Capítulo 2
- ¿ Eso es todo? - pregunté un poco sorprendido por su franqueza. - Sí, de todos modos solo estaba despidiendo a uno de los trabajadores, ve a la parte de atrás y busca a una morena alta con un conjunto de lencería negra y esa es Jade, ella te ayudará con el resto. - Ella se apartó del camino despidiéndome y me encogí de hombros caminando hacia la parte de atrás.
Bueno, eso fue más fácil de lo que pensaba.
Miré a mi alrededor en busca de la chica que ella describió y encontré a la chica de la que hablaba aplicándose brillantina en el cuerpo.
Me di cuenta de que era la chica a la que debía acercarme y sonreí. Caminé hacia ella y me miró.
- Hola, la chica con el portapapeles me dijo que viniera contigo. Soy nuevo aquí, por cierto. - Me encogí por dentro por mi acento americano.
—Hmph . Con razón te despidieron, cariño, estás buenísima. —Lo elogió mientras se sentaba, poniéndose los tacones.
- Um, gracias. - Le agradecí mientras ella simplemente asentía. - Está bien, déjame mostrarte tu área. - Se puso de pie y caminó hacia un área limpia con un espejo y una cortina para privacidad.
- El número en tu espejo significa el orden en el que actúas. - Me explicó mientras yo asentía.
- Ponte el atuendo que usarás para actuar y una vez que hayas terminado, acércate a mí para que pueda explicarte algunas reglas básicas más.
Simplemente asentí y cerré la cortina mientras ella regresaba a su puesto. Esto era un infierno. —¿En serio? —murmuré al mirarme al espejo. Mi pelo empezaba a encresparse en las puntas.
Tomé la plancha del soporte y comencé a alisarme el pelo por secciones. "Por favor, me" empezó a sonar por los altavoces del club. Tarareé la letra suavemente mientras me quitaba el vestido, con cuidado de no despeinarme.
Saqué mi deslumbrante conjunto de dos piezas de mi bolso y me lo puse.
Saqué mi deslumbrante conjunto de dos piezas de mi bolso y me lo puse.
¡Qué bueno!, pensé mientras me miraba al espejo y me daba la vuelta para ver mi trasero, que encajaba perfectamente en la parte de abajo.
Abrí la cortina y caminé hacia Jade que se estaba limando las uñas. - Maldita sea, niña. - Gritó causando que algunas personas la miraran y me reí entre dientes. - Gracias. - Me eché el pelo hacia atrás.
—¡Bien , una regla importante! Nunca mires al jefe a los ojos cuando él, A, entra en una habitación. B, te habla. —Arrugé la cara y me burlé.
Estoy bien.
Sus ojos rápidamente se dirigieron al suelo cuando la puerta se abrió y un hombre alto, musculoso y muy atractivo entró en la habitación.
Dejé que mis ojos lo desnudaran de pies a cabeza. Tenía una enorme mata de rizos negros en la coronilla; sus ojos eran de un marrón dorado que combinaba con su piel bronceada. Me mordí el labio al verlo; su apariencia desprendía lascividad. Sus bíceps se destacaban a la perfección gracias a la ajustada camisa negra, con algunos botones desabrochados que dejaban al descubierto sus cadenas de oro.
Lo miré directamente a los ojos y crucé los brazos enviándole un guiño.
Definitivamente no me intimida. ¿Atraía y quería follar? Definitivamente. Pero no me intimidaba. Ningún hombre me afectó tanto, ni siquiera mi padre.
- ¿ Tienes deseos de morir? - Escuché a Jade susurrar mientras ella continuaba mirando hacia abajo y me encogí de hombros.
Él podría follarme hasta la muerte.
¡Espera, no pares! ¡Uf!
Él me sonrió e inclinó la cabeza, luego le susurró algo al oído a la chica con el portapapeles mientras ella mantenía la cabeza baja y asentía.
Se dio la vuelta para salir y le eché un vistazo al culo y me mordí el labio. ¡Caramba, y qué culo tenía! Es oficial, necesito ayuda, pero no puedo evitar sentirme atraída por los culos de los hombres; son muy fáciles de azotar.
La chica con el portapapeles comenzó a caminar hacia mí con una mirada en su rostro que no pude descifrar. - Quiere que actúes primero y luego tienes que ir a su oficina. - Simplemente asentí y forcé una sonrisa en mi rostro.
Tal vez podría usarlo para acercarme a descubrir quién es el jefe de la mafia italiana y puedo hacerlo simplemente seduciéndolo.
Compré una barra de striptease para mi cumpleaños número 10, así que ¿qué tan difícil podría ser? La seguí hasta el escenario y vi a muchos hombres y me puse nerviosa intentando ganar tiempo.
- Dame unos minutos como máximo. - Levanté mi mano hacia ella mientras tomaba mi teléfono, marcaba a Natasha y caminaba hacia una parte más tranquila del área.
