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capitulo 3

Era el segundo día y los mosquitos hicieron estragos con el cuerpo de Josefín. Y para colmo, tuvo que compartir tienda con Sam por la noche, ya que la suya estaba defectuosa.

Y no es que detestara dormir con su amiga, simplemente es que roncaba de una manera descomunal. Y así pretendía ligarse al sujeto, en cuanto la oyera saldría huyendo.

—Saldré un rato.

Toma asiento frente a la tienda para mirar las demás tiendas. En eso se percata que un poco retirado de ella estaba aquel hombre al que pillo mirándola fijamente y le puso los vellos de punta.

Y nuevamente volvía a sentirse de la misma manera, que sensación tan extraña, pensó.

Sin embargo, le causaba curiosidad saber porque la miraba de esa manera, si tenía algo que decirle, ¿porque carajos no se lo decía?

Pero a quien quería engañar, era muy tímida y cobarde como dejar que se le acercara. Por lo general les huía a los hombres, y a la edad que tenía jamás había tenido relaciones sexuales con nadie.

Suspira mientras que recuesta su rostro sobre sus rodillas, disimuladamente observa a ese sujeto que la observaba sin parar. Se encontraba frente a la hoguera, ella noto como sus ojos brillaban de un color oro.

¡Era hermoso!

Pero, ¿Por qué la observaba de esa forma?

Josefín muerde levemente sus labios y en ese instante ella mira como él medio sonríe al mismo tiempo que afina la mirada sin apartar sus ojos de ella.

La joven irgue su cuerpo al sentir una especie de tensión, su corazón late furioso ante aquel gesto. Seguido de eso se mete en la tienda de su amiga, observa la entrada mientras que parpadea varias veces.

—Mierda, ¿Qué ha sido eso?

[…]

Hicieron una parada, después de cuatro horas caminando sin parar. Le faltaba el aire a Josefín, todos estaba sentados hablando animadamente, tomando agua, otros comiendo un poco.

Y su amiga, obviamente que perdida. El guía, otro más que estaba ausente. Evidentemente ambos estaban juntos haciendo lo suyo.

¡Malditos!

Frustrada tomo su mochila, se puso en pie y camino un poco. Deseaba alejarse de todos, sin embargo, se mantuvo cerca del grupo para no perderse en aquel lugar.

Pero con lo distraída que se encontraba, Josefín no se fijó por donde iba. Ni se molestó en mirar atrás, solo caminaba sin parar, hasta que por fin entra en razón y detiene sus pasos en seco.

—¡Un momento! —musita tragando saliva —¡Mierda! —Exclama furiosa al ver hacia todos lados —. ¿Dónde está el grupo? —frunce el ceño.

¡Si!, ¡así es!, estaba perdida en el bosque.

Por caminar distraída no se percató del camino, y, ahora estaba completamente perdida en un bosque del que no sabía nada.

—¿Samanta? —grita a todo pulmón, pero no oye respuesta alguna.

Solo puede oír el sonido creado por la naturaleza, los pájaros cantar, las ranas croar, ella alza la mirada y ve el cielo despejado.

—¿Qué voy hacer? —jadea.

Se sienta sobre un tronco mientras que mira hacia atrás, debería de regresar por sus pasos, pero ¿Qué pasos? El suelo estaba cubierto por cientos de hojas, ni se podían ver sus huellas.

—Demonios…

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