Italia.
Mis manos sudaban de lo nerviosa que estaba, Eros no terminaba por completar la frase y eso estaba haciendo que el mal humor apareciera en mí.
—Tus padres son los creadores del experimento Danger, ellos han sido todo este tiempo quienes me han estado haciendo todas esas cosas.
Mi boca se fue abriendo poco a poco, sabía que ellos tenían que ver con esto, pero no sabía que eran los principales culpables de que Eros perdiera su infancia y casi la vida.
—¿Cómo sabes eso? —Pregunté sin poder creérmelo.
—Dean me lo contó, él trabajaba con ellos.
—Pero no entiendo, si ellos sabían que tú existías ¿por qué me trataron como una loca?
—Eso tampoco lo entiendo yo, pero supongo que lo harían para saber hasta que punto podía llegar yo.
Mi mente quedó completamente en blanco.
—¿Cómo podemos acabar con esto?
Lo miré y él negó.
—No tengo ni idea pulga, pero lo que si sé es que ellos han sido los culpables y los que pagaran todo esto.
—¿De qué hablas?
—¿Los vas a defender? —Levantó un poco la voz.
—No, no estoy defendiendo a nadie, solo te he preguntado.
—Acabaré con ellos Selena, no merecen vivir.
—Son mis padres.
Él rió y me miró sin poder creer lo que estaba escuchando salir de mis labios. Y entiendo a la perfección que esté así de sorprendido, pero esas personas son las que me dieron la vida, son los que me cuidaron y los que me quisieron cuando yo era pequeña.
Era para mí casi imposible de creer que mis padres estuvieran haciendo todas esas barbaridades, no comprendo por qué lo hacen, o qué es lo que les llevó a eso.
—Tus padres son unos asesinos , unos dementes que lo único que quieres es hacer daño a los demás, porque ni su propia hija les importan —habló con muchísimo odio de ellos.
Y lo peor de todo es que tenía razón, dejé de importarle a mis padres hace muchos años, solo se enfocan en su trabajo y lo demás para ellos no existe.
Me levanté del sofá y subí hacia la habitación para encerrarme en ella. Pasé toda la noche en vela, no pegué ojo en toda la noche, mi mente viajaba a mis padres. Me formulaba muchas preguntas.
¿Por qué mis padres hacen esto?
¿Desde hace cuanto lo llevan haciendo?
¿Qué es el experimento Danger?
¿Qué es Eros?
Porque él no es una persona humana, tiene algo que le diferencia de los humanos e incluso de las sombras. Sus ojos, su manera de ser y de pensar, en el hay algo extraño que termina atrayendo hacia él a todas las personas y lo peor de todo esto es que a mí me está haciendo efecto lo que sea que él tiene.
Cierro los ojos y me imagino mirando los suyos, sus manos rozando mi piel e incluso sus labios besando todo mi cuerpo, yo nunca tuve sueños eróticos pero fue conocer a Eros y querer imaginar estar entre sus brazos. Si mi abuela supiera lo que pienso de Eros me estaría llamando o diciendo: pecadora, arderás en el infierno y un montón de cosas más que realmente no las quiero ni pensar.
Eros es un hombre precioso, pero cuando lo conoces realmente hay algo que te echa para atrás y no quieres seguir conociéndolo, y lo peor de toda esta situación es que a mí me da igual eso que me echa para atrás de él, quiero seguir conociéndolo y si es necesario me hundo con él en el infierno.
La mañana había llegado, y con ella la hora de partir hacia Italia, siempre me encantó Italia y soñé con algún día conocerla… Pero no de esta manera, ir a Italia puede ser un suicidio, porque allí hay gente que conoce a mis padres, que trabajaron con ellos y saber que vamos en busca de ayuda para tener más conocimiento sobe el experimento Danger y no solo eso, si no que llevamos a un Danger con nosotros.
—¿Sois conscientes de que igual nos morimos?
—Eso estaba pensando yo —dije mirando a mi mejor amiga.
—Nadie va a morir y menos tú.
Lo miré a los ojos y luego volví la vista a mi mejor amiga que nos miraba boquiabierta.
—Gracias por la parte que me llevo.
—De nada.
Giró la cabeza hacia la ventana.
El viaje era muy largo, y a mí estar tanto tiempo metida en un mismo sitio me terminaba agobiando muchísimo.
—¿Qué vais a hacer al llegar a Italia? —Preguntó Dean burlón.
—Intentar no morir —dije seria haciendo reír a mi mejor amiga.
Apoyé la cabeza en el sofá y cerré los ojos.
—Pulga —la voz en un susurro de Eros me hizo abrir los ojos.
—¿Qué pasa?
—Nada, te quería pedir perdón por subirte la voz ayer por la noche, me puse nervioso.
—No te preocupes, está todo bien.