- Necesito ayuda Natasha, no sé qué baile hacer y soy el primero, no quiero parecer un tonto. - Me quejé.
- ¿ Recuerdas que para tu cumpleaños número 50 hicimos un baile en barra con la canción "Drunk in Love" de Beyoncé? - Al instante hizo clic en mi cabeza y sonreí.
- Eres un salvavidas, te amo, adiós. - Hice un ruido de beso y dejé mi teléfono en el tocador y caminé hacia el DJ susurrándole mi elección de canción en su oído.
Él simplemente me saludó con la cabeza y caminé hacia el poste mientras las luces se apagaban. Subí al poste y esperé a que empezara mi música.
Me sostenía en la barra solo con las piernas. Crecí entrenando y también quería dedicarme a la gimnasia, así que fortalecer la parte superior e inferior del cuerpo era fundamental.
La música empezó a sonar y contuve el aliento mientras me deslizaba por el tubo, deteniéndome a mitad de camino. Me balanceé alrededor del tubo y me apoyé con una mano haciendo splits en el aire mientras mantenía el cuerpo firme.
Sentí una descarga eléctrica al caer, pero me detuve a mitad de camino para no caerme. Me lanzaban dinero por todas partes. Volví a subirme al tubo y me agarré haciendo el pino.
Abrí las piernas y las enrosqué a un lado del poste y me deslicé hacia abajo mientras la música finalmente terminaba.
Me deslicé hacia abajo por el poste mientras veía a algunas chicas animarme mientras algunos hombres gastaban dinero. Mi mirada se cruzó con la del jefe y mantuvimos contacto visual un minuto, hasta que él se levantó y se alejó.
Bajé del escenario y Jade me recibió de inmediato, abrazándome, haciéndome ponerme rígida. —¡Perdón ! Soy de dar abrazos, pero ¡fue la mejor actuación que he visto! —me felicitó mientras me soltaba con una sonrisa.
- Gracias. - murmuré sonriéndole.
—No le mientas a la pobre chica — murmuró una rubia que pasaba junto a mí y ladeé la cabeza hacia ella. —¿Quién es esa? —pregunté y ella puso los ojos en blanco.
—Es Maddy. Era la bailarina personal del jefe, pero él se cansó de ella y la degradó. También es la razón por la que mi novio y yo rompimos hace unas semanas; se acostó con él. —La noté cambiar de tono al hablar de lo último, pero lo corrigió enseguida.
No se me daban bien las emociones. Era como si tuviera alergia a expresar mis emociones, por eso nadie se desahogaba conmigo ni yo hablaba de mis sentimientos.
- Pero de todos modos el jefe te quiere. - Le guiñó un ojo y señaló hacia arriba, donde estaba fuertemente custodiado.
Fiona Castillo
Fiona Castillo
-
Los guardias me observaban mientras subía a su oficina. Empecé a anotar mentalmente cuántos guardias había.
por si acaso
Golpeé suavemente a su puerta y esperé una respuesta. - Adelante. - Escuché una voz profunda y ronca hablar y giré el pomo de la puerta para entrar.
Estaba recostado en la silla con una bebida en la mano mientras hablaba por teléfono. - Scopri chi è il capo della mafia russa e uccidili. - Murmuró algo en italiano y luego colgó.
(Traducción:Descubre quién es el jefe de la mafia rusa y mátalo)
- Siéntate, Fiona . - Miró la silla que tenía delante y me senté inclinándome hacia atrás y cruzando las piernas.
Se sentó y se sirvió otro trago. - ¿ Por qué no seguiste las reglas y miraste hacia abajo? - Llevó el vaso a sus labios, bebiéndolo a sorbos y me preguntó con una mirada que no pude descifrar.
—No soy patético, y definitivamente no te tengo miedo. Así que te lo dejo saber mirándote directamente a los ojos. —Me eché el pelo hacia atrás mientras él soltaba una risita profunda.
Dios, eso estaba caliente.
- Hmph. - Tarareó reclinándose en la silla poniendo una mano detrás de él. - Tu actuación fue increíble bellissima. - Me elogió mientras inclinaba la cabeza ante su última palabra preguntándome qué significaba.
- Lo sé. - Respondí encogiéndome de hombros viendo una pequeña sonrisa crecer en su rostro.
- Tengo una oferta para ti. - Me entregó una bebida y la agarré, bebiéndola sin remordimientos.
—¿Lo sabes ahora? —Apoyé la cabeza en las manos, descruzando las piernas. Su mirada recorrió mis piernas, mi rostro y luego el tatuaje que tenía en la cara. Era un simple corazón roto debajo del ojo.
Se levantó lentamente y se sentó en la esquina de su escritorio, mirándome mientras se arremangaba dejando al descubierto sus brazos venosos.
