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Dulce Debilidad

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MJAM
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Sinopsis

Wanda Thiff trabaja con la secretaria de una de las empresas de tecnología más grandes de Massachusetts, Ferregamo's Corp. Una mujer de una belleza arrolladora y, sobre todo, segura de sí misma y amable. ¿El único problema? Su jefe. Alfredo Ferregamo es un hombre de negocios frío y arrogante que nunca se ha esforzado por mostrar bondad a las personas, excepto a su hija; que casi nadie conoce. Wanda no soporta a su jefe, y su jefe se empeña en hacerla enojar.

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¿Qué podría resultar en todo este odio que en el fondo solo puede pasar por deseo y lujuria?

¡Definitivamente odio a mi jefe!

¡Alfredo Ferregamo casi me despide porque llegué cinco minutos tarde!

- Estúpido. Murmuro por lo bajo mientras ordeno mi escritorio. -Wanda hace esto, Wanda hace aquello. No está bien, puedes rehacerlo. ¿Por qué no rehaces tu vida, pendejo? Lo imito, casi estallando de rabia.

-¿Hay algún problema, señorita Thiff?- - Salté de miedo cuando escuché su voz espesa .

- No señor. Levanto la cabeza con una sonrisa.

-¿Has organizado mi agenda para hoy?- - Preguntó ajustándose su típica chaqueta negra.

- Sí. Tienes una reunión con los Paul a las diez. Almuerzo con tu hermano y unos papeles para firmar. — Cito todo lo que anoté en mi cuaderno.

-Correcto…- respondió medio alegremente.

- ¿Todo bien con el señor? frunzo el ceño

-Oh sí… mira, no es asunto tuyo. Haz tu trabajo. Te llamaré para la reunión en media hora. - Dice grosero y seguro las ganas de poner los ojos en blanco .

Alfredo camina aún distraído hacia su habitación y respira hondo.

Vislumbro mi celular vibrando sobre la mesa, esbozo una sonrisa cuando veo el nombre de mi mejor amigo.

-Hola Mabel . — Saludo ajustando unas hojas de cálculo en la computadora .

¿ Cómo te va? - pregunta.

Sé que en este momento debe estar en el estudio donde trabaja. Mabel es actriz y protagoniza una película .

— Igual que siempre . Respondo distraídamente. - Hoy parece estar de más mal humor que de costumbre.

- Él es tan atractivo... lástima que sea un imbécil-. - Me río.

— Bueno, ¿quieres cenar hoy en la casa?

- No funcionará, el director dijo que teníamos que terminar esta película para mañana, así que me quedaré más tarde. - explica.

- Vale, creo que cuando llegue a casa pediré una pizza y me daré la vuelta inmediatamente después.

-Le pagan por hablar todo el día, Srta. ¿Oeste?

¡Jesús del cielo! ¿De dónde salió este hombre?

— Ah... tengo que colgar amigo, la baba... mi jefe está aquí. adiós _

— Buena suerte.

Cuelgo el teléfono, reprendiéndome a mí misma por ser tan descuidada.

— Perdóneme, señor. No volverá a suceder. - digo con ganas de golpear esa cara molestamente bonita .

- Yo espero. ¿Podría reprogramar mi reunión y almuerzo con mi hermano para otro día? - ¿el pidio?

- Ah claro. Pero la reunión es importante, ya sabes que los Paul son exigentes .

Alfredo nunca ha faltado a ninguna reunión, ¿va todo bien?

— Tengo que irme a casa, mi hija está enferma. - dice.

-Está bien… ¡¿espera qué?! Me tapo la boca cuando me doy cuenta de que grité. -Lo siento, no sabía que tenías una hija.

-Yo… hablé demasiado. Solo haz tu trabajo si no quieres acabar en la calle .

¿Alguna vez dejará de actuar como un burro?

- Bien entonces.

Lo que no daría por poner mis tacones en su cabeza .

•••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Mi jefe - lamentablemente - se fue apurado hace unas horas y estoy terminando unos papeles para poder irme a casa.