Él se acercó más a mí y besó mi mejilla.
—Quiero besarte —susurró en mi oído.
—Hazlo —dije de la misma manera que él.
Me giré un poco para estar frente a él, puso sus manos a cada lado de mi cuello y juntó sus labios con los míos, sus manos viajaron a mi cintura y las mías a su nuca, él de un impulso me puso encima de sus piernas, nos separamos para recuperar el aliento y nos miramos a los ojos.
—Eres preciosa pulga.
Volví a juntar sus labios con los míos, comencé a moverme lentamente.
—Amo tus labios Selena.
Jadeé y seguí moviéndome, sus manos hicieron presión en mi cintura, Eros bajó los besos a mi cuello, di la cabeza un poco para atrás para dejarle más espacio. Sus manos subieron por debajo de mi camisa, su mano derecha tocó mi pecho y lo apretó levemente.
Abrí los ojos y me volví a encontrar en mi sitio, todo había sido un sueño, un sueño creado por él.
Miré a Eros que me miraba mientras dibujaba una sonrisa en sus labios.
—Dean para aquí, necesito bajar.
Él paró en cuanto encontramos un bar, bajé rápidamente y fui a pedir un vaso de agua. Apareció Eros en el bar, me cogió del brazo y nos fuimos hacia los baños.
—¿Por qué hiciste eso? —Reproché al estar completamente solos.
—Porque es de la única manera que te puedo sentir cerca.
Me quedé callada.
—Al menos puedes crear otro tipo de sueños.
—¿Por qué? Esos molan.
—Eres imbécil.
Puse cara de asco.
—¿No te gustan? —Dijo al ver mi cara.
—No me gustas tú Eros.
Su cara cambió por completo, la sonrisa burlona se le había borrado del rostro, sus ojos que tenían un brillo extraño se apagaron. Salió de ese lugar, me llevé la mano al pecho arrepintiéndome de lo que había soltado por la boca.
Bueno… Es que realmente no sé si mentí.
¿Lo hice?
Salí del bar para subir otra vez la coche. En el camino ninguno habló, solo hablaban Ameli y Dean. De vez en cuando miraba a Eros pero este tenía los ojos cerrados. Me volví a apoyar en el sillón y cerré los ojos está vez si esperé con todas mis fuerzas que él creara un sueño, pero eso no sucedió.
La noche había llegado, tan solo quedaban dos horas para llegar, estaba deseando conocer Italia, pero también estaba deseando no llegar, no sabía lo que nos deparaba el destino, pero por la suerte que teníamos nosotros cuatro seguramente no era nada bueno.
El camino siguió en silencio, Eros de vez en cuando giraba la cabeza hacia mí lado pero no para mirarme a mí, si no para mirar a la ventana, yo hacia lo mismo pero si era para mirarlo a él.
¿Será que Ameli tenía razón?
¿Le gustaré a Eros?
Di un suspiro llevándome las manos a la cabeza y cerrando los ojos, estaba muy cansada de todo este viaje.
Las dos pasaron muy lentamente. En Italia Dean tenía una casa y es ahí donde nos alojaremos este tiempo.
Tan sólo había dos habitaciones, Dean y Eros dormían en una y Ameli y yo en otra.
—Me comunicaré con esas personas para quedar mañana con ellas —dijo Dean a lo que nosotros tres asentimos.
Dean se alejó un poco de nosotros y llamó a las personas.
—Yo esto lo veo muy oscuro —habló Ameli asustada.
—Yo también, no me gusta nada.
—¿Lo decís por Dean?
Miré con el ceño fruncido a Eros.
—¿Confías en el cien por cien? —Cuestionó Ameli —. Trabajó para ellos.
—Dean ahora nos quiere ayudar.
—Nosotras lo decimos para luego no llevarnos sustos.
—Y seguramente nos los llevemos igual —comenté.
Eros se quedó callado y dirigió la mirada hacia donde Dean se había ido. Él llegó minutos después.
—Selena, tus padres se han comunicado con esa gente, todos te están buscando.
Al escuchar las palabras de Dean todo mi cuerpo se congelo.
—¿Y a mí por qué me buscan?
—No lo sé, pero tus padres antes y ahora te tienen muy vigilada.
Miré a todos y me quedé callada.
—También te dije que tus padres eran unos dementes —habló Eros haciéndome suspirar.
No me podía creer que mis padres estuvieran haciendo todo esto.
—¿O sea que sus padres sabían que podía ver una sombra y aún así la trataron como una loca?
—Exacto, era todo parte del experimento.
Miré a Ameli y negué.
—Pero que hijos de pu…
Se quedó callada llevándose las manos a la boca.
—¿Qué más te dijeron sobre ella? —Preguntó Eros cruzándose de brazos.
Dean me miró y luego miró a Eros. No había buenas noticias…
