí . Mi padre nos traía a mí y a mi hermano aquí cada Navidad. —Ella asiente con la cabeza.
-Señora Johnson.- Se quita las gafas y mete la mano debajo del escritorio, saca un pequeño paño y comienza a limpiar sus gafas. -Solo quiero hacerle saber lo mucho que siento la pérdida de su madre.- Se vuelve a poner las gafas y entrelaza sus delgados dedos, apoyándolos sobre la mesa.
- Tu padre me había llamado durante las vacaciones de verano para contarme sobre tu... situación. - Oh, Dios mío, no me digas que va a empezar a hablar de mi... - Quiero que sepas que, si hay algo que puedas necesitar o si tienes algún tipo de problema para adaptarte, tenemos una consejera increíble con nosotros. - Desliza una pequeña tarjeta de presentación de color azul claro.
Realmente no quería que nadie supiera sobre mi madre, pero no me sorprende que papá dijera algo.
—La Sra. Samuel. Es realmente maravillosa, y sea lo que sea que sientas, ella es la persona indicada para ayudarte. —Levanto el pequeño trozo de cartón y leo los detalles.
Nunca tengas miedo de compartir tus sentimientos. Tu salud mental es importante; siempre estaré aquí para ti. La Sra. Samuel estará aquí para ayudarte.
¡Ja! ¿Qué entendería una completa desconocida? Ni siquiera me conoce, ni me conoce personalmente. Nunca me ha gustado la idea de que los terapeutas conozcan tus secretos más oscuros, tus sentimientos más profundos, no, gracias. Prefiero guardármelo todo antes que compartirlo.