Un hombre de piel tan blanca como la luna y cabello del mismo color se acerca casi corriendo.

-¿Has visto a mi hermano idiota?- - pregunta.

- ¿Su hermano? Arrugo la frente.

¿De quién está hablando?

—Sí, Will. – anota como si fuera obvio.

-¿Alfredo Ferregamo es tu hermano?-

Y cada vez me sorprende más mi jefe .

Por cierto, está amargado, no tenía idea de que tenía una familia .

De acuerdo, eso podría haber sido grosero de mi parte. Pero Alfredo no parece el tipo de hombre que tiene una hija, ni me lo imagino siendo cariñoso con nadie .

-Sí, el pendejo no contesta mis llamadas. No he sabido nada de mi sobrina. Mueve el celular en sus manos.

¿Y su madre?

Maldita sea, ¿por qué tengo que ser tan curioso?

-Ella… murió en el parto.

Ay Dios mío.

-Lo siento, no quise ser invasivo .

Tal vez haya una verdadera razón por la que Alfredo es tan arrogante.

-Está bien… simplemente no le digas a Will que te lo dije. ¿Podrías intentar llamarlo? él pide.

-Sí, espero que no me regañen-. - arete.

Busco en la guía telefónica de mi celular el número de mi jefe, esperando unos minutos hasta que escucho su voz profunda.

— ¡¿Qué es?! ella casi grita.

- Tu hermano vino aquí queriendo saber de ti, si contestaste el teléfono no tendrías que molestarlo.

Mis ojos se abren cuando me doy cuenta de lo que he dicho .

jodido _

- Señor, no fue mi intención…- La llamada termina antes de que pueda terminar la oración.

¡Estoy jodido!

-Gracias, es él. - explica el rubio al escuchar sonar su celular.

- De nada. Doy una pequeña sonrisa.

¿Y ahora? Alfredo estaba enojado antes, y todavía le hablo así.

¡Ah, pero también, se lo merecía!

Alguien tiene que tener en ese cerebro que el chico guapo no puede tratar a todos como un felpudo .

Si me quedo sin trabajo, al menos podría decirle algunas verdades .

Pero prefiero seguir trabajando aquí. El mercado laboral no es fácil.

Salgo de mis pensamientos con mi teléfono celular sonando una vez más.

es mi jefe...

- ¿Hola? - Hablo con miedo.

- Necesito tu ayuda...

Casi cerca de mi hora de salida, aquí estoy caminando hacia la mansión del Sr. Alfredo.

¡Santo Lucifer!

¿Qué quiere de mí?

El taxi se estaciona frente a la mansión y abro la boca asombrado por la residencia. Creo que solo mi apartamento no tiene una habitación en esta casa.

Llamo a mi jefe para avisarle que he llegado, porque si de mí dependiera encontrar el timbre, estaría aquí todo el día.

Will abre la puerta y casi saliva ante la vista que encuentro.

Está sin camisa, solo usa pantalones de chándal grises y su hija en su regazo.

¿Por qué los hombres con hijos son tan atractivos?

'¿Te perdiste algo?' Salgo de mi trance con su habitual voz ronca .

¡Delicioso... grasiento!

-Me pediste que viniera aquí, ¿de qué querías hablar?- Me cruzo de brazos, arqueando una ceja.

-Necesito que me ayudes con Felicity. – pregunta, luciendo desesperado .

- ¿Quién?

— Mi hija, tiene fiebre y está vomitando… — explica mirando a la pequeña que me mira fijamente .

-¿No puedes llamar a alguien más?- Yo sugiero.

-No tengo… quiero decir, Felicity no tiene una figura materna. Mi mamá prácticamente me odia y la niñera no puede venir .

Recuerdo lo que dijo el hermano de Alfredo sobre la madre de Felicity.

Creo que puedo ser un poco amable con él, aunque no se lo merece .

-Está bien... pero ¿puedes explicar exactamente por qué yo?- Tomo a la niña en mis brazos.

-Tu currículum dice que trabajaste como niñera a los quince años. — masajea las sienes .

- Ah sí.